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sábado, 26 de mayo de 2018

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 27 MAYO 2018 - SANTÍSIMA TRINIDAD


Santísima Trinidad – Ciclo B
Domingo 27 de mayo de 2018
“Dios la Casa, Jesús la Puerta y el Espíritu la llave“



Primera lectura
Primera lectura: Dt 4,32-34.39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

Palabra de Dios


Salmo
Salmo responsorial: 32

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.


Segunda lectura
Segunda lectura: Rm 8,14-17

Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (28,16-20):


En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor




EL MEJOR AMIGO


En el núcleo de la fe cristiana en un Dios trinitario hay una afirmación esencial. Dios no es un ser tenebroso e impenetrable, encerrado egoístamente en sí mismo. Dios es Amor y solo Amor. Los cristianos creemos que, en el Misterio último de la realidad, dando sentido y consistencia a todo, no hay sino Amor. Jesús no ha escrito ningún tratado acerca de Dios. En ningún momento lo encontramos exponiendo a los campesinos de Galilea doctrina sobre él. Para Jesús, Dios no es un concepto, una bella teoría, una definición sublime. Dios es el mejor Amigo del ser humano.

Los investigadores no dudan de un dato que recogen los evangelios. La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su nombre experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?

Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos, no solo de los que se sienten dignos para presentarse ante él en el Templo. Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión. No es propiedad de los piadosos que peregrinan a Jerusalén. Según Jesús, «hace salir su sol sobre buenos y malos». Dios no excluye ni discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: «Cuando oréis, decid: “¡Padre!”».

Con Jesús van descubriendo que Dios no es solo de los que se acercan a él cargados de méritos. Antes que a ellos escucha a quienes le piden compasión, porque se sienten pecadores sin remedio. Según Jesús, Dios anda siempre buscando a los que viven perdidos. Por eso se siente tan amigo de pecadores. Por eso les dice que él «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

También se dan cuenta de que Dios no es solo de los sabios y entendidos. Jesús le da gracias al Padre porque le gusta revelar, a los pequeños, cosas que les quedan ocultas a los ilustrados. Dios tiene menos problemas para entenderse con el pueblo sencillo que con los doctos que creen saberlo todo.

Pero fue sin duda la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el perdón a pecadores y prostitutas…, lo que les convenció de que Jesús experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que solo busca nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño. Los seguidores de Jesús nunca pusieron en duda que el Dios encarnado y revelado en Jesús es Amor y solo Amor hacia todos.


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 28,16-20

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 26


Vigésimo sexto día: Explicación de las Letanías



Regina apostolorum

Reina de los apóstoles. El título de reina de los apóstoles, conviene tanto a María que si los apóstoles instruyeron a los pueblos de toda la tierra ellos lo fueron por María; porque según san Bernardo, los apóstoles recurrieron a ella en sus dudas y cuando querían estar seguros de las intenciones de Jesucristo sobre algún punto de su creencia. Por otro lado, si cada uno de ellos destruyeron el paganismo en la parte del mundo que le correspondió por la partición que hicieron entre ellos. María disipó y disipa todavía las herejías en todos los países del mundo. Alégrate Virgen María, tú sola destruyes las herejías en todo el universo.

Regina martyrum

Reina de los mártires. No se podría honrar a María como se debe si no se la reconoce como Reina de los mártires, porque aunque ella no haya derramado su sangre por la confesión de la fe, sin embargo sufrió con más confianza y amor que todos los mártires. Y por  decirlo todo con una sola palabra, sufrió en corazón maternal todo lo que el Rey de los mártires, Jesucristo, su divino hijo, soportó en su carne inocente.
Reina de los mártires ruega por nosotros

Regina confessorum

Reina de los confesores.  Pues si se llama confesores a aquellos que confesaron a Jesucristo, ¿se rehusará el título de Reina de los confesores a la que confesó con una firmeza y una constancia incomparablemente superior a la suya? Ella lo siguió no sólo en medio de los oprobios y tomentos de su Pasión, sino que subió generosamente al Calvario con Él, para verlo consumar el sacrificio de nuestra redención. Los apóstoles habían reconocido a Jesucristo como Hijo del Dios vivo, pero en el tiempo de la Pasión, infieles a la confesión de su fe, la disimularon y escaparon. No ocurrió así con María, que siempre constante y fiel, lo reconoció como su Dios en todo el curso de su Pasión y sobre la Cruz.

Regina Virginum

Reina de las vírgenes. De todos los títulos, honores y alabanzas que se da a María, el de Reina de la Vírgenes le conviene por excelencia, porque ella es el prototipo de la virginidad, ya que fue la primera que se comprometió por un voto de virginidad perpetua. La virginidad, antes de su tiempo, era tan despreciada que la hija de Jefté, estando a punto de ser inmolada por su padre, antes de haberse casado, fue a llorar su virginidad a los montes. Pero desde que María elevó la gloria de la pureza virginal, se vio consagrarse a millones de vírgenes, a Jesucristo como a su único esposo según esas palabras del profeta en el salmo XLIV: Después de ellas, conducirán vírgenes al Rey.

Regina sanctorum omnium

Reina de todos los santos. Finalmente, el título de Reina de todos los santos que la Iglesia da a María, encierra las más grandes alabanzas que sea posible darle, porque anuncia que es superior a los santos de todos los órdenes. En efecto, María conforma un orden separado en el cielo; y para juzgar el alto punto de su gloria, hay que remarcar que Dios glorificó a su propia Madre. Por ese motivo se ha representado a los ángeles y a los santos de todo orden ofreciendo a María sus coronas, para significar que ella reina en el cielo por encima de ellos.

Ejemplo

Una peste terrible despoblaba la ciudad de Roma, el Papa san Gregorio Magno había predicado la penitencia, ordenado oraciones públicas, hecho votos, pero la peste continuaba sus estragos, hasta que tomó el partido de volver se directamente hacia la Madre de Dios, y ordenó que el clero y el pueblo fuesen en procesión general a la Iglesia de Nuestra Señora, llamada Santa María la Mayor, y que se llevara por toda la ciudad la imagen de la Santísima Virgen, pintada por san Lucas. Esta procesión detuvo perfectamente el curso de esta calamidad. Fue maravilloso ver que por todos los lugares donde la imagen pasaba, cesaba la peste cesaba enteramente; y antes del fin de la procesión se vio sobre la terraza de Adriano, hoy llamada Castillo del Santo Ángel, un Ángel en forma humana que guardaba una espada ensangrentada en su vaina. Al mismo tiempo se escuchó a los ángeles cantar este antífona de la Santísima Virgen. Regina Coeli, laetare alleluia, etc. El Santo Pontífice agregó: ora pro nobis, Deum, ruega a Dios por nosotros; y la Iglesia ha empleado siempre desde entonces esta oración para saludar a la Santa Virgen en tiempo de Pascua.

Sirvamos a María, como nuestra reina, ella no se dejará vencer en generosidad.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 26 MAYO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
26 mayo




Ser cristiano es una cosa muy seria, nada fácil y muy comprometida.

Si el mundo se gobierna por el egoísmo, el cristiano sabe que debe amar a su prójimo como a sí mismo.

Si el mundo vive impregnado de malintencionados, el cristiano ha de vivir en una fuerte transparencia de conciencia.

Si en el mundo predomina el amor a la mediocridad y la sensualidad, el cristiano recuerda que Jesucristo le exige una vida de abnegación de sí mismo.

Si el mundo se rige por la violencia, el cristiano es gobernado por la paciencia.

El mundo es el odre viejo cargado de pasiones, gastado por sus excesos, roto por sus ambiciones, y el cristiano es el comprometido, que no puede coartarse, ni limitarse por la estrechez del odre viejo del mundo.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 26 MAYO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 7ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, sábado, 26 de mayo de 2018



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (5,13-20):

¿Sufre alguno de vosotros? Rece. ¿Está alegre alguno? Cante cánticos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará. Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos. Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo encamina, sabed que uno que convierte al pecador de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 140,1-2.3.8

R/. Suba mi oración como incienso en tu presencia, Señor

Señor, te estoy llamando, ven deprisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. R/.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios.
Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,13-16):

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 26 de mayo de 2018
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


ACEPTAR EL REINO COMO UN NIÑO


     Ya tenemos otra vez a los discípulos protestando y regañando. Esta vez a los niños. Es curioso que ni una vez hayan recibido un toque de atención por parte de Jesús a causa de su espíritu abierto, por disculpar o acoger a alguien de modo poco oportuno o prudente, por mostrarse excesivamente comprensivos. No. Se les da mejor pedir que caiga fuego del cielo para los que no les reciben, se les da mejor pretender que Jesús prohíba a uno que «no es de los nuestros» que haga exorcismos por no ser de nuestro grupo, o como en la escena de hoy, despachar a los niños.

     Jesús está subiendo a Jerusalem, no hay que olvidarlo, y esta escena del Evangelio hay que encuadrarla ahí para entenderla. De los que son como ellos es el Reino. Jesús no idealiza a los niños. De hecho, ya se refirió  en otra ocasión a unos niños maleducados que juegan en la plaza y quieren ahora una cosa y luego otra, y se muestran impacientes y testarudos (Lc 7, 23). 

      Los niños aparecen como el contrapunto de los que van a condenarle, los que le rechazan a él y su Reino,  que podríamos llamarlos «viejos», en el peor sentido de la palabra. 

Escribió Romano Guardini:

El pueblo judío, los fariseos y doctores de la ley, los sacerdotes y los sumos sacerdotes, ¡qué adultos son!  Si les observamos de cerca, tropezamos con todo su endurecimiento y perversión, con toda la herencia del pecado. ¡Que viejos son!  Su recuerdo abraza más de dos mil años, se extiende hasta Abraham.  Es una conciencia histórica poco corriente en otros pueblos. La sabiduría les viene de Dios y de una larga experiencia humana. Son clarividentes, inteligentes y correctos. Examinan, sopesan, distinguen, reflexionan y, a la llegada del Mesías -con la cual se cumple la profecía y su larga historia llega a su plenitud-, se atienen obstinadamente a lo pasado, se agarran a sus tradiciones humanas, se parapetan tras el templo y la ley; son astutos, duros, ciegos, y la hora de Dios pasa.  El enviado de Dios muere por mano de aquellos que guardan la ley de Dios, en tanto que el judaísmo queda encerrado en la espera de Aquel que ya ha venido.

(ROMANO GUARDINI, El Señor I)

     Los niños no son así. Y sólo quienes son como ellos, pueden acoger/recibir el Reino. Los «viejos» tienen la mentalidad de que el Reino hay que ganárselo, hay que merecerlo, tener méritos. Jesús, que va experimentando ya el rechazo a la Buena Noticia del Reino, va dándole vueltas a que el Reino es algo que su Padre ofrece y regala, es un don que él da a los pobres, a los humildes, a los que nada cuentan (como los niños en aquella sociedad judía)... El niño recibe todo porque nada puede por sí mismo, es la extrema fragilidad y dependencia, y lo que más les define es su necesidad absoluta de sus padres. También Jesús es como los niños: necesita continuamente la cercanía, la ternura y el cuidado de su Padre para salir adelante en su vida.

     Su condición filial, su confianza absoluta en que el Padre sólo quiere su bien, el saberse acompañado y siempre en las manos del Padre le van a dar la fuerza interior que necesita para enfrentarse al desconcierto, el desprecio, el rechazo y la condena de los que no son como ellos. 

     Jesús se siente a sí mismo como un niño: abierto a recibir del Padre el reino tal como él quiera dárselo, dispuesto a dejarse guiar por él, como haciendo suyo el Salmo 131 (130): «no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos,  como un niño en brazos de su madre». O de su padre, que tanto da.

     Y ruega, exige, que nadie impida se acercan a él libremente los niños, los ciegos, leprosos, los publicanos, los pecadores en general, los que no son buenos, los que no cumplen, los enfermos... porque para ellos ha venido, porque son los únicos que lo necesitan, porque el Padre prefiere y cuida especialmente de todos ellos. Como también cuidará de él mismo cuando se vea absolutamente débil y solo en lo alto de un madero.  Dichosos los que tienen el corazón de niño... porque Dios los acoge, cuida y ama como Padre.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf