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jueves, 1 de diciembre de 2016

SEÑOR, AMIGO DE LA VIDA


Señor, amigo de la vida 


“¿Por qué en un mundo que se dice civilizado, la muerte, no sólo ha extendido su dominio, sino que se ha desacralizado ese misterio respetado incluso por los paganos? ¿Por qué la muerte, si es tanta la sed de vivir? ¿No hemos nacido para vivir? ¿Por qué esa furia ciega, esa carrera alocada hacia la destrucción de la vida? 

Yo venía de oír la radio y dar un vistazo al diario: “Chofer de camión, cargado con dinamita, se lanza contra un edificio, se temen víctimas”. “Mujer con sus dos hijos se lanza al metro”. “Gresca en una boda: un centenar de contusos”. (Señor, ¡qué mal comienzo, en una boda!), y una noticia que me ha entristecido mucho: el Director de un hospital local denunciaba unos mil abortos ocurridos en el último año, en su mayoría de muchachas adolescentes... Sin hablar de secuestros, violaciones y robos... 

Ayúdanos, Señor, a sentir lo que es vivir, a redescubrir las alegrías de la vida cotidiana: los amigos, la luz, la belleza, la bondad, el compartir, las fiestas…, lo que da sabor al vivir. Señor, amigo de la vida, danos vivirla en plenitud, y, agradecidos, ser siempre portadores de vida (Spoletini)”. Aprecia y respeta la vida, don inapreciable del amor de Dios.


* Enviado por el P. Natalio 

EL ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA


El Adviento, tiempo de esperanza
Adviento. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo?


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 






Cada tiempo, en el ciclo litúrgico de la Iglesia, tiene una peculiaridad. Y así como la Pascua habla de la alegría por la victoria de Jesucristo, y la Cuaresma del esfuerzo y de la purificación sacrificada que hay que ir realizando en la propia vida para poder llegar a Cristo, el Adviento se convierte para los cristianos en un tiempo de levantar los ojos de cara a la promesa que Nuestro Señor hace a su Iglesia de estar con nosotros. El Adviento es la preparación de la venida del “Emmanuel”, es el tiempo del cumplimiento de la promesa de Dios.

El Adviento está tocado, de una forma muy particular, por la característica de la esperanza. La esperanza como virtud que sostiene al alma, que consuela al ser humano. Teniendo en cuenta este sentido esperanzador del Adviento, creo que cada uno de nosotros tendría que reflexionar sobre el tema de lo que es la esperanza en su vida.

Cuántos desánimos, cuántas fragilidades, cuántas decepciones, cuántas caídas y cuántos momentos de rendirse a la hora del trabajo espiritual, apostólico y familiar no tienen otra fuente más que la falta de esperanza. La falta de esperanza es fruto de una falta de fortaleza que, al mismo tiempo, es el resultado de la carencia de perspectivas de cara al futuro, que es lo acaba por hundir al alma en sí misma y le impide mirar hacia el futuro, mirar hacia Dios.

Ahora bien, la esperanza tiene dos facetas que debemos considerar de cara al Adviento. Hay una primera, que es una faceta de dinamismo. La esperanza empuja, porque es como quien ve la meta y ya no se preocupa de si está cansado o no, de si las piernas le duelen o no, ni de la distancia a la que viene el otro detrás. Sabe hacia dónde se dirige, tiene una meta presente y corre hacia ella.

La esperanza es algo semejante a cuando uno está perdido en el campo, y de pronto ve en la lejanía un punto que reconoce: un árbol, una casa, una parte del camino; entonces, ya no le importa por dónde tiene que ir atravesando, lo único que le interesa es llegar al lugar que reconoce. La esperanza es algo que te sostiene y te permite seguir adelante sin preocuparte de las dificultades que hay en el camino.

La segunda faceta de la esperanza es la purificación, que produce un efecto correctivo y transformador en la persona. La esperanza, al mostrarme el objeto al cual tiendo, me muestra también lo que me falta para lograr alcanzarlo. Por eso la esperanza se convierte no en una especie de resignación o de ganas de hacer algo, sino en un fermento dentro del alma.

Si Cristo es mi esperanza, ¿qué me falta para alcanzarlo? Si la armonía de mi familia es mi esperanza, ¿qué me falta para conseguirla? Si mi hijo necesita que yo le dé este o aquel testimonio, ¿qué me falta para podérselo dar? La esperanza se convierte en aguijón, en resorte dentro del alma para que uno pueda llegar a obtener lo que espera.

Es necesario que en nuestras vidas existan estas dos dimensiones de la esperanza: la dimensión dinámica y la dimensión de la purificación. Si nada más te quedas en el sostenerte, nunca te vas a transformar, nunca vas a llegar. Y si nada más te quedas en el transformarte, al ver lo duro, lo difícil y lo áspero de esta transformación, puedes caer en la desesperanza.

Aprendamos, entonces, a vivir en este tiempo de Adviento con la mirada dirigida hacia Cristo, que es el objeto de nuestra fe. Pidámosle al Señor que nos permita encontrarlo y recibirlo, y que nos otorgue la gracia de sostener nuestro corazón en el arduo trabajo diario de santificación.

Les invito a que con la esperanza como virtud central en este tiempo de Adviento, podamos repetir lo que dice el salmo 26: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?”.

PAPA FRANCISCO Y LOS TRES TIPOS DE RESISTENCIA A NUESTRA CONVERSIÓN


Papa Francisco: Hay 3 tipos de resistencias que impiden la conversión
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 01 Dic. 16 / 06:47 am (ACI).- En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco alertó ante 3 tipos de resistencias en el corazón que impiden la acción de la gracia, la conversión; y animó a encontrarlas, identificarlas y a confrontarlas sin temor.

“A veces encontramos en nuestros corazones resistencias al Señor” que son finalmente “resistencias a la gracia de Dios”. “No tengan miedo cuando cualquiera de ustedes, cualquiera de nosotros, encuentre una resistencia en el corazón”, exhortó.

Francisco habló de tres tipos de resistencia: la resistencia de las “palabras vacías”, la resistencia de las “palabras justificadoras”, y la resistencia de las “palabras acusatorias”.

1.- Resistencia de las “palabras vacías”

Para describir en qué consiste la primera, la resistencia de las “palabras vacías”, el Santo Padre se refirió a la parábola de los dos hermanos a los que su padre pide ir a la viña: uno dice que no va, pero al final va, el otro dice que va pero al final no va.

Este último “dice que sí a todo, muy diplomáticamente, pero en realidad está diciendo ‘no, no, no’”, explicó Francisco.

“Tantas buenas palabras: ‘¡Sí, sí, sí!’; cambiaremos del todo’. Sí, pero luego no cambias nada, ¿no? Ahí está el ‘gatopardismo’ espiritual, aquel que dice a todo ‘sí’, pero luego es todo ‘no’. Esa es la resistencia de las palabras vacías”.


2.- Resistencia de las “palabras justificadoras”

Después tenemos la resistencia de las “palabras justificadoras”, que se produce cuando una persona se justifica continuamente: “siempre hay una razón para oponerse”.

Cuando hay tantas justificaciones “no es el buen olor de Dios, es el mal olor del diablo”. “El cristiano no tiene necesidad de justificarse, porque ya está justificado por la Palabra de Dios”.

Esa resistencia de las “palabras justificadoras” consiste en “tratar de justificar mi postura para no seguir aquello que el Señor me indica”.

3.- Resistencia de las “palabras acusatorias”

Por último, está la resistencia de las “palabras acusatorias”. “Cuando acusamos a los demás sin mirarnos a nosotros mismos. No sentimos que tengamos necesidad de conversión, y así nos resistimos a la gracia de Dios, como queda reflejado en la Parábola del fariseo y el publicano”, dijo el Papa.

“Esta resistencia oculta, que todos tenemos, ¿de qué naturaleza es?”, se preguntó el Pontífice. Lo cierto es que “siempre aparecen para detener un proceso de conversión. ¡Siempre!”.

Se trata de tentaciones que “ofrecen una resistencia pasiva, en secreto”, pero también ayudan a madurar en la fe y a consolidar el acercamiento al Señor.

“Cuando hay un proceso de cambio en una institución, en una familia, a veces oigo decir: ‘Siento una resistencia…’. ¡Gracias a Dios! Si no hubiera resistencia, no sería de Dios”.

La resistencia a la gracia, precisó el Papa Francisco, es un buen signo “porque indica que el Señor está trabajando en nosotros” peroes necesario “ir despojándonos de la resistencia para que la gracia avance”.


Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Mateo 7:21, 24-27

21 «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.

24 «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:

25 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.

26 Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena:

27 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».

1 DE DICIEMBRE, DÍA MUNDIAL DEL SIDA


Hoy 1 de diciembre es el Día Mundial del SIDA, recemos con la Iglesia por todos los que sufren

 (ACI).- Cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la lucha contra el SIDA, una enfermedad que continúa cobrando muchas vidas. La Iglesia Católica es la institución que más hace por las víctimas, atendiendo a uno de cada cuatro enfermos en todo el mundo.

Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA o UNAIDS en inglés), en el 2014, 36.9 millones de personas vivían con el VIH. Es decir, seres humanos que  tienen el virus, pero que aún no han desarrollado la enfermedad y para quienes es importante el uso de los retrovirales.

En junio de 2015 solo 15.8 millones tenían acceso al tratamiento antirretroviral y más del 50 por ciento no podían acceder al mismo, entre ellos aproximadamente 1.8 millones de niños.

Asimismo sólo en 2014, “alrededor de 2 millones de personas se infectaron con el VIH y 1.2 millones de personas murieron de enfermedades relacionadas con el SIDA”, indica UNAIDS.


Un dato preocupante que dan a conocer los expertos es que la cantidad de personas que no saben que están infectadas asciende a 17. 1 millones.

A diferencia de muchos organismos e instituciones que proponen métodos anticonceptivos como el uso del preservativo (condón) para frenar el SIDA, la Iglesia destaca que la fidelidad en los esposos y la castidad hasta el matrimonio es el medio más seguro para evitar todo tipo de enfermedad de transmisión sexual.

San Juan Pablo II, con motivo de la Jornada Mundial del enfermo 2005, envió un mensaje al mundo y recordó que para combatir el SIDA de modo responsable “es preciso aumentar su prevención mediante la educación en el respeto del valor sagrado de la vida y la formación en la práctica correcta de la sexualidad”.

“En efecto, aunque son numerosas las infecciones que se transmiten por contagio a través de la sangre especialmente durante la gestación -infecciones que hay que combatir con todo empeño-, mucho más numerosas son las que se producen por vía sexual, y que pueden evitarse sobre todo con una conducta responsable y la observancia de la virtud de la castidad”, enfatizó.

Hasta el año 2010, del total de personas infectadas en el mundo con el VIH/SIDA, aproximadamente el 25 por ciento era atendida por alguna institución de la Iglesia Católica. Este porcentaje aumentaba en el caso de África, en donde la Iglesia cuidaba de casi el 50 por ciento de los afectados por este flagelo.


En los últimos años, con el impulso del Papa Francisco, esta ayuda caritativa y de amor al prójimo ha ido en aumento, lo que convierte a la Iglesia en una de las instituciones más importantes a nivel mundial en este tema.

Por ello, en este día especial de lucha contra el SIDA, unidos a miles de cristianos, proponemos la siguiente oración para que Dios dé fortaleza a los que sufren de este mal.



Oración por los enfermos de SIDA

Oh Dios, Padre nuestro, escucha nuestra oración por los que están enfermos por el SIDA, por los que están en peligro de muerte. Concédeles el consuelo de tu presencia, haz que busquen tu rostro, y encuentren la fuerza en ti que eres la fuente de la vida. Señor Jesús, escucha nuestra oración por los que acaban de enterarse que están infectados por el virus VIH pero que no están aún enfermos. Recuérdales que tienen aún una vida ante ellos: haz que encuentren en ti la Vida, el Camino y la Verdad. Espíritu Santo de Dios, escucha nuestras oraciones por los que se ocupan de las personas enfermas de SIDA. Concédeles la certeza de la presencia del Padre y el amor de Jesús. Concédeles tu consuelo, dales tu paz. Padre, te rogamos para que todos oigamos tu llamada en estas circunstancias, una llamada de arrepentimiento, una llamada de ayuda a los otros. Ayúdanos para que podamos vivir de manera responsable, no pensando solamente en nosotros sino también en los que están en nuestro entorno. Te rogamos por los científicos y los médicos para que encuentren un remedio al Sida. Guíanos para que podamos dar tu consuelo a los que tienen necesidad de ayuda. Eleva nuestros corazones de compasión para que los enfermos de Sida tengan la certeza de que la Iglesia los ayudará; Guíanos para que sepamos cómo ayudar a los que tienen necesidad. Esto te lo pedimos porque tu misericordia por nosotros es inmensa. Señor de misericordia, escucha nuestra oración. Amén.

PARA ENCONTRAR A DIOS HAY QUE TRATARLE


Para encontrar a Dios hay que tratarle
Un trato de corazón a corazón, fruto del amor y no de la costumbre, creando un ambiente de fe y amor.


Por: P Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net 




Una mujer comenzó a ir con sus padres a Misa por costumbre. Después, al profundizar en la fe, vio que "empezaba a tener otro sentido, un sentido de compromiso, me sentí más implicada... descubrí el valor de la Eucaristía como un encuentro con Cristo..."

En nuestra sociedad actual, la asistencia a Misa depende de la costumbre del entorno familiar, de la fe que se ha recibido desde pequeños… y cuando se asiste a Misa por ejemplo en acontecimientos sociales o fiestas principales, incluso los que no saben "qué pasa ahí" sienten alguna motivación, el gusanillo de profundizar, pues no solo queremos vestirnos de fiesta sino que queremos participar en la fiesta, celebrarla. Como en las familias, que tienen un plato preferido para ciertas celebraciones. Queremos tener una relación viva y personal, maravillosa, con Jesús. Qué lástima, escuchar palabras y cantos, pero no gozar plenamente de las emociones estéticas en la música o en la belleza de las celebraciones, al no vivir la esencia de la Misa y de la comunión... Recuerdo un compañero de estudios que iba a la catedral de Córdoba a escuchar la Misa del domingo fascinado por la belleza de la liturgia y la música. Es difícil entender a Bach sin su fe, pues muchas composiciones están unidas a un sentimiento.

Hemos de conocer lo esencial de la vida. Muchas veces vamos por la vida buscando la felicidad, y no la encontramos... más tarde nos damos cuenta de que estaba allí al lado, en las cosas pequeñas de cada día, en las cosas obvias, que son las que olvidamos más fácilmente, y así nos va... Como el sentido religioso, el sentido trascendente de las cosas. Olvidamos las cosas que no proporcionan un inmediato beneficio práctico con la excusa de que "no sirven para nada", cuando son las que más sirven. Cuando faltan estas cosas, nos damos cuenta de que la vida no sirve para nada. Cuentan de una araña que se dejó caer por uno de sus hilos desde un árbol, para anclar los soportes alrededor de una rama y tejer su telaraña, esa malla que va engrandeciéndose con sucesivas vueltas, hasta completar su obra. Entonces, paseándose por su territorio, orgullosa de su realización, mira el hilo de arriba y dice: "éste es feo, vamos a cortarlo", olvidando que era el hilo por donde empezó todo, el que sustentaba todo. Al cortarlo, la araña desmemoriada cayó enredada en su red, prisionera de su obra. Así nosotros, encerrados en la obra de nuestra inteligencia o en el cuidado de tantas cosas... podemos olvidar la esencial, cuando cortamos el hilo de soporte. ¡No prescindamos de Dios! Es el soporte de todo lo invisible, los valores de amor y respeto a los demás, en definitiva, de la felicidad. Esta dimensión invisible de la vida. Si no, nos enmarañamos en cosas que nos hacen perder la libertad.

La necesidad de dar culto a Dios está en lo más profundo de nuestro interior (y cuando no le hacemos caso, se proyecta en forma de supersticiones varias, idolatrías de todo tipo, sectas variopintas pero peligrosas algunas de ellas, o una apatía brutal por la que no se ve sentido a nada...) Estamos en una época de "complejidad", en la que hay avances técnicos de todo tipo (en el campo científico, en el genético, en la informática...) y en medio del estado de bienestar, muchos de nuestros compañeros de viaje están prisioneros de la angustia ante el futuro, tienen miedo, incluso miedo a vivir. ¿Por qué tanta inseguridad? Porque quizá hoy se absolutiza el bienestar y éste no da respuesta al sentido de la vida, impide volar hacia arriba, mirar el cielo, en ese horizonte no hay Dios; es el gran ausente.

Todo ello causa el sentimiento de "insoportable ligereza del ser". En medio del pensamiento moderno que tiene tantas cosas buenas tenemos al hombre enfermo de frustración y un deseo de búsqueda de Dios, de ahí las profecías de que el siglo XXI sería "místico", porque es la única forma de recuperar el norte. Se intuye que la medicina es la misma: recuperar la idea de Dios, que sirve para cultos e ignorantes, enfermos y sanos, pobres y ricos...

Pero para hallar a Dios hay que tratarle, darle culto. Y no externo, sino que implique la conciencia, un trato de corazón a corazón, fruto del amor y no de la costumbre, creando un "espacio interior" en nuestra conciencia, solos ante el espejo ante el cual encontramos el sentido de la vida, la seguridad que nos falta.

La religión pertenece a las cosas importantes de la vida. Cuentan de un barquero que llevaba gente de un lado a otro de un gran río, y un día subió un sabiondo que empezó a increparle diciéndole: "¿conoces las matemáticas?" -"no", contestó el barquero. -"Has perdido una cuarta parte de tu vida. ¿Y la astronomía?" -"¿Esto se come o qué?", contestó el pobre. "-Has perdido dos cuartas partes de tu vida". -"¿Y la astrología?" -"Tampoco", dijo el barquero. "-¡Desgraciado, has perdido tres cuartas partes de tu vida!". En aquel momento la barca se hundió, y viéndolo que se lo llevaba la corriente, le dijo el barquero: -"¡Eh, sabio!, ¿sabes nadar?" -"¡No!", contestó desesperado. -"Pues has perdido las cuatro cuartas partes de tu vida, ¡toda tu vida!" Pues para quien va por un río, lo importante no es saber tantas cosas sino saber nadar. Así las cosas esenciales de la vida, muchas veces olvidadas, son saber quién soy, de dónde vengo y adónde voy, y descubrir el sentido religioso y -como dice el viejo refrán- al final de la vida el que se salva sabe y el que no, no sabe nada. Los peces se ahogan sin agua y los hombres se asfixian sin aire, así nuestra alma sufre asfixia si no tiene saciada esta sed de Dios, pues el corazón del hombre está inquieto y sin paz hasta que reposa en Él.

La religión es una experiencia personal de la que no podemos prescindir, es una necesidad. Y también es social, constituye una de las tradiciones no sólo culturales sino también basilares de la misma familia: la familia que reza unida permanece unida, dice el refrán. Ante una crisis familiar, para resistir ante las dificultades, es importante ver el cielo, recordar el sentido divino del contemplar el cielo.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 1 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 1



"Mi corazón y mi lengua han hecho un trato: que mientras mi corazón esté enfurecido, mi lengua guardará silencio"
Este programa de vida está lleno de psicología.
Las palabras responden a los sentimientos, y los sentimientos a las ideas; de ahí que nos resultará imposible dominar nuestras palabras si no somos dueños de nuestros sentimientos; y estos sentimientos se irán moderando según la fuerza de nuestras ideas.
A un corazón que no se domina, responderán palabras violentas e hirientes; a un corazón lleno de sí mismo sucederán palabras y actitudes despectivas para los demás.
Calla, pues, mientras tu corazón no esté sereno y en calma; no hables, pues seguramente deberás arrepentirte de lo que digas o, al menos, del modo cómo lo digas, o del momento en que lo digas.
Si en general el corazón no suele ser buen consejero, menos lo será cuando no se halle en paz y no se sienta dueño de sí mismo.
“Me alegré mucho cuando llegaron algunos hermanos y dieron testimonio de tu adhesión a la verdad, porque efectivamente vives de acuerdo con ella” (3 Jn 1). ¿Podría decirse con justicia, como lo afirma Juan de su discípulo, que vives según la verdad? Pero ten presente que esa verdad a la que se refiere el apóstol no es tanto la verdad conceptual cuanto la verdad que se vive.


* P. Alfonso Milagro