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domingo, 31 de diciembre de 2017

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 31 DICIEMBRE

Los cinco minutos de María
Diciembre 31




En este último día del año será bueno meditar que María Santísima fue la primera criatura pensada por Dios desde toda la eternidad.
María fue predestinada en el mismo decreto por el que Dios destinó a su Verbo eterno para hacerse hombre; porque Dios quiso hacerse hombre en el seno de una mujer y esa mujer era María.
María está así puesta en la cima de toda la creación, como la corona de la obra de Dios, la más sublime, la más perfecta después de Dios.
Terminemos el año con una alabanza a Dios por haber hecho a María tan maravillosamente buena y hermosa.
María, que dedique toda mi vida a vivir tu espíritu y difundir tu amor.



* P. Alfonso Milagro

ORACIÓN PARA DESPEDIR EL AÑO


Oración para despedir el año 
que termina y recibir el Año Nuevo





 (ACI/EWTN Noticias).- Se acerca el fin del 2017 y el mundo entero se prepara para recibir el nuevo año con fiestas y fuegos artificiales, pero muchos olvidan de celebrarlo con Dios, dueño de la vida y el tiempo. Por ello te compartimos esta oración para rezarla junto con tu familia, comunidad o amigos antes de la medianoche del 31 de diciembre.

Se recomienda estar alrededor del nacimiento o pesebre. Juntos comienzan diciendo: “En el nombre del Padre…”

Luego se hace la siguiente oración:

Lector 1: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.


Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.

Lector 2: Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Todos: Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”

Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea contigo. ¡Feliz año Nuevo!”

SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA, 31 DICIEMBRE 2017


Sagrada Familia de Jesùs
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 




Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.



¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.

Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).

El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.


Oración

“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 31 DICIEMBRE 2017, LA SAGRADA FAMILIA


Lecturas de hoy La Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo B
Hoy, domingo, 31 de diciembre de 2017



Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 127

R/. Dichosos los que temen al Señor 
y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos. 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios



Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. 
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 31 de diciembre de 2017
 Fernando Torres cmf


Unidos en el amor

      La Navidad se centra en el niño que nace en Belén. Pero la fiesta de hoy nos invita a levantar la vista y mirar a su alrededor, a los que le rodean. Son María y José. Pero también habría en el pueblo una nube de primos y primas, tíos y tías. Son la familia de Jesús. Son los que se encargaron de cuidar de él desde el primer momento. En momentos de alegría y en momentos de dificultad. Compartieron todo. Así es como Dios se hizo hombre del todo. 

      Porque en la encarnación no se trata sólo de nacer, de hacerse carne. Dios se hizo carne humana, se humanizó en todos los sentidos. Eso implicaba hacerse miembro de una familia concreta. Con toda esa nube de relaciones, conflictos, amores, cariños, cuidados, olvidos, rencores, desconfianzas y gozos que hay en toda familia humana. Ahí, en ese contexto, fue donde Jesús creció y se hizo verdaderamente hombre. Ahí, en esa escuela de vida que es la familia, fue aprendiendo lo que significa ser persona, querer, perdonar, acoger, tomar decisiones, contar con los demás. Ahí conoció sin duda el poder de la enfermedad y la muerte, capaz de llevarse lejos a los que más queremos. Ahí aprendió a relacionarse con otras familias, con otras personas, con su pueblo, que también se fue convirtiendo en su familia, en esa familia grande que son los conocidos. No hay que dudarlo: fue en el seno de su familia donde tuvo lugar la verdadera encarnación de Dios. Allí fue donde Dios asumió totalmente la condición humana.

      La familia la hacen las personas que la forman, su capacidad de quererse, de amarse, de perdonarse, de reconciliarse, de estar abiertas a compartir la vida con otros familias. La familia está cambiando. Es normal. Pueden cambiar las formas de establecerse los vínculos entre las personas. Puede cambiar el hecho de que todos vivan en la misma casa o que vivan separados. Pero al final, hay un vínculo clave en la familia: el amor. Ése es el vínculo que mantiene y mantendrá viva a la familia. Ése fue el vínculo que Jesús aprendió a valorar en su familia. Allí descubrió que es más fuerte incluso que los lazos de la sangre. Por eso, luego, más tarde, habló de Dios como el Padre, el Abbá que reúne a todos sus hijos en torno a la mesa común. Y para que entendiésemos la relación que nos une a Dios nos dijo que éramos sus hijos y él nuestro Padre. 

      Hoy nos toca a nosotros asumir la realidad concreta de nuestras familias, con sus luces y sus sombras, y seguir partiendo de ellas para construir el reino, la gran familia de Dios. Es nuestra responsabilidad fortalecer todo lo que podamos el vínculo del amor, que rompe las barreras de la sangre, de la raza, etc. y nos une a todos en una única familia. Hoy, como a Jesús, nos toca a nosotros encarnarnos en nuestra realidad concreta y construir la familia de Dios aquí y ahora. 



Para la reflexión

¿Valoro la familia como el mayor tesoro que tengo en mi vida? ¿Hago todo lo posible por cuidarla y cuidar a sus miembros con amor y cariño? ¿Qué más puedo hacer?

UN AÑO NUEVO ESTÁ POR COMENZAR


Un año nuevo está por comenzar...
¿Qué pasó con aquellos deseos que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: 


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




El sábado sonarán las campanas en el reloj...

Las 12. Las 12 de la noche.

Parece que los meses del año que termina, con sus días y sus horas se columpian en cada una de ellas... Doce meses, doce campanadas. El año se va. El año  se acaba. Se esfuman los doce meses como en un conjuro de tiempo y eternidad. Los tuvimos en nuestras manos paro ya no volverán.

Fueron instantes nuestros, únicos e irrepetibles, vividos dentro de nuestro libre albedrío, hora tras hora y ahora se van, perdiéndose en la noche última del año. La noche vieja.

El poeta dice:

El indivisible tiempo
lo hemos dividido en años
y así decimos que pasa
cuando nosotros pasamos. 

Así es, decimos que el tiempo se va cuando somos nosotros los que nos vamos. Decimos que el tiempo corre, que el tiempo vuela, pero los que corremos, los que volamos sobre el tiempo somos nosotros. El tiempo siempre está, el tiempo ni tiene tiempo, ni es joven ni viejo, nosotros si.

Las 12. Noche Vieja. Un año nuevo está por comenzar.

Las 12 horas del 31 de diciembre ... ¿Qué hicimos con estos trescientos sesenta y cinco días? ¿Qué dijimos, qué pensamos una noche como esta pero del año pasado? ¡Cuántos planes, cuántas promesas, cuántos propósitos! ¿Somos los mismos de aquella noche de otras muchas noches o sentimos que fuimos limando las aristas de nuestro carácter, rellenando "baches" en los que caíamos una y otra vez, quitando obstáculos, que quizá amábamos pero que nos hacían tropezar en nuestro plan de ser mejores como seres humanos en nuestra plenitud y dignidad? ¿Qué pasó con aquellos deseos vehementes que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año nuevo sí!

Poco a poco se nos fueron aminorando las fuerzas, el entusiasmo, y llegó esa desgana o indiferencia por las cosas. La bruma de la rutina nos envolvió en sus días grises y nos heló el corazón y el coraje.

O no fue así... y sentimos que sí ha habido un cambio positivo. Que el sol del amor nos arropa y podemos repartir el calor que hay en nuestra alma a los demás. Que estamos en pie de lucha, que las 12 campanadas resuenan en nuestro corazón como el tañer de las campanas de la ermita invitándonos a orar.

Que cada campanada se un:
Perdón y gracias, Dios mío, me estás regalando otro año para crecer en la fe y en el amor a Ti y a los demás. El tiempo pasado está en Tus manos , el que comienza en las mías, pero quiero que Tu me acompañes a vivirlo!.

Y con el año que se va y el nuevo que comienza, en esta Noche Vieja, la más vieja del año, recordamos al poeta que nos dice:

Un año más, no mires con desvelo
la carrera veloz del tiempo alado
que un año más en la virtud pasado
un paso es más que te aproxima al cielo.

Y siguiendo con los versos terminaremos esta pequeña reflexión con uno que una noche como esta me inspiro:

Esta noche es "noche-vieja"
y yo hago un alto en mi camino,
sentada bajo la luna
abro mi alforja y la miro.
¿Qué es lo que tengo en ella?
Oro y plata:-Te lo cambio
por la sonrisa de un niño.

Quiero caminar descalza
por lo prados con rocío
quiero soltar mis amarras
y extender libre mis alas
y sentir mi poderío.

Poderío y libertad
olvidando el claro-oscuro
de ambiciones que esclavizan
tan pesadas como un yugo.

Esta noche es "noche vieja"
tengo el alma transparente,
cuando llegue el año nuevo
que me encuentre en la vereda
como quién vuelve a nacer,
sin sandalias ,sin alforja,
con la piel limpia de luna
las estrellas en mi pelo
y cantando el "aleluya".

Esta noche es noche vieja,
y yo tengo el alma nueva...
¡quién lo pudiera creer!

UNA FORMA REALMENTE CATÓLICA DE DESPEDIR EL AÑO


Una forma realmente católica de despedir el año
Una respuesta llena de fe a las supersticiones y ritos con las muchos inician el año


Fuente: tengoseddeti.org 




Una de las cosas más divertidas de la despedida del año viejo –o el recibimiento del nuevo, depende de cómo se mire– es ver la cantidad de rituales que hace la gente. Que si andar con una maleta… o darse un baño de rosas… o vestirse de tal o cual color… o comer 12 uvas… o poner una moneda dentro de tu calzado… todo esto para “despojarse” de la mala suerte y “atraer” la “energía” positiva. ¡Hay que ver las cosas que cree la gente…!!!

Lamento darte la noticia, pero esto no funciona… y, encima de eso, en lugar de comenzar el año “despojado”, lo que haces es añadirle a tu alma el pecado de poner tu confianza en supersticiones en lugar de ponerla en Dios.

Lo sé, el año que termina ha estado duro. Mucha gente perdió sus trabajos y la economía anda por el piso. La violencia y la criminalidad nos arropan. Los gobiernos, en lugar de aliviar la crisis, parecen agravarla. Y la actitud general de la mayoría va desde la desesperanza hasta la desesperación. Ante tal panorama, no en balde se busca algo de qué aferrarse.

Por eso quiero darte la receta del mejor ritual para despedir este año que termina y comenzar el nuevo:

Comienza por ir a visitar al Señor… Muchas Iglesias tienen hoy una Hora Santa para dar gracias por el año que pasó. También puedes ir a visitarlo al Sagrario, Él siempre está allí esperándonos.

Si puedes asistir a Misa y recibirlo en la Eucaristía, ¡mejor!

Un examen de conciencia exhaustivo te vendría bien. Si puedes completarlo con una buena Confesión, ¡perfecto! Así comienzas el próximo año en gracia y con el alma limpiecita. (Recuerda que si estás en pecado, la Confesión debe venir primero que la Comunión.)

Ten fe… y junto con la fe vienen la confianza, la esperanza y la caridad. Cree en Dios y, sobre todo, créele a Dios. Las Escrituras están llenas de Palabras maravillosas que van dirigidas a ti. ¡Créelas! Dios te ama, te conoce desde el vientre de tu madre, te tiene tatuado en la palma de su mano, no cae uno de tus cabellos sin que Él lo permita… abandónate en Él y proponte hacer su Voluntad. Te prometo que todo marchará sobre ruedas si lo haces.

Abraza a tu esposa/o, a tus hijos, a tus padres, a tus amigos… abrázales y diles que los amas. Que tus palabras broten del fondo de tu corazón, que sean tan sólidas que casi puedan cogerse con la mano. Y no olvides sonreír. La alegría es contagiosa y si tú estás alegre, las personas a tu alrededor también lo estarán.

Hazte el propósito de ser mejor en el próximo año… pero, al contrario de la sociedad que nos rodea, este próximo año no será mejor si progresamos económicamente, sino si hemos crecido en el amor a Dios… si hemos sido mejores esposos, mejores padres, mejores hijos, mejores amigos: en fin, será un año bueno si al final podemos decir que somos mejores seres humanos.
¡Muchas felicidades… y que Dios te bendiga!


LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 30 DICIEMBRE


Los cinco minutos de María
Diciembre 30




Cristo muerto en la cruz y sepultado dio apariencia de fracaso.
Con su resurrección gloriosa fracasaron todas las apariencias.
María no se dejó llevar por las apariencias del fracaso y aun envuelta en su manto de dolor, no perdió nunca la esperanza en la resurrección.
La vida del cristiano es la vida de una esperanza, pero no de una esperanza que pueda resultar fallida; es una esperanza cierta, segura de que en ella habrá de triunfar la Palabra de Dios.
María dijo sí y Dios vino a nosotros, está con nosotros, obra en nosotros y nos salva.



* P. Alfonso Milagro