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lunes, 23 de mayo de 2016

BENDITA SEA TU PÚREZA...


BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

MAYO, MES DE MARÍA - DÍA 23 - SALUD DE LOS ENFERMOS, REFUGIO DE LOS PECADORES


MAYO, MES DE MARÍA 
Vigésimo tercer día: Explicación de las letanías


Salus infirmorun

Salud de los enfermos. Para rendir homenaje al poder de María, se la llama Salud de los enfermos, porque teniendo todo poder ante aquel de quien el profeta dijo en el salmo CII: Es el que cura todas la enfermedades, el que devuelve la salud a los enfermos que lo invocan; porque si Jesucristo dio a los apóstoles el poder de curar a los hombres de toda clase de enfermedades, ¿quién dudará que la Madre de Dios, de quien dice el Salmo LXXXVI: Se ha dicho de ti cosas gloriosas, ¡Oh ciudad de Dios!  Tenga el mismo poder? ¿Quién dudará en creer que su poder sea igual a la gloria que goza en el cielo?



Refugium peccatorum

Refugio de los pecadores. Es cierto que los pecadores, según san Juan, encuentran en Jesucristo un abogado delante del Padre celeste, que compadecido de nuestras enfermedades intercede por ellos, pero como después de haber ofendido al mismo Jesucristo, temen la cólera de Cristo, no les queda sino María como refugio en su desventurado estado. Es lo que ella parece ofrecer, siguiendo las palabras del salmo LXXXVI, que se pone en sus labios. Me acordaré de Rahab  de Babilonia, que me conocerán. Promesa verdaderamente consoladora para los pecadores que han sido figurados mediante los nombres de estas dos ciudades. Abrochémonos a ella con confianza, reconozcamos su ternura, y encomendándonos a su recuerdo, pidámosle que nos obtenga el perdón de nuestros pecados.

Ejemplo

El V.P. Bernard, ese célebre sacerdote tan célebre en París en el siglo XIX, por su caridad hacia los prisioneros, y por su devoción a la Santísima Virgen, conducía al patíbulo a un hombre condenado a ser colgado: este desventurado, a sus crímenes anteriores, agregaba ahora horribles blasfemias contra Dios. Aunque hubiese colmado la paciencia de aquellos que lo habían exhortado, el Padre Bernard no se desalienta; sube con él hasta el cadalso, y empeña con él todo el celo posible, y como quiso abrazarlo, el malvado lo rechazó de un puntapié, y furioso, lo arrojó al pie de la escalera, sobre el empedrado. El Padre Bernard, aunque herido, se levanta, se arrodilla y en invoca a su potente Mediatriz, por su oración ordinaria: Memorare, o piisima! Etc. ¡Admirable efecto de su protección! La oración no había terminado y se vio al sentenciado estallar en lágrimas de penitencia, convertirse, pedir perdón, confesarse y edificar con su arrepentimiento, tanto como había horrorizado por su obstinación.

Si tenemos la desventura de ofender a Dios, recurramos a María, refugio de los pecadores, roguemos por la conversión de las almas que nos son queridas.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

ORACIÓN DE UNA MADRE A LA VIRGEN MARÍA


Oración de una Madre
Ayúdame a discernir qué es lo mejor para mis hijos en cada momento


Por: Original para sontushijos



Según crecen nuestros hijos nos vamos dando cuenta de que la maternidad es algo mucho más complicado de lo que podíamos imaginar cuando nació nuestro primer hijo. Muchas veces nos preguntamos si lo estaremos haciendo bien: ¿no estaremos siendo demasiado permisivas? O, por el contrario, ¿no estaremos intentando controlar cada segundo de su vida conduciéndoles por un carril que tal vez no les conduzca a su desarrollo personal y, a la larga, hacia la felicidad? Verdaderamente no es fácil. Por eso es importante tratar con Dios todos estos temas de manera que nos ayude a discernir qué es lo mejor en cada momento. Y, cómo no, acudir a la Madre por excelencia, la Virgen Madre de Dios. He aquí una oración que le podemos dirigir:




Querida Virgen María, madre mía y madre de mis hijos.

Quiero acudir más a ti, especialmente en los momentos en que encuentre más difícil mi labor de madre.

Ayúdame a discernir qué es lo mejor para mis hijos en cada momento. A veces, con los hechos, antepongo actividades que potencian más su preparación intelectual que otras que procuran su desarrollo como persona. Hazme desear en cada momento que sean mejores personas, mejores cristianos, antes que los más brillantes de la clase.

Ayúdame a tener paciencia con ellos: que mi trato sea cada día más dulce y mis correcciones sean serenas - no un desahogo por mi enfado- . Que tenga presente que mi manera de tratarlos a ellos es el modelo que ellos tienen para tratar a los demás. Que mi trato hacia ellos les haga descubrir su gran dignidad. ¡Son hijos de Dios! Egoístillas, olvidadizos, desordenados, ... pero hijos de Dios, con un potencial inimaginable.

Ayúdame a respetar su singularidad, sus limitaciones, sus defectos. Que nunca lleguen a pensar que les quiero menos por no ser los más listos, los más obedientes, los más responsables, ... Yo les quiero porque son ellos, únicos e irrepetibles, y Dios los ha puesto en mis manos para acercarlos cada día más a Él.

Ayúdame a escucharles, a olvidarme de mis cosas para interesarme por las suyas. Aunque esté cansada, aunque me parezcan cosas banales. ¿Cómo voy a pretender que después me escuchen, si yo no lo hago?

Ayúdame a ser firme a la hora de actuar: a veces es más cómodo hacer las cosas yo, que hacer que las hagan ellos; o pasar por alto actuaciones inadecuadas porque es más cómodo dejarlas pasar. Que siempre sepan que mi amor es incondicional, hagan las cosas bien o las hagan mal. Yo siempre les voy a querer.

Ayúdame a querer cada día más a mi marido, su padre. Porque si de alguien han de aprender lo que verdaderamente es el amor entre un hombre y una mujer es de nosotros, no de una serie de televisión, o de una película romántica. Que vean que nuestro amor es atractivo, alegre, creativo, .... Y que se manifiesta cada día en detalles que ellos pueden ver (esto me daría para otra oración).

Ayúdame a tener la convicción de que mis hijos y mi marido son el camino que Dios ha previsto para que yo, cada día, pueda ir construyendo mi santidad. Dame el convencimiento de que es precisamente con estos hijos – y no con los de mi vecina- con los que podré alcanzarla. Y será, cada día, cada mañana al despertarlos, discutiendo por las galletas en el desayuno, recordándoles que no se olviden de lavarse los dientes, insistiendo para que se hagan sus camas, ... y por la tarde, y por la noche, …

Y cuando no sepa muy bien que hacer, déjame descansar en ti, Madre mía, porque donde no llego yo, llegas tú, antes, más y mejor. Porque tus tiempos no son siempre mis tiempos.
Y yo, por mi parte, siempre les voy a enseñar que tienen dos madres: una en el Cielo, tú, y la otra en la Tierra, yo. Que en los momentos y lugares que yo no esté con ellos, siempre estarás Tú, velando, protegiendo, intercediendo, para que acudan a ti.

Maternidad compartida. ¡Qué maravilla! ¿Qué más se puede pedir? Dios ha pensado en todo. Gracias Dios mío.

QUINCE FRASES DE SANTOS DE TODOS LOS TIEMPOS SOBRE LA VIRGEN MARÍA




15 frases de santos de todos los tiempos sobre la Virgen María
Por Abel Camasca

 (ACI).- Desde el inicio del cristianismo, la Iglesia ha encontrado en la Madre de Dios un modelo a seguir, resaltando siempre sus virtudes. A continuación, 15 frases de Santos famosos sobre la Virgen María.

1. San Agustín de Hipona, Padre y Doctor de la Iglesia     

 “María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno”. 

2. San Agustín de Hipona

“María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo”. 

3. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia y patrono de confesores y moralistas

"El Eterno se enamoró de vuestra incomparable hermosura, con tanta fuerza, que se hizo como desprenderse del seno del Padre y escoger esas virginales entrañas para hacerse Hijo vuestro. ¿Y yo, gusanillo de la tierra, no he de amaros? Sí, dulcísima Madre mía, quiero arder en vuestro amor y propongo exhortar a otros a que os amen también". 

4. San Bernardo de Claraval, Doctor de la Iglesia y famoso por su amor a la Virgen María   

“Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!”. 

5. San Bernardo, compositor también de muchas oraciones marianas    

“Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir.  Bajo su manto nada hay que temer”. 

6. San Francisco de Asís, fundador de los Franciscanos y devoto de la Virgen

"Dios os salve, María, Madre de Dios. En Vos está y estuvo todo la plenitud de la gracia y todo bien". 

7. San Ireneo, Padre de la Iglesia  de los primeros siglos que combatió herejías

"El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, la virgen María lo desató por la fe". 

8. San Luis María Griñón de Monfort, autor de varios libros marianos entre los que se encuentra el “Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María”.   

“Soy todo tuyo Oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es”. 

9. San Luis María Griñón de Monfort

“A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace devoto de la Virgen María”.

10. San Juan Bosco, gran propagador de la devoción a María Auxiliadora

“La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las asechanzas del demonio”. 

11. Santa Teresa de Jesús, mística y Doctora de la Iglesia

“Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre”. 

12. Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia y Patrona de las misiones

“Con la práctica fiel de las virtudes más humildes y sencillas, has hecho Madre mía, visible a todos el camino recto del Cielo". 

13. Santa Teresa de los Andes, carmelita descalza latinoamericana

"María, eres la Madre del Universo. ¿Quién no se anima al verte tan tierna, tan compasiva, a descubrir sus íntimos tormentos? Si es pecador, tus caricias lo enternecen. Si es tu fiel devoto, tu presencia solamente enciende la llama viva del amor divino". 

14. San Juan Pablo II, el Papa de la familia

"Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre". 

15. San Juan Pablo II, el Papa peregrino

“Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura”. San Juan Pablo II, el Papa peregrino.