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domingo, 12 de junio de 2016
DIOS TE SALVE MARÍA...
Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 12 - OBEDIENTE HASTA LA MUERTE
Nardo del 12 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, obediente hasta la muerte!
Meditación: La oscuridad del Huerto parece que se hace más espesa…y allí Tu Figura excelsa, mi Pobre Jesús, agoniza. La Sangre Bendita cae sobre la roca fría, y hasta parece una alegoría, el corazón del hombre endurecido cual piedra fría, y sobre él cae el Sudor y el Llanto Santo que del pecado nos limpia. Como amoroso y dolorido canto te oigo decir: "Padre, si es posible que pase de Mí éste Cáliz, pero que se haga Tu Voluntad y no la Mía". La Oblación de Amor ya ha sido dada…se entrega el Hijo…se desgarra el Padre… "por Amor, a Su propio Hijo entregó". La Voluntad de Nuestro Unico y Trino Dios es dar todo por amor. Si, por amor a esta pobre criatura que soy yo, que tantas veces lo negó, que solo quiere bien vivir, y que me sirvan a mí, que no me importa conocerlo y que con mis miserias y egoísmos he construido ídolos en el lugar del Santo Templo.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Pidamos al Señor vivir cumpliendo Su Santa Voluntad, y aprender a amar. Leamos y reflexionemos la Primera Carta a los Corintios, 13.
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 11 -
Nardo del 11 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, desgarrado en el Huerto!
Meditación: Señor, estás solo…solo desde hace 20 siglos…solo hoy…solo en el Getsemaní…solo en Tu sufrimiento. Como en aquel tiempo, sentís frío, el frío del abandono, el frío del dolor, el frío de la falta de fe y amor. Frío y soledad en el Huerto…frío y soledad en el Sagrario. Los hombres de hace dos mil años y los hombres del mundo actual se olvidaron del Maestro, de que nos hiciste Tus amigos, y nos tomaste como hermanos. Tú, el mismo Dios, te hiciste pequeño. Tú, el Dueño, el Hombre Dios, has sido nuevamente olvidado por todos aquellos que decimos ser Tus testigos, que te seguimos, pero nos quedamos dormidos. ¡Somos tibios!. Nuevamente no oramos…como antaño…no te acompañamos ni reparamos las ofensas que a través del pecado desgarran Tu Sagrado Corazón. Por todo ello Señor, Mi Dios, perdón.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Adoremos al Señor en el Sagrario, meditando particularmente respecto de todo lo que El nos da, y también sobre nuestras faltas de caridad.
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
SE PUEDE SER CRISTIANO SIN MARÍA?
¿Se puede ser cristiano sin María?
Un cristiano sin María no es cristiano porque ella nos ha dado a Cristo.
Por: Fátima Moreno y Pedro Mira | Fuente: https://catolicosconaccion.com
“Dichosa por haber creído” (Lc 1, 45)
El término cristiano es bíblico, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra que fue en Antioquía en donde los Apóstoles recibieron el nombre de “cristianos” (Hch 11, 26), ahora bien, definido de donde proviene término cristiano, nos podemos preguntar ¿Qué significa ser cristiano? En la más simple de las definiciones cristiano es aquel que cree en Cristo, pero en realidad ser cristiano es aquel que cree en Cristo bajo la Fe de los Apóstoles, ya que no se puede creer en Cristo sino es por aquellos quienes contaron su historia y la han hecho trascender hasta nuestros días, por medio de la Sagrada Tradición en un primer momento, y luego por la Sagrada Escritura.
En nuestra querida América Latina, se ha acuñado el término cristiano para referirse a los hermanos separados que viven su fe, iglesias o sectas de diferentes denominaciones, una equivocación que nosotros como católicos cometemos muy frecuentemente. No se debe caer en el error de reducir el término cristiano únicamente para refiriéndose a hermanos separados, es decir, quienes nacieron de la protesta contra Iglesia Católica (luteranos, calvinistas, anglicanos, presbiterianos, bautistas, pentecostales, etc.) y sectas fundamentalistas que existen en nuestro entorno. Los católicos somos cristianos, siempre lo hemos sido, porque nuestra fe proviene directamente de la Fe de los Apóstoles. La palabra “católico” viene del griego “katholikos”, que significa universal y en los primeros siglos de la Iglesia los términos cristiano o católico se utilizaban indistintamente. Somos cristianos universales, católicos, porque Jesús antes de ascender al cielo nos dejó el siguiente mandato que expone la universalidad de su mensaje: “Vayan y prediquen el Evangelio a toda criatura.” (Mc 16, 15)
San Juan Crisóstomo en su homilía sobre el Evangelio de San Juan 19,2- 3 en el año 390 decía:
“Entonces recibían diversos nombres. Mas ahora tenemos todos un único nombre, mayor que todos aquéllos; nos llamamos cristianos, hijos de Dios, amigos, un solo cuerpo. Esta apelación nos obliga más que cualquier otra y nos hace más diligentes en la práctica de la virtud. No hagamos nada que sea indigno de tan gran nombre, pensando en la gran dignidad con la que llevamos el nombre de Cristo. Meditemos y veneremos la grandeza de este nombre.”
Somos cristianos y bajo la universalidad del mandato que Cristo nos encomendó nos llamamos católicos, por ende somos cristianos católicos; comprometidos en la vivencia del misterio de Cristo a la luz de la Fe Apostólica. Dentro de la Fe Apostólica, María es celebrada tanto en la Tradición como en las Sagradas Escrituras como “Dichosa por haber creído” (Lc 1, 45). No se puede separar a María de la Apostolicidad, ya que desde la comunidad primitiva (compuesta por discípulos, amigos y familiares de Jesús) tenía especial estima entre todos los miembros, el cual se fue extendiendo entre los que se agregaban. Cabe destacar que antes de ser escritos los evangelios, hubo un período de aproximadamente 20 años en que los relatos de la vida de Jesús fueron de boca en boca; pero al ir falleciendo quienes contaban estos relatos, los cristianos empezaron a poner por escrito todo cuanto escuchaban de quienes habían sido testigos de primera mano de la vida y obra de Jesús (La Sagrada Tradición Apostólica).
En este contexto, podemos tomar como referencia el trabajo de San Lucas, discípulo de Pablo, en el cual es palpable que antes de escribir su evangelio, recopiló la mayor cantidad información sobre Jesús mediante una especie de investigación que tuvo que documentar, para escribir su obra y en la que podemos apreciar la importancia de María en la comunidad cristiana; él la llama “llena de gracia” (Lc 1, 28). A partir de este punto podemos empezar a esbozar que la figura de María está estrechamente ligada a la herencia cristiana que hemos recibido de los Apóstoles, no solo por tener el privilegio de haber sido la madre del Cristo, sino por méritos que ella reflejaba en su diario vivir. María fue la primera cristiana, ya que ella creyó en Cristo antes que cualquier otro ser humano, María fue la primera discípula, debido a que ella siguió atentamente los pasos y las enseñanzas de su hijo, siempre fue consciente que el fruto de su vientre era el Mesías, el Hijo de Dios; María fue la primera Apóstol, ya que el día de Pentecostés ella estaba presente en el cenáculo y fue testigo de la obra maravillosa del Espíritu Santo de la cual ella ya era partícipe desde la anunciación años atrás (Lc 1, 35).
Muchas de las sectas “cristianas” que están en el entorno Latinoamericano y con el que a diario nos encontramos, negando la Tradición Apostólica e interpretando a conveniencia la Sagrada Escritura manifiestan un odio tal, que en ocasiones hasta se percibe como diabólico hacia la Madre de Dios, María Santísima; a lo que tomando como base la definición del término cristiano genera los siguientes cuestionamientos: ¿Será digno de un cristiano no amar a la Madre de Cristo? ¿Se honra el nombre de Cristo al ofender a su Madre?
Tratando de obviar la Sagrada Tradición y tomando básicamente lo narrado en los Evangelios, nos podemos preguntar: ¿Cristo negó a su Madre? ¿Les enseñó Cristo a los apóstoles a no querer a su Madre? ¿Por qué entonces la encomendó al apóstol San Juan? ¿Se puede ser Cristiano sin María? ¿Por qué los hermanos separados nos atacan tanto en el tema de María?
Parece un poco extraño que los propios reformadores tenían una concepción de María diametralmente opuesta a lo que predican nuestros hermanos de las sectas cristianas. Veamos que dicen algunos de sus fundadores acerca de la Santísima Virgen María, la madre de Jesús.
Martín Lutero – fundador de los luteranos.
Sermón Navidad 1531: “[Ella es] la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo… Ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aun cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras.”
Juan Calvino- fundador de los calvinistas.
“Helvidius mostró demasiada ignorancia al concluir que María debió haber tenido muchos hijos, por la razón de que son mencionados algunas veces los hermanos de Cristo”
Ulrico Zuinglio – reformador protestante.
Publicó en 1524 uno de sus sermones que trató sobre María, siempre virgen, madre de Dios: “Nunca he pensado, ni mucho menos enseñado o declarado públicamente, nada concerniente al tema de la siempre Virgen María, Madre de nuestra salvación, que pudiera ser considerado deshonroso, impío, sin valor o malvado… Creo con todo mi corazón, de acuerdo con el santo Evangelio, que su pureza virginal nos conduce hacia el Hijo de Dios y que ella permaneció, durante y después del parto, pura y sin mancha, virgen por la eternidad>.
Heinrich Bullinger – reformador protestante.
“La Virgen María… completamente santificada por la gracia y la sangre de su único Hijo, abundantemente dotada del don del Espíritu Santo y distinguida entre todos… ahora vive felizmente con Cristo en el cielo, es llamada y permanece siempre Virgen y es la Madre de Dios.”
Es interesante analizar como los fundadores de las iglesias provenientes de la reforma también amaban y veneraban profundamente a la Virgen María, pero aún más interesante como la Iglesia Católica ha logrado custodiar el agradecimiento a ella. Con este artículo no se pretende atacar a las Iglesias protestantes nacidas de la reforma, mucho menos las sectas cristianas que están presente en nuestro entorno, lo que se pretende con este artículo es crear conciencia que no es cristiano apartar a María de nuestra Fe, mucho menos menospreciarla o insultarla, porque dentro del corazón del cristiano lo mínimo que debe de existir es un infinito agradecimiento por haber colaborado con el plan de Salvación que Dios tenía preparado para cada uno de nosotros.
Cristiano sin María no es cristiano. ¿Virgen María que me has dado? con tu sí me has dado a Cristo, por tu sí, yo soy cristiano. ¡Gracias Señora!