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domingo, 2 de octubre de 2016

LA FE, UN DON DE DIOS


La Fe, don de Dios



Tiempos difíciles para la fe. ¿Qué fe es buena y sólida si, previamente o en alguna situación, no ha sido probada? En algunos continentes nos hemos acostumbrado a vivir una fe “entre celofanes”. Sin más complicaciones ni más compromisos que el saber que Dios estaba ahí y con una Iglesia que, en más de una ocasión, ha sido entendida como una especie de “estación de servicios”; me sirvo cuando quiero, donde quiero y como quiero.

Ahora es el momento de la verdad. Sobran bancos vacíos en muchas iglesias y, en cambio, hacen falta (más que nunca y urgentemente) cristianos y católicos comprometidos en la causa y por la causa de Jesús: en la política y en la economía, en la familia y en el círculo de amistades, en la enseñanza y en la medicina, etc.

* ¡Si tuvierais fe!  Si la tuviésemos lucharíamos a tiempo y destiempo contra aquellos que pretenden reducir la vivencia de la fe a un ámbito personal y privado.

* ¡Si tuvierais fe!  Si la tuviésemos nos resistiríamos con todo el vigor que ella nos aporta ante aquellas otras tendencias que pretenden visionarla desde un concepto meramente popular o cultural.

* ¡Si tuvierais fe! Si la tuviésemos daríamos ese paso del catolicismo vergonzante y atrincherado a un cristianismo militante y activo, sorprendente y cautivador, entusiasta y prometedor, rompedor e inquietante.

* ¡Si tuvierais fe! Dejaríamos a un lado, aun cuando a veces sea necesario, el aspecto íntimo de la fe para hacerlo público. ¿Acaso el sol se ha creado para que esté permanentemente oculto detrás de las nubes? ¿Acaso desde el laicismo, interesado y trasnochado, se nos puede amordazar a los que sabemos que Dios es una instancia superior a todos los que proyectan leyes y normas?

* ¡Si tuvierais fe! El testimonio de nuestra vida ha de ser, además de palabra, avalado con hechos y propuestas (no imposiciones pero tampoco cesiones) para que el mensaje de Jesús no sea recluido en la cómoda sacristía o “soltado” puntualmente entre los cuatro muros blanqueados de una iglesia.

Es apasionante el momento que estamos viviendo en nuestra iglesia. Es el diálogo fe y cultura, Cristo y maligno, espiritualidad y laicismo, iglesia y mundo. Lejos de infundirnos miedo o simple temor, todo ello, nos debe de llevar a purificar esta Iglesia nuestra en la que muchos están pero no saben ni porqué están ni en lo que creen ni por qué creen. Es la hora de plantearnos si nuestra fe es una fe sólida en Jesucristo o si, tal vez, quedó dibujada y encorsetada en una religiosidad que no es transformadora de la realidad personal ni social.

Apasionante, este momento crucial, y por supuesto penetrado de un sano realismo y de optimismo. Seremos menos pero más comprometidos y dispuestos a mojarnos hasta donde haga falta por Cristo, con su Iglesia y arropados por la fuerza del Espíritu Santo.

¿Tenemos fe? Como dice San Pablo es el momento de tomar parte -y partido también- en esta dura tarea, y un reto también, de guardar y predicar el Evangelio.


* Padre Javier Leoz

YA SÉ DÓNDE ESTÁN!!!


¡Ya sé dónde están!
La vida de una ejecutiva soltera típica está llena de renuncias, penitencias y otras cosas próximas a los votos


Por: Fr. Nelson Medina, OP | Fuente: www.fraynelson.com 




A mediados del siglo XX no cabían las postulantes en las casas de formación de las comunidades religiosas en Irlanda. ¿Qué se hicieron todas esas mujeres? O mejor: ¿dónde están las vocaciones hoy? Creo que he encontrado una respuesta.

Suele decirse que las vocaciones, un poco en todas partes, "se acabaron" y las razones que se aluden son de orden sociológico: (1) las grietas en la institución familiar, (2) la liberación femenina y (3) un ambiente social más hedonista, inmediatista y consumista.

Según esto, poco o nada pueden hacer las comunidades religiosas para mejorar su situación porque cambiar la estructura de la sociedad demanda recursos y tiempo que superan el breve espacio de nuestros esfuerzos y de nuestros días.

Ahora bien, esa explicación parece insuficiente para aclarar por qué se dan excepciones, que pueden ser notables. Por ejemplo, mientras que muchas Comunidades languidecen en los EEUU, las Dominicas de Nashville tienen que ampliar sus casas y buscar lugar para sus nuevas vocaciones. Otro tanto puede decirse de las Hermanas fundadas por la Madre Angélica, la de EWTN. ¿Qué pasa en esos casos? ¿Se suspende la sociología?

Alguien dirá que la excepción confirma la regla. Otro dirá que es estadísticamente comprobado que toda sociedad pluralista es caldo de cultivo para minorías extremistas y que una forma de extremismo es la opción ultraconservadora. Así parece explicarse racionalmente que en medio de un desierto vocacional florezcan algunas excepciones a la norma.

Pero yo creo que hay otra explicación.

Yo creo que hay en el corazón humano, y especialmente en el corazón femenino, una capacidad de generosidad muy grande, y esa capacidad está ahí para ser canalizada por algún proyecto "grande." La grandeza de ese proyecto no está necesariamente ligada con la religión sino con la relación que ofrezca entre las renuncias y los objetivos.

Con esto quiero decir, por ejemplo, que aquella ejecutiva que gasta sus años más fecundos (reproductivamente hablando) en alcanzar metas académicas y administrativas cada vez más altas quizá no está pensando tanto en hacer mucho dinero o en lograr mucho poder sino que está, sobre todo, dando de sí misma y disfrutando el hecho de tener un lugar, un camino para entregarlo todo. ¿Quieres el nombre de la "religiosa" más representativa de lo que estoy diciendo? Condolezza Rice.

Lo que ha cambiado no es tanto la familia (que si muchos o pocos hijos) o la sexualidad (que si mucho o poco placer) o la autonomía (que si mucho o poco dinero o poder). Esas atracciones o tentaciones, según se mire, han estado siempre ahí. Lo nuevo es que las Comunidades Religiosas han tenido dificultades particulares en "vender" su modelo de articulación entre renuncias y objetivos.

La vida de una ejecutiva soltera típica está llena de renuncias, penitencias y otras cosas próximas a los "votos". Ninguna mujer de verdadero éxito es amante de la promiscuidad, la rebeldía o el despilfarro. Las mujeres de éxito siguen siendo como siempre han sido: mesuradas en su manera de dar o recibir afecto, sexo, dinero, poder y tiempo. Una mujer así no sabe ni quiere ser otra cosa que una gran mujer, sólo que en el caso presente ha encontrado que los retos que le impone una gran empresa o un lugar de responsabilidad en el gobierno la obligan maravillosamente a darse por entero. Por lo mismo, cuando ve los resultados de su gestión y ve la vida que ello aporta, se siente feliz.

Ninguna mujer soltera o sola de verdadero éxito se dejará encadenar a ningún vicio ni querrá depender de ningún placer particular. He conversado y conocido mujeres de muy alto rango ejecutivo, empresarial y de poder, y he visto que lo que menos les interesa es que algo o alguien interfiera con sus metas. Y así, aunque es verdad que hay mucho "desorden" en las oficinas, la realidad es que quienes quieren lograr sus objetivos en la vida actúan más como religiosas que se dominan que como "liberadas" que se esclavizan de otras personas o de ciertas sensaciones o lugares.

Es decir que muchas de las vocaciones están ahí, y están "consagradas," sólo que su fervor no va a que Jesús sea más conocido y mejor servido sino a que la empresa logre sus metas en los plazos propuestos.

La generosidad está y estará siempre; lo que hacen falta son caminos para mostrarle a esa generosidad cuál es la diferencia entre los dioses de este mundo y el Dios de todo el mundo. Al parecer, Comunidades como la de Nashville o como la de la Madre Angélica han logrado mostrarlo, y su resultado es lo que podíamos esperar: abundante cosecha vocacional.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 2 DE OCTUBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 2


En el siglo de la productividad incentivada, los hombres nos estamos fijando más en hacer que en ser. Sin embargo, el hacer no tiene sentido si no es una exigencia del ser.

El hacer puede convertirse en un activismo, en un dinamismo, en una acción descontrolada, siempre que a ese hacer no responda un ser íntimo y profundo.

Porque, en ese caso, ese hacer se convierte en un estéril aparecer.
El ser exige una transformación sincera y profunda, que cambia toda mi vida y en consecuencia, también el hacer; y cambiar el hacer, porque entonces el hacer es legítimo, auténtico, profundo, apostólico.

Y el único que puede juzgarme si "soy" de verdad es mi propia conciencia.

Siempre que no la tenga o acallada o deformada; y mi conciencia, en último término no es sino la voz de Dios.

“Muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante” (Cant 2, 14). Es bueno hablar a Dios pero no es menos bueno, ni menos provechoso, oír la voz de Dios; nada de cuanto nosotros le podamos decir a Dios lo ignora Él; en cambio, Él puede decirnos muchas cosas ignoradas u olvidadas por nosotros.


* P. Alfonso Milagro

4 ENSEÑANZAS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE NUESTRO ÁNGEL DE LA GUARDA


4 enseñanzas del Papa Francisco sobre nuestro Ángel de la Guarda
Por Diego López Marina





 (ACI).- En varias oportunidades el Papa Francisco dedicó algunas reflexiones sobre la importancia de los Ángeles de la Guarda, también llamados Ángeles Custodios, cuya festividad se celebra este 2 de octubre.

Aquí 4 enseñanzas del Santo Padre para aprender a relacionarnos mejor con nuestro Ángel de la Guarda.

1.  El Ángel Guardián no es una doctrina fantasiosa

En el 2014, el Papa Francisco expresó durante la homilía de la Misa en la Casa de Santa Marta que el Ángel Guardián o Custodio sí existe, no es una doctrina fantasiosa sino un compañero que Dios ha puesto a cada uno en el camino de la vida.

“Echar a nuestro ángel del camino es peligroso, porque ningún hombre, ninguna mujer puede aconsejarse a sí mismo. Yo puedo aconsejar a otro, pero no puedo aconsejarme a mí mismo. Está el Espíritu Santo que me aconseja, está el ángel que me aconseja. Por eso tenemos necesidad. Esta no es una doctrina sobre los ángeles un poco fantasiosa: no, es realidad. Lo que Jesús, lo que Dios ha dicho: ‘Yo envío un ángel ante ti para custodiarte, para acompañarte en el camino, para que no te equivoques’”, expresó.


2. Los Ángeles luchan contra el demonio

El 29 de septiembre de 2014 el Papa señaló a Radio Vaticano que Satanás presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es la de destruir al hombre; y los ángeles luchan contra el demonio y nos defienden.

“Defienden al hombre y defienden al Hombre-Dios, al hombre superior, Jesucristo que es la perfección de la humanidad, el más perfecto. Por esto la Iglesia honra a los ángeles, porque son los que estarán en la gloria de Dios –están en la gloria de Dios– porque defienden el gran misterio escondido de Dios, es decir que el Verbo ha venido en la carne”, agregó.

3. Para escuchar a nuestro Ángel debemos ser dóciles

El 2 de octubre de 2015 el Papa dijo en la homilía de la Misa de la Casa de Santa Marta que “el cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad del Espíritu Santo comienza con esta docilidad a los consejos de este compañero de camino”.

Para ser dóciles, aconsejó el Papa, hay que hacerse pequeño, como niños. “Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en Su nombre, que nos sostiene con su ayuda”.


4. Se les debe respetar porque ellos siempre nos aconsejan

En la misma homilía el Santo Padre aseguró que el ángel de la guarda “está siempre con nosotros” y que “el Señor nos dice: ‘¡Ten respeto por su presencia! Escuchar su voz, porque él nos aconseja”.

También dijo que nuestro ángel es “un amigo que no vemos, pero que escuchamos”. Un amigo que un día “estará con nosotros en el Cielo, en la alegría eterna”.

“Y cuando nosotros, por ejemplo, hagamos una maldad y pensemos que estamos solos: ‘no, él está’. Cuando sentimos la inspiración: ‘haz esto… esto es mejor… esto no se debe hacer…’ ¡Escucha! ¡No te rebeles a él!”, manifestó.