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lunes, 13 de marzo de 2017
PAPA FRANCISCO NOS PIDE MIRAR LA CRUZ COMO SALVACIÓN
Papa Francisco: Miremos la cruz, donde Jesús tomó nuestros pecados para salvarnos
Por Eduardo Berdejo
Foto: Lauren Cater (ACI Prensa)
ROMA, 12 Mar. 17 / 01:55 pm (ACI).- El Papa Francisco visitó este domingo la parroquia italiana de Santa Magdalena de Canossa, desde donde exhortó a los fieles a contemplar la cruz, porque en ella Cristo tomó los pecados de los hombres para salvarlos y llevarlos a la vida eterna.
El Santo Padre llegó a esta parroquia ubicada en la periferia norte de Roma aproximadamente a las 4 p.m. (hora local), donde se encontró con los niños y jóvenes de la catequesis, que le entregaron algunas cartas. Además saludó a los padres con los bebés que fueron bautizados durante el año, así como a los ancianos, enfermos y agentes pastorales.
Luego de esto, el Pontífice se dirigió a la iglesia para celebrar la Eucaristía y reflexionar sobre el pasaje evangélico de la Transfiguración del Señor.
En una homilía improvisada, el Santo Padre indicó que Jesús se transfiguró dos veces. La primera en el monte Tabor y la segunda después de su resurrección, con “el mismo rostro luminoso, brillante”.
Sin embargo, “entre esta transfiguración tan bella y la resurrección habrá otro rostro de Jesús”, causado por la pasión y la crucifixión. “Tendrá un rostro no tan bello, tendrá un rostro feo, desfigurado, torturado, despreciado, ensangrentado por la corona de espinas. Todo el cuerpo de Jesús será como una cosa para descartar”, señaló.
“Dos transfiguraciones y en medio Jesús crucificado, la cruz. Debemos mirar tanto la cruz”, invitó el Papa.
Francisco dijo que en la cruz Cristo, el Hijo amado de Dios, Dios mismo y en quien el Padre se complace, “se ha aniquilado para salvarnos; y para usar una palabra muy fuerte, tal vez una de las palabras más fuertes del Nuevo Testamento, que la usa Pablo: Se ha hecho pecado. Y el pecado es la cosa más fea. El pecado es la ofensa a Dios, la bofetada a Dios y decirle a Dios ‘tú no me importas’”.
“Jesús se ha hecho pecado, se ha aniquilado, se ha abajado hasta ahí (la cruz). Y para preparar a los discípulos para que no se escandalicen de verlo así en la cruz, hizo la transfiguración”, explicó. “Cuando somos perdonados (en la confesión), sentimos que somos perdonados porque Él ha tomado este pecado en la pasión. Él se ha hecho pecado”, insistió.
El Pontífice señaló que “este es el camino hacia la Pascua, hacia la resurrección”, seguros de que “esta transfiguración irá adelante”. “Mira este rostro, tan luminoso, tan bello, que será el mismo en la resurrección y el mismo que encontraremos en el cielo, y también mira este otro rostro que se ha hecho pecado. Ha pagado así por todos nosotros. Jesús se ha hecho pecado (…). Ha tomado sobre Él nuestros pecados. Pensemos sobre esto”, exhortó.
“Cuánto amor, cuánto amor, y también pensemos en la belleza del rostro transfigurado de Jesús que encontraremos en el cielo”, expresó.
El Santo Padre señaló que “esta contemplación de dos rostros de Jesús, aquel transfigurado y aquel hecho pecado”, anima a los fieles “a ir adelante en el camino de la vida, de la vida cristiana”.
“Nos anima a pedir perdón de nuestros pecados, a no pecar tanto, nos anima sobre todo a tener confianza”, porque Cristo que tomó sobre sí “nuestros pecados, está siempre dispuesto a perdonarnos. Solo debemos pedirlo”, aseguró.
Al término de la Misa, el Santo Padre recibió las palabras de agradecimiento del párroco local y posteriormente regresó al Vaticano.
SOR LUCÍA, VIDENTE DE FÁTIMA
Sor Lucía, vidente de Fátima
El 26 de Diciembre de 1957, el Padre Agustín Fuentes, Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto, entrevistó a Sor Lucía Dos Santos, vidente de las apariciones de Fátima. Esta entrevista tuvo lugar en el Convento de las Religiosas Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, en Coimbra, Portugal. En ella estuvieron presentes el Obispo Auxiliar de Leiría, los dos Obispos de Coimbra, el Nuncio Apostólico en Portugal (Monseñor Cento), y Monseñor Antonio Samoré, Secretario de Asuntos Extraordinarios en la Secretaría de Estado de Su Santidad. En el curso de esa entrevista, le dijo Sor Lucía al Padre Fuentes:
—“ … La Santísima Virgen nos dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María…”
“… Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia: el rezo del Santo Rosario, de tal manera que ahora no hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario “.
—“Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario “.
“Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros “.
—“El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los Últimos Tiempos “.
San Luis María Grignión de Montfort:
”No encuentro otro medio más poderoso para atraer sobre nosotros el Reino de Dios, la Sabiduría eterna, que unir a la oración vocal la oración mental, rezando el Santo Rosario y meditando sus misterios”.
© Reina del Cielo
SER COMO NIÑOS
Ser como niños
Si tienes la sonrisa de un niño,
darás una de las mayores expresiones de amor.
Si tienes la mirada de un niño,
serás transparencia pura.
Si tienes la ilusión de un niño,
llegarás a ser grande.
Si celebras tu cumpleaños y decoras tu habitación como un niño,
llenarás de alegría tu vida.
Si cantas y ríes fuerte como los niños,
será para expresar que eres la persona más feliz del mundo.
Si tienes la amistad de los niños,
no exigirás a tus amigos que sean mejores que tú.
Si oras como un niño,
no será para que el mundo vea cuán bueno eres.
Si abrazas como los niños,
serás fuerte, grande, desinteresado, y todo por amor.
Si tropiezas como un niño,
podrás levantarte enseguida y sin vergüenza.
Si tu alma es pequeña como la de un niño,
podrás entrar al Reino de los Cielos.
Simplemente como las almas de los niños.
Simplemente que aprendas a ser Feliz como son...
Felices los Niños
AHORRARSE EL PURGATORIO
Autor: José-Fernando Rey Ballesteros | Fuente: Conoze.com
Ahorrarse el purgatorio
Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida
Ahorrarse el purgatorio
El Demonio es un gran anestesista. Su oficio no se limita, como creen algunos, a ofrecerle al hombre placeres terrenos a cambio de su alma inmortal. También conoce el arte de amortiguar dolores y paliar angustias, arte que ejercita por el mismo precio y que, en muchas ocasiones, le ha rendido mejores resultados que el catálogo de orgías con que sedujo al mismísimo Fausto.
Un claro ejemplo de ello es el modo en que ha extirpado, en las conciencias de muchos católicos, el miedo a su propia existencia. En la magistral película «Sospechosos habituales» (Bryan Singer, 1995), Kevin Spacey sentencia ante un atónito inspector de policía: «La mejor estrategia del Demonio ha sido convencer a la gente de que no existe». De este modo, el hombre no se defiende de él, y le abre las puertas de par en par. El resto del trabajo, para Satanás, en un mero paseo triunfal.
En la misma línea de acción, el gran anestesista ha logrado infiltrar en muchas mentes «piadosas» el lenitivo que apacigüe la angustia provocada por el gran drama de la vida: la salvación del alma. Lo ha logrado con un argumento tan burdo como tranquilizador: «Dios, que es muy bueno, no permitirá que nadie se condene. Al final, todos se salvarán y nadie irá al Infierno». Una vez que este pensamiento se ha alojado en la conciencia, la vivencia de la fe se transforma radicalmente.
Eliminado, por la vía de la anestesia, el «problema» del más allá, la religiosidad se centrará en el «más acá», y todo el discurso religioso versará sobre las realidades terrenas. El hombre ya no tiene que preocuparse por su salvación eterna; ese asunto está solventado gracias a la bondad de Dios. Lo que debe hacer el hombre es esforzarse por transformar el mundo presente en un lugar más justo.
No es urgente, en adelante, hablar de Dios a quienes no creen, puesto que su salvación está garantizada; lo que es urgente es paliar sus necesidades temporales y aliviar sus sufrimientos. De este modo, hemos transformado el sentimiento religioso en una mera inquietud social, y hemos convertido a la Iglesia en una enorme y milenaria ONG. En resumen, hemos decapitado la Fe, amputando en ella todo lo que se eleve por encima de nuestras cabezas.
Por eso se agradece que el Papa, a quien Cristo ha encargado confirmarnos en la Fe, nos ayude a eliminar de nuestra sangre la anestesia inyectada por el Maligno y nos invite a levantar la vista hacia el verdadero drama de la Historia: la salvación. Refiriéndose a Santa Catalina de Génova, aprovechó la ocasión para impartir una valiosa catequesis sobre el Purgatorio. En una Iglesia en que, para multitud de cristianos, la curación del cáncer de un familiar se presenta como más urgente que la confesión sacramental que ayude a ese enfermo a evitar el Infierno, las palabras del Pontífice no dejan de ser un soplo de aire fresco derramado a través de la azotea. Como en la curación de aquel paralítico que vio perdonados sus pecados en Cafarnaúm, alguien tenía que levantar las losetas del techo, y el Papa no ha dudado en hacerlo. Ahora vemos el Cielo.
«En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios».
Esquivando la simpleza de considerar el Purgatorio como un lugar más allá de las nubes o bajo la corteza terrestre, Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida. El pecado ciega el alma y la incapacita para el goce de las realidades divinas. Aún alcanzado el perdón en el Sacramento de la Penitencia, la herida infligida no será cauterizada sin el fuego. Y ese fuego es el deseo insatisfecho de la contemplación de Dios, el querer ver su Rostro por el deseo natural del alma y no poder gozarlo por la ceguera causada tras el pecado. El mismo dolor, que es dolor de amor y arrepentimiento, representado en forma de fuego, al abrasar el alma anhelante de la contemplación divina, la va purificando y eliminando en ella todo apego a las realidades de este mundo. Ese dramático proceso de purificación es lo que conocemos como Purgatorio.
Tras la escucha de las palabras del Pontífice, debería encenderse, en muchos cristianos, una llama de ese mismo fuego que los llevase a liberarse de las ataduras de este mundo. La oración frecuente, la contemplación asidua, la meditación diaria de las realidades divinas va, en esta vida, desprendiendo el alma de los apegos y urgencias de la tierra para vincularla amorosamente a los gozos del Cielo. Unida a la santa práctica del ayuno y la mortificación, esa oración será la que nos permita, ahora, realizar la purificación que, de otro modo, sería necesario llevar a cabo tras la muerte.
Pero, claro… ¿Cuántas personas, hoy día, están preocupadas por «ahorrarse» el Purgatorio?
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 13 DE MARZO
Los cinco minutos de María
Marzo 13
María presenció la muerte del Hijo de Dios con una fe firme y con la convicción de que Dios nunca abandona a los que caminan en su presencia. Aquella fe de María sostuvo a los discípulos del Crucificado.
Tú también debes ser ante el mundo testigo de la resurrección del Señor, debes ser el convincente testimonio de que Dios vive y actúa en el mundo a través de tu vida.
Dios vive en ti y tú puedes darlo a conocer a través de nuestro testimonio de vida, el mundo podría reconocer y comprender que Jesús resucitado vive y está presente entre nosotros.
Como María Santísima, confirma a tus hermanos en la fe y en el amor.
María, enséñanos lo que aprendiste al pie de la cruz: cómo el dolor cristiano es redentor y florece en la esperanza de la resurrección a una vida nueva.
* P. Alfonso Milagro