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sábado, 27 de septiembre de 2014

EL CAMINO AL CIELO



El camino al Cielo


Cuando los primeros discípulos se encontraron con Jesús, le preguntaron: “Señor, ¿dónde vives?”, y Él les respondió: “Vengan y lo verán”.

Y así es la vida cristiana, porque para llegar al Cielo hay que vivir según Cristo nos enseña, y al principio hay que entrar por el camino arduo del cumplimiento de los Diez Mandamientos, pero luego, a medida que vamos transitando por el camino, comenzamos a descubrir cosas maravillosas, como el amor de Dios por nosotros y se nos hace feliz la vida. Pero primero hay que pasar por el camino del esfuerzo, de la renuncia y lanzarnos adelante con la ayuda de Dios.

Muchos, al comenzar a caminar por el camino del cumplimiento de los Mandamientos, lo abandonan porque lo consideran difícil, y así nunca llegan a saber los grandes tesoros que el Señor les tenía reservados en este camino regio.

Quienes se mantienen fieles a Dios, cuando van descubriendo todas las hermosuras que Dios les preparó en dicho camino, quisieran comentarlas con los demás, con todos los hombres. Pero es necesario que cada uno ingrese por el camino escarpado de los Diez Mandamientos, y que en los primeros tiempos sufra para tratar de ser bueno y vivir en gracia de Dios. Entonces, llegado el momento, la persona comienza a gustar las delicias que Dios le ha preparado desde toda la eternidad, y que en el Cielo serán poco menos que infinitas.

Así que hagamos el intento, como el alpinista, que se esfuerza durante todo el camino de subida al monte, pero al final descubre una vista panorámica que premia todo el trabajo realizado.

Las tentaciones son muchas, pero con la gracia de Dios y sus ayudas, que las debemos pedir en la oración, podemos y debemos entrar por el camino de la conversión, del cumplimiento de la Ley de Dios, para saborear dentro de un tiempo, las delicias del amor de Dios.

Hay que ir tras el Señor, dejar todo el pasado y entrar por la puerta estrecha y el camino angosto, que el Señor recorrió primero. Tendremos tentaciones de salirnos del camino, de entregarnos al pecado y “disfrutar de la vida”, pero si para ello incumplimos los Mandamientos, entonces estaremos siendo engañados miserablemente y ese camino, a pesar de ser dulce al principio, se va haciendo cada vez más amargo, y termina, al final, en el fondo del Infierno eterno.

En cambio, el camino bueno, comienza siendo difícil y amargo al principio, pero luego se va endulzando sobremanera, y al final termina en el Corazón de Dios, en el Cielo bendito y eterno para el que fuimos creados por Dios, y donde seremos para siempre felices con una felicidad imposible de imaginar.

LIBERADORA Y MISERICORDIOSA, LA VIRGEN DE LA MERCED


Liberadora y Misericordiosa, la Virgen de la Merced


La Virgen de la Merced (Nuestra Señora de la Merced), Virgen de la Misericordia, es la Patrona de la República Dominicana. Su devoción por parte de la población católica del país se inicia casi desde el descubrimiento de la isla. El título mariano de la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España. Siendo Gobernador de La Española Don Diego Gómez de Sandoval, el 8 de septiembre de 1615 ocurrió un fuerte terremoto (de grado IX en la escala de Mercalli) en la isla, con numerosas réplicas durante por lo menos 40 días. La ciudad de Santo Domingo fue severamente afectada, muriendo alrededor de 24 personas. Entonces el Cabildo de Santo Domingo declaró a la Virgen de las Mercedes "Patrona de La Española".

Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.

San Juan Juan Pablo II, expresaba el 23 de mayo de 1980 a los religiosos de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, comprometidos apostólicamente en 19 países de diversos continentes.

"...La misión que vuestro Fundador San Pedro Nolasco os confió, en la obra directa de redención y ayuda a los cautivos, y que impregnó toda su actuación apostólica en parroquias, hospitales para pobres, enseñanza y misiones, se halla hoy prolongada en un carisma de servicio a la fe, para proyectar un rayo de esperanza y ofrecer la asistencia de la caridad de Cristo a cuantos se encuentran sometidos a nuevas formas de cautiverio en nuestra sociedad: en centros penitenciarios, en suburbios de pobreza y hambre, en ambientes de droga, en zonas de materialismo en las que se persigue a la Iglesia o se la reduce al silencio, etc.

Se trata de un vasto campo en el que ha de volcarse sin reserva vuestro espíritu religioso y la disponibilidad total a la que os abre la vivencia generosa de los consejos evangélicos y la profesión de vuestro cuarto voto. Esa será la manera de ser fieles hoy a vuestro carisma, en la línea trazada por San Pedro Nolasco y recogida ya en las primitivas constituciones de 1272.

Tomad de la “Madre de la Misericordia” y “Consuelo de los afligidos” el ejemplo e inspiración en cada instante. Ella os guiará a su Hijo y os enseñará el valor de cada alma, a la que prodigar celosamente el cuidado de vuestro ministerio..."

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA 

¡Oh María, Virgen poderosa y Madre de misericordia, Reina del cielo y refugio de los pecadores!
¡Oh María, Virgen poderosa y Madre de misericordia, Reina del cielo y refugio de los pecadores!, nos consagramos a vuestro Inmaculado Corazón.

Os consagramos nuestro ser y toda nuestra vida; todo cuanto tenemos, todo lo que amamos, todo lo que somos. A Vos, nuestros cuerpos, nuestros corazones, nuestras almas. A Vos, nuestros hogares, nuestras familias, nuestra Patria.

 Queremos que todo, en nosotros y en torno nuestro, os pertenezca, y participe de los beneficios de vuestras maternales bendiciones. Y, para que esta consagración sea verdaderamente eficaz y duradera, renovamos hoy, a vuestros pies, ¡oh María!, las promesas de nuestro bautismo y de nuestra primera Comunión. 

Nos obligamos a profesar siempre y valerosamente las verdades de la Fe, a vivir como católicos, enteramente sumisos a todas las normas del Papa y de los Obispos en comunión con él. 

Nos obligamos a observar los mandamientos de Dios y de la Iglesia, en particular la santificación del Domingo. 

Nos obligamos a introducir en nuestra vida, en lo posible, las consoladoras prácticas de la Religión cristiana, sobre todo la Sagrada Comunión. Os prometemos, finalmente, ¡oh gloriosa Madre de Dios y tierna Madre de los hombres!, consagrarnos de todo corazón al servicio de vuestro culto bendito, a fin de apresurar y asegurar, por el reinado de vuestro Corazón Inmaculado, el reinado del Corazón de vuestro adorable Hijo, en nuestras almas y en todas las almas, en nuestra Nación y en todo el universo, así en la tierra como en el cielo. Así sea.

LA VIRGEN MARÍA Y UN RÍO DE ROSAS



Autor: Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
María y un Río de Rosas
Miro tu rostro, María y tu sonrisa me inspira confianza, como siempre...
 
María y un Río de Rosas
María y un Río de Rosas
Durante estos días, en los que debí guardar cama por mi salud, he pensado muchísimo, Señora, en el tema del Santo Rosario..., tú siempre nos dices que debemos rezarlo, la Iglesia misma nos aconseja y yo… amiga mía, trato de hacerlo, pero... me falta constancia… es que entre el trabajo, la casa, la familia, rara vez hallo el tiempo de rezarlo completo y… no te molestes pero... a veces me baja sueño, es... tan monótono, decir siempre lo mismo, siento que termino no diciendo nada… María, no te me enojes, por favor, es que no entiendo como ese simple cordón lleno de cuentas iguales, sin nada en particular, puede ayudar a salvar mi alma...

- No quiero ni levantar mi mirada hacia ti, Señora, pues supongo que estarás muy desilusionada de mí... todo es silencio en la Parroquia de Lujan, en esta tarde de domingo...

- Hija querida ¡Si supieras cuanto te amo! Sabrías que no puedo entristecerme por tan poco...

Miro tu rostro y tu sonrisa mansa me inspira confianza, como siempre...

- Lo que sucede contigo, es que del Rosario sólo ves las cuentas...

- No entiendo, Señora...

- Claro, hija, dejas que el árbol te oculte el bosque, te quedas en las cuentas… en la repetición monótona. Así... ¡hasta yo me dormiría!

- Y... ¿Qué debo ver, entonces?

- Debes ver las rosas...- dices con voz angelical, que, viniendo desde los comienzos del tiempo, parece un eco de tu respuesta al ángel...

- Perdón María pero... ¿Qué rosas?

- Trataré de explicarte, el Rosario es… un río de rosas, un hermoso, difícil, triste y glorioso río de rosas que, si puedes verlo en cada uno de sus misterios, te aseguro te parecerán pocas las cuentas del cordón...

- Enséñame, Señora, a ver tan bello río.

- Bien, comenzaré por decirte que este río tiene una fuente inagotable, que son los Misterios Gozosos, y tres poderosos afluentes que son los misterios dolorosos, gloriosos y luminosos. El río nace pleno de rosas blancas allá en Nazaret... aún recuerdo el perfume del Ángel Gabriel… piensa, hija, siente y medita ese momento, acompáñame a la pequeña habitación, quédate conmigo mientras repites los 10 Ave María... Escucha el saludo del ángel, escucha con el alma como describe la Encarnación del Hijo de Dios en su más humilde esclava...

- ¡Es cierto, Señora!... Reina mía, es cierto, pocos resultan los diez rezos para acompañarte en semejante momento.

- Luego, hija mía, las rosas se van salpicando de arena, porque me acompañan en la caravana a casa de Isabel, afrontan conmigo el viento y la soledad, y me cubren con sus pétalos para que nadie sospeche el secreto. Mientras rezas este misterio, escucha el sonido del viento, deja que me apoye en tu hombro, porque el viaje es largo y estoy un poco cansada.

Ya estamos entrando al tercer misterio, las rosas se han tornado rosadas y con una increíble suavidad, muchas decidieron dejar sus pétalos en el pesebre, morir allí, para ser cuna de Cristo, decidieron entregar sus pétalos, para que no lastimasen al niño las espinas ¿Comprendes, hija? Ya había espinas esperando a Jesús... Oye, mientras rezas, como cantan los ángeles, percibe desde el alma como el cielo, expectante, espera en Belén...


- Señora, ahora voy comprendiendo, como debe mi alma entrar en cada misterio, conocerlo profundamente, aprender de cada gesto, de cada palabra del Maestro y tuya... así, no soy yo quien reza, sino mi alma, extasiada de amor, hace brotar de mis labios la oración hecha alabanza...

- Me alegras mucho, querida, me alegras al esforzarte por comprender... tú sólo pon la voluntad de comprender, que mi Hijo te iluminará al alma, ni lo dudes… Sigamos ahora, si miras las rosas con atención, veras que tienen fulgores plateados… me esperan ansiosas a la puerta del Templo… Jesús es reconocido por Simeón, pero el color de las rosas me habla de espadas que aún no puedo ver.

En el último misterio las rosas están azuladas de angustia… mi Hijo no está conmigo, son tres días de búsqueda desesperada, tres días que son prefacio de los que llegarán después. Al tercer día las rosas se van dirigiendo al Templo, las sigo, ya casi no razono pues un atroz dolor me desgarra el alma…, entro al Templo, tras José ¡Allí está! Bendito Dios, no entiendo, no importa, le abrazo, le pregunto, le miro, le beso… mi hijo, mi querido amor. Volvemos a casa, las rosas nos siguen... por dieciocho años el río vivirá oculto en mi corazón… serán largos y difíciles años, en los que la rutina contrastará con la magnificencia del anuncio del ángel, pero será tiempo de aprendizaje para mí... valiosos años, hija, muy valiosos. Dime ahora, querida mía ¿Te has aburrido rezando los misterios gozosos?


- Para nada, hermosa Madre mía, mil horas te escucharía... me has regalado una inmensa alegría al despertar en mí esta forma de rezar el Rosario.

- Pero aún nos queda un problema, hija..., tú me decías que no hallabas tiempo entre las muchas tareas que realizas... piensa hijas, las tareas, son eso, tareas, necesarias unas, superfluas otras, pero ¿Todas son beneficiosas para la salvación de tu alma?... Trata de que nunca te falte tiempo para la oración… este tiempo es más bien un estado interior..., verás como la oración es el camino para hallar la paz, sentirás que tienes de donde aferrarte para superar las tormentas del alma… sólo la oración te acerca al corazón amoroso de Dios… no existe sitio más bello.

Te marchas ahora, María, me dejas tu mejor sonrisa, un beso en el alma, y una profunda enseñanza... te vas y te quedas, siempre estarás cuando te necesite... no, mejor decir, siempre estarás… no solo cuando te necesite, sino siempre, siempre… querida madre mía… aún debes contarme como sigue este río de rosas, como han llegado las rosas a ser cuentas y las cuentas oración… pero eso será otro día… ahora... ahora sostengo el rosario entre mis manos… ya no será más un cordón con cuentas... ahora, tú me has enseñado a ver en él un Río de Rosas.



NOTA

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."





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