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viernes, 26 de junio de 2020
LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA
La devoción a la Virgen María.
Jesús antes de morir, dio su testamento. En medio de la agonía contempla al discípulo predilecto y le dice: "He aquí a tu madre". Por su última voluntad, María se convierte en madre de todos.
Jesús, que amaba perfectamente a su madre, se mostró siempre sometido y obediente a ella.
Todas las gracias del Señor vienen a ti por su mediación. Y si la estimas. ¿Cómo tratas de amarla? Un hijo que dice amar a su madre y después la ofende no es sincero; es un mal hijo. ¿Y tú no ofendes a la Virgen con tus faltas de amor?
ORACIÓN DE CONFIANZA A LA VIRGEN MARÍA
Oración de Confianza a la Virgen María
Cuando somos apartados o segregados por seguir fiel a la Palabra de Dios. María está allí con nosotros. Cuando somos perseguidos y azotados a causa de la Fe, María permanece fiel para fortalecernos.
Cuando nos sentimos deprimidos, tristes o solos, María está allí para consolarnos, para aliviarnos el dolor. Cuando todo el mundo nos abandona y estamos a merced del enemigo malo, María está allí, a los pies de la cruz de nuestro Señor, rogando por nosotros para rescatarnos y no dejarnos caer.
Oh amada Madre, ven y mira la pequeñéz de este humilde hijo tuyo y condúceme a los brazos de Jesús, sé mi auxilio divino en las tormentas de mi vida y ayúdame a nunca perder la calma, por el contrario, que pueda verme fortalecido por tu presencia que me rescata y me lleva a la fuente de salvación. Amén
"Si surgen los vientos de las tentaciones, mira a su estrella, invoca a María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María". (San Bernardo)
8 RAZONES PARA VENERAR, HONRAR Y AMAR A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
8 razones para venerar, honrar y amar a la Santísima Virgen María
La Sagrada Escritura no nos dice directamente que debemos honrar a la Virgen María ¿Por qué los católicos la honramos y la veneramos?
Todos los que nos hacemos llamar seguidores de Jesús, estamos llamados a amar lo que Jesús amó y también a aborrecer lo que Jesús aborreció (el pecado). ¿Sabes a quien Jesús amor mucho? A su Santa Madre. Y estas son las razones por las que debemos venerar, honrar y amar a la Santísima Virgen María, tal como lo hizo su hijo.
La Sagrada Escritura no nos dice directamente que debemos honrar a la Virgen María ¿Por qué los católicos la honramos y la veneramos?
Estamos llamados a imitar a Jesús porque Él es el Camino, la Verdad, y la Vida. María fue la primera imitadora y seguidora de Jesús. También estamos llamados honrar a quienes son dignos de admiración y respeto y han vivido bajo la ley de Dios con amor y entrega plena. Jesús honró a su Madre, de lo contrario habría roto el cuarto mandamiento (honrarás a padre y madre).
El Papa Francisco consagró su papado a la Virgen María, bajo el título de Nuestra Señora de Fátima, y de la misma manera invitó a todo el pueblo católico a consagrarse a su tierno y amoroso cuidado, pues ella es nuestra Madre también, por lo que debe ser natural para nosotros, que María interceda por cada uno de sus hijos.
8 razones para venerar y amar a la Virgen María:
"Del mismo modo que un niño se dirige a su madre buscando consuelo y protección, así también nos dirigimos nosotros a María, con total confianza, pensando que, con seguridad, ella presentará nuestras oraciones al Señor".
1. Jesús honró a María
Honramos a María porque Jesús la honró. Jesús dijo: "Porque Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre", y además: "El que maldiga al padre o a la madre, morirá". (Mateo 15,4)
Sí José y María eran fieles cumplidores de la Ley (Lucas 2,39) y Jesús vivía sujeto a ellos (Lucas 2,51), entonces ¿crees que Jesús rompería algún mandamiento, sobre todo el de "Honrar a Padre y Madre?
2. Bienaventurada por siempre
Según el Evangelio de San Lucas, María dijo: Todas las generaciones me llamarán bienaventurada (Lucas 1,48).
Los católicos estamos cumpliendo con este versículo venerando a la Santísima Virgen, dando gracias a Dios por ser pieza clave en la obra salvadora de Dios
3. María es la nueva Eva
María es la madre de todos los hombres. Jesús la llamó "mujer", que significa "la madre de todos los que tienen la vida en Jesucristo". Eva fue llamada mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes.
María, la nueva Eva, se convirtió así, en la madre de todos los que son salvados por Jesús.
4. El "Sí" de María
Honramos a María porque sin aquel "Sí", sin esa entrega absoluta y definitiva de todo su ser a la voluntad de Dios, no tendríamos a Jesús, no hubiésemos tenido al amor de los amores pisando nuestro mundo, aún estuviésemos inmersos en una oscuridad.
El "SÍ" de María es muy profundo. debido a su "sí", se convirtió no sólo en una madre, sino en la madre de Jesús. Una vida ordinaria se hizo sagrada por medio de una invitación que ella afirmó. Su vida se profundizó en su relación con Dios. Como cualquier madre, ella era necesaria para inducir el amor a quien es el Amor. Cuando María dijo "SÍ", acogió a Dios en toda su plenitud.
"Dios, Tú eres mi creador, siempre paciente y esperando lo mejor de mí. Eres mi abundante invitación. Ayúdame a responder a todas las responsabilidades de mi vida con un Sí que has escuchado antes. Ayúdame a hacer eco del Sí que María dio en todfos los aspectos a los que me has llamado a ser y estar. Amén"
5. María nos trajo la Luz
Jesucristo es la luz del mundo. Honramos a María porque ella es la madre de la Luz, una Luz que es el Camino, la Verdad y la Vida. Una Luz única que disipa toda tormenta y oscuridad. Tal como lo dijo Simeón en su cántico de alabanza:
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: LUZ para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". (Lucas 2,29-32)
6. Madre de Dios
Ninguna otra mujer había sido, fue, ni nunca será la madre de Dios, excepto este pequeña Virgen que quedó grabada en la historia de la eternidad. Si decimos menos de María, entonces estaremos diciendo menos de Jesús.
Si no estamos dispuestos a confesar que ella es la madre de Dios, entonces ¿Cómo prodríamos confesar que Jesús es Dios?
"Al aceptar la voluntad de Dios de ser la Madre de Dios, la fe de María marca el comienzo de la nueva y eterna alianza de Dios con el hombre en Jesucristo". (Redemptoris Mater por el Papa Juan Pablo II)
7. María es la Reina del Cielo.
Nuestra Madre, nos vigila desde el Cielo. Está atenta a nuestras peticiones con su dulce amor. Es madre que consuela, cuida y ama. Coronada como la Reina del Cielo se encarga de hacer llegar el amor de Dios a todas las naciones a través de su amor maternal.
"Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas". (Apocalipsis 12,1)
8. María: modelo de escucha de la Palabra.
Cuando el Arcángel Gabriel se apareció a María para decirle que llegaría a ser la madre del Mesías, ella respondió:
"He aquí, yo soy la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra". (Lucas 1,38).
Ella no puso adelante una serie de argumentos racionales contra algo que parecía realmente difícil de creer, Ella simplemente reconoció su lugar como sirviente del Señor. Ella sabe que Dios no puede mentir a través de un mensajero celestial, así que cualquier cosa que promete es digno de confianza, aunque le parezca absolutamente irracional a la mente humana.
María es un modelo oyente de la Palabra de Dios. Ella nos muestra cómo hemos de recibir el mensaje divino. Dios habla, oímos, creemos, confesamos con María:
"Soy un servidor del Señor; hágase en mí según tu palabra".
¿Adoradores de María?
Algunos, nos acusan de ser adoradores de María, que cometemos un pecado grave al honrarla que sólo Dios debe ser adorado y hasta utilizan la Escritura para afirmar falsamente esa acusación:
"No habrá para ti otros dioses fuera de mí" (Éxodo 20,3)
Pero muy lejos de Adorarla, cuando oramos, cantamos, o hablamos de María, no la estamos adorando, o creemos que es una diosa, por el contrario, la honramos según las razones que ya hemos hablado, porque también es nuestra Madre espiritual.
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 26 DE JUNIO DE 2020
Lecturas bíblicas de hoy 26 de junio, 2020.
2 Reyes 25,1-12.
El año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor. La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, el día noveno del mes cuarto. El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población. Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa. El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban abandonándolo. Apresaron al rey y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó. A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia. El día primero del quinto mes, que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia. Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios. El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe. De la clase baja dejó algunos como viñadores y hortelanos.
Salmo 137(136):1-6.
"¡Oh, que mi lengua se pegue a mi boca si no te recuerdo!" (R).
Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. (R).
Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: "Cantadnos un cantar de Sión." (R).
¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. (R).
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. (R).
Aclamación del Evangelio de hoy.
"¡Aleluya, aleluya! El Señor es fiel en todas sus palabras y amoroso en todos sus actos. ¡Aleluya!" (Cfr. Salmo 144,13)
Santo Evangelio de hoy - Mateo 8,1-4.
(Jesús sana a un leproso porque así lo quiere):
"En aquel tiempo, Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda limpio". Y al instante quedó limpio de su lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio". Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de hoy por el Papa Francisco.
Cuando Jesús bajó de la montaña, una gran multitud lo siguió. Todas esas personas, escucharon su catequesis: estaban asombrados porque les hablaba con autoridad, no como los doctores de la ley a los que estaban acostumbrados a escuchar. El Evangelio especifica que estaban asombrados.
[...] Sin embargo, había otras personas que no lo seguían: lo miraban de lejos, con curiosidad, preguntándose: "¿Quién es este hombre?". Después de todo, nunca habían escuchado catequesis tan sorprendentes. Y así había gente que miraba desde la acera y había otra gente que no podía acercarse: la ley lo prohibía porque eran "inmundos". El leproso al que se refiere el Evangelio de Mateo era de este grupo.
En la lectura del Evangelio de hoy, vemos que este leproso sintió en su corazón un anhelo de acercarse a Jesús. Tomó coraje y se acercó. Pero era una persona marginada, y por lo tanto, no podía hacerlo. Sin embargo, tuvo fe en ese hombre, tomó coraje y se acercó, volviendo simplemente a su oración: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Dijo esto "porque estaba sucio". De hecho, la lepra era una sentencia de por vida. Y curar a un leproso era tan difícil como devolver la vida a un muerto: por eso se les marginaba. Estaban todos allí. No podían mezclarse con la gente.
Sin embargo, había también los auto-marginados. Los doctores de la ley que siempre estaban mirando con ese anhelo de poner a prueba a Jesús, de hacerlo tropezar y luego condenarlo. El leproso, sin embargo, sabía que era "inmundo, enfermo, y se acercó". Entonces: "¿qué hizo Jesús?". No se quedó quieto, sin tocarlo, sino que se acercó aún más, extendió su mano y lo curó.
Cercanía, es una palabra muy importante: no se puede construir una comunidad sin cercanía; no se puede hacer la paz sin cercanía; no se puede hacer el bien sin acercarse. Jesús podría haberle dicho: "¡Queda sanado!". Pero en cambio se acercó y lo tocó. Es más: en el momento en que Jesús tocó al hombre inmundo, se volvió inmundo. Y este es el misterio de Jesús: Él toma sobre sí mismo nuestra inmundicia, nuestras impurezas.
Es una realidad que San Pablo describe bien cuando escribe que Jesús, aunque tenía la forma de Dios, no consideró la igualdad con Dios como algo a lo que había que aferrarse, sino que se vació a sí mismo. San Pablo va más allá, confirmando que Jesús se convirtió en pecado: Jesús se convirtió en pecado, Jesús se excluyó, tomó la impureza sobre sí mismo para acercarse al hombre. Así, no estimó el ser igual a Dios como cosa a la que aferrarse, sino que se vació de sí mismo, se acercó, se hizo pecado, se hizo inmundo.
A menudo pienso que puede ser, no diría que imposible, pero muy difícil hacer el bien sin ensuciarse las manos. Y Jesús se ensució con su cercanía. Pero entonces, cuenta Mateo, fue aún más lejos, diciendo al hombre que se había liberado de su enfermedad: "Ve a los sacerdotes y haz lo que hay que hacer cuando un leproso es curado".
Esencialmente, ese hombre que está excluido de la vida social, Jesús incluye: incluye en la Iglesia, incluye en la sociedad. Él aconseja: "Ve, para que todas las cosas sean como deben ser". Así, ¡Jesús nunca margina a nadie, nunca!. Además, Jesús se margina a sí mismo para incluir a los marginados, para incluirnos a nosotros, pecadores, marginados, con su vida!. Y esto es hermoso.
Cuántas personas siguieron a Jesús en ese tiempo y han seguido a Jesús en la historia porque se asombran de su manera de hablar. Y cuánta gente mira desde lejos y no entiende, no se interesa; cuánta gente mira desde lejos pero con un corazón malvado, para poner a prueba a Jesús, para criticarlo, para condenarlo. Y sin embargo, cuánta gente mira desde lejos porque no tienen el coraje de ese leproso, pero tienen tantas ganas de acercarse. Y en ese caso, Jesús extendió primero su mano, no como en este caso, sino que, en su ser, extendió la mano a todos, haciéndose uno de nosotros, como nosotros: pecador como nosotros pero sin pecado; pero pecador, manchado por nuestros pecados. Y esta es la cercanía cristiana.
Cercanía es una hermosa palabra, para cada uno de nosotros. Deberíamos preguntarnos: "¿Sé cómo acercarme? ¿Tengo la fuerza, el coraje de tocar a los marginados" (Homilía del Evangelio de hoy. Santa Marta, 26 de junio de 2015)
Oración para el Evangelio de hoy.
Señor mío y Dios mío, gracias por haberte acercado a mí y conocer cada una de mis aflicciones sin siquiera yo hablarte de ellas. Eres un Dios cercano, que acerca su mano con ternura para brindar consuelo y amor en nuestros momentos de mayor necesidad y sufrimiento.
Si me acerco a Ti confiado, estoy seguro de que siempre me proveerás de fuerzas y me darás una palabra de aliento y esperanza cargada de una completa sanación de mi cuerpo, alma, mente y espíritu. Quiero ser sanado a través del toque dulce de tus palabras, de tu amor para llegar a ser un testimonio de esa cercanía tuya que supera toda barrera de odio y de indiferencia.
Siempre te diriges a cada uno de nosotros con bondad, siempre estás dispuesto a limpiarnos de todas nuestras heridas, nuestras fallas, esos errores que han marcado nuestras vidas con el dolor y el sufrimiento. Ven Señor, toca mi dolor, toca mis heridas emocionales de este corazón afligido, ese rencor que llevo guardado por años, esa falta de perdón que encierra mi corazón en el odio.
Oh mi Señor, a veces no siento la valentía de acercarme a Ti, tantas fallas he cometido que me duele haberte herido con ellas. Pero Tú me abres el corazón, me regalas la ternura de tu voz sanadora para concederme la paz del alma, la sanación a mi cuerpo, y las fuerzas para salir al mundo a luchar de nuevo en tu Nombre, proclamando tu Gloria y alabanzas a ese Corazón Precioso y desbordante en misericordia que Tú tienes. Te amo mi Dios. Amén.
Propósito para hoy.
Quiero proponerte hoy, rezar la oración a San Benito para pedir protección contra todo mal y no permitir que ninguna influencia maliciosa pueda invadir la paz de tu hogar.
Frase de reflexión.
"Recomencemos a partir de los innumerables testimonios de amor generoso y gratuito que en estos meses nos han enseñado cuánto son necesarios la cercanía, el cuidado y el sacrificio para alimentar la fraternidad y la convivencia civil. Así saldremos de esta crisis más fuertes.". Papa Francisco