Páginas
▼
sábado, 3 de mayo de 2014
LA FORTALEZA DE UN HOMBRE
LA FORTALEZA DE UN HOMBRE
La fortaleza de un hombre no está en el ancho de sus hombros..
Está en el tamaño de sus brazos cuando abrazan.
La fortaleza de un hombre no está en lo profundo del tono de su voz...
Está en la gentileza que usa en sus palabras.
La fortaleza de un hombre no está en la cantidad de amigos que tiene...
Está en lo buen amigo que se vuelve de sus hijo.
La fortaleza de un hombre no está en como lo respetan en su trabajo...
Está en como es respetado en casa.
La fortaleza de un hombre no está en su cabello o su pecho...
Está en su corazón.
La fortaleza de un hombre no está en lo duro que puede golpear...
Está en lo cuidadoso de sus caricias.
La fortaleza de un hombre no está en las mujeres que ha amado...
Está en poder ser verdaderamente de una mujer.
La fortaleza de un hombre no está en el peso que pueda levantar...
Está en las cargas que pueda llevar a cuestas.
MUJER
Mujer
¿Qué tipo de mujer eres?
¿Una mujer fuerte, o una mujer de fortaleza?
Una mujer fuerte hace ejercicios todos los días para mantener su cuerpo en forma... mientras que una mujer de fortaleza se arrodilla a orar, para mantener su alma en forma...
Una mujer fuerte no le teme a nada, ni a nadie... mientras que una mujer de fortaleza demuestra su valor a pesar de su temor o de su pánico...
Una mujer fuerte a nadie permite que le quite lo mejor de ella... mientras que una mujer de fortaleza da lo mejor de sí misma a todos, cada uno de los días de su vida...
Una mujer fuerte comete pocos errores y los evita en el futuro... mientras que una mujer de fortaleza se da cuenta de que los errores en la vida también pueden ser bendiciones de Dios, y aprende de ellos...
Una mujer fuerte camina confiada con pasos seguros y firmes... mientras que una mujer de fortaleza sabe que Dios la ayudará a levantarse cada vez que caiga...
Una mujer fuerte muestra en su rostro una expresión de seguridad y confianza en sí misma... mientras que una mujer de fortaleza muestra una expresión de gracia y serenidad...
Una mujer fuerte tiene fe en que tiene fuerza suficiente para su viaje por la vida... mientras que una mujer de fortaleza tiene fe en que el viaje la irá haciendo cada vez más fuerte...
Una mujer fuerte obtiene un compañero fuerte que incremente su fuerza... mientras que una mujer de fortaleza se convierte en la fuerza que hará invencible a su compañero...
Una mujer fuerte enseña a sus hijos a perseguir el éxito en la vida... mientras que una mujer de fortaleza les enseña a perseguir el amor y la virtud...
LAS APARICIONES DEL ÁNGEL A LOS NIÑOS DE FÁTIMA
LAS APARICIONES DEL ÁNGEL A LOS NIÑOS DE FÁTIMA
Las apariciones de Nuestra Señora se anunciaron una año antes mediante tres apariciones de un Angel quien preparó a los pequeños testigos para que se convirtieran en mensajeros de la Madre de Dios.
La Primer aparición
En Primavera de 1916 Lucia Dos Santos, a la edad de 9 años, junto con Francisco y jacinta Marto, de 8 y 6 años, respectivamente, estaban en el prado con sus ovejas. Empezó a llover, y se refugiaron en una cueva. Ya que la lluvia terminó y el sol salió, los niños permanecieron en la cueva para comer, rezar el Rosario y jugar matatena. Había jugado, cuando en ese día sereno se sintió un aire fuerte que doblaba los arboles y de repente una luz blana los envolvió. Entre esa luz apareció una nube en forma de un hombre joven, quién les dijó: "No teman, Soy el Angel de la Paz. Oren conmigo!" El Angel se arrodilló y se semiflexionó. Los niños imitaron al Angel y repitieron estas palabras tres veces: "Dis Mío, yo creo, te adoro, espero y te amo. Te pido perdones a aquellos que no creen, no te adoran, no esperan y no te aman." Despues se levantó y les dijo: "Oren de esta manera. Los corazones de Jesus y María estan atentos a loa voz de sus súplicas."
La segunda aparición
Ocurrió cuando los pequeños estaban jugando cerca de la casa de Lucía. El Angel les dijo: "¿Qué están haciendo? Oren! Oren mucho. Los corazones de Jesús y María tienen planes piadosos con ustedes. Ofrezcan oraciones y sacrificios a la Divinidad." Los niños preguntaron: "¿Qué tanto debemos sacrificarnos?" El Angel respondió: "Hagan un sacrificio de todo lo que realizan, y ofrézcanlo como un acto de enmienda de todos los pecados por los cuales Dios esta ofendido, y como una petición de la conversión de los pecadores. Por medio de esto su país tendrá la paz. Yo soy el angel guardian, el Angel de Portugal. Sobretodo acepten y soporten con sumisión todo el sufrimiento que Dios les enviará." A partir de ese momento, empezaron a ofrecer al Señor todo como sacrifico, tratando de evitar todo tipo de mortificación y pena, mas bién, se pasaron rezando la oración que el Angel les había enseñado.
La tercera aparición La tercera aparición
Esta ocurrió durante el verano en Cabeco. Los niños empezaron a hacer oración cuando vieron al angel, quien tenía en su mano un cáliz, sobre el cual estaba una hostia, de la cual caían gotas de sangre hacia el cáliz. El angel se arrodilló repitió tres veces con los niños: "La Bendita Trinidad - Padre, Hijo y Espíritu Santo - yo los adoro profundamente. Yo les ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús Cristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de todos los insultos, sacrilegios e indiferencias que lo ofenden. Y por medio de su preciosísimo Corazón Sacramentado y el Inmaculado Corazón de María, pido la conversión de los pobres pecadores." Despues se levantó, tomó la Hostia, y la dió a Lucía, mientras que el contenido del cáliz lo dió a Jacinta y Francisco, y dijo: "Tomen el cuerpo y la sangre de Jesús Cristo, quién es insultado por los hombres desagradecidos. Reparen sus pecados y complazcan a su Dios." giato dagli uomini ingrati. Riparate i loro delitti e consolate il vostro Dio."
ACTO DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA EN EL PRIMER SÁBADO DEL MES
Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María.
" Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía,
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.
Quiero ser como tu quieres que sea,
hacer lo que tu quieres que haga.
No temo, pues siempre estas conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Pon mi mano en la tuya para que este siempre contigo."
AMÉN.
LA VIRGEN MARÍA Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Autor: San Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
María y la Resurrección de Cristo
María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso de la Resurrección.
Después de que Jesús es colocado en el sepulcro, María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección
La espera que vive la Madre del Señor el Sábado santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas.
Los evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del encuentro de Jesús con su madre. Este silencio no debe llevarnos a concluir que, después de su resurrección, Cristo no se apareció a María; al contrario, nos invita a tratar de descubrir los motivos por los cuales los evangelistas no lo refieren.
Suponiendo que se trata de una "omisión", se podría atribuir al hecho de que todo lo que es necesario para nuestro conocimiento salvífico se encomendó a la palabra de testigos escogidos por Dios (Hch 10, 41), es decir, a los Apóstoles, los cuales con gran poder (Hch 4, 33) dieron testimonio de la resurrección del Señor Jesús. Antes que a ellos el Resucitado se apareció a algunas mujeres fieles, por su función eclesial: Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán (Mt 28, 10).
Si los autores del Nuevo Testamento no hablan del encuentro de Jesús resucitado con su madre, tal vez se debe atribuir al hecho de que los que negaban la resurrección del Señor podrían haber considerado ese testimonio demasiado interesado y, por consiguiente, no digno de fe.
Los evangelios, además, refieren sólo unas cuantas apariciones de Jesús resucitado, y ciertamente no pretenden hacer una crónica completa de todo lo que sucedió durante los cuarenta días después de la Pascua. San Pablo recuerda una aparición "a más de quinientos hermanos a la vez" (1 Co 15, 6). ¿Cómo justificar que un hecho conocido por muchos no sea referido por los evangelistas, a pesar de su carácter excepcional? Es signo evidente de que otras apariciones del Resucitado, aun siendo consideradas hechos reales y notorios, no quedaron recogidas.
¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (cf. Hch 1, 14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de entre los muertos?
Más aún, es legítimo pensar que verosímilmente Jesús resucitado se apareció a su madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro (cf. Mc 16, 1; Mt 28, 1), ¿no podría constituir un indicio del hecho de que ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más firmes en la fe.
En efecto, a una de ellas, María Magdalena, el Resucitado le encomienda el mensaje que debía transmitir a los Apóstoles (cf. Jn 20, 17-18). Tal vez, también este dato permite pensar que Jesús se apareció primero a su madre, pues ella fue la más fiel y en la prueba conservó íntegra su fe.
Por último, el carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz, parecen postular su participación particularísima en el misterio de la Resurrección.
Un autor del siglo V, Sedulio, sostiene que Cristo se manifestó en el esplendor de la vida resucitada ante todo a su madre. En efecto, ella, que en la Anunciación fue el camino de su ingreso en el mundo, estaba llamada a difundir la maravillosa noticia de la resurrección, para anunciar su gloriosa venida. Así inundada por la gloria del Resucitado, ella anticipa el "resplandor" de la Iglesia (cf. Sedulio, Carmen pascale, 5, 357-364: CSEL 10, 140 s).
Por ser imagen y modelo de la Iglesia, que espera al Resucitado y que en el grupo de los discípulos se encuentra con él durante las apariciones pascuales, parece razonable pensar que María mantuvo un contacto personal con su Hijo resucitado, para gozar también ella de la plenitud de la alegría pascual.
La Virgen santísima, presente en el Calvario durante el Viernes santo (cf. Jn 19, 25) y en el cenáculo en Pentecostés (cf. Hch 1, 14), fue probablemente testigo privilegiada también de la resurrección de Cristo, completando así su participación en todos los momentos esenciales del misterio pascual. María, al acoger a Cristo resucitado, es también signo y anticipación de la humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la resurrección de los muertos.
En el tiempo pascual la comunidad cristiana, dirigiéndose a la Madre del Señor, la invita a alegrarse: "Regina caeli, laetare. Alleluia". "¡Reina del cielo, alégrate. Aleluya!". Así recuerda el gozo de María por la resurrección de Jesús, prolongando en el tiempo el "¡Alégrate!" que le dirigió el ángel en la Anunciación, para que se convirtiera en "causa de alegría" para la humanidad entera.
Catequesis durante la audiencia general del 3 de abril de 1996