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domingo, 22 de diciembre de 2013

NACER DE LA VIRGEN MARÍA


Nacer de la Virgen María 


Una persona realmente cristiana no puede ni debe vivir más que de la vida de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta vida divina debe ser el principio de todos sus pensamientos, de todas sus palabras y de todas sus acciones.

Jesucristo fue concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo nació del seno virginal de María. Concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de María Virgen.
El bautismo y la fe hacen que empiece en nosotros la vida de Jesucristo. Por eso, somos como concebidos por obra del Espíritu Santo. Pero debemos, como el Salvador, nacer de la Virgen María.

Jesucristo quiso formarse a nuestra semejanza en el seno virginal de María. También nosotros debemos formarnos a semejanza de Jesucristo en el seno de María, conformar nuestra conducta con su conducta, nuestras inclinaciones con sus inclinaciones, nuestra vida con su vida.

Todo lo que María lleva en su seno, o no puede ser más que Jesucristo mismo, o no puede vivir más que de la vida de Jesucristo. María, con un amor inimaginable, nos lleva siempre en sus castas entrañas como hijos pequeños, hasta tanto que, habiendo formado en nosotros los primeros rasgos de su hijo, nos dé a luz como a Él. María nos repite incesantemente estas hermosas palabras de san Pablo: Hijitos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en vosotros (Gál 4,19). Hijitos míos, que yo quisiera dar a luz cuando Jesucristo se haya formado perfectamente en vosotros.

EL SÍ DE MARÍA


El Sí de María
Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 


“Buda, tal y como se nos cuenta, decía que un hombre herido por una flecha tenía que, sobre todo y lo más rápidamente posible, curarse. El error sería preguntarse primero de dónde viene la flecha, quién la ha lanzado, de qué madera ha sido tallada, etc.
Rumi, el poeta persa, ha retomado casi palabra por palabra dicha parábola.

Un guerrero fue herido por una flecha en una batalla. Quisieron arrancarle la flecha y curarlo, pero él exigió saber primero quién era el arquero, a qué clase de hombre pertenecía y dónde se había colocado para disparar. También quiso saber la forma exacta del arco de éste y qué clase de cuerda utilizaba. Mientras se esforzaba por conocer todos estos datos, falleció (Jean-Claude Carrière).
Si María hubiera hecho tanas preguntas al ángel como el guerrero herido, probablemente no hubiera nacido Jesús. María fue una mujer de fe y de amor. María acepta el plan de Dios en fe. María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37). y dando su asentimiento: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" . Durante toda su vida y sobre todo, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. María, porque creyó fue feliz y nos grangeó la felicidad para todos. "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". Isabel es la primera que llaman bienaventurada a María (Lc 1,48): 

"Bienaventurada la que ha creído... " (Lc 1,45): María es "bendita entre todas las mujeres" porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor.

María, por la fe y desde la fe, dio paso al plan de Dio y dijo que sí. Martín Descalzo hace este comentario: Ahora sé que elegí bien la palabra: “Esclava, esclava”. Pude decir sencillamente: “Dile que sí, que estoy de acuerdo”. O responder: “El sabe que estoy a sus órdenes”. O preguntar: “¿Acaso Dios tiene que pedirme a mí permiso?” Pero dije: “He aquí la esclava”, sin comprender hasta qué punto me convertía en lo que estaba diciendo, en alguien a quien arrastrarán siempre con los ojos cerrados por túneles oscuros que jamás entenderá.

Conducida del gozo al dolor, del dolor al espanto, del espanto a este vacío de ahora en el que mi corazón es un lagar molido, un cesto de cenizas, una cadena de muertes. Si sabías que esto acabaría así, ¿por qué elegiste una madre? ¿Por qué no naciste como el pedernal, en la montaña, en lugar de entrar en el pobre seno de una mujer que no podría soportar tanta desgarradura? Todas las madres dicen: “Los hijos son difíciles de entender, crecen, crecen; tu crees saber hasta la más mínima de las arruguitas de su cara. Y un día descubres que han crecido tan desmesuradamente que no acabas de creerte que un día han estado dentro de ti”. 

María cooperó con Jesús a su obra redentora. Así dice Edith Stein: “Dios escogió para su encarnación, como camino, el nacimiento de una madre humana y nos puso ante los ojos en ella la imagen perfecta de la madre. Desde que sabe que ha engendrado un hijo, estuvo totalmente al servicio de esta misión. Le fue dado por Dios, lo guardó para Dios. Su vida fue una recogida expectación hasta la hora del nacimiento, después servicio ferviente y atención a todas las palabras y signos que dejen prever algo de su futuro camino, junto con todo el respeto a la divinidad escondida en él, responsable autoridad frente al niño, participación en su obra en confiada perseverancia hasta su muerte y más allá de la muerte… Ellos (Jesús y María) han vivido por amor a los hombres, no sólo llevaron a cabo nuestra redención por su obra, sino también vivieron por nosotros como nosotros debemos vivir, si queremos ganar una participación en la redención. Cristo no sólo nos ha mostrado mediante la elección de la Virgen Madre lo que agrade a Dios y el poder redentor de la virginidad libremente escogida y bendecida por Dios, sino que también ha hecho entender con toda claridad que otros están llamados a la virginidad por el reino de los cielos.
¡Salve, María!, saludó el ángel a María. ¡Salve, Madre!, cantan muchos pueblos a María. 

¡Salve, Madre!
En la tierra de mis amores
te saludan los cantos que alza el amor.
¡Reina de nuestras almas, flor de las flores!
muestra aquí de tu gloria los resplandores;
que en el cielo tan sólo te aman mejor.

EL EVANGELIO DE HOY: 22.12.2013

Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¡El prometido está a las puertas!
Mateo 1, 18-24. Adviento. ¡Está ya para llegar nuestro Redentor, el Mesías prometido, nuestro Salvador!
 
¡El prometido está a las puertas!
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros." Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Oración preparatoria 

Ven, Espíritu Santo, y dame tu luz y fortaleza para abrir mi mente y mi corazón a tus inspiraciones. Gustar estar contigo, contemplarte, alabarte y darte gracias, sin desear otra cosa que el reconocerte como mi Redentor, es lo que busco en esta oración.

Petición 

Dame la docilidad de María y de san José, para saberte escuchar y ser siempre fiel a tu voluntad.

Meditación del Papa Francisco

Y José es "custodio" porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.
En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación. Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).

Reflexión

Nos encontramos ya a pocos días de la Navidad. ¡Está ya para llegar nuestro Redentor, el Mesías prometido, nuestro Salvador! Y tal vez todavía no le hemos preparado un lugar digno dentro de nuestro corazón para que nazca en él el día de su llegada.

Angelus Silesius, conocido poeta alemán del siglo XVIII, escribía: "Si Jesús naciera mil veces en Belén, pero no nace en tu corazón, de nada te serviría".

Alcide de Gasperi, estadista italiano de gran valor y clarividencia, salvó a su país de la amenaza comunista en los años de la posguerra. Fue el fundador de la "Democrazia Cristiana" y, además de buen político, era un hombre profundamente católico. Se cuenta que, cuando vivía en Roma, solía preparar con especial devoción, junto con su mujer y sus hijas, el nacimiento y la gruta de Belén. De entre las ovejitas escogían dos, a las cuales les ponían los nombres de las dos hijas, María Romana y Lucía. Cada día de la novena de Navidad, las niñas debían hacer ofrecer un especial sacrificio al Niño Jesús, al cual correspondía un progresivo avance de la respectiva ovejita a la cueva de Belén. Pero si se olvidaban de su ofrecimiento o faltaban en generosidad, las ovejitas venían alejadas cada vez más de la gruta. Era una gran lección de mortificación y de acercamiento al Señor: debían prepararse para el nacimiento de Jesús a través de la oración, el sacrificio y las buenas obras.

También nosotros necesitamos prepararle un lugar digno en nuestro corazón para este 24 de diciembre. Pero fijémonos que Él no tiene grandes pretensiones. Si tuviéramos que conseguirle un palacio, podríamos excusarnos y decirle: "no puedo; no tengo los medios para hacerlo". Pero lo que Jesús necesita es solamente un pesebre. Y eso sí se lo podemos ofrecer. Todos, hasta el más pobre de nosotros. Jesús escogió una gruta para nacer. Y eso mismo es lo que escoge hoy. Él es enemigo de las pompas humanas, de los lujos y vanidades superfluas. Él se contenta con poco. Un pesebre le basta. ¡Qué tremenda enseñanza de humildad, de pobreza y de sencillez la que nos da, sin palabras ni discursos!

Pero, aunque sea pobre nuestro pesebre, debe ser también muy limpio, ordenado y calentito. Y esto sólo lo da la pureza de alma y la de vida de gracia a través de la oración y de los sacramentos.

Belén es también una lección inmensa de bondad y de amor porque Él, siendo el Dios infinito, eterno y todopoderoso, eligió este modo para salvarnos. Nadie hace algo así sólo por amor al arte o por "deporte".

Y si eligió ese modo de nacer fue porque quiso compartir nuestra debilidad, nuestra pobreza y naturaleza humana tan desvalida. Porque quiso abajarse y hacerse uno como nosotros; es más, como el más débil y el más pequeño de nosotros. Él es nuestro Hermano, el protector de los pobres, de los débiles y de los desamparados. En Él todos podemos sentir su amor, experimentar su consuelo en la aflicción, su compañía en la tristeza y soledad.

Y si Jesús Niño es así de bueno con nosotros, no debe haber cabida en nuestra alma para el egoísmo o los intereses particulares. Hay muchas personas a nuestro lado –niños y adultos, hombres y mujeres— que necesitan de nuestro amor y de nuestra ayuda. Ojalá que no pasemos ante sus necesidades con un corazón de piedra. Si así fuera, la Navidad no nos habrá servido de nada, nos dejaría iguales. Seguiría siendo invierno en nuestro interior.

Propósito

Ojalá, pues, que imitemos a Jesús en su amor a los hombres, viviendo esta Navidad y todos los días de nuestra vida, una gran caridad, comprensión y servicio generoso y desinteresado a nuestros semejantes, sobre todo hacia los más pobres y desvalidos.
¿Cómo estás preparándote para el nacimiento del Hijo de Dios, de Jesucristo Niño, que va a llegar dentro de pocos días?


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA


    Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro


    Toda la vida de María Santísima se orientó a colaborar plenamente en la misión redentora de su Hijo Jesús.

    Sus dolores, sus pruebas y sufrimientos, lo mismo que sus alegrías y sus momentos de intimidad en la casa de Nazaret, todo lo vivió María como preparativo para que Jesús pudiera realizar más adelante su obra salvadora.

    Aceptar las contrariedades permitidas por Dios es una forma de colaborar con el Redentor en la elevación del mundo; Dios quiere redimir al mundo con la libre colaboración de todos los hombres de buena voluntad. Los cristianos estamos epecialmente llamados a ser colaboradores generosos en la obra de Dios.

    María, que seamos buenos colaboradores de Dios en la construcción del Reino.