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domingo, 17 de mayo de 2020

LAS 7 M DE MARÍA


Las 7 M de María
Podemos encontrar 7 características que podemos asociar con la letra M.


Por: Ricardo Arriola, LC | Fuente: Catholic.net




En María nos encontramos con la persona que más nos puede ayudar para acercarnos a Cristo. Ella fue la que lo llevó en su vientre durante nueve meses; fue ella la que le ayudó a dar sus primeros pasos; fue ella quien le enseñó las primeras palabras; la que le preparaba su comida preferida en los días especiales.

María es la mujer que siempre está presente. Es la que estuvo al inicio y al final de la vida de Cristo, en silencio, en actitud orante, con una esperanza inquebrantable. María estaba segura del triunfo de Dios en la historia, en su historia personal y en la historia de todos los hombres.

Es ella, María, de quien podemos aprender cómo vivir nuestra vida cristiana, nuestra vida de imitación de Cristo, porque fue ella y ha sido ella, el ser humano que más cerca está de Él.

En María podemos encontrar siete características especiales que podemos asociar con la letra M. Ella es la mujer que podemos observar porque ella estaba (stabat) y ella está (stat). Pero no sólo la podemos observar como una estatua inmóvil, sino que es alguien que actúa. Por ello, creo que podemos contemplar en ella cuatro títulos y tres acciones.

Los títulos que encontramos en María son: Madre, Maestra, Modelo y Mujer.



1. Madre
Es la característica primordial que encontramos en María. Es madre de Cristo y madre nuestra. Es ella la que nos consuela, la que está al pendiente de nosotros, como cualquier madre lo haría. No es casualidad que una de las primeras palabras que hemos aprendido a pronunciar en nuestra vida ha sido “mamá”, porque en ella encontramos seguridad y paz.

María es mamá de cada uno de nosotros. Es ella la primera interesada en nuestra santidad. Es ella, nuestra madre, la que no nos dejará huérfanos nunca. El Papa Francisco dijo una vez en un encuentro que con seminaristas en el 2014: si no tenemos a María como madre, la tendremos como suegra. La relación yerno o nuera y suegra puede ser una relación difícil. Al parecer, la suegra busca involucrarse donde no le han llamado, pero para tratar de ayudar. Que no nos suceda lo mismo con María; ojalá nosotros siempre la llamemos para que no la sintamos como alguien ajena o intrusa a nuestras vidas, a nuestros proyectos, a nuestras cosas de todos los días.

2. Maestra
Como la Iglesia, María no sólo es Madre, sino también, Maestra. Maestra porque nos enseña. Nos enseña, en primer lugar, a dejarnos amar por Dios, como ella lo hizo. Los grandes maestros de vida, no se limitan a marcar un camino para que encontremos las metas, sino que nos muestran las metas y después nos enseñan a caminar, acompañándonos por el camino.

Así es María, nos enseña que lo más importante en nuestra vida es aprender a recibir el amor gratuito de Dios, como ella lo hizo; sólo así, podremos ser capaces de corresponder a ese amor. No al revés. El amor es siempre algo personal, por lo que implica la libertad de aceptarlo y eso es lo que María quiere enseñarnos en este tiempo: no importa cuántas cosas haces por Dios para demostrarle tu amor, sino cuánto te abres para recibir su amor.

3. Modelo
En los grandes libros de tratados de ascética y mística, como el del padre Tanquerey, encontramos definiciones extraordinarias como esta: Después de Jesús, María es el modelo más acabado que podemos imitar… el Espíritu Santo hizo de ella un retrato vivo de las virtudes de su Hijo… (cf. A. Tanquerey, Compendio de teología ascética y mística, Palabra, Madrid 1990, 97).

Cuando un artista ve el modelo que quiere imitar; cuando un escritor se basa en otros escritos clásicos para poder pulir el estilo; cuando un chef ve las fotos de las recetas que quiere preparar, etc., no se le hace un desperdicio el ver por un tiempo prolongado el modelo propuesto. Lo mismo debería ser en nuestro caso: no tenemos que considerar como tiempo perdido el contemplar el modelo más perfecto, después de Cristo, que tenemos a nuestro alcance: María.

El contemplarla nos llevará a imitarla y esta imitación no es ajena a la imitación que estamos llamados a hacer de Cristo. A veces, en nuestras vidas, vemos o sentimos que el ideal es demasiado alto: ser como Cristo, ser semejante a Él que es Dios verdadero y hombre verdadero. A veces se nos facilita tener un modelo más cercano, que no siendo Dios, podamos imitar, y ella, es María.

4. Mujer
María es mujer. Este toque le da un valor especial en su relación con los demás. Siendo mujer, no nos sentimos invadidos o coartados por una mirada que busca nuestra perfección sin ternura. Esta mirada femenina nos viene muy bien para ir formando nuestro corazón como el de Cristo. Nos ayuda a descubrir el valor de la complementariedad y de la donación sin límites que debemos tener.

El saber que María es mujer nos lleva a descubrir que ella intuye muchas cosas que nosotros no podemos ver a simple vista. Nos ayuda a no tener miedo de contarle nuestros problemas. No podemos tener miedo de sentir su cercanía y ternura, sino que nos ayuda a descubrir, en ella, a alguien a quien le podemos contar nuestros disgustos, nuestras alegrías, nuestras victorias y muchas derrotas.

María, siendo mujer, está acostumbrada a dar, a desgastarse por la persona amada, sobre todo por sus hijos. Atrevámonos a ver a María como verdadera mujer que estará a nuestro lado y nos ayudará a vencer los problemas, muchas veces, sólo con contárselas.

Después de descubrir en María cuatro títulos, debemos de ver tres acciones que ella realiza y que podemos imitar.

5. Medita
Primera acción que encontramos en María es su meditación, su contemplación. Es allí donde, muy probablemente, le habló el Arcángel Gabriel. Es allí, en la meditación, done iba recordando los episodios de su vida, donde iba pasando de nuevo en su corazón lo vivido o, más bien, donde volvía a su corazón a ver lo vivido. Las vivencias se conservan en el corazón y al recordar, al volver al corazón es donde las vemos. No es un simple pasar las cosas al corazón, sino es un entrar en el corazón, de nuevo, para ver esas cosas que no se mueven de allí.

El meditar en María es volver constantemente al corazón para descubrir en su llamada personal, las demás cosas y demás acontecimientos. Es un volver a ver, desde la fe, lo que le ha pasado y las experiencias vividas, desde Dios.

En la meditación de María descubrimos un agradecimiento continuo a Dios. Una alabanza perenne, un glorificar de su alma al Señor porque sabe que le ha llenado de beneficios, como canta ella en el Magnificat (cf. Lc 1,46-55).

6. Misiona
La segunda acción de María es la de misionar. Va, sale al encuentro de la persona necesitada. No se queda en casa pensando en su prima, una vez que sabe que está embarazada e intuye que podría necesitar ayuda. Es la primera misionera porque lleva a Cristo a los demás. Es la verdadera Arca de la Nueva Alianza.

Misionar, en la vida de María, es la actitud constante, unida a la oración. Al ver los beneficios de Dios en ella, sabe que no se los puede quedar egoístamente, sino que se siente casi obligada a compartirlos con los demás. Es la actitud del cristiano. Es lo que afirma Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est: «El programa del cristiano –el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús [y podemos añadir, el programa de María]– es un «corazón que ve». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia» (n. 31).

7. Moldea
Por último, la última acción de María es el moldear. Moldear el corazón de sus hijos. No hay cosa más difícil de conocer que el corazón del hombre. Es María la que puede moldearlo si la dejamos actuar.

El dejarnos moldear es difícil, es una actitud, muchas veces pasiva. Y esta pasividad nos da miedo, pensamos que no hacemos nada; pero es un error. El no hacer nada se llama quietismo y eso ya fue condenado por la Iglesia. La actitud pasiva es una actitud de acogida, es dejarnos moldear por otros, es, en definitiva, el dejar que otro actúe en mí, porque yo ya no puedo o porque yo ya no sé cómo hacerle. Es la actitud del niño que ya lo ha intentado todo, pero que no ha podido lograrlo y, ahora, se deja ayudar, pide ayuda, insiste a sus padres para lograr el objetivo. Sólo con esta actitud filial podemos tener a María como madre y dejarnos moldear por ella. Pidámosle que moldeé nuestro corazón para parecernos cada vez más a Cristo.

Hemos descubierto cuatro títulos en María: Madre que nos da seguridad; Maestra que nos enseña a recibir amor de Dios; Mujer que nos llena de ternura y nos consuela; y Modelo a quien podemos imitar. También vimos tres acciones que ella hace: Medita, porque vuelve constantemente al corazón para ver las gracias recibidas de Dios; Misiona, no se queda con el amor recibido, sino que lo da a los demás; por último, Moldea el corazón de sus hijos para que nos parezcamos más a Cristo.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 17 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 17



¡Qué triste, qué infeliz puede llegar a sentirse quien vive alejado, o al menos olvidado, de la Madre celestial! A su lado, se sienten nítidamente los latidos de su maternal Corazón y ella nos participa el suave calor de su regazo.

Vivir la vida espiritual bajo la influencia de María es comunicarle calidez, alegría y deseo de perfeccionamiento, es vivir iluminado con la luz de un ideal que sostiene todos los esfuerzos, reaviva todos los entusiasmos, alegra la vida entera.

No te alejes, no te olvides de María; antes tenla presente en todos los momentos, en todas tus empresas, en todos tus júbilos y en todas tus tristezas. Con su presencia, hasta la pena se hará más llevadera.

Madre clemente, toda llena de bondad, acompáñame, no me dejes solo.



* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 16 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 16



Todos sentimos, lamentablemente con demasiada frecuencia, la tentación de recurrir a la fuerza, a la imposición, cuando no se aceptan nuestros criterios o no se siguen nuestros pareceres, gustos o conveniencias.

Si en estos casos acudiéramos a pedir consejo a la dulce Madre del cielo, ella ciertamente nos llevaría por otros caminos: el de la bondad, el de la comprensión, el de la paciencia, el de la humildad.
Nunca se equivocan los que siguen los consejos e inspiraciones de la Madre celestial; por eso es muy conveniente preguntarse, antes de obrar, cómo obraría María Santísima.

Madre, que eres alivio en el dolor, sé tú el bálsamo en nuestras penas.


* P. Alfonso Milagro

HOY 17 DE MAYO SE INICIA LA NOVENA A SAN FELIPE NERI


Hoy 17 mayo se inicia la novena a San Felipe Neri, patrono de educadores y humoristas
Redacción ACI Prensa





San Felipe Neri nació en Italia en 1515, es patrono de educadores y humoristas, así como fundador del Oratorio en Roma, y se le recuerda también por tener el don de la curación, de leer los pensamientos y de la profecía.

Cercanos a su fiesta que se celebra cada 26 de mayo, recordando un poco de su historia y doctrina, te presentamos una novena de preparación:



Primer Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
San Felipe nace en Florencia en 1515. Es uno de los cuatro hijos del notario Francisco Neri y de Lucrecia Soldi. Siendo muy pequeño pierde a su madre pero encuentra el necesario amor materno en la segunda esposa de su padre. Felipe es un niño afable, obediente y amante de la oración. Tiene un carácter muy atrayente y modesto, nunca se le ve hablando mal de nadie. Esta bondad no pasa desapercibida y, por eso, comienzan a llamarle “Pippo Buono”. Sus padres se preocupan por su educación: desde los once años lo llevan a las clases que imparten los padres dominicos del Monasterio de San Marcos. Allí aprende a amar la virtud y a huir de las vanidades del mundo.

Doctrina
“El alma que se ha entregado a Dios es toda de Dios”.

“El amor que se da a los padres y a la sangre, a los estudios o a uno mismo, se le quita a Dios”.

“La cantidad de amor que se pone en las criaturas, se le quita a Dios”.

“Para alcanzar el amor de Dios no existe camino más corto y seguro que desprenderse del amor de las cosas del mundo, - aún de las pequeñas y de poca importancia -, y del amor a sí mismo, prefiriendo que se cumpla en nosotros la voluntad de Dios y trabajar en su servicio más que nuestra satisfacción y deseo”.

“Quien quiere algo distinto a Cristo no sabe lo que quiere. Quien pide otra cosa que Cristo no sabe lo que pide. Quien obra, pero no por Cristo, no sabe lo que hace”.

Petición particular para este día.

Letanías
San Felipe Ruega por nosotros.
Vaso de Espíritu Santo Ruega por nosotros.
Hijo de María Ruega por nosotros.
Apóstol de Roma Ruega por nosotros.
Consejero de papas Ruega por nosotros.
Voz profética Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Segundo Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Francisco Neri quiere asegurar el futuro de su hijo, por eso cuando Felipe cumple 18 años le envía a San Germán, ciudad cercana a Monte Casino. Allí vive Rómulo, tío de Felipe, que regenta un próspero comercio y no tiene herederos. En esta época, Felipe visita Gaeta, un monte junto al mar que según la tradición se rasgó por la mitad en el momento en que Jesús expiró. En aquel monte hay una ermita con una cruz para que se medite la Pasión del Señor. Contemplando en ese crucifijo el infinito amor de Dios, Felipe decide apartarse de todas las cosas que este mundo valora como riqueza: - dinero, honor, afectos y placeres -; para entregarse total y libremente a Dios. Sin mirar atrás, Felipe marcha a Roma para vivir como un eremita, ofreciéndose, unido a Jesús Crucificado, por la salvación de los hombres. En Roma, comienza su vida de oración y penitencia, viviendo en una habitación que le deja el florentino Galeoto Caccia. Una cama, una silla, unos cuantos libros y una cuerda para colgar la ropa, es todo lo que necesita. Viste con tejidos de lana muy sencillos y tan sólo come una vez al día algún panecillo y, a veces, algo de verdura o aceitunas o alBREVE HISTORIA: 10 gún huevo semanal. Felipe se dedica a la educación intelectual y espiritual de los dos hijos de Galeoto, transformando en dos años, a aquellos diablillos, en dos verdaderos ángeles.


Doctrina
“Quien no sube a menudo al Cielo en vida con el pensamiento, peligra mucho de no ir a él después de su muerte”.

“Echaos en los brazos de Dios y preguntadle si quiere algo de vosotros; Él os hará aptos para todo aquello en que os quiera emplear. Si Dios da la carga también da las fuerzas”.

Decía Felipe que era necesario tener gran confianza en Dios y no perturbarse por las contrariedades que nos viniesen, añadiendo que Dios acostumbra, cuando quiere conceder alguna virtud, permitir que el hombre se vea tentado en el vicio contrario; por eso daba como remedio que, cuando viniese alguna tentación, se acordase la persona del gusto sentido otras veces en la oración, y así, fácilmente, vencería las tentaciones.

Petición particular para este día.

Letanías
Santo victorioso Ruega por nosotros.
Héroe escondido Ruega por nosotros.
Padre dulce Ruega por nosotros.
Flor de pureza Ruega por nosotros.
Mártir de la caridad Ruega por nosotros.
Corazón de fuego Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Tercer Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Viendo Felipe el éxito que había tenido en la educación de los hijos de Galeoto decide ir a la universidad para formarse más, pues había descubierto que para llevar a las almas a Cristo no sólo se requería un alma santa y fervorosa sino también bien instruída. Estudió filosofía en la “Sapienzia” y teología en “Sant’Agostino”. Estudió mucho hasta que creyó haber aprendido de las universidades todo lo que éstas le podían aportar para mejor amar a Dios y darlo a conocer. A partir de entonces la ciencia del amor se la enseñará Cristo crucificado. Se desprendió de los libros y se dedicó a “la universidad de la oración”, llegando a veces a las cuarenta horas seguidas. Aun así, leía atentamente tanto la Sagrada Escritura como la Summa Teológica de Santo Tomás, obra que le fue muy querida. Es en este tiempo de ermitaño, que duró diez años, en el que Felipe comenzó la visita a los hospitales, especialmente el de San Jacobo de los Incurables donde sirve como a Cristo mismo a los pobres enfermos, vela en oración noches enteras en las distintas iglesias romanas o en las catacumbas de San Sebastián, duerme en sus atrios, inaugura la peregrinación llamada “la visita a las siete iglesias” y vive solitario, pasando lo más desapercibido posible. En este periodo comienza también con su particular forma de apostolado: se pasea por las plazas, entra en los negocios y en los bancos, y conversa con la gente de temas espirituales de un modo atrayente, especialmente con los jóvenes, a los que solía repetirles: “¿cuándo vamos a comenzar a ser buenos?”.

Doctrina
San Felipe decía que uno siempre debe desconfiar y jamás fiarse de sí mismo: “Obra mal, el que se fía de sí mismo así como el que se pone en ocasión de pecar, pensando: “no caeré, no lo permitiré”; en ese caso hay señal manifiesta de que caerá seguro con grave daño a su alma”.

“No hay cosa que desagrade tanto a Dios como el engreírse por la propia estima. Dios permite nuestras grandes caídas para limpiarnos de la soberbia”.

Decía san Felipe que para alcanzar la santa humildad era necesario: “despreciar el mundo, no despreciar a nadie, despreciarse a sí mismo y no hacer caso de verse despreciado”.

Petición particular para este día.

Letanías
Discernidor de espíritus Ruega por nosotros.
Sacerdote destacado Ruega por nosotros.
Espejo de vida divina Ruega por nosotros.
Modelo de humildad Ruega por nosotros.
Ejemplo de sencillez Ruega por nosotros.
Luz de la santa alegría Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Cuarto Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
La víspera de Pentecostés de 1544, a los diez años de haber llegado a Roma, hallándose una noche Felipe en las catacumbas de San Sebastián, pidiendo los dones del Espíritu Santo para poder amar más y ser más perfecto, vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por el amor de Dios en un grado tan elevado, que parecía ahogarle; cayó al suelo, derribado y exclamó con acento de dolor: “¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!”. Desde ese momento el Fuego del Espíritu Santo comenzó a ser el motor de su vida. Le producía una fuerte palpitación continua que aumentaba cuando se emocionaba en la oración, en las obras de misericordia que practicaba o en el ejercicio sacerdotal de la predicación y la confesión (hablar de Dios y perdonar pecados le hacían arder su corazón en amor divino). Este signo celestial no sólo tuvo como manifestación el continuo resonar de su corazón, que a veces era tan fuerte que hacía retumbar el asiento, la cama o incluso la habitación entera donde se hallaba Felipe, sino que también se manifestó con el abultamiento físico de la cavidad torácica que cubre el corazón junto a la ruptura de dos costillas. A esto hay que añadir la continua fiebre que padecía incluso en las noches invernales más frías. Felipe trató de ocultarlo lo más posible, pues él no buscaba las glorias humanas sino solamente la de Dios.


Doctrina
El santo repetía muchas veces que: “el hombre que no hace oración es como un animal irracional”.

“No hay cosa mejor para el hombre que la oración y sin ella no es posible sostenerse por mucho tiempo en la vida espiritual. Por eso, el hombre debe recurrir diariamente a este poderosísimo medio de salvación”.

“El enemigo de nuestra salvación, de ninguna cosa se enoja tanto ni procura impedir con mayor empeño que la oración”.

“No debe una persona, por ideas que se le presenten en la oración, ni por ninguna tentación, dejar de hacerla, antes al contrario, debe aguantar con paciencia, pues el Señor concede en un instante lo que no se ha podido alcanzar en muchos años”.

“La verdadera preparación para la oración es la mortificación”.

Felipe enseñaba a comenzar a orar así: “Nada más levantarse, humillarse ante la Divina Presencia, permaneciendo ante Dios como cosa de ningún valor y manifestando a Dios la propia necesidad e impotencia. Estando así de postrado Dios le enseñará a hacer oración”.

Petición particular para este día.

Letanías
Imagen de niñez Ruega por nosotros.
Retrato de madurez Ruega por nosotros.
Director de almas Ruega por nosotros.
Amable guía de la juventud Ruega por nosotros.
Que observaste la castidad desde tu juventud Ruega por nosotros.
Que recorriste Roma con la guía divina Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Quinto Día de la Novena a San Felipe Neri



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
San Felipe tenía un don especial de piedad para fijarse en los sufrimientos de las personas de su mundo y tratar de poner medios para remediarlos. Movido por este don, Felipe se fijó en dos cosas: primero, en el gran número de peregrinos que viajaban a Roma y no tenían comida, ni techo donde cobijarse, ni alguien que les hablase de Dios y les condujese a un verdadero arrepentimiento de sus pecados; y segundo, en el gran número de enfermos pobres que salían de los hospitales y no tenían dónde pasar su convalecencia para no volver a enfermar. Por ello, con ayuda de su director espiritual - el padre Persiano Rosa - y otros quince laicos muy allegados, funda, en 1548, la “Cofradía de la Santísima Trinidad de los Peregrinos y Convalecientes”. Felipe sabe que, para hacer bien su misión, no hay que precipitarse sino prepararse bien espiritualmente. Por ello, anima a los miembros de la cofradía a una verdadera vida de oración y amor fraterno. Inaugura la práctica de las “cuarenta horas” para los primeros domingos de cada mes y para la Semana Santa (cuarenta horas de adoración al Santísimo, expuesto por turnos, con charlas espirituales y meditaciones bíblicas hermosísimas predicadas por Felipe). Tan famosas fueron estas charlas, que muchos ajenos a la cofradía también asistían a la adoración para oírle. En el jubileo de 1550, tras dos años de preparación espiritual, comenzó la obra de la cofradía acogiendo a los peregrinos. En casas alquiladas se les lavaba los pies y se les daba de comer como a señores, se les curaba las heridas, se les lavaba la ropa, etc; después se les hablaba de Dios y se les animaba hacia la confesión y el cambio de vida. Tanto impresionó las acciones caritativas de la cofradía que muchos quisieron participar también, incluso cardenales, nobles o papas. En 1575 la cofradía llegó a atender a unos 145.000 peregrinos y dio muchos frutos de conversión entre peregrinos y participantes.


Doctrina
Cuando uno sabe quebrantar la propia voluntad y negar a su alma los propios deseos se halla en buen grado de virtud.

No se debe reservar para sí mismo tiempo ni lugar cuando se trata de ayudar al prójimo. Dejar incluso la oración por la obediencia o por el prójimo no es dejar la oración sino cambiar a Cristo por Cristo.

Esto es gran perfección y pocos son los que saben hacerlo, pues se trata de privarse los gustos espirituales para ganar almas para Cristo. La caridad es la reina de todas las virtudes: todo lo unifica. En una comunidad donde se permanece hasta la muerte, sin cambios a destinos nuevos, donde se multiplican, - más incluso que en las familias naturales, - las ocasiones para la comprensión, el perdón, la ayuda mutua, la discreción, la comunión para las obras comunes de apostolado, el gozo y el dolor compartido que nacen de la caridad y, sobre todo, donde se atiende antes al bien interno que al externo y no se va a las obras exteriores, bajo pretexto de celo, huyendo de las obras internas y domésticas, en una comunidad así encontrarás un paraíso en su interior.

Petición particular para este día.


Letanías
Que rezaste tanto tiempo en las catacumbas Ruega por nosotros.
Que albergaste al Espíritu Santo en tu corazón Ruega por nosotros.
Que experimentaste tan maravillosos éxtasis Ruega por nosotros.
Que diste un servicio tan amoroso a los necesitados Ruega por nosotros.
Que lavaste los pies a los peregrinos Ruega por nosotros.
Que tuviste una ardiente sed de martirio Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén



Sexto Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
El confesor de Felipe, Persiano Rosa, estaba persuadido de que éste haría cosas todavía mayores si recibía la ordenación sacerdotal. Aunque el santo se resistía a ello acabó por seguir el consejo de su confesor por humildad y obediencia. El 23 de mayo de 1551 recibió las Órdenes Sagradas en la iglesia de Santo Tomás in Parione. Tenía 36 años. Fue a vivir con el Padre Rosa y los otros sacerdotes capellanes de San Jerónimo de la Caridad. A partir de ese momento, ejerció el apostolado sobre todo en el confesionario, en el que se sentaba desde la madrugada hasta mediodía, y algunas veces hasta las horas de la tarde, para atender a una multitud de penitentes de toda edad y condición social que acudían a él. Enseñó a sus penitentes el valor de la mortificación y de las prácticas que ayudan a crecer en la humildad. Algunos recibían de penitencia mendigar u otras prácticas de humillación para vencer el terrible orgullo. Celebraba con gran devoción la misa diaria, cosa que muchos sacerdotes habían abandonado. Con frecuencia experimentaba éxtasis durante la misa y algunas veces se le observaba levitando. Para no llamar la atención trataba de celebrar la última misa del día, en la que menos personas había. Felipe era muy severo consigo mismo, pero para los demás sólo tuvo amor, comprensión y consuelo. Toda persona que se confesaba una sola vez con él volvía seguro a hacerlo. A escondidas, para huir de la fama de santidad, Felipe hacía muchas obras de caridad con pobres y enfermos, y siguió visitando los hospitales mientras pudo. A Felipe se le aplican la realización de muchos milagros (curaciones e incluso resurrecciones) y la capacidad de preveer el futuro.


Doctrina
“La obediencia es buena siempre que se obedece sin discurrir y se está seguro de que, aquello que se le manda, es lo mejor que puede hacer”.

“Quien vive bajo la obediencia del confesor se asegura no tener que rendir cuentas a Dios de las acciones que ejecuta”.

“La obediencia es un camino breve para llegar rápidamente a la santidad”.

“No hay cosa más peligrosa para el alma que querer gobernarse uno a sí mismo”.

“La obediencia es el verdadero holocausto que se sacrifica a Dios en el altar de nuestro corazón”.

“A menudo, el demonio nos mueve con gusto a hacer penitencias u obras de caridad sin permiso del confesor, pero ocurre que si, enterado el confesor, nos da permiso para ellas, las ganas desaparecen y se nos hacen durísimas y repugnantes”.

“Para ser verdadero oratoriano no basta cumplir lo mandado, sino que es necesario hacerlo sin andar buscando razones contrarias”.

Petición particular para este día.

Letanías
Que distribuiste diariamente la Palabra de Dios Ruega por nosotros.
Que enderezaste a Dios tantos corazones Ruega por nosotros.
Que conversaste tan dulcemente con María Ruega por nosotros.
Que enalteciste la muerte Ruega por nosotros.
Que estableciste tus casas en todos los países Ruega por nosotros.
Que amaste a Dios por encima de ti mismo Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén



Séptimo Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Para ayudar al crecimiento espiritual de la gente, organizaba coloquios espirituales en los que se oraba y se leían diversas vidas de santos y misioneros; por ejemplo, los misioneros jesuitas que iban a evangelizar América. Terminaban con una visita al Santísimo Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia a las vísperas. Eran tantos los que asistían a dichos coloquios que en la iglesia de San Jerónimo se construyó una gran sala para ello y varios sacerdotes empezaron a ayudar a Felipe en esta tarea. El pueblo los llamaba “los oratorianos”, porque tocaban la campana para llamar a los fieles a rezar en su oratorio. Poco a poco, las reuniones fueron tomando una estructura constante: se realizan todos los días, excepto sábados y festivos, a primera hora de la tarde; comienzan con una lectura edificante y un comentario sencillo, que debe ofrecer conclusiones para una verdadera vida cristiana; a continuación, para bien del alma, se entabla un coloquio, en el que se van respondiendo todas las posibles dudas. Más tarde, se incluyó: la oración mental, la lectura del Evangelio, la penitencia, la historia de la Iglesia (que preparaba César Baronio para contrarrestar las mentiras protestantes) y la música. Músicos como Juan Palestrina o Juan Animuccia asistieron y escribieron música para estas reuniones. Los resultados fueron extraordinarios, muchos asistían a los encuentros del oratorio, incluso miembros prominentes de la Curia romana; aunque al principio no fue así, ya que, por predicar laicos, estuvieron bajo secreta vigilancia y clara sospecha durante bastante tiempo. Una de las grandes preocupaciones de Felipe eran los carnavales, en los que, con el pretexto de “prepararse” para la cuaresma, el pueblo se daba al libertinaje. San Felipe propuso la santa diversión de visitar siete iglesias de la ciudad - una peregrinación de unas doce millas - orando, cantando y con un almuerzo al aire libre en comunidad.


Doctrina
Era máxima de San Felipe que la frecuente confesión de los pecados hace un gran bien a nuestras almas, porque la purifica, la robustece y reanima en el servicio de Dios.

Felipe recomendaba confesar primero los pecados más graves y los que más vergüenza dan, pues así se confunde al demonio. Antes de elegir un confesor piénsese mucho en ello y récese mucho; pero una vez elegido no se debe cambiar, sino obedecerle y tratar con él todo lo que ocurra.

El Señor no permitirá que el confesor yerre en aquello que pueda afectar a la salvación del penitente.

El demonio tiende a inspirar desconfianza hacia el confesor para alejarle de su consejo.

Los penitentes no deben jamás violentar al confesor para que apruebe algo contrario al parecer de éste, sino fiarse totalmente de él. Incluso cuando es imposible consultarle, el penitente debe adivinar lo que el confesor le diría en cada caso y hacerlo.

Petición particular para este día.

Letanías
Que celebraste diariamente la santa misa Ruega por nosotros.
Que confesaste durante largas horas al día Ruega por nosotros.
Que luchaste contra el espíritu del mundo Ruega por nosotros.
Que fuiste considerado sospechoso por la Curia Ruega por nosotros.
Que soportaste la enfermedad y la vejez santamente Ruega por nosotros.
Que visitaste las siete Iglesias de Roma por Cristo Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén




Octavo Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
En 1564 el Papa Pío IV pidió a San Felipe que asumiera la responsabilidad de la Iglesia de San Juan de los Florentinos. Fueron entonces ordenados tres de sus propios discípulos para ayudarle a atender dicha iglesia. Estos sacerdotes vivían y oraban en comunidad, bajo la dirección de San Felipe. El santo redactó una regla muy sencilla para sus jóvenes discípulos, entre los cuales, se contaba el futuro Cardenal e historiador César Baronio. En 1575, San Felipe y sus colaboradores adquirieron, con la bendición del Papa Gregorio XIII, su propia Iglesia: Santa María in Vallicella. El mismo Papa aprobó formalmente la congregación del Oratorio ese mismo año. La Congregación tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos con un espíritu de familia. La Iglesia de Santa María in Vallicella estaba en ruinas y resultaba demasiado pequeña, por ello, el santo decidió demolerla y construir una más grande. Además, tuvo una visión que le avisaba de que la iglesia estaba a punto del derrumbe, siendo sostenida únicamente por la Virgen; así, resultó que los obreros encontraron que la viga principal estaba en el aire, desconectada de todo apoyo. Bajo la dirección de San Felipe, la excavación comenzó en el lugar donde yacía escondida una antigua iglesia. Estas ruinas proveyeron de piedra suficiente para una porción de la nueva iglesia y para el resto de los cimientos. En menos de dos años los padres se mudaron a la “Chiesa Nuova”. Todo el gasto de la construcción corrió a cargo de numerables donaciones que venían providencialmente cuando más se las necesitaba. Felipe no tuvo nunca que pedir dinero a nadie.


Doctrina
“Debéis continuar con mucho fervor la obra comenzada, desasiéndoos de toda consideración humana y de todo interés personal; luego, someteos a la voluntad de Dios y suplicadle que no permita que hagáis nada que sea contrario a su mayor gloria”.

“No busquéis más que esta gloria de Dios y tened confianza: El que ha hecho que comencéis la obra hará que la acabéis”.

Para estar seguros, dirigiros al Señor, suplicad el particular auxilio de la Virgen María y de los santos a los que tengáis más devoción”.

Solía Felipe repetir que el amor de la Virgen hacia Dios era tan grande que, por el deseo que tenía de unirse a su Amado padecía grandemente, por lo que Dios, para consolarla, envió a su divino Hijo”.

Muchas veces repetía: “Sabed, hijos, y creedme, pues lo sé, que no hay medio más eficaz para alcanzar las gracias de Dios como la Santísima Virgen”.

Petición particular para este día.

Letanías
San Felipe Ruega por nosotros.
Vaso de Espíritu Santo Ruega por nosotros.
Hijo de María Ruega por nosotros.
Apóstol de Roma Ruega por nosotros.
Consejero de papas Ruega por nosotros.
Voz profética Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén



Noveno Día de la Novena a San Felipe Neri



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Durante sus últimos años fueron muchos los cardenales que lo tenían como consejero. Sufrió varias enfermedades y, dos años antes de morir, logró renunciar a su cargo de superior, siendo sustituido por César Baronio. Obtuvo permiso de celebrar diariamente la misa en el pequeño oratorio que estaba junto a su cuarto. Como frecuentemente era arrebatado en éxtasis durante la misa, los asistentes acabaron por tomar la costumbre de retirarse en el “Cordero de Dios”. El acólito hacía lo mismo. Después de apagar los cirios, encender una lamparilla y colgar de la puerta un letrero para anunciar que San Felipe estaba celebrando todavía; dos horas después volvía el acólito, encendía de nuevo los cirios y la misa continuaba. El día de Corpus Christi del 25 de mayo de 1595, el santo estaba desbordante de alegría, de suerte que su médico le dijo que nunca le había visto tan bien durante los últimos diez años. Pero San Felipe sabía perfectamente que había llegado su última hora. Estuvo confesando durante todo el día y recibió, como de costumbre, a los visitantes. Pero antes de retirarse, dijo: “A fin de cuentas, hay que morir”. Hacia medianoche sufrió un ataque tan agudo, que se convocó a la comunidad. Baronio, después de leer las oraciones de los agonizantes, le pidió que se despidiese de sus hijos y los bendijese. El santo, que ya no podía hablar, levantó la mano para dar la bendición y murió un instante después. Tenía entonces ochenta años y dejaba tras de sí una obra imperecedera.


Doctrina
Enseñaba el santo: “no acostumbra Dios a enviar la muerte al hombre que le sirve, sin avisarle por medio de alguna señal”.

“Si un alma pudiese abstenerse por completo de los pecados veniales, la mayor pena que sentiría en este mundo sería verse detenida en esta vida, debido al deseo ardiente de unirse a Dios”.

Felipe decía: “los verdaderos servidores de Dios llevan la vida en paciencia y la muerte en deseo”.

Como Felipe tuvo la gracia de ver subir almas al cielo tras la muerte afirmaba: “No se puede declarar la belleza de un alma que muere en gracia del Señor”. Según esto, cada uno debería vivir tan santamente como si cada día fuera a ser el último de la vida.

“La muerte da terror a los que se hallan en estado de pecado, pero los que no lo están, como san Pablo, desean morir para estar por Cristo”.

“Lo más perfecto es vivir mucho, pero como si ya estuvié- ramos muertos para las cosas del mundo y para uno mismo, sufriendo amorosamente por Cristo lo que Él desee”.

Petición particular para este día.

Letanías
Hombre como el de los tiempos antiguos Ruega por nosotros.
Santo victorioso Ruega por nosotros.
Padre dulce Ruega por nosotros.
Mártir de la caridad Ruega por nosotros.
Que nos llamaste a la familia del Oratorio Ruega por nosotros.
Que nos ayudas a perseverar en él Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén