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lunes, 16 de abril de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 16 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
16 abril



Dios te ha enviado a ti como verdadero discípulo de Jesús; luego tu boca ha de estar llena de palabras del Señor  y para que tu boca esté llena de esas palabras, tiene que estarlo previamente tu corazón.

Con frecuencia los cristianos descuidan este punto y las conversaciones que se oyen en sus reuniones nada tienen de constructivo y evangelizador; incluso en no pocas ocasiones las conversaciones de los cristianos tienen muy poco de edificantes.

De un modo muy particular has de cuidar tus palabras cuando estás trasmitiendo el mensaje de salvación, las enseñanzas del Evangelio; el respeto que se merece la Palabra de Dios exige que se trasmita con palabras respetuosas y dignas, educadas y cultas, llenas del Espíritu de Dios, que no puede animar palabras incultas, malsonantes o groseras.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 15 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
15 abril



Jesús da testimonio de la verdad contra el mundo y da testimonio del Padre y de sí mismo como enviado del Padre.

A su vez el Padre da testimonio a favor del Hijo e igualmente el Espíritu. A estos testimonios se añadirán los testimonio de los apóstoles.

La fe consiste en recibir a Jesús , en conocerlo y en él conocer al Padre, en reconocer en él al enviado del Padre.

Que tu fe no sea meramente una fe teórica, sino eminentemente práctica en orden a la vida; que se manifieste tu fe en cada una de tus obras, en el cumplimiento de todos los mandamientos, que son la expresión de la voluntad de Dios.

Así tu fe en Jesús te llevará a la vida eterna.


P. Alfonso Milagro 

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 16 ABRIL 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 3ª semana de Pascua
Hoy, lunes, 16 de abril de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-15):

EN aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Entonces indujeron a unos que asegurasen:
«Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios».
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían:
«Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés».
Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 118,23-24.26-27.29-30

R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus decretos;
tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R/.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus mandamientos;
instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. R/.

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R/.
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Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29):

DESPUÉS de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 16 de abril de 2018
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf



UNA COMUNIDAD QUE SE ADAPTA Y SE REFORMA


      Es oportuno en este tiempo de Pascua, en el que vamos recorriendo la primera expansión misionera del Evangelio de la mano del Libro de los Hechos, que nos encontremos ante el testimonio de Esteban. Se trata de un apóstol de origen griego que ha intentado inculturar el Evangelio en la cultura helenista, y para ello cuestiona, toma distancias y echa a un lado algunas de las tradiciones más sagradas del judaísmo tradicional como el Templo y la Ley. 

      Conviene pararse a pensar en el «terremoto» que suponen los cambios que Esteban, Pablo de Tarso y otros muchos cristianos han introducido en sus comunidades. La Ley (los mandamientos, prohibiciones, ritos, etc) eran elementos nucleares de la fe judía. Se la ha llamado «la religión de la revelación de la Ley de Dios». De modo que el estar en orden con Dios, cumplir su voluntad, ser un judío fiel... exigía tener en cuenta todas esas obligaciones. Y así fue durante siglos (y hasta hoy). Por otra parte, el Templo (mientras se mantuvo en pie, claro) era otro elemento de identidad: religioso, étnico y político-económico. Con todos sus rituales, ofrendas, sacrificios, la casta sacerdotal... Podríamos añadir un tercer elemento que también fue puesto en cuestión (aunque aquí no se menciona todavía): la circuncisión como signo exterior de la pertenencia al pueblo elegido.

     Pues bien, con todo el peso y la trascendencia y la larguísima tradición de estos elementos esenciales... fueron dejados a un lado por una parte de la primera comunidad cristiana: aquellos que tenían puesta la mirada en los que no estaban, en los que podrían acercarse a Jesucristo... pero percibían como obstáculos toda ese serie de condiciones y tradiciones. Otros, en cambio, de origen judío, se sentían cómodos con las cosas «como siempre», con las tradiciones de siempre, aunque hubieran aceptado las enseñanzas de Jesús... Y, claro, entre unos y otros estalló el conflicto. 

     Esteban era un espíritu libre y tenía claro -como más adelante le ocurrirá también a San Pablo- lo que era esencial del Evangelio/Jesucristo, y también que había que abrirlo a todas las gentes y culturas, dejando a un lado lo que no fuera imprescindible, lo que consideró secundario o superado. 

    Curiosamente, el revuelo comienza en una sinagoga que podríamos considerar de talante liberal, por estar formada por descendientes de antiguos esclavos liberados (= los «libertos»), procedentes de países lejanos. Pero hasta para ellos era demasiado atrevido y escandaloso ese modo de entender y predicar el mensaje de Jesús. Así que Esteban será acusado ante el Sanhedrín, por los mismos motivos que lo fue Jesús, y también echando mano de testigos falsos.
     Decía al principio que es oportuno recordarlo en estos tiempos en que hablamos de nueva evangelización, y en que asistimos a una tremenda mezcla de culturas... que piden caminos nuevos, diálogos nuevos, adaptaciones atrevidas, creativas, renovaciones, aun a costa de «sagradas tradiciones»... no sea que nos esté pasando lo mismo que entonces. Hay muchas voces hoy que piden adaptaciones, que cambiemos ideas, lenguajes, planteamientos teológicos, tradiciones seculares... para poder conectar con la nueva cultura, con las nuevas generaciones. Por un lado los datos estadísticos sobre la deserción o alejamiento de las generaciones por debajo de los 30 años debieran resultarnos alarmantes, y nos piden reaccionar. No se trata de «marketing» como dicen despectivamente algunos, ni de aguar el Evangelio, ni de culpar a los que no están por no estar...

Algunas cosas que pueden leerse en el Documento Presinodal de los jóvenes:

A veces, sentimos que lo sagrado resulta lejano de nuestra vida cotidiana. La Iglesia suele aparecer como demasiado severa y excesivamente moralista. En otras ocasiones, en la Iglesia, es difícil superar a la lógica del ‘siempre se ha hecho así’. Necesitamos una Iglesia acogedora y misericordiosa, que aprecie sus raíces y patrimonio y que ame a todos, incluso a aquellos que no siguen los estándares.

Animamos a la Iglesia para que puedan profundizar en su comprensión del papel de la mujer y poderles así darles un mayor protagonismo (empower: Dar la autoridad o el poder para hacer algo), tanto a la mujer laica como a la mujer consagrada, con el mismo espíritu con el que la Iglesia ama a María, la madre de Jesús.

Los jóvenes que se encuentran desconectados o quienes dejan la Iglesia, lo hacen por haber experimentado indiferencia, sentirse juzgados y rechazados...

Se puede asistir, participar e irse de la Misa sin experimentar un sentido de comunidad o familia como Cuerpo de Cristo, los cristianos profesan un Dios vivo, pero algunos asisten a Misas, o pertenecen a comunidades, que parecen muertas.

     Seleccionar frases de un documento es siempre algo subjetivo, claro. Cada uno puede sacar sus consecuencias leyendo el documento entero. Pero... como aquellos primeros discípulos: creo que necesitamos poner un ojo en Jesucristo, - que siempre quiere el bien de los hombres, que era incluyente, acogedor...- y el otro ojo en la realidad de las gentes de hoy, jóvenes y no tanto.... Tiene sus riesgos, claro (que se lo pregunten a Esteban que acabó muy mal, a manos de los defensores de la ortodoxia y la tradición), pero cuando dicen las encuestas más fiables y recientes (2018) la Europa post-cristiana ha llegado: Para un rango de edad comprendido entre los 18 y los 26 años, en países como España, más del 50% de los encuestados se declaraban ateos o agnósticos. Algo tendremos que hacer... lo dejo para la oración y la reflexión personal.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf