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viernes, 4 de noviembre de 2016

SABER COMPROMETERSE



Saber comprometerse


Los niños y jóvenes Exploradores se comprometen a hacer al menos una buena acción cada día. A todos conviene entrenarse en este ejercicio cotidiano. Cada servicio solidario es como ladrillo de una maravillosa construcción que levantas para alegría de Dios. Él goza al ver que sus hijos desarrollan sus dones con generosidad. 

Hay quienes no tienen miedo de asumir compromisos en su entorno social. Pero hay otros que adoptan como norma el "no te metas", egoísta y estéril. Una cosa es meterse y otra muy distinta "entrometerse". Está muy bien que no te entrometas en la vida de los demás. Pero métete con ellos en el sentido de comprometerte, de preocuparte por su bien, por sus problemas, por sus necesidades. No te aísles dentro de ti mismo, no límites tu preocupación solamente a ti o a los tuyos. Convéncete que, de una o de otra forma, todos los seres humanos son tuyos. Despreocuparse del hermano es despreocuparse de Dios, que es Padre de todos.

El mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo, que es negación del amor y búsqueda desenfrenada del propio bienestar. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.


* Enviado por el P. Natalio 

EL ARTE DE CALLARSE


El arte de saber callarse



La reciente encíclica del papa Francisco, Amoris Laetitia (la alegría del amor), quizás sujeta a controversia, ha dejado huella, muy en especial una sección del “Capítulo cuarto: El amor en el matrimonio”, que ofrece una exégesis edificante sobre la Primera Carta de Pablo a los Corintios, un texto que, precisamente, se lee a menudo durante las misas de la celebración del matrimonio.

“El amor todo lo disculpa”
Pero en el texto, la reflexión sobrepasa el contexto del matrimonio. Es ante todo un tema de misericordia. El amor que celebra san Pablo como una virtud suprema y perdurable es un amor destinado a ser un patrón aplicable a todas las relaciones humanas. Por este motivo me impactó tanto la reflexión del papa en relación a la frase “el amor todo lo disculpa” (Amoris Laetitia, párrafos 112-113): “En primer lugar se dice que todo lo disculpa. Se diferencia de «no tiene en cuenta el mal», porque este término tiene que ver con el uso de la lengua; puede significar «guardar silencio» sobre lo malo que puede haber en otra persona. (…) En la defensa de la ley divina nunca debemos olvidarnos de esta exigencia del amor”.

No avivar el fuego
La sugerencia en este Año Jubileo de morderse la lengua como muestra de misericordia no es una simple opción, sino más bien una “exigencia del amor”. Muy a menudo, más de lo que me gustaría admitir, dar muestra de nuestro amor equivale a callarse. No es nada nuevo. En la carta de Santiago Apóstol, se habla sin ambages del poder destructor de un discurso irrespetuoso y pérfido, que reinaba por entonces en el seno de las primeras comunidades cristianas: “La lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas.  ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida” (Santiago 3: 5-6).

Hoy en día podríamos añadir a la lengua de la descripción de Santiago nuestros propios dedos que teclean o nuestros pulgares que golpetean para enviar mensajes. Son igualmente capaces de provocar o avivar un fuego y de destilar malicia en nuestras vidas.

En ciertas situaciones, mejor callarse…
Aquí hay varias situaciones en las que yo misma tengo que practicar mi misericordia y aprender a morderme la lengua (y otras situaciones en las que me arrepiento no haberme callado):

- Cuando tengo que decir la última palabra. Bien sea una pequeña riña familiar sobre a quién le toca hacer una tarea o bien un debate político en Internet, lo cierto es que rara vez sé cuándo parar. Pero en esto del amor y la misericordia no hay un marcador donde se vayan contando puntos (si no, ¿hasta dónde llegaríamos los pecadores?). Nadie (y nadie es nadie) tiene siempre el 100 por cien de la razón, y las cosas sobre las que debatimos rara vez son realmente significativas. No existe el calificativo de ‘buen perdedor’ por accidente; el que pierde y mantiene la compostura hace gala de gracia y bondad.

- Cuando me entero de un cotilleo jugoso. El papa Francisco califica el entusiasmo por el chismorreo como una “alegría oscura”, sobre todo cuando concierne a alguien que no nos gusta demasiado. Tengo que confesar que hablar sobre chismes me tienta tanto como el chocolate negro. Pero efectivamente, hablar mal de las personas o divulgar falsos rumores es como arrojar una cerilla encendida sobre campo seco. Una célebre anécdota relata que san Felipe Neri, aconsejando a un hombre que gustaba mucho del alcahueteo, le presentó la analogía de rajar una almohada de plumón en pleno vendaval y luego intentar recuperar todas las plumas esparcidas por doquier. Es tan imposible como imposible es medir las consecuencias de nuestros cotilleos. Morderse la lengua chismosa supone también no escuchar ni leer los chismorreos que me rodean.

- Cuando me siento más lista que los demás. Me crie en ese tipo de familia irlandesa donde el amor se expresa a través del sarcasmo. Con cada provocación maliciosa nos endurecíamos como el hierro se endurece en acero. Mi ingenio tiene un toque ácido, aunque sin maldad, pero que me ha pasado factura en mis relaciones con los demás. En la comedia shakespiriana “Mucho ruido y pocas nueces”, los amantes pendencieros se consumen mutuamente a golpe de burla. “¡Oh Dios!”, exclama Benedicto (muy versado siempre en el arte del sarcasmo) en relación a Beatriz: “He aquí, señor, un plato que no es de mi gusto: no puedo tragar a esta señora Lengua”. Puede que sea demasiado tarde para mí como para no comer de ese plato, pero sí puedo tratar de negarme a probar el sarcasmo diariamente con todas las salsas que encuentre.

- Cuando lo que intento es ayudar a los demás, ¡caray! Es una trampa en la que muchos de nosotros caemos: nos precipitamos a responder al silencio o la tristeza o la necesidad de los demás con una riada de consejos que nadie nos ha pedido. Sin embargo, en la mayor parte de las situaciones de este tipo, la verdadera ayuda consiste en callarse y escuchar, ser una presencia receptiva, silenciosa y misericordiosa. En vez de esto, a menudo respondo en Internet con hipervínculos a webs de medicina, sugiero un psicoanalista aficionado o (aún peor), cuento anécdotas sobre mi vida para explicar que mi experiencia es mucho peor. Todas estas respuestas son una falta de respeto hacia la persona que a la que intentaba ayudar. Tal vez no me vendría mal tener una notita en mi despacho que me recordara callarme y rezar. Sí, yo, ahora mismo.

Durante este año de la misericordia, y espero que también después, voy a intentar estar más atenta y morderme la lengua cuando sea necesario, por el amor misericordioso. ¿Rezaríais conmigo por este propósito? Sí, ahora mismo.


© Joanne Mc Portland (Aleteia)   

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 4 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 4


La alegría es la señal patente de que Dios está en el alma.
Paul Claudel pone en boca de uno de sus personajes: "Dios mío, tú me habías dado la posibilidad de hacer que todo aquél que me mirara tuviera deseos de cantar, como si yo le diera el tono en voz baja"

Muchos esperan ser felices para reírse; por eso quizá mueren sin haber reído nunca, pues no han sido felices por no haber encontrado nunca a Dios, que es la verdadera fuente de toda alegría.

Haz de procurar que tu vida no sea una risa; pero también haz de esforzarte para que tu risa sea vida: algo que vivifique a cuantos te rodean.

Muchas veces se te presentarán oportunidades de ofrecer esa limosna a un prójimo necesitado de tu ayuda: todos necesitan la ayuda de tu sonrisa.

“El necio se ríe a carcajadas, pero el hombre sagaz sonríe apenas y sin estrépito” (Eclo 21,20). Quiere esto decir que la alegría del hombre sensato, del hombre que posee a Dios, es una alegría, por lo profunda, serena y permanente, que no se disuelve con el estruendo de una carcajada sino que penetra el fondo del corazón, lo invade y tranquiliza.


* P. Alfonso Milagro

CRISTO ES EXIGENTE


Cristo es exigente
No se conforma con una entrega a medias, quiere nuestro corazón totalmente para Él, pide todo.


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net 




Suele suceder que al escuchar hablar de la santidad, nos sentimos poco aludidos, poco comprometidos. Más bien solemos dejar este tema para otros, para los especialistas, para "los que sí pueden". Quizá para los religiosos y consagrados, pero no para un cristiano de la calle, con sus cotidianos obstáculos y ocupaciones. Por supuesto que el problema fundamental está en que nunca nos planteamos seriamente la pregunta sobre la santidad. Nos parece un edificio demasiado alto, posible sí, pero... para otro.

Al leer el Evangelio, podemos percibir la llamada alentadora de Cristo: "Siéntate y haz cuentas, ya verás que tienes recursos suficientes para construir una torre más alta de lo que tú crees".

Jesucristo es exigente, no se conforma con una entrega a medias, quiere nuestro corazón totalmente para Él; pide todo. Nos dice: Si alguno viene y no aborrece a su padre, a su madre,... y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo. Más aún, incluso cuando ya lo hemos dejado todo nos pide una cosa más: El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Es preciso dar la vida por Él, como Él mismo la dio por nosotros. En definitiva, vemos que Cristo nos pide ser santos, quiere que todos los que asuman su doctrina como norma de vida, sean verdaderos hombres de Dios, desprendidos de todo, dedicados a Él.

Y lógicamente nos parece demasiado arduo. Incluso es posible que hayamos dejado de considerarlo como una posibilidad. Cristo en este pasaje nos invita a hacer cuentas para ver si tenemos o no para terminar la obra de la santidad. Pero su idea no es para que nos retiremos decaídos y desanimados: "No, no soy capaz de construirla". Jamás ha pretendido Cristo que hagamos las paces con el enemigo de nuestras almas. Por tanto, si nos invita a deliberar si podemos hacerle frente, es para que nos convenzamos de que realmente somos capaces de vencer, de que somos más fuertes de lo que nos imaginamos. Podemos atrevernos a atacar con la plena seguridad de que saldremos victoriosos.

Tenemos el material suficiente para levantar ese gran edificio de nuestra santidad. Contamos con las tropas necesarias para vencer al enemigo de Cristo en nosotros. Basta que hagamos cuentas, conscientes de que nunca seremos tentados más allá de nuestras fuerzas.

Cuando Dios llama a alguien, lo toma y lo coloca en estado excepcional de avanzada, de exigencia de perfección y de responsabilidad, ante el cual el elegido se encuentra ahí, solo, inerme, vulnerable por todas partes, débil y pecador. Ante ello, sólo queda una alternativa: o la de huir aterrorizado o la de creer en la fidelidad de Dios.

HOY ES PRIMER VIERNES DEL MES, DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


PRIMER VIERNES DEL MES DE NOVIEMBRE
DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS





Breve Consideración

Jesús a su hija Margarita María de Alacoque: "Así herido como me ves, me han puesto varias almas, que me acaban de maltratar por una Comunión indigna: han hecho revivir todos los dolores de mi Pasión. !Y son almas escogidas! !Mira la herida que me infieren los de mi casa y de mi pueblo! Los otros, los extraños, se conforman con flagelarme, pero éstos !ay!, lastiman mi Corazón que no ha cesado de amarles un instante".



ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS POR MEDIO DE LA VIRGEN SANTÍSIMA

!Santísima Virgen, Madre de Dios y querida Madre y abogada nuestra! Tus hijos, unidos en un mismo sentimiento de cariño, nos arrojamos a tus plantas deseosos de renovar el propósito de servirte con la mayor fidelidad. Te suplicamos que nos consagres, como esclavos tuyos, al adorable Corazón de Jesús, con todo lo que somos, sin reservarnos cosa alguna, pues no queremos tener otra libertad que la de amarle, ni otra gloria que la de pertenecerle en calidad de siervos y víctimas de su amor.

!Oh María, esperanza nuestra! Haz que sintamos cuán poderosa eres con el Corazón de Jesús, y acredita tu valimiento cobijándonos en él, como en mansión perpetua. Ruégale que ejercite su dominio supremo en nuestras almas, reinando por amor a nuestros corazones, a fin de que nos consuma y transforme totalmente en sí. Sea Él nuestro tesoro, nuestra delicia, nuestro amor y nuestro Todo en todas las cosas, destruyendo y anonadando en nosotros todo lo que sea nuestro, y poniendo en su lugar todo lo que es suyo. Sea Él el sostén de nuestra incapacidad, la fuerza de nuestra flaqueza y la alegría de todas nuestras tristezas.

!Oh Sagrados Corazones de Jesús y de María! Remediad todas las miserias de los nuestros, suplid por todo lo que nos falta y consumid nuestras frialdades y tibiezas, ya que ciframos nuestra felicidad en vivir y morir como esclavos del adorable Corazón de Jesús y como siervos de la dulcísima Madre. Así sea.

(De Santa Margarita María de Alacoque)



UNDECIMA PROMESA QUE SE CUMPLE EN EL MES DE NOVIEMBRE:

Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre grabado en mi Corazón y jamás será borrado de el.


Agradezcamos al Salvador tan consoladora promesa, y pidámosle que nos haga acreedores a semejante predestinación, recitando las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús:



V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, óyenos.
R: Cristo, óyenos.
V: Cristo, escúchanos.
R: Cristo, escúchanos.

V: Dios, Padre celestial,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Espíritu Santo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Trinidad Santa, un solo Dios,

R: ten piedad de nosotros.

V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
R: Ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
seno de la Virgen María, R/.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al
Verbo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y la ciencia, R/.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
de la divinidad, R/.
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
complacencias, R/.
Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido, R/.
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
y esperan, R/.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: perdónanos, Señor.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: óyenos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: ten piedad y misericordia de nosotros.
V: Jesús, manso y humilde de corazón,
R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
V: Sagrado Corazón de Jesús,
R: en Vos confío.

V: Sagrado Corazón de María,
R: salvad el alma mía.

V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
R: salvad almas y salvad el alma mía.



UNA PALABRA DE MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE A SUS HERMANOS LOS ASOCIADOS:

"No os arredren las contradicciones en la obra de amor y sacrificio por el  Corazón de Jesús...  El mismo Salvador me ha asegurado que reinará a pesar de las oposiciones, y no obstante sus enemigos. !Oh, sí!, el infierno no podrá nada en contra de este último esfuerzo de Jesús. !Ánimo, pues, y apresuremos la victoria de su Sagrado Corazón!

Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.



ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

San José, Ruega por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.