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domingo, 27 de julio de 2014

UN SER QUERIDO ESTÁ DEPRIMIDO...


Un ser querido está deprimido

¿Cómo Debe Tratar la Familia y los Amigos al Deprimido?
No debe olvidarse que los que rodean a un deprimido también sufren. Generalmente no entienden lo que está pasando, ya que aparentemente no hay motivo para el estado del enfermo.

Es esencial, la adopción de una actitud comprensiva y abierta, que permita que se desarrolle el diálogo y se pueda ir restableciendo la objetividad poco a poco; recordemos que el deprimido suele tener una especial sensibilidad para los aspectos tristes, siendo incapaz de ver los positivos.

Es inútil pedirle a un deprimido que te explique lo que le pasa, no podrá hacerlo, no sabe lo que le pasa. Si se insiste en ello, lo único que se conseguirá, es convencerle más de que no se le entiende, y en algunos casos irritarle. Tampoco se debe pretender argumentarle que vea la realidad con objetividad, no podrá .

Hay que entender que no está así por su gusto. Que no servirá de nada que le digamos que se
anime o que se involucre en actividades. Lo que suponga un esfuerzo no está de su mano.
Según la gravedad, hay cosas que no puede hacer, como divertirse, por mucho que otros se empeñen, ir a trabajar, viajar, leer, ver televisión, pescar, etc., suelen ser consejos que el deprimido no puede seguir.

Lo mejor que pueden hacer las personas que se encuentren cerca de un deprimido, es transmitirle el sentimiento de que se les quiere y de que se tiene interés en ellos, sin agobiarles, y manteniendo una actitud de espera activa, convencidos de que saldrá de su situación.

Simultáneamente a lo anterior, deben de tratar que el enfermo acepte la ayuda especializada de un psiquiatra o psicólogo. 

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS


Oración a la Virgen de las Angustias 
Victor Corcoba Herrero


Madre, que portas al Hijo, ¡Madre!
Nos descubrimos ante Vos, reina de la Vida.
Todo el pueblo de Granada está contigo.
Contigo y con los versos poblados de Evangelio.
¡Tú eres la llena de poesía!
El verso más níveo y el universo más nieve.
La rosa más rocío y el rosal más enrojado.
El jardín siempre vivo y la Vida en la vida.

Madre, que portas al Hijo, ¡Madre!
Nos arrodillamos ante Vos, reina de la Luz.
Desde tu inmaculado y purísimo manto
descúbrenos la gracia del cielo
y danos la paz en donación, 
ante el diluviar de tormentas y tormentos.

Madre, que portas al Hijo, ¡Madre!
Nos postramos ante Vos, reina del Amor.
En silencio y soledad pedimos tu amparo
y acogida, porque cada noche
es más difícil amanecer en la tierra.

Madre, que portas al Hijo, ¡Madre!
Virgen de las Angustias, la que siempre mora 
sin demora en la Carrera, Virgen fraterna 
y fecunda, protectora de Granada,
redímenos el desconsuelo de no hallar 
consuelo y remédianos el cansancio
a tantos desalientos, con granadas de aliento. 

Madre, que portas al Hijo, ¡Madre!
¡Oh Madre del Verso que habitas en Granada!, 
no descuides estas cuitas,
y cuídanos a pesar de los pesares,
del peso de violencias y del poso de vicios,
que amasamos y manoseamos; 
tú que haces próximo a nosotros 
el amor tan eterno como tierno
de tu Hijo Resucitado, Salvador nuestro,
alcánzanos ser dignos de Dios y a Dios llegar. 
Amén. ¡Jesús!

ORACIONES DE NIÑO A LA VIRGEN MARÍA


Oraciones de niño a la Virgen María 
Rafael Ángel Marañón


Virgencita de mi vida,
Haz que en esta tierna infancia
Yo te rece con constancia,
En mi inocencia rendida. 

En la noches y en los días,
De mis venideros años,
Te ofrezca, libre de engaños,
Mi amor y mis alegrías. 

Y al confirmar que te quiero,
Te ofrezco en esta oración
Todito mi corazón,
Pleno de amor placentero. 

Nunca me dejes señora
Que yo con amor me entrego
A ti con cariño ciego
En esta presente hora. 

Haz de mi vida un altar 
Donde ofrecerte mi vida 
Como una ofrenda mecida 
Cerca de mi corazón. 

Y cuando a Jesús me llegue 
Pletórico de alegría
Ven tú en mi compañía
Y a los dos juntos nos lleve. 

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


Oración a la Virgen María 
Emma-Margarita R. A.-Valdés


Virgencita mía,
mi amiga del cielo, 
mi Madre adorada,
mi dulce consuelo.

Hoy, como otros días,
te llamo y te ruego
perdones mis faltas,
perdones mis miedos,
el olvido ingrato
de favores viejos,
y mi frialdad...
¡es débil el cuerpo!

Hoy, como otros días,
acudo a tu encuentro,
sabes lo que sufro,
sabes lo que siento,
y si no conviene
cumplir mi deseo
puedes, Virgencita,
mitigar mi duelo.
Yo me acerco a ti,
de quien todo espero,
porque eres mi reina
mi Madre en el cielo.

Y hoy, como otros días,
tu abrazo está abierto,
yo siempre rogando,
siempre recibiendo
de tu caridad...
sin seguir tu ejemplo,
¡perdón, Virgencita,
por mi atrevimiento!.

Sé que tú me amas,
tú sabes te quiero,
y espero de ti,
por tu amor sincero,
ese amor que dio
a tu hijo en precio,
atiendas mis súplicas,
escuches mis ruegos,
y nos des la paz
y al final el cielo.

¡OH MADRE VIRGINAL!



¡Oh Madre virginal...! 
P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.


¡Oh Madre virginal, oh Engendradora
de Quien, antes que el mundo fuera hecho,
en el claustro sagrado de su pecho
te imaginó de salvación Aurora!

¡Feliz, dichoso el día, punto y hora
en que tu Sí de amor se alzó derecho
desde tu fe a la Luz de Dios, y el trecho
de oscuridad borró amedrentadora!

Porque por él, el Verbo se hizo carne
y comenzó a vivir en nuestro suelo,
Vida y Verdad y Atajo breve nuestro.

¡Que el hombre en Dios se entronque, que se encarne!
¡Que trueque el cardo en flor, la tierra en cielo!
¡Posible canje por el Fruto vuestro!

LAS SEIS MADEJAS


LAS SEIS MADEJAS


El rey, en su avaricia, había apresado y encarcelado a Romualdo, a quien todo el pueblo veneraba y reverenciaba como a hombre de Dios y profeta de su pueblo, e hizo saber que no lo pondría en libertad hasta que el pueblo pagase una muy elevada cantidad de dinero por su rescate. Una manera un poco primitiva y salvaje de cobrar impuestos. El rey sabía que el pueblo veneraba al santo y acabaría pagando.

Pagaron mucho, en efecto, pero la cantidad recaudada no llegaba aún a lo estipulado. Una viejecita de un pueblo muy lejano se enteró también de lo que sucedía y quiso contribuir en su pobreza. Era hilandera, y todo su capital en aquel momento eran seis madejas recién hiladas. Las tomó y se encaminó a palacio a entregarlas para el rescate.
Las personas, al verla pasar, se contaban unos a otros su caso, y no podían menos de sonreírse ante la ingenuidad de su gesto y la inutilidad de su esfuerzo. ¿Qué valían seis madejas de hilo en un rescate de millones? Algunos incluso se lo decían a la cara y la disuadían de su empeño.
Pero ella seguía su camino y contestaba: “No sé si pondrán en libertad a Romualdo o no. Lo único que pretendo es que cuando Dios, en su juicio, me pregunte qué hice yo cuando Romualdo estaba en la cárcel, no tenga yo que bajar los ojos avergonzada”. Y presentó su ofrenda.
El rey, a cuyos oídos había llegado ya su historia, liberó al hombre de Dios.
Sabemos que el alma de la humanidad está en la cárcel. ¿Cuándo nos pondremos en camino con nuestras seis madejas?