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miércoles, 11 de enero de 2017

ORACIÓN A SAN JOSÉ


Oración a San José 



San José, 
casto esposo de la Virgen María; 
intercede para obtenerme
el don de la pureza

Tú que a pesar de tus inseguridades personales, 
supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar a lo que el Señor me pida.

Varón prudente, que no te apegas a las seguridades humanas,
sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado, obténme el auxilio del divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.

Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones para que pueda crecer cada día más en ellas y así asemejarme, día a día, al modelo de la plena humanidad: el Señor Jesús.

Amén

PAPA FRANCISCO CRITICA LOS ÍDOLOS QUE DAN FALSAS ESPERANZAS


Papa Francisco critica los ídolos que dan falsas esperanzas y llevan a la muerte
Por Álvaro de Juana
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 11 Ene. 17 / 04:24 am (ACI).- En la catequesis de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco criticó con dureza las “falsas esperanzas” que ofrecen algunos ídolos y que “en lugar de favorecer la vida conducen a la muerte”.

De nuevo ofreció una nueva catequesis sobre la esperanza cristiana y por eso nada más comenzar aseguró que “esperar es una necesidad primaria del hombre: esperar en el futuro, creer en la vida, el considerado ‘pensar positivo’. Pero es importante que esta esperanza sea puesta en aquello que verdaderamente puede ayudar a vivir y a dar sentido a nuestra existencia”.

“Por eso la Sagrada Escritura nos pone en alerta contra las falsas esperanzas que el mundo nos representa, desenmascarando su inutilidad y mostrando su insensatez”.

Francisco aseguró que esto lo hace de varias maneras, entre ellas “denunciando la falsedad de los ídolos en los que el hombre es continuamente tentado de poner su confianza”.

Así, a veces “el hombre experimenta la fragilidad de esa confianza y siente la necesidad de certezas diversas, de seguridades tangibles, concretas” y entonces ”estamos tentados a buscar consuelo también en lo efímero, en lo que parece que van a llenar el vacío de soledad y calmar el cansancio de creer”.

El Papa denunció que la confianza “pensamos ponerla en la seguridad que puede dar el dinero, en las alianzas con los potentes, en la mundanidad, en las falsas ideologías”.

Para explicarlo mejor, el Pontífice comentó el salmo 115 que precisamente denuncia los falsos ídolos que se hace el hombre. Pidió entender que también son ídolos “cuando nos fiamos de realidades limitadas que transformamos en absolutas, o cuando reducimos a Dios a nuestros esquemas y nuestras ideas de divinidad; un Dios que se nos asemeja, es comprensible, previsible, como los ídolos de los que habla el salmo”.

“El hombre, imagen de Dios, se fabrica un dios a su propia imagen, y también una imagen mal hecha: no siente, no actúa, y sobre todo no puede hablar”.

Es más, “las ideologías con su pretensión de lo absoluto, de las riquezas, el poder o el éxito, con su ilusión de eternidad o de omnipotencia, valores como la belleza física y la salud, cuando se convierten ídolos a los que sacrificar cada cosa, son todas realidades que confunden la mente y el corazón”.

El Papa aseguró por tanto que “quien pone la esperanza en los ídolos se convierte en uno de ellos: imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no caminan, bocas que no pueden hablar”.


“No se tiene nada que decir, uno se convierte en incapaz de ayudar, cambiar las cosas, sonreír, donarse, amar”.

Francisco alertó también de que los católicos no están exentos de “este riesgo” cuando “nos mundanizamos”. “Se necesita permanecer en el mundo pero defenderse de las ilusiones del mundo”, añadió.

Por último, invitó a confiar en el Señor porque así “uno se hace como Él, su bendición nos transforma en sus hijos, que comparten su vida”. “La esperanza en Dios nos hace entrar, por así decir, en el radio de acción de su recuerdo, de su memoria que nos bendice y nos salva”. 

SEÑOR JESÚS...


Señor Jesús...



Señor Jesús, hoy me regalas este nuevo día, te entrego cada una de mis acciones para realizarlas con firmeza y valentía, sin desfallecer  y sin mirar atrás el rostro de la desilusión. 

Que me invada la alegría en el corazón, te pido que extiendas tu mano poderosa para apartar el mal de mi camino. Quiero también suplicarte bendiciones para mi familia. Creo en tu poder misericordioso que me hace ser libre de todo lo que me ata a mis malas inclinaciones que no me permiten crecer y desarrollarme como Tú lo deseas. 

En Ti creo, sé que no hay imposibles para los que tienen fe, para los que confían de corazón en tu generosidad. Debo hacer de mi vida una oración, pues tu Palabra bien lo dice: “Si alguien está afligido, que ore. Si está alegre, que cante salmos” (Santiago 5,13) Entonces, me pongo a orar, Señor mío, porque en la oración, Tú me confortas.

¡Hoy elijo vivir y luchar por ser feliz al lado de mi Madre María; hoy vuelvo a darme la oportunidad de amar y ser amado. “El Señor es un escudo para los que se refugian en él” (Salmo 18,31).

ES VERDAD QUE NO HAY QUE TENER MIEDO?


¿Es verdad que no hay que tener miedo?
En medio de la oscuridad, en medio del desierto no temo, María, porque tú estás conmigo.


Por: H. Javier Ayala, | Fuente: Catholic.net 




Mamá. Es la primera palabra que aprenden los niños. Los niños crecen seguros cuando han logrado estrechar una relación con su madre. No importa que no la vean, saben que está ahí y por eso no tienen miedo.

¿Quién es esta Mujer? Juan Pablo II la invocaba: «totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt». Y la tenía en su escudo y en su corazón.

¿Quién es esta Mujer? Se le apareció a una niñita en una cueva y le dijo: «Yo soy la Inmaculada Concepción». ¿Quién es esta Mujer?

Miguel Ángel la esculpió en mármol de Carrara.

¿Quién es esta Mujer? París puso su nombre a su catedral.

¿Quién es esta Mujer? Éfeso le dio el título más grande que jamás ha recibido alguna mujer.

¿Quién es esta Mujer? En torno a Ella la Iglesia primitiva perseveraba unida en la oración.

¿Quién es esta Mujer? El ángel le dijo: «no temas».

Mujer, tú que escuchaste del ángel del Señor: «no temas», dinos: ¿es verdad? ¿Es verdad que no hay que tener miedo? Mira el mundo… Mira la Iglesia… Mira mi vida… Mira mi pecado… ¿Es verdad, Mujer? ¿Es verdad que no hemos de temer?

Dinos, Mujer, ¿qué le dijiste a san Juan Diego en el Tepeyac? ¿Qué le dijiste al joven Karol Wojtyla que después, siendo Papa, tantas veces nos repitió «no tengáis miedo»?

Respóndenos, Mujer, dinos algo… ¿quién eres?

No temas esta enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa difícil o aflictiva. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?.

Si es así, si eres mi Madre, si estás aquí… no temo, María. En medio de la oscuridad, en medio del desierto no temo, María, porque tú estás conmigo. Estoy a punto de comenzar una misión y no sé lo que me espera, pero no temo porque tú estás conmigo. En unos meses pueden pasar muchas cosas pero no temo porque tú estás conmigo.

Tengo una responsabilidad muy grande sobre mis hombros, no sé si puedo, pero no temo porque tú estás conmigo. Entonces, mi última palabra en la hora de mi muerte será la misma que la primera que pronuncié de niño… «Mamá».

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 11 DE ENERO


Los cinco minutos de María
Enero 11


La Virgen María siempre amó la verdad y el bien, porque ella no tuvo en su vida otro norte que hacer y cumplir en todo la voluntad de Dios, voluntad divina que es verdadera y buena.
Si tú quieres construir en este mundo el Reino de Dios, deberás construir un mundo fundamentado en la verdad y en el bien. Para ello, para que cuanto hagas sea verdadero y bueno, realízalo conforme a la voluntad del Señor, tu Dios.
María, ayúdanos a caminar por la vida sembrando la verdad y el bien, sobre todo allí donde reinan la mentira y el mal.


* P. Alfonso Milagro