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lunes, 15 de mayo de 2017

JESÚS, CAMINO, VERDAD Y VIDA


Camino, verdad y vida




Estamos en tiempo de Pascua, tiempo en que por la vivencia de Cristo Resucitado nos sentimos impulsados hacia la esperanza y la alegría en nuestra fe. Hoy la Iglesia nos recuerda palabras esperanzadoras de Jesús en la Ultima Cena. Los apóstoles estaban perturbados, llenos de angustia, porque Jesús, como humano que era, también lo estaba, aunque puesto en las manos de su Padre. El ambiente era triste y la turbación aumentó cuando Jesús predijo la traición de Judas y las negaciones de Pedro. En ese momento Jesús comienza a consolarles, como una madre puede hacerlo con sus hijos: “No se turbe vuestro corazón”. Les quiere tranquilizar con una gran promesa: El se va al Padre para prepararles un lugar.

En nuestra vida encontramos muchas personas desorientadas y angustiadas por los acontecimientos y por los sinsabores de la vida. Nosotros mismos a veces nos sentimos turbados. Es necesaria la fe y la esperanza. Fe en Jesús, que es lo mismo que tener fe en Dios, que es Padre bueno, que está con nosotros. Esperanza en Jesús que ha resucitado para prepararnos un lugar en el cielo. Claro que para ir allí hay que seguir el verdadero camino. Así se lo decía Jesús a los apóstoles; pero Tomás, el hombre práctico, se vuelve a Jesús y le dice que cómo van a seguir ese verdadero camino, si no conocen cuál es el camino. La fe o creencia en Jesús no tiene porqué ser ciega y sentimental, sino que debe ser razonada: Aunque no entendamos muchas cosas, por lo menos entendemos que no lo podemos entender. El hecho es que a Jesús le agradó la pregunta, pues contestó con una de esas frases muy importantes en el evangelio: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

El domingo pasado nos decía Jesús que era la puerta. Hoy nos dice que es el camino. Es algo muy parecido. El camino es un medio para llegar a la meta, al destino. En nuestro caso es la manera de llegar a la plenitud de la vida. Si esto nos lo dijera otra persona, sería algo falso y pretencioso. Dicho por Jesús, sabemos que es la verdad, porque es Dios igual al Padre y es Amor hacia todos nosotros.

Ser camino significa que si vivimos como Jesús vivió y si amamos como El, un día podemos llegar a la casa del Padre. Para todos los desorientados Jesús con su vida les enseña el camino. Desgraciadamente hay muchos falsos profetas que pretenden desorientar. Jesús es el único camino, el amor. Aunque luego en la práctica también podemos decir que hay muchos caminitos para ir a Dios, como hay diferentes culturas o maneras de ver la vida. Todas deben pasar por el sentido del servicio por amor.

Si Jesús es el camino es porque es la verdad. Hay mucha gente dominada por la mentira, el engaño, la corrupción. Jesús es la palabra del Padre, que quita las tinieblas del alma y nos da la luz. Y para que este camino lo podamos seguir con energías, Jesús se presenta como la vida. Él resucitó triunfando sobre la muerte. Él había dado su vida para recibirla gloriosa y para que nosotros podamos tener la vida eterna.

Esta vida, que esperamos tener en plenitud un día, ahora vamos adquiriéndola por medio de los sacramentos y por medio de la palabra de Dios, donde encontramos la verdad, que es Jesús. Él, que es camino, verdad y vida, sigue a nuestro lado en nuestro caminar de cada día. Es nuestro amigo que vive con nosotros y con quien podemos conversar cuando queramos y que nos espera en el cielo.

En nuestra vida espiritual y en nuestra acción apostólica hay que desterrar todo desánimo o desconfianza o pesimismo y tristeza. Este pensamiento de poder ir un día a la casa del Padre cambia totalmente el sentido de la muerte y por lo tanto de la vida. Sólo tenemos que esforzarnos por conocer más a Jesucristo, su vida y su mensaje, para seguirle con todo nuestro corazón y vida. Esta es nuestra fe: creer en Jesús, que es creer en Dios. Ser cristiano es vivir en plenitud como hijos de Dios. Si así vivimos, seremos testigos para otros de Jesús, que es camino, verdad y vida.



* Padre Silverio Velasco

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 15 - EL REZO DEL ROSARIO


Día 15: El rezo del Rosario




Santo Domingo predicó mucho el rezo del Santo Rosario. Cuenta una biografía suya que un día le llevaron un pobre hombre endemoniado. El Santo puso el rosario que llevaba en el cuello de este hombre y después preguntó a los demonios que le poseían:

- De todos los Santos del cielo, ¿cuál es el que más teméis?

Los demonios se negaron a responder, debido a que había mucha gente delante y no querían revelar en público a quién tenían miedo. Como Santo Domingo insistió, una y otra vez, al final contestaron en voz alta:

- La Santísima Virgen; nos vemos obligados a confesar que ninguno de los que perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno solo de sus suspiros vale más que todas las oraciones, las promesas y los deseos de todos los santos. Muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan por su intercesión. Si no se hubiera opuesto a nuestro esfuerzo hace mucho tiempo que tendríamos derribada y destruida a la Iglesia entera. Santo Domingo hizo rezar el rosario a todo el pueblo, y al fin los demonios salieron del hereje, dando aspavientos.

¡Qué suerte ser tu hijo, María! Ahora sí que digo con toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya está. ¡Gracias, Madre mía!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 15 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 15




Si estudiáramos la química del amor, conoceríamos los ingredientes que lo constituyen, los elementos que lo forman. Existe una química sobrenatural que transforma las cosas de la tierra y las convierte en realidades del cielo.

En María Santísima, el elemento principal y predominante que constituyó su amor fue la presencia de Dios activa en ella, de suerte que aun el amor que tiene a los hombres no es sino una proyección y extensión de su amor a Dios.

Nosotros amamos a nuestros prójimos por su dignidad de personas, y eso está muy bien, pero si amamos a los hombres con el amor de Dios, nuestro amor se cualifica y alcanza horizontes aún más elevados.

Madre amada, ruega por nosotros tus hijos para que nos amemos los unos a los otros con el amor con que Dios nos ama.



* P. Alfonso Milagro