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domingo, 7 de agosto de 2016

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme; 
en lo rudo del trabajo, ayúdame; 
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme; 
en las tentaciones y peligros, defiéndeme; 
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame.
Amén.

AMOR Y ENTREGA


Amor y entrega



Vivir la caridad cristiana no es fácil. En verdad está por encima de nuestra capacidad humana. Por eso es indispensable suplicar con humildad y constancia al Señor el don de la fraternidad para poder elevarnos sobre nuestros egoísmos, retraimientos, susceptibilidades… Pero cuando el amor de Dios nos invade podemos “disculpar, soportar y esperar sin límites”…

“¡Queridos hijos! Mi deseo es acercarlos cada vez más a Jesús y a su corazón traspasado, para que ustedes sean capaces de comprender el inmenso amor con el que él se ha entregado por cada uno de ustedes. Por eso, queridos hijos, oren para que de sus corazones pueda brotar una fuente de amor hacia cada persona, incluso hacia quienes los odian y los desprecian. Así ustedes serán capaces de vencer, con el amor de Jesús, todas las miserias de este mundo lleno de sufrimientos, que está sin esperanza para aquellos que no conocen a Jesús. Yo estoy con ustedes y los amo con el amor inmenso de Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”

Hijos de un Dios que es amor, sólo podremos realizar y dignificar nuestra vida ejercitándonos en el amor, porque el examen final será precisamente sobre el amor, y nuestra eternidad feliz consistirá en vivir con plenitud el amor a Dios y a los hermanos. Que el mensaje de la Reina de la Paz te ayude a crecer en esta dimensión básica del Evangelio de Jesús. 


* Enviado por el P. Natalio

DECÁLOGO PARA SABER ENVEJECER


Decálogo para saber envejecer
Acaso lo más interesante, y además, gran verdad, sea pensar que 


Por: Antonio Gil | Fuente: http://www.religionenlibertad.com 




El verano y las vacaciones son, sin duda, una época propicia para rejuvenecer, para mostrar nuestra mejor silueta, para considerarnos más en forma.

Todo el mundo quiere ser joven y parecerlo. Incluso las personas de edad más avanzada. Quizás porque, como decía alguien, "nada nos hace envejecer con mayor rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos". Por eso, lo mejor será pensar que aún somos jóvenes.

Como suele decir Manuel Alcántara, con su fino humor: "Y dentro de cien años, cuando todos seamos jóvenes...". Pues, eso. Acaso lo más interesante, y además, gran verdad, sea pensar que "toda edad tiene sus propios frutos; hace falta saberlos recoger". Para quien quiera conocer los secretos de "saber envejecer", valga este decálogo fácil y sencillo.

1. "Cuidarás tu presentación cada día". Arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida! Que al verte se alegren los ojos de los demás.

2. "No te encerrarás en tu casa ni en tu habitación". Saldrás a la calle y al campo de paseo: "El agua estancada se pudre".

3. "Amarás el ejercicio físico". Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de casa, por lo menos abrir la puerta, regar las rosas, contestar el teléfono.

4. "Evitarás actitudes y gestos de viejo derrumbado". La cabeza gacha, la espalda encorvada, la mirada perdida, no favorecen nada. Que la gente diga un piropo cuando pasas: "¡Qué recto va el señor! ¡Qué guapa la señora!".

5. "¡No hablarás de tu edad, ni te quejarás de tus achaques reales o imaginarios!". Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que eres. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuando te pregunten cómo estás, dirás que. ¡muy bien!

6. "Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas". Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo y`de buen humor. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo. El corazón no envejece.

7. "Tratarás de ser útil a los demás". Ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio. No te coloques el cartel de "inservible".

8. "Trabajarás con tus manos y con tu mente". Haz lo que puedas. El trabajo es la terapia infalible.

9. "Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas". Desde luego, las que se anudan en el hogar, integrándote a todos los miembros de tu familia.

10. "No pensarás que todo el tiempo pasado fue mejor". Deja de estar condenando tu mundo y maldiciendo tu momento.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 7 DE AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 7



La vida humana, fuera de pocas excepciones, se encierra en dos cifras solas. La vida del mundo se expresará quizás en cinco cifras.
¿Y la eternidad? ¿Cuántas cifras representa? Váyanse añadiendo cifras desde aquí a la estrella más alejada... léase, si es posible, esa cantidad... y aún entonces, ¡qué poco nos habremos acercado a la eternidad! ¡La eternidad no tiene cifras!

La vida no es más que el prólogo del libro de la eternidad; no interesa tanto el prólogo, cuanto el libro.

Pero es cierto que el prólogo ya nos puede adelantar la idea del libro; de ahí la importancia de una vida honesta y santa.

La vida nos ha sido dada para buscar a Dios. La muerte para encontrarlo. La eternidad, para poseerlo.

Si logro alcanzar eso, mi vida habrá sido digna de ser vivida; de otra forma la habré malgastado, la habré perdido.

“Alégrense los que en ti se refugian, y canten siempre jubilosos, tú proteges a los que aman tu Nombre” (Sal 5,12). Ciertamente ha de ser motivo de alegría para ti el saber que amas el Nombre del Señor y que Él te espera, a fin de recompensarte para siempre, por toda la eternidad.


* P. Alfonso Milagro

CINCO PELIGROS CONTRA EL AMOR DE DIOS


Cinco peligros contra el amor de Dios
Estos peligros que nos apartan de Dios, enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




San Francisco de Sales sabía que nuestro corazón, cuando funciona bien, late, vive, suspira, trabaja, para Dios. Pero también sabía que existen cinco peligros que nos apartan de Dios, que enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.

¿Cuáles son esos peligros? He aquí la lista, según el santo obispo de Ginebra:

1. El pecado, que nos aleja de Dios;
2. El afecto a las riquezas;
3. Los placeres sensuales;
4. El orgullo y la vanidad;
5. El amor propio, con la multitud de las pasiones desordenadas que engendra, las cuales son en nosotros una pesada carga que nos aplasta” (San Francisco de Sales, “Tratado del amor de Dios”).

Si esos son los peligros, entonces ¿cómo reiniciar la marcha hacia Dios, hacia el amor de nuestra alma, hacia Aquel por quien empezamos a existir, hacia Aquel que nos busca y nos ama con cuerdas humanas y con lazos de amor (Oseas 11, 4)?

El camino es sencillo y arduo: hay que remover con decisión, desde la ayuda de Dios y desde una sana vigilancia, esos enemigos.

En primer lugar, hay que luchar contra el pecado en todas sus formas. Es el peor enemigo, el que nos aparta de Dios y del hermano, el que destruye el amor, el que apaga la gracia.

En segundo lugar, hay que romper con cualquier apego a las riquezas para empezar a vivir en una confianza plena, filial, en la providencia de nuestro Padre Dios (Mateo 6,19-34).

En tercer lugar, hay que renunciar a los placeres sensuales que nos atan al mundo, para revestirnos de Cristo y de su Evangelio (Romanos 13,13-14).

En cuarto lugar, hay que dejar de lado orgullos y vanidades que nos hacen buscar los primeros puestos y la autocomplacencia, para vivir con la sencillez del niño que confía plenamente en su Padre (Mateo 18,1-4; Lucas 14,7-11).

Por último, hay que acabar con el amor propio, con ese afán continuo de buscar lo que nos satisface y nos gusta, para aprender la ley de la fecundidad: el que renuncia a su propia vida la encuentra (Mateo 16,24-26), porque “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Juan 12,24).

Sí, es un camino arduo, pero la meta es maravillosa: el encuentro con Dios como Padre misericordioso, la fecundidad gozosa, la vida plena, el amor hacia los hermanos. Así podremos empezar a vivir aquí en la tierra un poco como se vive, en plenitud, en el cielo.