Un rinconcito de Cielo basta
Para la persona de fe, todo sucede porque lo quiere o lo permite Dios. Y él es experto en sacar bien del mal. Imagínate el río de bendiciones que bajó del Calvario donde murió Jesús en la cruz. También él tiene proyectos de salvación para cada una de tus contradicciones aceptadas en paz.
Un día el novel sacerdote Juan Bosco preguntó a san Benito Cottolengo: ¿Qué remedio hay para las personas aburridas de la vida, desesperadas y llenas de mal genio por la pobreza, las enfermedades o por el mal trato que reciben? Mira, querido Bosco -respondió Cottolengo. Estos males espirituales son los más comunes. Para combatirlos, Dios da un remedio excelente: pensar en el Cielo que nos espera. Recuérdales que un rinconcito de cielo lo arregla todo.
Se fue Don Bosco a practicar el consejo y pronto notó maravillosos resultados. Acudía a él gente malhumorada, personas tristes y angustiadas. Don Bosco les hablaba de cómo hay que vivir con la alegría del cielo que nos espera, porque es breve el penar y eterno el gozar. Aquellas personas cambiaban de semblante. Parecían renacer de nuevo…
Hay una oración muy buena para rezar si nos suceden esas cosas desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza para solucionar lo que tiene solución; pero, valor para aceptar lo que ya no tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una sabia lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir adelante”.
* Enviado por el P. Natalio