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lunes, 29 de abril de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 30 DE ABRIL DE 2019


Lecturas de hoy Martes de la 2ª semana de Pascua
Hoy, martes, 30 de abril de 2019


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,32-37):

EL grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 92,1ab.1c-2.5

R/. El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,5a.7b-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy martes, 30 de abril de 2019
 Fredy Cabrera, cmf



Apreciados hermanos y hermanas:

Camino de la pascua descubrimos en los textos bíblicos toda una catequesis.  Estamos invitados a comprender como los seguidores y seguidoras de Jesús llevan adelante la propuesta del Reino por él iniciada.

Lo que leemos en el episodio de Hechos, más allá de ser un cuadro idealista de las relaciones comunitarias, es un acto de protesta contra las injusticias que provocaba el sistema político, económico y religioso. Se favorecía la concentración de poder y riqueza en ciertos grupos y se dejaba sin oportunidades a las grandes mayorías. Los discípulos y discípulas del resucitado, buscan revertir ese orden de cosas, construyendo comunidades que defiendan la igual dignidad de sus miembros y el bienestar de todos y todas. No es casualidad que la comunidad a la que se dirige el evangelista esté llamada, desde la figura de Nicodemo, a «nacer de nuevo». Están siendo invitados a una nueva forma de relacionarse, con los demás y con el mundo, que los impulse a la transformación de las estructuras políticas, económicas, sociales y religiosas. Sólo desde una vida capaz de morir a sí misma, como lo hizo Jesús, es posible hacer brotar el verdadero amor.

Necesitamos derribar los muros que hoy nos separan y nos impiden vivir como hermanos y hermanas. ¿Seremos los y las creyentes capaces de apostar por economías alternativas que generen oportunidades para los descartados del sistema-mundo?

Es lamentable el pensamiento de aquellos que no ven alternativa, y vislumbran inevitablemente el fin de la humanidad. Antes que pensar en el fin de la humanidad deberíamos de plantearnos, seriamente, el fin de este sistema político-económico que parece estar encaminándonos hacia el abismo.

Fredy Cabrera
Misionero Claretiano

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 29 DE ABRIL DE 2019

Acudir a Cristo para volver a nacer
Santo Evangelio según San Juan 3, 1-8. Lunes II de Pascua


Por: H. Leonardo Garzon, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, Tú siempre estás a la espera; no importa la hora ni el lugar, Tú siempre estás ahí para mí. Tú no tomas en cuenta mis pecados o indisposiciones, haces caso omiso a mis iras y malhumores. Tú esperas siempre con los brazos abiertos a que yo me acerque a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3, 1-8

Había un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como Maestro; porque nadie puede hacer las señales milagrosas que Tú haces, si Dios no está con Él».

Jesús le contestó: «Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?».

Le respondió Jesús: «Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tienen que renacer de lo alto”. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

1. Andar a ver a Jesús de noche
Aunque no parezca del todo común, el mejor momento en el que nos podemos encontrar con Jesús es en la noche, ciertamente no en el sentido literal. Esta noche de la que nos habla el Evangelio se refiere a la quietud y pasividad interiores, a un momento de silencio de calma espiritual. Es en la noche cuando nos despojamos de las preocupaciones y ajetreos del día a día; sólo en este momento podemos acercarnos a Jesús libres de toda otra distracción. Él siempre está esperando a que busquemos esos momentos de «noche» para estar a solas con Él. Jesús quiere que aprendamos a descansar en Él.

2. El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Dios siempre nos pide ir más allá. No basta con acudir a Él, es necesario tomar un paso a la acción, buscar y tratar de mejorar ese aspecto de nuestra vida que debemos cambiar. Jesús nos pide conversión. La conversión requiere que nos despojemos de nosotros mismos para así dejar que Dios actúe en nuestras vidas. El olvidarnos de nosotros mismos implica un volver a nacer, nacer una nueva vida en la que “no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”.

3. Nacer del agua y del espíritu
Seguramente nos preguntamos, ¿cómo es posible volver a nacer? Ésta era la pregunta que agobiaba a Nicodemo quien no entendía la exigencia espiritual de las palabras del Maestro. Con el pasar de los años, se van adhiriendo a nuestra personalidad ciertas formas de ser, pensar o actuar que no son propiamente buenas; estas adherencias se van convirtiendo en un obstáculo que luego nos impedirá entrar en el Reino de Dios. El agua representa la purificación, el modo en que vamos limpiando nuestros corazones para hacer espacio para Dios. El espíritu es el don de Dios que se da a sí mismo para llenar el vacío de nuestras vidas, sólo con Él y por Él podremos nacer de nuevo

«El Evangelio recuerda que aquel que está llamado a dar testimonio de la Resurrección de Cristo debe, en primera persona, "nacer de lo alto". De lo contrario, se termina como Nicodemo que, a pesar de ser un maestro en Israel, no entendía las palabras de Jesús cuando decía que para "ver el reino de Dios" hay que "nacer de lo alto", nacer "del agua y del Espíritu". Nicodemo no entendía la lógica de Dios, que es la lógica de la gracia, de la misericordia, por la cual el que se hace pequeño se vuelve grande, el que se hace último pasa a ser el primero, el que se reconoce enfermo se cura. Esto significa dejar realmente la primacía al Padre, a Jesús y al Espíritu Santo en nuestra vida. Atención: no se trata de convertirse en sacerdotes "poseídos", casi como si se fuera depositario de un carisma extraordinario. No. Sacerdotes ordinarios, simples, humildes, equilibrados, pero capaces de dejarse regenerar constantemente por el Espíritu, dóciles a su fuerza, interiormente libres —sobre todo de sí mismos— porque les mueve el "viento" del Espíritu que sopla donde quiere.»
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de abril de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer una visita a la capilla y pedirle a Dios la gracia de volver a nacer a una vida que sea más de su agrado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

sábado, 27 de abril de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 2° DE PASCUA, 28 DE ABRIL DE 2019 - LA DIVINA MISERICORDIA



Lecturas de hoy Domingo 2º de Pascua - Ciclo C
Hoy, domingo, 28 de abril de 2019



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,12-16):

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacia lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 117,2-4.22-24.25-27a

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel: 
eterna es su misericordia. 
Diga la casa de Aarón: 
eterna es su misericordia. 
Digan los fieles del Señor: 
eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos 
es ahora la piedra angular 
Es el Señor quien lo ha hecho, 
ha sido un milagro patente. 
Éste es el día en que actuó el Señor: 
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación; 
Señor, danos prosperidad. 
Bendito el que viene en nombre del Señor, 
os bendecimos desde la casa del Señor; 
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.


Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (1,9-11a.12-13.17-19):

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. 
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» 
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» 
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» 
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» 
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» 
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» 
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» 
Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!» 
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 28 de abril de 2019
 Fernando Torres cmf


¡Paz a vosotros!

      La fiesta de la Pascua de Resurrección es la más importante de la Iglesia. No sólo se dedican cincuenta días a su celebración, los que van del Domingo de Resurrección al de Pentecostés. Además, los ocho primeros días son como si cada uno fuese el primero. Es la Octava de Pascua, que va del Domingo de Resurrección al que hoy celebramos. La noticia, la gran noticia, sigue siendo la misma: Jesús ha resucitado. 

      Si el domingo pasado eran las mujeres las que recibían la noticia, ahora son los hombres, un grupo de apóstoles y discípulos, los que tienen la experiencia de encontrarse con Jesús Resucitado. En realidad, todos esos encuentros con el Resucitado sirven básicamente para confirmarlos en todo lo que habían vivido con Jesús a lo largo del tiempo que le siguieron hasta su muerte en la cruz. 

      Durante aquellos años, Jesús les había enseñado muchas cosas. Les había hablado del Reino y de Dios, al que llamaba su “Abbá”, su “papá”. Frente a la imagen de un Dios arrogante y vengativo, justiciero y castigador, les había hablado de un Dios Padre de misericordia y amor que desea la felicidad y la libertad en fraternidad de todos sus hijos e hijas. Habían visto como se acercaba a todos y hablaba a todos pero que tenía un especial cariño para los necesitados, los oprimidos, los abandonados. Había hablado de la justicia y de compartir los bienes de la tierra. Había comido con ellos muchas veces y les había enseñado que vale más servir y amar que dominar, poseer y controlar. Les había prometido el Reino pero también les había dicho que el Reino estaba dentro de ellos. 

      Todo eso se confirma en sus apariciones. Si la Resurrección podía ser vista como un signo del poder sin límites de Dios, cuando Jesús se presenta a sus discípulos, lo primero que hace es desearles la paz. “Paz a vosotros”. La presencia de Jesús no inquieta, no destruye, no oprime sino que es portadora de paz, paz para los corazones y paz para todos. Los que habían visto como la violencia del odio, de la venganza, de la muerte, destruían –y parecía que para siempre– la vida y el sueño de Jesús, ven ahora como la fuerza de Dios es capaz de crear Vida y Paz más allá de la muerte que creamos los hombres. 

      No es un sueño, como le hace ver a Tomás en la segunda aparición. Es el mismo Jesús que conoció, el que murió en la cruz. Tampoco era un sueño su mensaje. Ni era un sueño su forma de hablar de Dios. Ante nosotros se abre un futuro de esperanza porque, como dice la lectura del Apocalipsis, “el que vive” está vivo en medio de nosotros y nos invita a seguir el camino de la vida, de la verdadera vida, de la vida plena.



Para la reflexión

      ¿Cuándo pienso en Dios, cuando rezo, o quizá cuando me siento pecador, siento miedo o temor? ¿Por qué? ¿Qué siento cuando hoy escucho en el evangelio a Jesús decir: “Paz a vosotros”? ¿Cómo puedo ser portador de paz a los que me rodean?