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miércoles, 31 de mayo de 2017

LA DEVOCIÓN DE LOS 5 SÁBADOS: UN PEDIDO DE LA VIRGEN DE FÁTIMA Y EL MISMO CRISTO


La devoción de los 5 sábados: Un pedido de la Virgen de Fátima y el mismo Cristo
 Crédito: Daniel Ibañez (ACI Prensa)



 (ACI).- Si bien puede considerarse como una devoción poco conocida, la Virgen de Fátima y luego también Jesús, pidieron a Sor Lucía realizar y difundir la devoción de los cinco primeros sábados de mes en honor del Inmaculado Corazón de María.

Precisamente, contando desde esta semana, hay cinco primeros sábados hasta que se cumpla el centenario de la última de las apariciones de Fátima el 13 de octubre.

El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME) explicó que esta devoción consiste en que cada primer sábado de mes, durante cinco meses seguidos, se realicen diversos actos de piedad con la intención de reparar los pecados contra el Inmaculado Corazón de María.

Aquí todo lo que debe saber sobre esta tradición.

¿Cómo practicar la devoción?

Los actos de piedad cada primer sábado de mes son: confesarse (de preferencia ese mismo día o unos días antes), comulgar, rezar el Rosario completo y hacerle compañía a María al menos quince minutos, meditando los misterios del Rosario.

¿Qué obtiene quien practique esta devoción?

La Virgen María promete a su hijo “asistirle en la hora de su muerte con las gracias necesarias para que pueda salvarse”, es decir, tener la posibilidad de no morir en pecado mortal. Esta devoción no es un “pase gratuito” para librarse del infierno a los que mueran sin arrepentirse.

¿Por qué en sábado?

Santo Tomás de Aquino decía que el sábado siguiente al Viernes Santo, la única que permaneció firme en su fe fue María, y por eso la Iglesia, para honrarla, le dedica ese día.

¿Por qué cinco sábados?

Jesús se le apareció a sor Lucía en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 y le explicó que “hay cinco tipos de ofensas y blasfemias pronunciadas contra el Inmaculado Corazón de María”.

La primera es en contra de su Inmaculada Concepción; segundo, contra su virginidad perpetua; tercero contra su maternidad divina, rehusando recibirla como Madre de la humanidad; en cuarto lugar, los que procuran infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada; y finalmente, los que la insultan directamente en sus sagradas imágenes.

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 31 - TEMER A QUÉ?


Día 31: Temer ¿a qué?



Te copio una copla popular que hace siglos rezaban los cristianos con frecuencia, para que ahora se la digas a Ella:

"No, no temo nada; no temo a mis pecados, porque puedes remediar el mal que me han causado; no temo a los demonios, porque eres más poderosa que todo el infierno; no temo a tu Hijo, justamente indignado por mí, porque se aplacará con una sola palabra tuya. Sólo temo que por mi culpa deje de encomendarme a Ti y así me pierda".

¡Qué seguridad! ¡Y qué lógico! Si yo no le dejo, Ella no me dejará. Lo único que puede darnos miedo es dejar de rezar y alejarse de María.

Madre mía, hoy acaba el mes dedicado a Ti. Tenme siempre cogido de tu mano. Cuídame cada día hasta el día de mi muerte. Y así vaya al cielo, donde ya poder estar contigo por los siglos. Amén.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.
Después termina con la oración final.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 31 DE MAYO, FIESTA DE LA VISITACIÓN DE MARÍA


Los cinco minutos de María
Mayo 31



Toda hermosa eres, María; por eso te bendijo Dios; pones aromas celestes en tu mano y lo adorna con oro virginal.

El Rey amó tu belleza inmaculada, por eso está contigo tu Señor.
Oye, Madre de Dios, nuestra plegaria, y presenta a Dios nuestra oración.

Madre de los buenos sentimientos, purifica nuestro corazón.


* P. Alfonso Milagro

LA VISITACIÓN DE MARÍA


Visitación de María
31 de mayo

El niño salta de alegría en el vientre de su madre; Isabel se llena del Espíritu Santo, reconoce al Señor presente y comienza a profetizar.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer 




Toda nuestra vida, cuando es auténticamente cristiana, está orientada hacia el amor. Sólo el amor hace grande y fecunda nuestra existencia y nos garantiza la salvación eterna.

Y sabemos que ese amor cristiano tiene dos dimensiones. La dimensión horizontal: amar a los hombres, nuestros hermanos. Y la dimensión vertical: amar a Dios, nuestro Señor.

Es fácil hablar de amor y de caridad, pero es difícil vivirlos, porque amar significa servir, y servir exige renunciar a sí mismo. Por eso, el Señor nos dio como imagen ideal a la Sma. Virgen. Ella es la gran servidora de Dios y, a la vez, de los hombres.

En la hora de la Anunciación, Ella se proclama la esclava del Señor. Le entrega toda su vida, para cumplir la tarea que Dios le encomienda por el ángel. Ella cambia en el acto todos sus planes y proyectos que tenía, se olvida completamente de sus propios intereses.

Lo mismo le pasa con Isabel. Se entera que su prima va a tener un hijo y parte en seguida, a pesar del largo camino. Y se queda tres meses con ella, sirviéndole hasta el nacimiento de Juan Bautista. No se le ocurre sentirse superior. Y no busca pretextos por estar encinta y no poder arriesgar un viaje tan largo. Hace todo esto, porque sabe que en el Reino de Dios los primeros son los que saben convertirse en servidores de todos.

También nuestra propia vida cristiana debe formarse y desarrollarse en estas mismas dos dimensiones: el compromiso con los hermanos y el servicio a Dios. Y no se puede separar una dimensión de la otra. Por eso, cuanto más queremos comunicarnos con los hombres, tanto más debemos estar en comunión con Dios. Y cuanto más queremos acercarnos a Dios, tanto más debemos estar cerca de los hombres.

¿Qué más nos dice el Evangelio? Nos cuenta de algunos sucesos milagrosos en el encuentro de las dos mujeres: el niño salta de alegría en el vientre de su madre; Isabel se llena del Espíritu Santo, reconoce al Señor presente y comienza a profetizar.


Y nos preguntamos: ¿Es la Sma. Virgen la que hace esos milagros? Ello se puede explicar sólo por la íntima y profunda unión entre María y Jesús. Esa unión comienza con la Anunciación y dura por toda su vida y más allá de ella. Y por primera vez se manifiesta en el encuentro de María con Isabel.

María no actúa nunca sola, sino siempre en esta unión perfecta entre Madre a Hijo. Donde está María, allí está también Jesús. Es el misterio de la infinita fecundidad de su vida de madre.

Y si nosotros queremos ser como Ella, entonces debe ser también el misterio de nuestra vida. ¿En qué sentido? Nos unimos, nos vinculamos con María, nuestra Madre y Reina. Y entonces, ¿qué hace Ella? Ella nos vincula, con todas las raíces de nuestro ser, con su Hijo Jesucristo.

Porque María es la tierra de encuentro con Cristo, nos conduce hacia Él, nos guía, nos cuida y nos acompaña en nuestro caminar hacia Él.

Pero, María no solo nos conduce hacia Cristo, sino trae, ante todo, a Jesús al mundo y a los hombres. Es su gran tarea de Madre de Dios.

Y en su visita a la casa de Isabel realiza, por primera vez, esta gran misión suya: le lleva a su Hijo. Y el Señor del mundo, encarnado en su cuerpo maternal, manifiesta su presencia por medio de aquellos milagros.

Lo hizo María hace más de 2000 años. Pero lo hace también hoy: nos trae a Cristo a todos nosotros.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Llevo a Cristo a los demás?
2. ¿De de qué manera sirvo a los demás?
3. ¿Soy un elemento de unión?

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


Los frutos del Espíritu Santo



AMOR: el fruto que nos da a Dios mismo. “El Amor viene de Dios, hace presente a Dios, es Dios con nosotros”.

GOZO: la primera manifestación del amor. El gozo espiritual es el disfrute de la presencia amorosa de Dios. ¡Espíritu Santo, invádenos con tu gozo!

PAZ: un regalo de Cristo Resucitado. La alegría plena, reposada, serena, honda, una alegría total, se alcanza con la tranquilidad del espíritu, cuando recibimos la paz. El don de sabiduría, que nos hace gustar, saborear las cosas de Dios, es como el peldaño que conduce a la paz.

PACIENCIA: saber que Dios no se retrasa. Las almas dóciles al Paráclito producen este fruto ante los obstáculos. No pierden la paz ante la enfermedad, la contradicción, los defectos ajenos, las calumnias, y ante los propios fracasos espirituales. “Y a su hora, en el tiempo oportuno, cuando las lluvias tempranas y tardías han regado nuestra vida, el milagro se produce, y se convierte el desierto en vergel”.

LONGANIMIDAD: presencia de ánimo. Es el fruto del espíritu que nos da ánimo para tender a lo bueno, aunque haya que esperar, mucho, para alcanzarlo. Nos ayuda a esperar todo el tiempo necesario, antes de alcanzar las metas ascéticas o apostólicas que nos proponemos, pensando que las dilaciones son queridas o permitidas por Dios.

BONDAD: buscando siempre el bien de los demás. Hacemos el bien con sencillez sin jactarnos de ello y solo buscando la aprobación de Dios. Realizamos el bien sin buscar agradecimientos o dependencias de los favorecidos. Compartimos los bienes espirituales y materiales en comunidad de fe y de amor. “No se cansen de obrar el bien, porque a su tiempo nos vendrá la cosecha, si no desfallecemos…y hacemos el bien a todos”.
Gál. 6: 9-10.

BENIGNIDAD: sentir la dulzura del Espíritu. Transforma nuestras relaciones humanas en bendiciones divinas. Vivimos una dulce participación de la suavidad de Dios, encarnada en Cristo. Se manifiesta con amabilidad en las palabras, con suavidad en la convivencia y en el trato, y con servicialidad comunicativa en el actuar.

MANSEDUMBRE: soportarlo todo con paz. Da la fortaleza  para soportar malas palabras, mal comportamiento, gestos y actos amenazadores y toda clase de  injusticias contra uno mismo o nuestros amigos. Desecha la ira, porque el Espíritu de Dios reposa en el hombre humilde y dulce.

FE: mirar con los ojos de Dios. Es entregarse en las manos de Dios y aceptar su palabra. La fe fundamenta y dirige la obediencia, la confianza, el abandono. “Déjate guiar por el viento y por el fuego del Espíritu, pues la fe es estimulante, fermentadora”.

MODESTIA: el coraje de los humildes. Por este fruto, el creyente sabe que sus talentos son regalo de Dios y los pone al servicio de los demás. “Deja que Dios entre en tu vida, déjate querer por Dios, deja que Él te transforme, te cambie, te guíe, te forme. Eso sí es humildad”.

CASTIDAD Y CONTINENCIA: testigos de la fidelidad y la ternura de Dios. Nos inclina a vivir la sexualidad como servicio a la vida, para hacer de nuestro cuerpo una entera alabanza. Por estos frutos el alma está vigilante para evitar lo que pueda dañar la pureza interior y exterior.

“No entristezcáis al Espíritu de Dios con el que fuisteis sellados para el día de la Redención”. Ef 4, 30.

“Llenaos del Espíritu Santo”. Ef 5, 18

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 30 - NO DEJARLES ... AUNQUE ESTÁ HECHO UN DESASTRE


Día 30: ¡No dejarles... aunque está hecho un desastre!



Cuenta San Alfonso María este sucedido: en 1604, a dos jóvenes de Flandes, que llevaban una mala vida, al pasar una noche en casa de una mujer pecadora, de vida deshonesta, les ocurrió lo que se cuenta a continuación:

Ricardo, uno de los jóvenes, salió de aquella casa y cuando llegó a la suya se acostó. Una vez en la cama se acordó de no haber rezado las tres Avemarías, que acostumbraba rezar todos los días a su Madre la Virgen. El sueño ya le había vencido, pero venciendo la pereza las rezó, aunque sin mucha devoción y luego se acostó de nuevo.

Apenas había empezado a dormir notó que alguien golpeaba con fuerza la puerta de su habitación.

Quien golpeaba la puerta era el alma de su amigo. (Cuando morimos, nuestra alma sigue viviendo, y en algunas ocasiones permite Dios que, de forma extraordinaria, actúe físicamente. En este caso lo permitió Dios para que Ricardo cambiase de vida).

Ricardo se levantó y sin abrir la puerta preguntó: -¿Quién eres?

-¿Es que no me reconoces?, ¡soy un desgraciado, -exclamó triste el alma del amigo- estoy condenado!

- ¿Cómo así?

-Tienes que saber, Ricardo que, al salir de aquella casa me atacaron y caí muerto ahogado; mi cuerpo quedó tendido en la mitad de la calle y mi alma está en el infierno. Lo mismo te hubiera pasado a ti, pero Santa María te salvó de él por las tres Avemarías que le rezas cada noche. Y acabó diciendo: aprovecha esta revelación de la Madre de Dios, tú que tienes tiempo. Y desapareció.

La Virgen quiso que el alma de su amigo le revelase a Ricardo lo sucedido para que cambiase de vida. Ricardo se puso a llorar y a dar gracias a la Virgen; sonaban entonces las campanas de la iglesia y decidió ir a confesarse y hacer penitencia.

Fue y se lo dijo a los sacerdotes; estos, que no lo creían, se dirigieron a la calle donde estaba el cuerpo de su amigo y lo vieron muerto y tendido en mitad de la calle; comprobaron así que Ricardo no había mentido. A partir de entonces Ricardo cambió de vida e hizo muchas cosas por Dios y por los demás.

Perdona, María, las veces que rezo el Avemaría sin atención, como de carrerilla, sin darme cuenta de que te lo estoy diciendo a Ti. Procuraré fijarme más en los pronombres en segunda persona (Tú, te, contigo). De todas formas, aunque me siga distrayendo, no me preocupa: sé que te gusta lo que digo, y sabes que te lo digo porque te quiero. Todas las noches te daré las buenas noches rezándote las tres Avemarías... ¡con atención!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 30 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 30



Te damos gracias, María. Virgen más bella que el sol, porque nos has dado al Cristo, porque nos has dado a Dios.

Que todos los ángeles bendigan a María, y espíritus celestiales bendigan al Señor.

Que la luna y el sol bendigan a María, y las claras estrellas bendigan a María, y que las nieves blancas bendigan al Señor.
Los hijos bendigamos a María, los hombres bendigamos al Señor.
Madre, que todas las edades te bendigan y alaben al Señor.


* P. Alfonso Milagro