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miércoles, 15 de octubre de 2014

LA TENTACIÓN


La tentación


La tentación no es pecado. Es pecado ceder a ella. La tentación viene de alguno de los tres enemigos que tiene el cristiano, que son: el mundo, el demonio y la carne.

El mundo con sus modas indecentes y con todo el ambiente de corrupción y de pecado, quiere llevarnos a cometer el pecado.

El demonio, el primer pecador, quiere que pequemos para alejarnos de Dios y llevarnos con él a su infierno para atormentarnos allí por los siglos de los siglos, en venganza contra Dios.

Y la carne son nuestras malas inclinaciones y pasiones que no se quieren someter a la razón, y con sus deseos nos llevan a pecar.

Tenemos que resistir la tentación, venga de donde venga, ya sea de uno de estos enemigos o de varios a la vez.

Dios permite la tentación para que, combatiéndola, ganemos méritos para el Cielo y aprendamos a pelear, ya que nadie es buen soldado hasta que no entra en combate contra el enemigo, y la tentación nos da la oportunidad de ejercitarnos en la lucha.

Dios da su ayuda para vencer la tentación, pero es necesario que le pidamos esa ayuda a través de la oración.

Nadie es tentado más allá de sus fuerzas, porque Dios no lo permitiría. Así que no podemos culpar a Dios de nuestras caídas, ni al demonio, ni al mundo ni a la carne, sino que en definitiva es nuestra responsabilidad, porque si la tentación es de 10, Dios da 10 e incluso más para resistirla.

Muchas veces queremos ceder a la tentación, porque nos gusta hacer aquello que sabemos que está mal.

La tentación, al ser rechazada por nosotros, nos da una alegría espiritual. Y si en cambio caemos en pecado, eso nos produce tristeza.

Mientras vivimos en este cuerpo mortal, los hombres somos tentados. Y en el momento de la muerte la tentación suele hacerse más violenta, pues el demonio se juega todo en la última oportunidad que se le concede para perdernos.

No debemos buscar las tentaciones, porque el solo hecho de ponernos en peligro de pecado grave, ya es pecado, porque como dice la Escritura: Quien ama el peligro, perecerá en él.

Jesús también fue tentado y con su ejemplo nos enseñó cómo se debe comportar uno frente a la tentación.

EL NIÑO JESÚS DE PRAGA Y EL CARMELO




El Niño Jesús de Praga  y el Carmelo
La devoción a la Milagrosa Imagen del Niño Jesús de Praga, es el resultado del amor a la sencillez y a las virtudes del Santo Niño
Por: María Pilar Mijares Bejerano 



Tradicionalmente en el Carmelo Teresiano se ha tenido una especial devoción a la Santa Infancia de Jesús, y esta devoción se puede ver concretada en acontecimientos particulares que sucedieron a los santos padres de la Orden, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Luego a lo largo de los siglos, sus hijos e hijas de todo el mundo han continuado expresando y manifestando esta especial devoción a este Misterio de la Vida de Jesús, que fue su Infancia. De hecho la devoción a la Milagrosa Imagen del Niño Jesús de Praga, no es más que el resultado de esta historia de amor a la sencillez y a las virtudes del Santo Niño.



Santa Teresa de Jesús

Se cuenta que Santa Teresa de Jesús, yendo un día por las escaleras del Monasterio de la Encarnación en Avila, se tropezó con un hermoso Niño. Sorprendida por ver un niño dentro de la clausura monacal, se dirigió a él preguntándole:- ¿Y tú quién eres?. El niño le replicó a su vez con otra pregunta: -¿Y quién eres tú?. La madre respondió: -Yo, Teresa de Jesús. Y el niño sonriente le repuso: -Pués yo soy, Jesús de Teresa.



San Juan de la Cruz

En el museo del convento de los padres carmelitas descalzos de Ubeda (Jaén-España) se conserva esta hermosa imagen del Niño Jesús, con la que se cuenta bailó San Juan de la Cruz en una nochebuena, y enfervorizado ante la imagen de Jesús niño exclamó : - ¡Si amores me han de matar, ahora tengan lugar!



Santa Teresita del Niño Jesús

Santa Teresita del Niño Jesús rezaba diariamente ante esta imagen del Niño Jesús de Praga de su convento de Lisieux (Francia).
"Oh pequeño niño, mi único tesoro, tú te me muestras todo radiante de Amor. Yo me abandono a Tí. Oh Jesús, mi pequeño hermano, no quiero otra alegría que la de agradarte. Mi pequeño Rey, imprime en mi las virtudes de tu infancia".



Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)

Imagen del Niño Jesús de Praga del coro del monasterio de carmelitas descalzas de Colonia (Alemania). En él reconocía Edith Stein un signo de veneración a la Santa infancia del Señor : "No sólo tiene poder salvador la pasión y muerte de Cristo, sino toda su vida. Su asunción del destino humano: también su infancia, su juventud, su encuentro con los hombres, su rezar por la liturgia del pueblo judío, su íntimo hablar con el padre del cielo, todo esto aconteció por nosotros, para nuestra salvación".