Páginas

sábado, 15 de noviembre de 2014

LA VIRGEN DE BELÉN - GRANADA, ESPAÑA



La Virgen de Belén 
Granada, España

Este tema iconográfico nació en Granada hacia 1540 y desde entonces se cultivó por un buen número de autores


Por: David R. Jiménez-Muriel 


En 1615 se fundaba en Granada el convento de los monjes mercedarios descalzos, una colosal obra que con los años llegó a ostentar uno de los patrimonios más altivos de cuantas fundaciones monásticas tuvo la ciudad y que con la Guerra de la Independencia y la desamortización de 1835, quedaría arruinado. Hoy en su solar se levanta el Colegio José Hurtado en la Calle Molinos y parte de sus huertas sirve para el lugar urbanístico que en Granada conocemos como los “Hotelitos de Belén”. Pero fue el encargo que recibía Alonso de Mena en 1615 el que dará nombre al Convento, al enclave que hoy día persiste y a una de las obras cumbres de su gubia y de la escuela granadina, la primera de cuantas llevaría este nombre.
Se le dio tal nombre mediante una votación que se repitió tres veces. Y por tres veces los monjes extrajeron dicha advocación para la Imagen de María que habría de ser titular del Convento. Así nacía Nuestra Señora de Belén que en el siglo XVIII llegó a protagonizar peregrinaciones como la del 8 de diciembre de 1755 rogándole por el cese de los terremotos (con epicentro en Lisboa) que tan dañinos estaban resultando. Se había valorado la hechura en 150 ducados, pero quedaron tan contentos con la labor de Alonso de Mena, que le premiaron con otros 50 más. La Virgen se sienta sobre una jamuga sosteniendo al Niño en su rodillas, siendo Éste tan rotundo, tan sensible, tan poderoso a la hora de concentrar la atención del espectador que simplemente subyuga. Mientras, la Virgen lo tapa con los pañales en un gesto dulce e íntimo que causaría especial devoción en aquella Granada barroca. Es deliciosa la mano derecha del Niño, sobre el brazo de su Madre; su pie se apoya en el cuerpo, mientras que María no deja de mirar al espectador pero dentro de un ambiente protector. Hoy en San Cecilio, es inevitable empezar con tan buena obra de arte para acordarnos del tema de Belén en la escuela escultórica granadina.

A esta sigue la que se conserva en el Museo de la Catedral de Granada, nada menos que de Alonso Cano y que tuvo que hacerla para sustituir a su famosísima Inmaculada, posiblemente la mejor pieza de formato pequeño que ha dado todo el Barroco español. Cuando entregó en 1656 tal genialidad que coronaría el facistol del Coro de la Catedral, los canónigos la extrajeron del sitio y la condujeron a la Sacristía, donde hoy día sigue vigilando la ceremonia litúrgica de los oficiantes catedralicios. Entonces Cano talla esta otra en 1664, a dos años de su muerte. Mide 46 centímetros y todo en Ella es suavidad y armonía, aunque podíamos resumirla diciendo solamente: es una obra de Alonso Cano. ¡Y ya está todo dicho! Como curiosidad, hasta el siglo XIX no se le llamó de Belén, siendo conocida hasta entonces como Virgen del Rosario.

También en el Museo catedralicio se custodia una Virgen de Belén que con permiso de Cano, la hizo el más dotado de los escultores de nuestra escuela: Pedro de Mena. De bulto redondo y de 40 centímetros, recibió culto en San Bartolomé, hasta que en 1965 pasó a la Catedral, toda vez que la vieja Parroquia Albaicinera fue cerrada. Se data hacia 1680 y la blandura y elegancia del desnudo del Niño revela la calidad de su autor.

El Museo Provincial de Bellas Artes de Granada se hizo con no pocos bienes del Convento del Santo Ángel. Es una obra de otro de nuestros genios escultóricos, José Risueño. De 50 centímetros, el creador de la Virgen de la Esperanza demostró que conocía la pintura flamenca de los Van Dyck, la amabilidad del trabajo de los escultores italianos del cuatrocento y que era era el mejor barrista que antes nunca tuvo Andalucía.

En el inconmensurable Monasterio de San Jerónimo tenemos la siguiente Virgen de Belén, procedente del extinto Monasterio de Santa Paula, de tamaño natural, sentada y con un dinámico y resuelto Niño en sus rodillas al que mira con afecto maternal. Muy novedosa, es de principios del siglo XVIII y se debe nada menos que a José de Mora, el más espiritual de cuantos imagineros tuvo el barroco español. Su extraordinaria policromía y su riquísima vestimenta deja claro el gusto artificioso del autor. Además, era procesionada en la Nochebuena por las monjas de su Convento, tradición que a muchos nos encantaría ver repetida y desde donde animo a la Hermandad de la Soledad a encabezarla.
La escuela dejaría magníficos ejemplos en Córdoba, la Catedral de Málaga, en Priego de Córdoba, en Purchil y otros lares donde fue fecunda la labor de los artistas granadinos. Pero este tema iconográfico nació en Granada de la mano de Diego de Siloe hacia 1540 y desde entonces, se cultivó con fortaleza y gran capacidad por un buen número de autores, tanto en escultura como pintura. Por eso, en la foto de arriba, traigo el sublime ejemplo de este cuadro de Alonso Cano de 1646 que conserva nuestra Catedral.

La Virgen, tal día como hoy, debía estar en estos menesteres íntimos, domésticos, maternales y desde luego, tiernos. Nuestro arte lo supo reflejar extraordinariamente y aquí los traigo yo.

MARÍA ES NUESTRA INTERCESORA


María es nuestra intercesora
¿Quién mejor que Ella para comprendernos y pedir por nuestras almas a Su Hijo? 


Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org



Jesús, elevado en la Cruz, nos regaló una Madre para toda la eternidad. Juan, el Discípulo amado, nos representó a todos nosotros en ese momento y luego se llevó a María con él, para cuidarla por los años que restaron hasta su Asunción al Cielo.

María se transformó así no sólo en tu Madre, sino también en la Madre de nuestra propia madre terrenal, de nuestro padre, hijos, de nuestros hermanos, amigos, enemigos, ¡de todos!.

Una Madre perfecta, colocada por Dios en un sitial muchísimo más alto que el de cualquier otro fruto de la Creación. María es la mayor joya colocada en el alhajero de la Santísima Trinidad, la esperanza puesta en nosotros como punto máximo de la Creación. La criatura perfecta que se eleva sobre todas nuestras debilidades y tendencias mundanas. ¡Por eso es nuestra Madre!.

La Reina del Cielo es también el punto de unión entre la Divinidad de Dios y nuestra herencia de realeza. Nuestro legado proviene del primer paraíso, cuando como hijos auténticos del Rey Creador poseíamos pleno derecho a reinar sobre el fruto de la creación, la cual nos obedecía. Perdido ese derecho por la culpa original, obtuvimos como Embajadora a una criatura como nosotros, elevada al sitial de ser la Madre del propio Hijo de Dios.

¡Y Dios la hace Reina del Cielo, y de la tierra también!. Allí se esconde el misterio de María como la nueva Arca que nos llevará nuevamente al Palacio, a adorar el Trono del Dios Trino. María es el punto de unión entre Dios y nosotros. Por eso Ella es Embajadora, Abogada, Intercesora, Mediadora. ¿Quién mejor que Ella para comprendernos y pedir por nuestras almas a Su Hijo, el Justo Juez?. María es la prueba del infinito amor de Dios por nosotros: Dios la coloca a Ella para defendernos, sabiendo que de este modo tendremos muchas más oportunidades de salvarnos, contando con la Abogada más amorosa y misericordiosa que pueda jamás haber existido. ¿Somos realmente conscientes del regalo que nos hace Dios al darnos una Madre como Ella, que además es nuestra defensora ante Su Trono?.

Si tuvieras que elegir a alguien para que te defienda en una causa difícil, una causa en la que te va la vida. ¿A quien elegirías?.

Dios ya ha hecho la elección por ti, y vaya si ha elegido bien: tu propia Madre es Reina y Abogada, Mediadora e Intercesora.

¿Qué le pedirías a Ella, entonces?.

Reina del Cielo, sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón, llena de esperanza mis días de oscuridad y permite que vea en ti el reflejo del fruto de tu vientre, Jesús. No dejes que Tus ojos se aparten de mi, y haz que los míos te busquen siempre a ti, ahora y en la hora de mi muerte.

CINCO MENSAJES DEL PAPA FRANCISCO AL MUNDO


Cinco mensajes del Papa Francisco al mundo
Desde la Fe nos presenta cinco mensajes especiales del Papa Francisco


Por: DLF Redacción | Fuente: Desde la Fe


Los mensajes pronunciados por el Papa en Albania tienen dedicatoria para todo el mundo. El Santo Padre visitó el pasado domingo 21 de septiembre ese país para tocar y comprender la ‘periferia’ de Europa. Permaneció en la ciudad de Tirana 14 horas, en las que pronunció cuatro discursos y una homilía, y no escatimó esfuerzos a sus 77 años, abrazando, estrechando manos y saludando a los fieles de todas las confesiones, en lo que fue su cuarto viaje internacional. A continuación los cinco mensajes clave:



1. No usar a Dios ni a la religión como pretexto para la violencia.

El mensaje fue directo a los musulmanes fundamentalistas. El Papa Francisco seguramente tuvo en mente la persecución de los cristianos en Oriente Medio, especialmente en Irak, cuando sostuvo que la religión no puede ser tomada como pretexto para “las propias acciones contrarias a la dignidad del hombre y sus derechos fundamentales, en primer lugar el de la vida y el de la libertad religiosa de todos”.



2. La fe crece en la caridad concreta y apaga nuestras necesidades.

El Papa puso la caridad como eje fundamental al visitar a los niños y adolescentes necesitados de Albania. El bien fue el centro de su segundo discurso. “El bien –dijo– paga infinitamente mejor que el dinero, que nos defrauda porque hemos sido creados para recibir y comunicar el amor de Dios, y no para medir las cosas por el dinero y el poder”.



3. No hay desarrollo aislando a los pobres y dañando el ambiente.

En su discurso a la clase política de Albania, destacó los “nuevos desafíos a los que hay que responder”, confirmando que el desarrollo no será auténtico si no tiene en cuenta los derechos de los pobres y no respeta el ambiente. “A la globalización de los mercados –dijo– es necesario que corresponda la globalización de la solidaridad; el crecimiento económico ha de estar acompañado por un mayor respeto de la creación”.



4. La esperanza y la alegría de la vida para “alzar el vuelo”.

El abrazo del Pontífice con el P. Ernesto representó la ‘coherencia’ extrema de la fe ante la adversidad. El sacerdote católico de 84 años contó cómo pasó 27 años sufriendo trabajos forzados en un campo de concentración. El Papa Francisco lloró con su relato y aseguró que Dios está en la fortaleza de los mártires. Más tarde, en la plaza “Madre Teresa” subrayó la ‘coherencia’ de los mártires que amaron a Dios hasta sus últimas consecuencias, en un país que ahorcó la religión por 24 años y pisó la fe por ser un ‘delito contra el Estado’.

El Papa Francisco dejó de leer en más de una ocasión los discursos preparados para improvisar, y habló con el corazón de la esperanza del Evangelio. Le dijo a los jóvenes, proponiendo los ejemplos de los mártires y usando la metáfora del ‘vuelo del águila’ presente en la Biblia y en la bandera del país: “Ustedes son la esperanza. No te olvides de tu nido, vuela alto como el águila” exhortó.



5. Camino común entre las religiones por el bien común.

Hablando desde el sentimiento y la razón, dejando los papeles aparte, el Papa Francisco dirigió sus palabras a los responsables de las comunidades católica, musulmana, evangélica, bekthasi, ortodoxa y judía para explicar que sin identidad no hay diálogo: “Hay un principio claro: no se puede dialogar si no se parte de la propia identidad; ¡sería un diálogo fantasma! Cada uno de nosotros tiene la propia identidad; caminemos juntos sin hacer finta de tener otra, esto sería relativismo e hipocresía. Tenemos en común la vida, la buena voluntad de hacer el bien a los hermanos y cada uno ofrece al otro el testimonio de la propia identidad”.

LA ORACIÓN DE LAS TRES AVEMARÍAS


LA ORACIÓN DE LAS TRES AVEMARÍAS

La Virgen Inmaculada prometió a Santa Matilde  y a otros santos, que quien rece diariamente la  devoción de las Tres Avemarías, tendrá su auxilio durante  la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte.

1. María, Madre mía, por el poder que te concedió  el Padre, líbrame de caer en pecado... 
“Dios te salve, María...”.

2. María, Madre mía, por la sabiduría que te concedió el Hijo, 
líbrame de caer en pecado...
 “Dios te salve, María...”.

3. María, Madre mía, por el amor que te concedió 
el Espíritu Santo, líbrame de caer en pecado... 
“Dios te salve, María...”.