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sábado, 24 de diciembre de 2016

DECÍDETE POR DIOS


Decídete por Dios


La Reina de la Paz te deja hoy un mensaje para la próxima Navidad. Te anima a decidirte por Dios, entregarte a él, ponerlo en el primer lugar en tu propia vida y en tu hogar. Es nada más ni nada menos que decidirte a hacer realidad el precepto del Señor, Creador nuestro: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas”.

“¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, les traigo al pequeño Jesús para que él los bendiga con su bendición de paz y de amor. No olviden que ésta es una gracia que muchas personas ni conocen ni aceptan. Por eso, ustedes, los que se dicen míos y que buscan mi ayuda, entréguense completamente. Por encima de todo, den su amor y su ejemplo en sus familias. Ustedes dicen que la Navidad es una celebración familiar. Por eso, queridos hijos, den a Dios el primer lugar en sus familias, a fin de que él pueda darles a ustedes la paz y pueda protegerlos. Decídanse por Dios y entonces ustedes lo tendrán todo. ”

Con sencillas palabras la Madre te recuerda lo que Jesús dijo (Mt. 6, 33) y que tantas veces olvidamos: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura”. Esto es decidirse por Dios, darle el primer lugar… y él no se dejará superar en generosidad, a cambio ¡lo tendrás todo! Esto es fe. Atrévete a la entrega completa.


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO EN NAVIDAD: RENUNCIEMOS A LA TRISTEZA


Papa Francisco en Navidad: Renunciemos a la tristeza y lo efímero porque ha nacido Dios
Foto: ACI Prensa



VATICANO, 24 Dic. 16 / 04:21 pm (ACI).- En la Misa que presidió a las 21:30 horas de Roma en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco explicó el verdadero sentido de la Navidad: “Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios”.

“El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará”, afirmó.

En la homilía que pronunció el Pontífice, también afirmó que “la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece”.

“Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más”. Dejémonos tocar por la ternura que salva”, invitó el Papa.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). Las palabras del apóstol Pablo manifiestan el misterio de esta noche santa: ha aparecido la gracia de Dios, su regalo gratuito; en el Niño que se nos ha dado se hace concreto el amor de Dios para con nosotros.


Es una noche de gloria, esa gloria proclamada por los ángeles en Belén y también por nosotros hoy en todo el mundo. Es una noche de alegría, porque desde hoy y para siempre Dios, el Eterno, el Infinito, es Dios con nosotros: no está lejos, no debemos buscarlo en las órbitas celestes o en una idea mística; es cercano, se ha hecho hombre y no se cansará jamás de nuestra humanidad, que ha hecho suya.

Es una noche de luz: esa luz que, según la profecía de Isaías (cf. 9,1), iluminará a quien camina en tierras de tiniebla, ha aparecido y ha envuelto a los pastores de Belén (cf. Lc 2,9).

Los pastores descubren sencillamente que «un niño nos ha nacido» (Is 9,5) y comprenden que toda esta gloria, toda esta alegría, toda esta luz se concentra en un único punto, en ese signo que el ángel les ha indicado: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12).

Este es el signo de siempre para encontrar a Jesús. No sólo entonces, sino también hoy. Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios.

Con este signo, el Evangelio nos revela una paradoja: habla del emperador, del gobernador, de los grandes de aquel tiempo, pero Dios no se hace presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende.

Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido de la vid

Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos «pesebres donde se devora su dignidad»: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes.

Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas. ´`´`El misterio de la Navidad, que es luz y alegría, interpela y golpea, porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza. Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Así sucedió a José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un pesebre, «porque no tenían [para ellos] sitio en la posada» (v. 7): Jesús nace rechazado por algunos y en la indiferencia de la mayoría.

También hoy puede darse la misma indiferencia, cuando Navidad es una fiesta donde los protagonistas somos nosotros en vez de él; cuando las luces del comercio arrinconan en la sombra la luz de Dios; cuando nos afanamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado.

Pero la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece. Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más. Nace en Belén, que significa «casa del pan». Parece que nos quiere decir que nace como pan para nosotros; viene a la vida para darnos su vida; viene a nuestro mundo para traernos su amor. No viene a devorar y a mandar, sino a nutrir y servir.

De este modo hay una línea directa que une el pesebre y la cruz, donde Jesús será pan partido: es la línea directa del amor que se da y nos salva, que da luz a nuestra vida, paz a nuestros corazones.

Lo entendieron, en esa noche, los pastores, que estaban entre los marginados de entonces. Pero ninguno está marginado a los ojos de Dios y fueron justamente ellos los invitados a la Navidad. Quien estaba seguro de sí mismo, autosuficiente se quedó en casa entre sus cosas; los pastores en cambio «fueron corriendo de prisa» (cf. Lc 2,16).

También nosotros dejémonos interpelar y convocar en esta noche por Jesús, vayamos a él con confianza, desde aquello en lo que nos sentimos marginados, desde nuestros límites. Dejémonos tocar por la ternura que salva. Acerquémonos a Dios que se hace cercano, detengámonos a mirar el belén, imaginemos el nacimiento de Jesús: la luz y la paz, la pobreza absoluta y el rechazo.

Entremos en la verdadera Navidad con los pastores, llevemos a Jesús lo que somos, nuestras marginaciones, nuestras heridas no curadas. Así, en Jesús, saborearemos el verdadero espíritu de Navidad: la belleza de ser amados por Dios. Con María y José quedémonos ante el pesebre, ante Jesús que nace como pan para mi vida. Contemplando su amor humilde e infinito, digámosle gracias: gracias, porque has hecho todo esto por mí.

ORACIÓN PARA BENDECIR LA MESA EN NAVIDAD


Oración para bendecir la mesa en Navidad



(ACI).- Las fiestas de Navidad suelen ser ocasión para reunir en casa a familiares y amigos. Compartimos una sencilla oración publicada por la Diócesis de Málaga en España para bendecir la mesa.


Bendice, Señor, nuestra mesa en esta noche de Luz.
Quienes vamos a cenar celebrándote sabemos que la fiesta eres Tú que nos invitas a nacer siempre de nuevo.
Gracias por el pan y el trabajo, por la generosidad y la esperanza.
Llena nuestra mesa de fuerza y ternura para ser personas justas, llena de paz nuestras vidas y que la amistad y la gratitud alimenten cada día del año.
Tú eres bendición para nosotros, por eso, en esta noche fraterna, bendice la tierra toda, bendice nuestro país.
Bendice esta familia y esta mesa.
Bendícenos a cada uno de los que estamos aquí.
Amén.

ORACIÓN FAMILIAR PARA PONER AL NIÑO EN EL PESEBRE


Oración familiar para poner al Niño en el pesebre



 (ACI).- Antes de la medianoche del 24 de diciembre, cuando estés reunido o reunida con tu familia para colocar la imagen del Niño Dios en el pesebre, te invitamos a recitar esta breve oración para pedirle a Jesús que también nazca en tu corazón y en el de tus seres queridos.

Lector 1:

Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:

En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por nuestros amigos, vecinos y por las personas que trabajan con nosotros.

Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.

Hoy, al contemplar el pesebre, recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2:

Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tú nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.

Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.

(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre, o si ya está allí, se coloca un pequeño cirio o una velita delante de Él).

Lector 3:

Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.

Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.

Amén.

Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria.

Para finalizar se puede entonar algún villancico y todos se dan un abrazo de paz.

QUÉ OFRECERÉ AL NIÑO JESÚS COMO MI REGALO DE NOCHEBUENA?


¿Qué ofreceré al niño Jesús como mi regalo de Nochebuena?
¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?

Algunas opciones que podrían ser de gran agrado para Jesús, José y María.


Por: Mayra Novelo de Bardo | Fuente: Catholic.net 




Preparar la Navidad sin perder la esencia de esta fiesta hoy es muy difícil. Pues hay muchos compromisos. Pero la Navidad no es sólo comprar, preparar y pensar; también es tener contacto con el Señor, salir a su encuentro. Y es muy importante vivirla desde esta dimensión. El Papa hace unos días con unas palabras improvisadas explico a los niños que san Pablo dice: «Orad sin cesar, es decir, no perdáis el contacto con Dios”.

Sabemos que la Navidad está cerca: la manera más practica de experimentarlo es la preocupación de cómo expresar nuestro afectos a familiares y amigos, a demás de la decoración y la cena de noche buena. Esperemos que la demostración de afecto sea no sólo con los regalos, sino también con nuestro corazón. Pensemos que Cristo, el Señor, está cerca de nosotros, que entra en nuestra vida y nos da luz y alegría.

El papa Benedicto XVI durante este tiempo de adviento nos ha invitado a preparar en nuestro corazón y en nuestra vida la venida del Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

El mismo Santo Padre no sólo da ejemplo de oración constante en esta tiempo de espera, también involucra la vida, los actos concretos hechos regalo para Jesús niño, como el de visitar a los detenidos en la cárcel romana de Rebibbia, Roma. Sabemos perfectamente que dondequiera que haya un hambriento, un extranjero, un enfermo, un encarcelado, allí está Cristo mismo.

Otra manera muy concreta de vivir con obras la esencia de la navidad es la plena capacidad de acogida el sinceramente ponerme en escucha de las vicisitudes personales de cada miembro de mi familia, de los amigos o vecinos, pues el mismo Cristo se identifica con cada uno.

Si ya tienes lista tu casa y el corazón para vivir el nacimiento de Cristo tan esperado pero te falta un regalo concreto para ofrecerle, Catholic.net te presenta algunas opciones que podrían ser de gran agrado para Jesús, José y María.

¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?


Lo dejaré nacer en el corazón preparándome con una buena confesión.

Viviré con fervor la Misa de Navidad para abrazar a Cristo hecho Carne en la Sagrada Eucaristía.

Recordaré con el ejemplo o los detalles que El Hijo de Dios se hizo hombre por amor al hombre.

Perdonaré y pediré perdón a aquella persona de la que me aleje por alguna razón.

Le hablaré a alguna persona, familiar o amigo del cual me he desinteresado.

Visitaré a algún familiar, amigo, conocido, vecino enfermo o que viva solo

Colaboración concreta y generosa en algún centro de acogida, asociación de bien.

La austeridad en el modo de vivir, cuidado de lo que uso y tengo

Viviré con especial alegría sabiendo que él es destructor del pecado y de la muerte

Promover todo lo que ayude a engendrar debidamente la vida, a cuidarla, a hacerla crecer

Todo mi ser está dispuesto a acompañarle en estas fiestas, no lo dejaré sólo.


Concluyo con las palabras del Papa: “corramos con alegría hacia Belén, acojamos en nuestros brazos al Niño que María y José nos presentan. Volvamos a partir de Él y con Él, afrontando todas las dificultades y las alegrías que el nuevo año nos reserva” y sobre todo comprometamos la vida pues vale la pena seguir a un Dios niño que se da hasta la muerte y muerte en cruz por amor a nosotros.

CRISTO JESÚS ESTÁ CON NOSOTROS ESTA NOCHE


Cristo Jesús está con nosotros esta noche
El Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, donde podremos adorarle.


Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net 




Natividad del Señor

"Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo".

Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres.

Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad.

Benedicto XVI lo expresa magníficamente: "En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña".

No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo.

Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos.

Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.

Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres.


Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 24 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 24



Mañana es día de fiesta, día de Natividad.
Por eso la campanita no hace más que repicar.
Campanita de la iglesia, parece el corazón de mi pueblo, que repica en cada palpitación.
Hace no sé cuántos años en Belén nació el Señor.
Por los cielos, milagroso, un lucero apareció.
En su cunita de paja fueron a darle calor un buey, un asno y tres reyes, según me contó un pastor.
Y con tan cálido aliento fue creciendo el Niño Dios para inundar el mundo de paz, consuelo, amor.
Festejando el nacimiento habrá mañana alegría en las almas, y en la mesa el pavo, castañas y sidra.
Y el corazón de mi pueblo, igual que la campanita pasará el día de fiesta, repica que te repica.
“Mientras se encontraba en Belén, le llegó el tiempo de ser madre, y María dio a luz a su hijo primogénito” (Lc 2,6-7). Cristo es el primogénito de María, no porque ella haya tenido otros hijos, sino porque Dios la tenía predestinada para ser la Madre universal de todos los redimidos; al dar a luz a Cristo, podemos considerar que también nos ha dado a luz a nosotros los bautizados; es, pues, en cierto modo hoy el día de nuestro nacimiento con Cristo y en Cristo; por eso es la fiesta de todo el pueblo de Dios.


* P. Alfonso Milagro