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viernes, 11 de diciembre de 2015
CON LA VIRGEN DE GUADALUPE Y SAN JUAN DIEGO LA MISERICORDIA DE DIOS TOCA EL CORAZÓN HUMANO
Con la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego la misericordia de Dios toca el corazón humano
(ACI).- El Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, presidió ayer la Misa por la Fiesta de San Juan Diego y explicó que a través de él y la Virgen de Guadalupe Dios puede tocar con su misericordia lo más profundo del corazón humano.
Así lo indicó el Purpurado en la homilía que presidió ayer en la antigua capilla de indios en la Villa Guadalupana en el Distrito Federal. El Cardenal afirmó que “hoy es un día muy especial en donde esta misericordia de Dios toca el corazón dispuesto de todo ser humano, una virtud qué tanto hace falta en este mundo en donde el odio, el terror, la venganza, la destrucción, ha hecho su presentación de la manera más cruel, precisamente en ese corazón hecho para el amor, la vida, el perdón y la misericordia”.
El Arzobispo dijo luego que “no cabe duda que el Espíritu Santo asiste de una manera portentosa a nuestro amado Santo Padre Francisco” que ha inaugurado el 8 de diciembre el Año Santo de la Misericordia.
“Más que nunca necesitamos la misericordia de Dios tocando hasta lo más profundo de nuestro corazón y transformarlo para que sepa palpitar con el corazón del hermano en sus necesidades, enfermedades, angustias, penas y llanto”.
El Cardenal Rivera dijo luego que “aquí es el lugar en donde, de alguna forma, se entrelazan los sentimientos de misericordia que emanan de los dos corazones humildes, el de Santa María de Guadalupe y el de san Juan Diego; los dos corazones llenos de la misma Misericordia de Dios, quien es la fuente de esta comprensión en el amor”.
“La Virgen de Guadalupe esta siempre atenta a lo que acontece en el corazón de su hijo y con infinita misericordia calma el angustiado corazón de Juan Diego cuando le dice que no tenga miedo, cuando le confirma que tiene el honor y la dicha de ser su madre, cuando le asegura que es su protección y resguardo”.
El Cardenal explicó también que San Juan Diego “fue un hombre de gran misericordia, pues conocemos perfectamente la bondad de este humilde macehual, quien destacó por la atención amorosa que tuvo para con su tío Juan Bernardino, enfermo gravemente (…) María palpita con el corazón de Juan Diego; lo entiende, lo comprende y a ese corazón se dirige con ternura y misericordia: ‘tu tío ya está bien, ya sanó’”.
Con ambos y con Jesús, a quien la Guadalupana lleva en su vientre, “aún ahora, podemos tener ese corazón dispuesto a amar, a perdonar y a ser de nuestra vida tantos actos de amor que cada segundo de nuestra existencia sea un momento de la eternidad de la misericordia misma de Dios”.
El Arzobispo Primado de México concluyó dando gracias a “San Juan Diego, por ser nuestro intercesor y seguir desplegando todo tu amor para con nosotros y ayudarnos a poner todo nuestro esfuerzo en las manos benditas de Santa María de Guadalupe y ser capaces de constituirnos como instrumentos del amor misericordioso de Dios, que el mundo tanto necesita hoy”.
A TI, MARÍA
A ti, María
Padre Felipe Santos Campaña SDB
A ti, María,
La alegre y gloriosa,
Te dedico estas palabras
Cuando tu hermoso mes
Se va entre fragancias
De oraciones, flores y cantos
De almas amantes y amorosas.
A ti, María,
Virgen dichosa,
Te lanzo el último piropo
Que sale de mi alma
Por ti, Madre de la fe,
La Inmaculada, la Auxiliadora.
A tí, María,
Nuestra puerta
Que da paso a la luz esplendorosa,
Te digo en este treinta y uno:
Eres guapa, eres bella, eres chula,
Eres fiel, eres hermosa.
A ti, María,
La Virgen preciosa,
Te entrego mi alma inquieta
Por las cosas de tu Hijo
En esta tierra azarosa.
Bendíceme. Bendice a la gente,
Bendice a tus hijos que luchan
Por darte a conocer, Virgen gloriosa.
GRACIAS, MADRE, MIL GRACIAS, POR HABER DICHO QUE SÍ
Gracias, Madre, mil gracias, por haber dicho que sí
Sin luz, sin amor, sin sentido de vivir. ¿Qué hubiera sido de nosotros, sin Ti, Virgen Misericordiosa?
Por: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Gracias, Madre, mil gracias, Bendita,
por haber dicho que sí.
Nos trajiste lo mejor.
Estábamos destinados al eterno dolor
Éramos enemigos del Dios que tú amas.
Éramos hijos pródigos devorando bellotas,
Éramos casi como los animales que las comían,
pues apacentamos nuestras feas pasiones.
en los campos de Satanás.
La desesperación hubiera sido nuestra forma de vivir,
una tristeza creciente, sin cambio, sin sol.
Las tinieblas de muchos pecados
nos ocultaban el sol del amor.
Sin luz, sin amor, sin sentido de vivir.
¿Qué hubiera sido de nosotros, sin Ti,
Virgen Misericordiosa?
No había esperanza para nosotros,
prisioneros de ese campo de concentración
que hubiera sido el mundo.
El número de suicidas hubiera sido mayor
que el de los que quisieran seguir viviendo,
Pero llegaste Tú, la elegida, la abogada,
la llena de gracia…
Y nuestro mundo triste y amargado
se convirtió en lugar de consuelo y de paz.
Gracias por haber existido, por ser quien eres, por ser como eres.
Gracias mil veces porque nos trajiste la salvación.
Durante nueve meses, como todas las madres,
paseaste a Jesús en tu seno
por las calles de Nazareth, de Belén,
por los caminos y campos de Palestina,
La noche del mundo se convirtió en mediodía
cuando diste a luz al que se llamaría a sí mismo
Luz del mundo.
Tú fuiste la esclava sublime del Dios Altísimo.
Tú respondiste al Dios tres veces Santo
en nuestro lugar.
Borraste todas nuestras indignas respuestas
con tu sí heroico y generoso.
Y Dios, al complacerse en Ti.
nos miró también a nosotros con amor.
Porque eres de carne y hueso como nosotros,
Eres de nuestra raza
Y nuestra raza dió en Ti
la respuesta que Dios esperaba.
Jesús viene. Es el salvador,
pero ha querido venir a través de Ti.
Antes de ser de todos como redentor
fue todo tuyo, porque nadie lo sabía,
ni siquiera José, tu fiel esposo,
Luego, desde la cuna de Belén
no lo quisiste solo para Ti,
nos lo diste a todos los hombres.
A mí me has dado con inmenso amor
el fruto de tus entrañas purísimas.
Jesús es tuyo y Jesús es mío, `
porque Él es mi hermano y salvador
desde que Tú eres madre de ambos.
¿Qué cosa más grande, más hermosa,
más maravillosa podías darnos que a Jesús?
Un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado, confirma la Sagrada Biblia.
Desde entonces puedo llamar padre a Dios,
igual que te llamo a Ti madre.
Mi Padre bendito, mi Madre bendita.
Desde entonces Jesús es mi Dios, mi compañero, mi padre, mi grande y único amor
y la única razón de mi existencia.
Desde entonces he bebido una y mil veces
de la fuente de agua vivas
en los sacramentos de la Iglesia.
Tú asististe a mi bautismo.
El primer beso en mi frente de niño cristiano
lo recibí de tus labios, oh Madre.
Tú preparaste mi alma para recibir
por primera vez a tu Jesús y a mi Jesús.
¡Qué día tan hermoso para mí,
para Ti y para Jesús.
Tú estuviste presente en mis bodas de Caná
Deseándome que me fuera como a Ti
en tu matrimonio con José.
Tal vez no me ha ido lo mismo…
Tú sabes mejor que nadie cómo me ha ido
en mis amores..
Ten misericordia de mi matrimonio,
esposa magnífica, como no ha habido
ni habrá ninguna.
Misericordia de mis hijos.
Aunque estén en malos pasos
quiero dejarlos siempre en tus manos buenas,
para que los salves del maligno,
del mundo y de sus pasiones.
Concédeme de parte de Dios una Navidad,
si no totalmente feliz, al menos en paz, alegría,
en amor, como debe ser.
Vienes a darnos, a darme otra vez a Jesús.
Y hoy es el día y la noche buena.
Si alguna vez y algún día debo estar feliz,
es en esta noche buena y el día de Navidad.
Permíteme disfrutar algo de la felicidad del cielo
en esta Navidad
porque viene a mi corazón y a mi familia
el cielo entero con Jesús.
Pero viene el cielo, viene Dios
de la forma más sorprendente.
A todos nos ha dejado sin palabra ese Dios niño,
ese gitanillo precioso.
Perdona que así lo llame,
porque ha nacido como otros gitanillos,
si no debajo de un puente,
sí en un portal de animales.
Gitanillo se hizo por mí,
por amor, por amor, por amor.
El Niño Jesús es todo amor,
sólo amor y siempre amor para mí.
Déjame besarlo, abrazarlo con cariño,
y amarlo con todas las fuerzas de mi alma.
Déjame besarte, déjame abrazarte, Madre querida,
con toda la ternura de mi corazón.
¿Cómo no amarte, ángel de mi vida, Madre bendita,
si nos has traído al tres veces Santo,
si nos has dado al Verbo de Dios,
si has convertido al Hijo eterno del Padre
en un niño de esta tierra.
Con qué seriedad y cariño se llamará a sí mismo
el Hijo del Hombre.
El Hijo amadísimo del Padre
en quien tiene todas sus complacencias
insiste en llamarse el Hijo del Hombre,
para que quedara claro cuánto nos amaba.
Pues Tú, Madre bendita, convertiste al Hijo de Dios
en hijo del hombre, al darle tu sangre.
Nos diste un Dios niño, con cuerpecito de niño,
con un corazón de niño.
Pero a través de sus latidos
nos ama el Dios que es Amor.
Lloraba ese niño lágrimas de niño
y lágrimas de Dios.
Latía aquel corazón chiquito
como el de cualquier niño
pero era el corazón de Dios
que nos ha amado con eterno amor.
Madre admirable,
Enséñame a amar a tu Hijo divino…
Enséñame a amarlo todo lo que Él quiera,
todo lo que Tú quieras.
¿Será tan difícil amar entrañablemente
a un niño como el tuyo, María,
a un Dios que se hace niño por mí,
a un salvador que me ama con infinito amor?
En esta Navidad, Madre querida,
dame al Jesús de tus entrañas adorables,
al Jesús de tu alma y de tu vida,
al Jesús que amas como Virgen purísima
y como Madre amantísima.
Quiero amar a tu hijo con todo mi ser,
al mismo Jesús que Tú amas así,
quiero amarlo yo también,
con mi pobre corazón,
con mi vida que no es tan pura,
con mi alma que necesita ser redimida por Él.
Quiero amar y servir a ese ser divino
pero que es también carne de tu carne
y sangre de tu sangre,
rosa de tu rosal, a Jesús niño.
Reto a los ateos a que vengan al portal de Belén
¿A quién niegan? ¿A quién odian?
A un pedacito de carne, de carne viva
que se ha hecho niño por amor a ellos.
Él te ha dado la vida, ateo desconcertante,
ateo inexplicable, ateo desagradecido.
No sabes a quién desprecias.
Odias no a un ser cualquiera,
odias al ser más adorable,
al que han adorado hasta el martirio
millones y millones de tus hermanos hombres
Que vengan los perversos…
¿Quién no puede arrodillarse ante ese Dios hecho niño?
Te adoro, mi Dios, con cuerpecillo de niño.
Te adoro mi Rey en trono de paja.
Te adoro mi Señor, que no sabes ni hablar.
Te adoro y te amo…