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domingo, 9 de febrero de 2020

SI LA SAL SE VUELVE SOSA...


Si la sal se vuelve sosa...
Un mensaje que viene de Dios y que transforma el mundo con la fuerza humilde y firme de un poco de sal.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net







Cristo vino para ofrecer la salvación, para anunciar el Reino, para perdonar los pecados. Reunió a un grupo de discípulos. Constituyó a algunos de ellos como Apóstoles. Les envió a predicar.

Tras su Muerte y Resurrección, la venida del Espíritu Santo llevó a su punto culminante el nacimiento de la Iglesia. Desde entonces la sal está presente y actúa en un mundo necesitado de salvación y de esperanza.

Pero si la sal se vuelve sosa (cf. Mt 5,13)... El peligro existe. Ya en los primeros siglos hubo cristianos que quedaron atrapados por la mentalidad de este mundo y se apartaron del Evangelio. Buscaron sus propios maestros, dejaron que la presunción o las ideologías dominaran sus corazones, y surgieron herejías que dañaron a miles de corazones.

La historia de la Iglesia católica está marcada por el gesto de tantos bautizados que un día dejaron de mirar al Maestro, se apartaron del Papa y de los obispos que enseñan la verdadera doctrina católica, y buscaron sus propios intereses, no los de Cristo (cf. Flp 2,12; 1Co 1,17).

También hoy no resulta difícil encontrar a quienes dejan a un lado el Credo y los concilios, desde el primero (Éfeso) hasta el último (Vaticano II), y que elaboran sus propios “catecismos personales”. O quienes interpretan la Biblia según teorías incompatibles no sólo con la fe, sino con la sana filosofía. O aquellos que pactan con una modernidad enfermiza y acogen ideas propias de los hijos de las tinieblas.

La lista de errores ha sido y es desoladora. Unos, por falta de preparación. Otros, por deseos de aparecer y de ser aplaudidos por los hombres. Otros, simplemente, para sumarse a proyectos mundanizantes que nada tienen que ver con la fe católica, porque piensan de un modo semejante al de los modernistas condenados por san Pío X. Otros, porque suponen que serán acogidos si aceptan lo que ya tantos otros han aprobado: abortos, eutanasias, matrimonios que no lo son, y una larga lista de desórdenes morales y de atentados contra la justicia.

Mientras, millones de hombres y mujeres esperan la llegada de la sal verdadera, la que conserva, la que limpia heridas, la que perdona pecados, la que introduce en el dinamismo pascual de muerte y resurrección con Cristo.

¿Encontrarán en nosotros corazones creyentes y preparados, lámparas encendidas de quienes desean brillar con la luz de Cristo? La pregunta estremece, mas no debemos temer: la Iglesia ha pasado por oscuridades desoladoras en tantos momentos de su historia, pero la fidelidad de corazones abiertos a la gracia y fieles a la fe, ha permitido que la nave de la Iglesia superase tormentas y transmitiera a cada generación un mensaje que viene de Dios y que transforma el mundo con la fuerza humilde y firme de un poco de sal.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 9 DE FEBRERO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 5º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 9 de febrero de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (58,7-10):

ESTO dice el Señor:
«Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo,
cubre a quien ves desnudo
y no te desentiendas de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”.
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 111,4-5.6-7.8a.9

R/. El justo brilla en las tinieblas como una luz

V/. En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos. R/.

V/. Porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor. R/.

V/. Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,1-5):

YO mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,13-16):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 9 de febrero de 2020
Fernando Torres cmf


Tu oscuridad se volverá mediodía

      Es hermoso ver como la Escritura se ayuda a sí misma a interpretarse. Todos conocemos las parábolas de Jesús sobre la sal y la luz. Son una llamada a todos sus seguidores a vivir en medio del mundo como los que dan vida y luz, como los que hacen descubrir el verdadero y auténtico saber y sentido de esta vida. Quizá Jesús se daba cuenta ya en su tiempo de la mucha gente que vive sin vivir, sin disfrutar, sin gozar de la vida, que viven en la oscuridad, que no descubren el camino hacia la salvación, la vida y la felicidad que es lo que Jesús nos ofrece.

      Así que los cristianos tenemos que ser la sal y la luz del mundo. Pero, ¿qué significa esto en la práctica? El mismo Evangelio nos da ya una pista: significa hacer “buenas obras” porque así todos darán gloria al Padre que está en el cielo. Pero otra vez nos encontramos con un problema: ¿cuáles son las buenas obras a que se refiere Jesús?

      La primera lectura, tomada del profeta Isaías, nos ayuda a entender el tipo de buenas obras que Dios quiere de nosotros. Es una lectura para leer y releer y no perder ni una coma. Cada palabra es un tesoro que puede ser aplicado perfectamente a nuestra situación actual y a todos los niveles, tanto a las relaciones personales dentro de la familia o con los amigos como a las relaciones en el trabajo, en nuestra ciudad o entre las naciones. “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo”. Son mensajes claros, sencillos. No es necesaria ninguna interpretación. También nos dice que hay que “desterrar la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia”. Y para completarlo esa especie de ruego: “no te cierres a tu propia carne”. Isaías nos invita a reconocer en el otro, en cualquier otro, no importa lo lejano que viva o que no pertenezca a nuestra religión, nación, cultura, raza o lo que sea, “nuestra propia carne”. 

      Entonces es cuando, como dice Isaías, “romperá nuestra luz como la aurora”, nos “brotará la carne sana” y nuestra “oscuridad se volverá mediodía”. O dicho en palabras de Jesús, seremos la sal del mundo y nuestra luz alumbrará a todos. Pero lo que está claro es que esa luz brotará de dentro de nosotros, de nuestro corazón. Cuando hagamos esas buenas obras, cuando seamos hermanos de nuestros hermanos. Sin distinciones, sin prejuicios. El mensaje de Jesús está ahí. Con toda su simplicidad. No hay que esperar una salvación que venga de fuera. Está en nuestra mano hacer que la luz brote en las tinieblas. Basta con que nos tomemos en serio lo que dice el profeta Isaías y lo llevemos a la práctica en nuestras vidas. 



Para la reflexión

      ¿Qué hacemos para partir nuestro pan con el hambriento, hospedar a los sin techo y vestir al desnudo? ¿Evitamos los gestos amenazadores y la maledicencia? ¿Cómo puede ser nuestra comunidad sal de la tierra y luz del mundo?