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martes, 28 de abril de 2020

MEDITACIONES DIARIAS PARA EL MES DE MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA


¿Quieres dedicar un obsequio a la Virgen cada día de mayo?
Pablo Cervera Barranco



Por: Cari Filii | Fuente: Religion en Libertad 



El mes de mayo es, por excelencia, el mes de María y, según recoge Cari Filii News, desde sus primeras horas circula por la Red una "ayuda para vivir más intensamente este mes dedicado a nuestra Madre", destinada a ser practicada "sobre todo en familia", preparada por el sacerdote y teólogo Pablo Cervera Barranco, editor y traductor, entre muchos otros textos, de las Obras Completas de Joseph Ratzinger que prepara la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos).

He aquí la forma completa de ofrecer a la Virgen Santísima un obsequio espiritual cada día del mes.

Pincha aquí si prefieres descargarlo en formato PDF e imprimirlo para uso diario.



MES DE MARÍA

El mes de mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados. 
San Juan XXIII.


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición: Señor mío, Jesucristo…

Invocación inicial ¡Virgen de las gracias! Haz que continúe tu protección sobre todos los hijos de la Iglesia universal que, por la gracia del Espíritu Santo, son todos hermanos. La vida de aquí abajo no está exenta de sacrificios y de cruces. Pero mirándote a ti, todo se vuelve leve y ligero. Amén.

Peticiones
Que tu Madre, refugio de pecadores, interceda por nosotros, para que obtengamos el perdón de nuestros pecados. Ave María.

Tú, que hiciste a tu Madre llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres. Ave María.

Tú, que quisiste nacer de María Virgen para ser hermano nuestro, haz que todos los hombres nos amemos fraternalmente. Ave María.

Con flores a María
En este momento, según el día del mes, se ofrece a María uno de los obsequios espirituales que se proponen más adelante.

Oraciones finales

Oración de san Bernardo
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a vos, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro auxilio, haya sido abandonado de vos. Animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Virgen, Madre de las vírgenes, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh purísima Madre de Dios, mis humildes súplicas; antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada, María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión; no me dejes, Madre mía.

Regina Coeli
Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque el que mereciste llevar en tu seno, aleluya, ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega por nosotros a Dios, aleluya. Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.

Oración
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos por intercesión de su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.




CON FLORES A MARÍA
(Obsequios espirituales a la Santísima Virgen María)



Día 1: María, Madre, tú, la siempre ocupada en el servicio de tu casa, ilumina con tu sonrisa nuestro trabajo. Préstame tu sonrisa.
Te ofrezco: tratar de sonreír a todos.


Día 2: María, Madre, tú que sabías de la angustia económica de una familia pobre: enséñame a amar la pobreza; enséñame a desprenderme para ayudar a los pobres.
Te ofrezco: dar alguna limosna.


Día 3: María, Madre, tú que te olvidabas de ti para atender a los demás: enséñame a no estar siempre dándome vueltas a mí y a mis cosas, y dejar de lado mis pequeños desánimos que hacen la vida desagradable a los demás.
Te ofrezco: vivir hoy más pendiente de ti repitiéndote alguna jaculatoria.


Día 4: María, Madre, la siempre disponible para que Dios se sirviera de ti: enséñame a no quejarme y a estar disponible.
Te ofrezco: no quejarme durante el día de hoy.


Día 5: María, Madre, la de las horas de silencio en casa; la del pensamiento siempre lleno de Dios: ayúdame a vivir siempre en tu presencia y en presencia de Dios.
Te ofrezco: vivir hoy en presencia de Dios.


Día 6: María, Madre, que formaste la familia de Nazaret: enséñame a hacer más cariñoso el ambiente familiar.
Te ofrezco: tener algún detalle de cariño con los de mi familia.


Día 7: María, Madre, tú que trabajabas para atender a Jesús y lo recibías contenta cuando llegaba cansado del trabajo: concédeme tener la alegría siempre a punto y ayudar a los cansados.
Te ofrezco: tratar de estar más alegre con los que me rodean.

Día 8: María, Madre siempre atenta para cuidar a José y a Jesús: concédeme atender a todos, el olvido de mí, mi disponibilidad continua y ser servidor de los demás.
Te ofrezco: ser hoy más servicial en mi casa.

Día 9: María, Madre, tú sembrabas confianza en torno a ti, sabías contar con sencillez tus cosas y estabas siempre abierta al diálogo: enséñame a tener más confianza con los que me rodean y a escucharlos con amor e interés. Te ofrezco: tratar de dar conversación a mis familiares.


Día 10: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a ser manso, a dejarme traer y llevar por la obediencia.
Te ofrezco: cumplir hoy mejor con mis deberes.


Día 11: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a tener hambre y sed de ser santo.
Te ofrezco: pedirle muchas veces hoy al Señor que me haga santo.


Día 12: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a ser misericordioso, es decir, a amar a cada uno con sus defectos.
Te ofrezco: ser hoy más comprensivo con los defectos de los que me rodean.


Día 13: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a ser limpio de corazón.
Te ofrezco: no admitir hoy pensamientos malos de los demás.


Día 14: María, Madre, tú sabías reflexionar y animar, sabías curar las angustias: enséñame la virtud de la prudencia y no dejes que me ahogue en un vaso de agua.
Te ofrezco: tener hoy pensamientos positivos y de esperanza.



Día 15: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a llorar con los que lloran, a vivir las alegrías y sufrimientos de los demás como si fueran míos.
Te ofrezco: ayudar a alguien que esté sufriendo.



Día 16: María, Madre, tú eras audaz, emprendedora, confiada plenamente en el Espíritu que te acompañó a lo largo de tu vida: enséñame a desconfiar de mí mismo y a poner mi esperanza en el Poderoso que quiere hacer obras grandes en mí.
Te ofrezco: encomendarme al Señor antes de cada actividad que haga hoy.



Día 17: María, Madre, préstame tus ojos para mirar con cariño a todos.
Te ofrezco: rezar por los que me caen mal.



Día 18: María, Madre: ayúdame a no desanimar a nadie con mis amarguras y a no alejar a nadie con mis críticas.
Te ofrezco: dar gracias a Dios por cada cosa que viva o que me ocurra.


Día 19: María, Madre, en cuya casa todos servíais a todos sin dar espacio a la pereza: ayúdame a cumplir con mi deber sin exigencias ni malos humores.
Te ofrezco: ayudar más en casa.



Día 20: María, Madre, que guardabas la Palabra del Señor en tu corazón, ayúdame a comprender la Escritura y a guardarla en mi corazón.
Te ofrezco: leer un párrafo del Evangelio y meditarlo.


Día 21: María, Madre, que conoces mis pensamientos: haz que no sean nunca de venganza, ni de envidia, ni de darme vueltas a mí mismo.
Te ofrezco: tratar de vivir en presencia de Dios.



Día 22: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando María ha echado raíces en un alma, produce allí maravillas de gracia».
Te ofrezco: consagrarme a ti durante el día.


Día 23: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, encuentra a María en un alma, vuela allá, entra en ella de lleno y se le comunica abundantemente».
Te ofrezco: repetir durante el día la jaculatoria: «Ven, Espíritu Santo».


Día 24: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Si tengo a Jesús es gracias a María».
Te ofrezco: dar gracias durante el día por el don de la fe.



Día 25: María, Madre consciente de tu pobreza porque sabías que todo es don de Dios: enséñame a ser humilde. Humildad no es negar los dones recibidos, sino afirmar que todo lo recibimos de Alguien que nos ama, y que por ello nos confía grandes empresas.
Te ofrezco: repetir durante el día la petición de san Ignacio en sus Ejercicios: «Te pido el conocimiento interno de tanto bien recibido, para que, reconociéndolo yo enteramente, quiera en todo amar y servir a Su Divina Majestad».


Día 26: María, Madre, que no te quedaste con la alabanza de tu prima Isabel, sino que la referiste a quien correspondía en verdad, diciendo: «El Señor hizo en mí maravillas»; enséñame a reconocer la mano de Dios en todo y a darle gracias por todo.
Te ofrezco: repetir durante el día esta jaculatoria de la beata Maravillas de Jesús: «Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera».


Día 27: La consagración de la familia a la Virgen es una promesa de amor en la que se le ofrece a Jesús todo lo que la familia es, tiene y hace a través del Corazón Inmaculado de la Virgen María para que, por estos dos Corazones, los miembros de la familia vivan plenamente entregados a la voluntad del Padre. La familia se abandona así en las manos de la Virgen María para que ella ejerza su papel de Madre espiritual, de Mediadora de las gracias, de Abogada y de Reina.

Te ofrezco consagrar hoy mi familia a ti, Virgen María, mediante esta fórmula de Juan Pablo II: «Oh, Santa Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, a tu Inmaculado Corazón consagramos nuestras familias. Con tu ayuda, nos encomendamos y nos consagramos al Divino Corazón de Jesús y así estaremos contigo y con Jesús en el Espíritu Santo, siempre y totalmente consagrados a la voluntad del Padre celestial».


Día 28: Tú, que eres Mediadora de las gracias, sé el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de luz, de discernimiento, de fidelidad, de sabiduría, de santidad y de unión que provienen del Corazón de Cristo.
Te ofrezco: rezar el Rosario para pedir por las personas que se han encomendado a mi oración.


Día 29: Tú, que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén siempre tu mirada misericordiosa sobre cada uno de los miembros de esta familia y, ya que no percibimos nuestras propias necesidades, acércate a tu Hijo implorando, como en Caná, el milagro del vino que nos falta.
Te ofrezco: rezar un Avemaría por cada persona de mi familia.



Día 30: Tú, que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como tú para acoger con obediencia y agradecimiento toda la verdad que nos enseña tu Hijo a través de la Iglesia y su Magisterio.
Te ofrezco: rezar el credo para pedir a Dios el don de la fe y la fidelidad a lo que la Iglesia enseña.


Día 31: Tú, que eres Corredentora, guarda a esta familia en la fidelidad a la cruz. Que en los momentos de sufrimiento no busquemos nuestro propio bienestar, sino acompañar al que sufre. 

Que en los momentos de aridez y desolación nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios y que sepamos vivir los sacrificios y luchas en unión con tu Hijo crucificado.

Te ofrezco: renovar la consagración de nuestra familia a ti, como hicimos el día 27, repitiendo la fórmula del papa Juan Pablo II.

EL PAN DE VIDA


El Pan de Vida
Tu alma no puede nutrirse y saciarse de otra cosa que de Dios.


Por: Salvador Canals | Fuente: Ascética meditada




No os acostumbréis nunca a celebrar o a asistir al Santo Sacrificio: hacedlo, por el contrario, con tanta devoción como si se tratase de la única Misa de vuestra vida: sabiendo que allí está siempre presente Cristo, Dios y Hombre, Cabeza y Cuerpo, y, por tanto, junto con Nuestro Señor, toda su Iglesia. San Josemaría Escrivá, 28-III-1955.


Un sentido agradecimiento de partida

Tú sabes de sobra, amigo mío, que Eucaristía: quiere decir acción de gracias. Y éste es precisamente el primer impulso espontáneo del alma que se detiene a considerar, a meditar este misterio de fe que es el Sacramento del Amor. Las palabras que brotan del corazón, ante la presencia de Jesucristo en la Eucaristía, son palabras de gratitud: Gracias, Señor, por haber querido quedarte en el tabernáculo. Gracias, Señor, por haber pensado en mí y en todos los hombres ˆaun en aquellos que habrían de entregarte y que te traicionanˆ en la hora de la persecución y del abandono, en la vigilia de la Pasión. Gracias, Señor, porque has querido ser médico para mis achaques, fuerza para mis debilidades y blanco pan para mi alma hambrienta, pan que da la vida.


Un santo contagio

Tú y yo sabemos por experiencia cuánto bien puede hacer a una persona una buena amistad: le ayuda a comportarse mejor, le acerca a Dios, le mantiene lejos del mal. Y si una buena amistad nos liga, no ya a una persona buena, sino a un santo, los buenos efectos de ese género de vida se multiplican: el trato mutuo y el intercambio de elevados sentimientos con un santo dejarán en nuestro propio fondo algo de su santidad: cum sanctis, sanctus eris!, si tratas con los santos, serás santo.


Es una intimidad con Jesucristo

¡Pues piensa ahora, amigo mío, lo que podrá ser la amistad y la confianza con Jesucristo en la Eucaristía, y qué huella dejará en nuestra alma! Tendrás a Jesús como Amigo, Jesús será tu Amigo. ¡El ˆperfecto Dios y Hombre perfectoˆ, que nació, que trabajó y que lloró, que se ha quedado en la Eucaristía, que padeció y que murió por nosotros! Y... ¡qué amistad, qué intimidad! Nos nutre con su cuerpo, nos quita la sed con su sangre: Caro mea vere est cibus, sanguis meus vere est potus. Mi carne es verdadero alimento, mi sangre es verdadera bebida. Jesucristo se ofrece a nosotros en el misterio de la Eucaristía, completamente, totalmente, en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Y el alma, en aquel momento de donación y de abandono, siente que le puede repetir las palabras de la parábola evangélica: Omnia mea tua sunt, todo lo que es mío es tuyo.


Para que viva en nosotros

El camino de la Comunión ˆy de la Comunión frecuenteˆ es verdaderamente el camino más fácil y breve para llegar a la transformación en Cristo, al vivit vero in me Christus, verdaderamente Cristo vive en mí, de San Pablo. Tu alma tiene necesidad de Jesús, porque sin E1 no puedes ˆno podemosˆ hacer nada: Sine Me nihil potestis facere, sin Mí no podéis hacer nada. El desea venir todos los días a tu alma: te lo dijo y te lo dice con la parábola del gran banquete ˆvocavit multos, llamó a muchosˆ y te lo repitió y te lo repite en el momento solemne de instituir la Eucaristía: Desiderio desideravi haec pascha manducare vobiscum, he deseado con toda el alma comer esta Pascua con vosotros.


Para crecer

Tu alma y la mía tienen necesidad del Pan de la Eucaristía, porque tienen necesidad de nutrirse, como el cuerpo, para perseverar con fidelidad y buen espíritu en el trabajo cotidiano, en su esfuerzo para santificarse y para adelantar, cada día más, en el conocimiento de Dios y en la práctica generosa de las virtudes.


Lo que el alma merece

Deja que te diga, en confianza, que tu alma no puede nutrirse y saciarse de otra cosa que de Dios. ¡Tanta es la grandeza y la noleza del alma en gracia! Si pudiéramos hacernos una idea de ella, no tendríamos ojos para ninguna otra cosa en el mundo. Piensa que la Fe ˆnuestra fe cristiana, que da luz a la inteligencia y serenidad al corazónˆ enseña que el alma ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, que ha sido redimida por la sangre de Jesucristo, y que debemos alimentarla de su cuerpo y sangre redentores.


Una necesidad y un deseo

No te dejes seducir por falsas ideas y por falsas humildades: estado de gracia, rectitud de intención... y, después de haber escuchado el consejo prudente del sacerdote, acércate, incluso todos los días, a la Santísima Eucaristía.

Me agrada repetirte, a propósito de la Eucaristía, aquellas palabras de Marta a María, cuando Jesús ˆdespués de la muerte de Lázaroˆ se acerca a la casa amiga de Betania: Magister adest et vocat te!, ¡el Maestro ha llegado y te llama! Escucha su llamada, y aproxímate: acércate a este misterio de fe con una fe muy grande, acércate con la fe de la madre cananea y de la hemorroísa, o, por lo menos, con el deseo humilde de los apóstoles: Adauge nobis fidem!, auméntanos la fe!
Con esperanza y contrición

Acércate con la esperanza firme del leproso, y repite a Jesús sus palabras, humildes y confiadas: "Señor si quieres puedes volverme puro" Y si en ese momento te entristece el recuerdo de tus miserias, puedes volverte a Jesús con las palabras del centurión: Domine, non sum dignus... Señor, yo no soy digno -pero añade en seguida lo que supo añadir aquel hombre sencillo y saborea la confiada esperanza que se esconde en la continuación de su discurso: pero di una sola palabra y mi alma será sana.


¡Que nos gocemos con razón!

Acércate con la caridad de Magdalena, en la casa de Simón el leproso. Sepárate, como ella; de todo lo que está a tu alrededor, y quédate solo con Jesús y rodéalo con tus cuidados y ofrécele el fuego de tu alma y el fervor de tu voluntad. Y no te cuides de respetos humanos, ni de falsas humildades. El está contigo, y te ama. Aprovecha bien los momentos de tu acción de gracias: que tu acción de gracias sea como el himno que entonaron los apóstoles, en el cenáculo, después de la institución de la Eucaristía, mientras iban saliendo al aire libre. Y sal de la iglesia con el corazón rebosante de alegría y el alma llena de optimismo. Y renueva muchas veces durante la jornada tu respuesta al desiderio desideravi de Cristo, tu deseo de recibirlo. La comunión espiritual es alimento fuerte y letificante para las almas eucarísticas.


Nuestra Madre

La Virgen es madre del Amor hermoso y de la Fe y de la santa Esperanza: pídele a Ella progresar en estas virtudes para acercarte con disposiciones interiores cada vez mejores al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

HOY 28 DE ABRIL ES LA FIESTA DE SANTA GIANNA BERETTA, PATRONA DE LAS MADRES, MÉDICOS Y NIÑOS POR NACER


Hoy es la fiesta de Santa Gianna Beretta, patrona de las madres, médicos y niños por nacer
Redacción ACI Prensa






El 28 de abril la Iglesia celebra a Santa Gianna, declarada patrona de madres, médicos y niños por nacer, a quien el Beato Pablo VI describió como “una madre que, para dar a luz a su bebé, sacrificó la suya propia en una inmolación deliberada".

Gianna Beretta nació en 1922 en Magenta, ciudad ina a Milán. Desde pequeña acompañaba a su madre a Misa todos los días. A los 15 años, después de un retiro según el método de San Ignacio de Loyola, tomó el propósito de “mil veces morir antes que cometer un pecado mortal”.

Fue muy devota de la Virgen, tanto así que al morir su madre le dijo a María: “confío en vos, dulce Madre, y tengo la certeza de que nunca me abandonaréis”. Solía hablar de la Madre de Dios en sus encuentros con las chicas de la Acción Católica y en las cartas a su novio que luego fue su esposo.


Se hizo médico y con un firme propósito: “No olvidemos que en el cuerpo de nuestro paciente existe un alma inmortal. Seamos honestos y médicos de fe”. Por ello alentaba a las embarazadas para que tuvieran a sus hijos como un regalo de Dios y a rechazar el aborto.

Después de discernir, vio que Dios la llamaba por la vida matrimonial y tuvo con su esposo tres hijos. Al comienzo del cuarto embarazo, tenía que pasar por una cirugía debido a un tumor ubicado en el útero, pero ella pidió que se preocuparan por la vida de la criatura.

La Santa rechazó someterse al aborto “terapéutico” que le proponían los médicos, y la extirpación del fibroma. Optó por no recurrir a esta práctica .

Fue intervenida y logran salvar a la bebé. Meses después, antes del parto, afirmó: “si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no duden; elijan -lo exijo- la suya. Sálvenlo”.

Dio a luz a su hija el 21 de abril de 1962. Sin embargo, Santa Gianna no quedó bien y el 28 de abril con fuertes dolores y repitiendo “Jesús, te amo; Jesús te amo”, partió a la Casa del padre con 39 años de edad. Fue canonizada por San Juan Pablo II en el 2004.

HOY 28 DE ABRIL ES LA FIESTA DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT

 San Luis María Grignion de Montfort
El esclavo de María
28 de abril




Con grandes sacrificios logró conseguir con qué ir a estudiar al más famoso seminario de Francia, el seminario de San Suplicio en París, sobresaliendo como un seminarista totalmente mariano. Ya ordenado sacerdote, su primera Misa deseó celebrarla en un altar de la Virgen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio.

El santo dedicó todas sus grandes cualidades de predicador, de conductor de multitudes, de cantante y compositor a predicar misiones para convertir pecadores, viajando incansablemente por los distintos lugares de Francia anunciando el Evangelio y permitiendo la llegada de Dios Padre en el corazón de las personas.

A pie y de limosna se fue hasta Roma, pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera que al oír sus sermones se convertían hasta los más endurecidos pecadores. El Papa Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de "Misionero Apostólico", con permiso de predicar por todas partes.

El santo fundó una de las comunidades religiosas que han hecho grandes obras por la conversión de las almas: los Padres Monfortianos, a cuya comunidad le puso por nombre "Compañía de María", y las Hermanas de la Sabiduría. San Luis además escribió uno de los libros que junto con "Las Glorias de María" de San Alfonso, ha llegado a ser uno de los libros más famosos que se han escrito acerca de la devoción a la Virgen María: el "Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María", obra que se ha propagado por todo el mundo con enorme provecho para sus lectores. Incluso el Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que repetía mucho nuestro gran santo: "Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es".

San Luis falleció el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años de una repentina enfermedad.



Oración a San Luis María Grignion de Montfort


Gran apóstol y amante de nuestra Señora, San Luis de Montfort, 
cuyo deseo es incendiar el mundo con el amor a Jesús a través de María, 
te pedimos nos obtengas 
una devoción a María que sea perseverante y perfecta, 
y a participar de la fe, esperanza y caridad de María, 
y recibir el favor que te pedimos nos alcances.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
San Luis de Montfort, ruega por nosotros (3 veces)

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 28 DE ABRIL DE 2020


Lecturas de hoy Martes de la 3ª semana de Pascua
Hoy, martes, 28 de abril de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (7,51–8,1a):

EN aquellos días, dijo Esteban al pueblo y a los ancianos y escribas:
«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la ley por mediación de ángeles y no la habéis observado».
Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Luego, cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo:
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado».
Y, con estas palabras, murió.
Saulo aprobaba su ejecución.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 30,3cd-4.6ab.7b.8a.17.21ab

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,30-35):

EN aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy martes, 28 de abril de 2020
Alejandro Carbajo Olea, cmf



Queridos amigos, paz y bien.

“Señor, danos siempre de ese pan”. Quizá ahora, como nunca en los últimos años, hay esa hambre del Pan de Vida. Con las iglesias cerradas, con muchas parroquias celebrando “virtualmente”, queda la Comunión espiritual, a la que están acostumbrados muchos ancianos y enfermos, que no pueden acudir a las iglesias. pero hay hambre de Eucaristía. Los contemporáneos de Cristo no tenían todas las claves para entender estas palabras. Nosotros, veintiún siglos después, sabemos que ese pan es el propio Cuerpo de Cristo. Gran milagro, el que se produce cada día, cuando se nos hace accesible el propio Hijo de Dios. Solo con este pensamiento se podría reflexionar largamente.

Decíamos ayer que la historia de Esteban no pintaba bien. Hoy asistimos a su lapidación. Como todos los mártires católicos, muere perdonando a sus enemigos. Y, a imitación de Jesús, pide que no se les tenga en cuenta ese pecado a sus asesinos. Muerte de profeta. Muerte martirial.

A todos nos molestan los profetas. Profeta no es la persona que adivina el futuro, sino el que nos pone ante la verdad, o mejor, la Verdad de nuestra vida. Lo que deberíamos hacer y no hacemos. O lo que hacemos, y no deberíamos hacer. Son incómodos. Las personas que viven cerca de un profeta deben estar siempre atentas, porque no hay mejor testimonio que el de la propia vida. No es muy difícil recordar a san Óscar Arnulfo Romero, mártir de América, o a santa Teresa de Calcuta, modelo viviente de entrega a los demás. “Admirables, pero no imitables”, dicen los escépticos, con una sonrisa torcida. Son personas que caen simpáticas, pero su estilo de vida “no es para mí”. Pues no. Todos estamos llamados a ese estilo de vida, en fidelidad, con alegría, en cada momento.

Esteban vivió su fe hasta el final, y vio los cielos abiertos, y a Cristo a la derecha del Padre. Como Cristo. No hace tanto que estábamos celebrando la Pascua, y nos alegrábamos de poder mirar la victoria sobre la muerte. Pero no todos viven así. Los hubo que se alegraron de la muerte de Esteban. Como hoy hay gente que sonríe cuando atacan a alguien que se destaca un poco entre la multitud. Que nos es incómodo, que no nos cae bien. Ojalá no nos den miedo. Que podamos dar testimonio de nuestra fe, siempre y en todo lugar.

“A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”. “Señor, danos siempre de este pan”. Que, a lo largo del día, repitamos muchas veces estas frases, a modo de letanía, para recordarnos dónde está nuestra fuerza, y Quién nos acompaña a lo largo del camino. Quién nos da el pan nuestro de cada día.

Vuestro hermano en la fe,
Alejandro, C.M.F.