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miércoles, 30 de abril de 2014

LA VIRGEN MARÍA, FORMADORA EN EL CAMINO CRISTIANO

Autor: Marianistas.org | Fuente: Catholic.net
María, formadora en el camino cristiano
Como Madre de una gran familia, distribuye los bienes según las necesidades, las circunstancias y la fidelidad de cada uno.

María, formadora en el camino cristiano

«Madre de la vida y de la gracia». «El Padre ha puesto en manos de María los tesoros adquiridos por Cristo, para que ella ejerza las funciones de su maternidad». María está en el comienzo, acompañando la llamada, pero también está en el camino: engendra, acompaña y forma. María forma «recibiendo y entregando» : «es el canal que recibe y deja correr hasta nosotros». Recordemos que este doble movimiento es el de la transmisión kerigmática del Evangelio: «porque yo recibí lo que a mi vez os he transmitido» (1 Cor 15,3 ). Hay que caminar sabiendo recibir y comunicar lo recibido.

El primer deber de una madre es alimentar a sus hijos, y la primera necesidad que siente es la de amarlos. María no ha querido renunciar a esta obligación sagrada. Madre de la vida y de la gracia, nos ha dado la vida, y cada día derrama en nuestras almas la gracia que debe alimentarlas, fortificarlas y hacerlas llegar a la plenitud de la edad perfecta. Efectivamente, de su bondad recibimos todos los auxilios que conducen a la salvación. Es verdad que Jesucristo, de quien viene todo nuestro valer, es el único que nos ha podido merecer esas gracias por su muerte. Como Padre, ha provisto abundantemente de todo lo necesario para la vida de nuestras almas, para el aumento de nuestras fuerzas, para la curación de nuestras enfermedades y para el desarrollo de la fe y de todas las virtudes.

Al mismo tiempo, ha puesto en manos de María los tesoros de bendición adquiridos por su sangre, para que ella ejerza las funciones de su maternidad. De ese modo, María, como Madre de una gran familia, distribuye todos los bienes según las necesidades, las circunstancias y la fidelidad de cada uno. Por eso, nada viene del cielo sin pasar por la Santísima Virgen. Ella es el canal que recibe y deja correr hasta nosotros el agua bienhechora de la gracia. Como dice san Bernardo, María ha sido dada al mundo para que por ella se transmitan sin cesar los dones celestiales de Dios a los hombres; y Jesucristo ha querido poner en manos de María el fruto de sus méritos para que recibamos de ella todos los bienes que podamos obtener.

ORACIÓN FINAL DEL MES DE MARÍA - MAYO


ORACIÓN FINAL DEL MES DE MARÍA - MAYO

¡Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre! Nosotros venimos a ofrecerte, con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de
serte agradable, y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.

Dígnate a presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las
tinieblas del error. Que vuelvan hacia Él, y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. 

Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que en
fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad, que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y dé esperanzas para el porvenir. Amén.

ORACIÓN INICIAL DEL MES DE MAYO, DEDICADO A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN INICIAL DEL MES DE MAYO, 
DEDICADO A LA VIRGEN MARÍA.

¡Oh María!, durante el bello mes a Ti consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza.

Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.

Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes. 

Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos,
y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es la de sus virtudes.

Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡Oh Virgen Santa!, en conservar
nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aun la sombra misma del mal.

La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos.

Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.

En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos,
pacientes y esperanzados.

¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más Santa y la mejor de las Madres, Amén.