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viernes, 16 de enero de 2015

CALMA


Calma


Si usted está apunto de estallar mentalmente, silencie algunos instantes pensar.

Si el motivo es alguna molestia en su cuerpo, la intranquilidad la empeora.

Si la razón es la enfermedad en un ser querido, su descontrol es factor agravante.

Si usted sufrió perjuicios materiales, la actitud de reclamo es como bomba retardada.

Si perdió algún afecto, la queja hará de usted una persona menos simpática entre sus amigos.

Si perdió alguna oportunidad valiosa tiempo atrás,  la inquietud es desperdicio de tiempo.

Si aparecen contrariedades, el acto de irritarse apartará de usted la asistencia espontánea.

Si usted cometió un error, la desesperación es puerta abierta para fallas mayores.

Si usted no alcanzó lo que deseaba, la impaciencia hará más larga la distancia entre usted y el objetivo a alcanzar.

Sea cual fuere la dificultad, conserve la calma; porque en todo problema, la serenidad es el techo del alma pidiendo el servicio como solución.

INVOCA SIEMPRE A JESÚS


Invoca siempre a Jesús




No pierdas tu equilibrio interior.

Por grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio.

Todas las tempestades pasan.

Cuando las recibimos con tranquilidad, no nos hacen ningún mal.

Jesús dormía dentro de la barca.....

Cuando los discípulos, agitados, lo llamaron, todo quedó en calma.

Haz lo mismo.

Recurre al Maestro divino, para calmar las tempestades cuando lleguen

DAME TU MANO, VIRGEN MARÍA


Dame tu mano, María
Himno, Liturgia de las horas



Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas;
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla,
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.

Déjame que te restañe
ese llanto cristalino
y a la vera del camino
permite que te acompaña.
Deja que en lágrimas bañe
la orla negra de tu manto
a los pies del árbol santo,
donde tu fruto se mustia.
Capitana de la angustia:
no quiero que sufras tanto.

Qué lejos, Madre, la cuna
y tus gozos de Belén:
"No, mi Niño, no. No hay quien
de mis brazos te desuna".
Y rayos tibios de luna,
entre las pajas de miel,
le acariciaban la piel
sin despertarle. ¡Qué larga
es la distancia y qué amarga
de Jesús muerto a Emmanuel!

¿Dónde está ya el mediodía
luminoso en que Gabriel,
desde el marco del dintel,
te saludó: "Ave, María"?
Virgen ya de la agonía,
tu Hijo es el que cruza ahí.
Déjame hacer junto a ti
ese augusto itinerario.
Para ir al monte Calvario,
cítame en Getsemaní.

A ti, doncella graciosa,
hoy maestra de dolores,
playa de los pecadores,
nido en que el alma reposa,
a ti ofrezco, pulcra rosa,
las jornadas de esta vía.
A ti, Madre, a quien quería
cumplir mi humilde promesa.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada María.

¡OH SEÑORA!

¡Oh Señora!. 
Ricardo de San Lorenzo



¡Oh Señora!, 
me has robado el corazón. 
Y yo te pregunto: 
¿Dónde lo has puesto? 
¿No lo habrás escondido en tu Corazón, 
por temor de que yo lo encuentre? 

¡Oh, Robadora de Corazones!, 
¿Cuándo me devolverás el mío? 
¿Quieres quedarte con él para siempre? 

Cuando yo te lo pido, 
Tu sonríes, 
y tu sonrisa me tranquiliza. 

Pero, vuelto en mí, 
si te lo vuelvo a pedir, 
me abrazas, ¡oh Dulcísima!. 

Entonces, 
embriagado de tu amor, 
ya no pienso en mi corazón, 
y no sé pedirte otra cosa que el Tuyo. 

Desde este momento 
mi corazón se encuentra 
tan embargado por tu Dulzura, 
que te lo doy, 
para que Tú lo guies 
y para que lo coloques 
en el Corazón de tu Hijo. 

ORACIÓN A LA VIRGEN DOLOROSA

ORACIÓN A LA VIRGEN DOLOROSA


Junto a la cruz de su Hijo la Madre llorando se ve, el dolor la ha crucificado, el amor la tiene en pie.

Quédate de pie, de pie junto a Jesús, que tu Hijo sigue en la cruz.

Cruz del lecho de los enfermos, de los niños sin un hogar, cruz del extranjero en su patria, del que sufre en soledad.

Cruz de la injusticia y miseria de los marginados de hoy; cruz de tantas falsas promesas y de la desesperación.

Cruz del abandono de amigos, del olvido y de la traición; cruz de la amenaza y del miedo, la tortura y la prisión.

Cruz de los que sin esperanza sufren sin saber para qué; cruz de los enfermos del alma, de los que perdieron la fe.

- Ruega por nosotros, Virgen de los Dolores.

- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor, Jesucristo.

Padre de todo consuelo, Dios de infinita misericordia y bondad, que nos diste a María como Madre y Modelo de cristiano, acrecienta nuestra fe, fortalece nuestra esperanza y enciende nuestra caridad, de tal modo que seamos signo del gran amor que tienes para con todos.

Tú conoces mejor que nadie nuestros sufrimientos y dolores, te pedimos que si es tu voluntad nos libres de ellos.

Pero, sobre todo, queremos pedirte que ni ellos, ni nada, ni nadie puedan separarnos jamás de tu amor, ni quitarnos las ganas de vivir.

Te presentamos nuestra oración por medio de Jesucristo, Señor Nuestro, tu Hijo e Hijo de María, la Virgen Dolorosa, Él vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.