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martes, 9 de septiembre de 2014

LA VIRGEN MARÍA, UNA MIRADA CON MIL FACETAS





Autor: Thiago de Oliveira Geraldo | Fuente: es.gaudiumpress.org
Una mirada con mil facetas
El culto a la Virgen Madre de Dios remonta al inicio de la Cristiandad
Una mirada con mil facetas
Una mirada con mil facetas
Mucho ya se escribió y discurrió acerca de la Virgen Madre de Dios. Entretanto, nos faltan palabras para expresar cuánto debemos a su inigualable Persona. El culto a Ella remonta al inicio de la Cristiandad, y fue creciendo a lo largo del tiempo, haciéndola figurar en la pluma de los más insignes pensadores y los labios de los más elocuentes predicadores, y también en las obras de los más talentosos artistas que la Historia conoció.


A lo largo de la historia

En dos milenios de Cristianismo, la figura impar de María Santísima fue representada de las más variadas formas. En su fase inicial, la Iglesia la concibió como Virgen Orante, con los brazos abiertos en señal de oración, y sin el Niño Jesús. O también como Virgen Madre, dejando trasparecer una divina pureza en sus rasgos.

En el período románico, María es principalmente representada como Madre de Dios, majestuosa, erecta, con mirada hierática. Sentada en trono como Reina, tiene sobre las rodillas a Jesús, la Sabiduría Eterna, y lo presenta al mundo con gesto respetuoso, sosteniéndolo con las dos manos. Son las imágenes de Sedes Sapientiæ (Sede de la Sabiduría). Desde el final del siglo XII, la solemnidad cede lugar al movimiento. El Niño Dios "cambia" de posición: tal imagen lo presenta en uno de los brazos de la Madre, la otra sobre las rodillas. La figura de la Virgen gana en destaque y simbolismo: se difunden las Vírgenes Negras, coloración explicada por ciertos exegetas en un sentido místico de dolor y sufrimiento; o todavía las Vírgenes con Manzana, recordando que la nueva Eva reparó el pecado de la antigua.

En el siglo XIII, en pleno auge del gótico, todo canta la alabanza a la Santísima Virgen: innúmeras iglesias son levantadas en su honra, se multiplican en los púlpitos las referencias a Ella, y la Liturgia la celebra abundantemente. En la pintura y la escultura, la Reina y Madre toma aires de una noble dama que juega con su Hijito y lo abraza con todo afecto. "Siempre fue verdad - afirma el padre Dinarte Passos - que el estilo gótico alcanzó el ideal en todas las artes, también, por tanto, aquí en el arte mariano".1

Después de la Edad Media, se rompen los estrechos vínculos entre el arte y la Fe. La escultura y la pintura se materializan. En el Renacimiento y el período Moderno, mientras progresaba la técnica de cómo hacer, se perdía en buena medida el espíritu de cómo crear. Pero las manifestaciones de devoción a Nuestra Señora no dejaron de crecer también en esa época.

Siendo Madre, María quiere entrar en contacto con sus hijos, busca adaptarse a los buenos aspectos de ellos, les transmite mensajes. De ahí nació el culto a la Virgen María designándola por el nombre del lugar donde Ella apareció: Nuestra Señora de Fátima o Nuestra Señora de Lourdes, por ejemplo. Hay invocaciones que expresan veneración por algún aspecto de su vida, como Nuestra Señora Niña; o algún episodio del Evangelio, Nuestra Señora del Destierro, que evoca la fuga para Egipto. Hay también formas de representarla de acuerdo con las particulares circunstancias en que Ella nos ayuda: Nuestra Señora de la Peña, inspiradora de las artes y las letras; Nuestra Señora de los Mares o Nuestra Señora de la Estrada, protectora de los viajeros.

Decenas son las fiestas celebradas en honor a la Santísima Virgen a lo largo del año, pero una de ellas llama de modo especial nuestra atención: la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, que la Iglesia conmemora el día 1º de enero. Así, el año se inicia bajo Su mirada y Su protección.

La Maternidad Divina de Nuestra Señora es tan sublime que la coloca por encima de todas las otras criaturas. Pues, según la expresión del Cardenal Cayetano: "Solamente la Bienaventurada Virgen María llegó a los confines de la divinidad por su propia operación natural, ya que concibió, dio a luz, engendró y alimentó con su leche al propio Dios".2

En vista de tanta sublimidad, nadie será capaz de expresar de modo perfecto y acabado - por cualquier tipo de obra artística o literaria - las mil facetas de Aquella que, según Santo Tomás, tiene una "cierta dignidad infinita".3 ¿Podrá alguien, al menos, escoger entre varias representaciones de Nuestra Señora alguna cuya mirada exprese más adecuadamente Aquella que "llegó a los confines de la divinidad"? Lo invitamos querido lector a hacer su elección...

NO OLVIDES LOS DÍAS HERMOSOS


No olvides los días hermosos


No olvides los días hermosos.

Cuando estés cansado, cuando estés en desacuerdo con lo que te rodea  cuando estés desesperado y te sientas profundamente desgraciado, acuérdate tan solo un momento, de los días hermosos.
Cuando te reías y bailabas, cuando estabas alegre con todo, como un niño sin problemas.

No olvides los días hermosos.

Cuando el horizonte por lejano que lo veas aparece oscuro y sin luz,  cuando tu corazón esté lleno de tristeza y quizás también lleno de amargura, cuando aparentemente toda esperanza de nueva alegría ha desaparecido, te lo suplico, busca cuidadosamente entre los recuerdos los días hermosos.

Los días en que todo marchaba bien, sin nubes en el cielo, cuando cerca de ti había alguien que te hacia sentir amparado, cuando podías todavía entusiasmarte.

No olvides los días hermosos. 

Si los olvidas no volverán más.
Vuelve a ser dueño de ti mismo. 
Llena tu espíritu de pensamientos alegres, tu corazón de misericordia, dulzura y de amor, tu boca de una sonrisa, y todo volverá a ir bien...

NO PIERDAS...


No pierdas...


No pierdas la esperanza.
Hay millones de personas esperando los recursos que dispones.

No pierdas el buen humor.
A cualquier señal de enfado, hay siempre una merma en tus fuerzas.

No pierdas la tolerancia.
Hay mucha gente a tolerarte en lo que aún tienes de indeseable.

No pierdas la serenidad.
El problema puede que no sea tan difícil como piensas.

No pierdas la humildad.
Además de la planicie, surge la montaña y, después de la montaña, surge el horizonte infinito.

No pierdas el ánimo de aprender.
La propia muerte es una lección.

No pierdas la oportunidad de servir a tus semejantes.
Hoy o mañana, podrás necesitar de su ayuda .

No pierdas tiempo.
A cada amanecer un nuevo día nace, pero los minutos son otros.

No pierdas la paciencia.
Acuérdate de la paciencia infinita de Dios.

No te pierdas, que detrás de alguna ventana, esta tu alma gemela
que te mira y espera.