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miércoles, 26 de agosto de 2020

VIVIR EN GRACIA DE DIOS


Vivir en gracia de Dios



Lo más importante para un hombre, lo único importante en definitiva es vivir en gracia de Dios, vivir y morir en gracia de Dios. Porque si perdemos la gracia santificante, hemos perdido todo. Inútilmente Dios nos ha creado, inútilmente Jesús nos ha redimido, inútilmente el Espíritu Santo nos ha santificado. Somos un verdadero fracaso. Esto sí que es fracasar. Porque en esta vida los hombres creen que los fracasos son un matrimonio separado, una carrera abandonada u otras cosas por el estilo. Pero no, el verdadero fracasado es el que vive en pecado mortal, que ha perdido la gracia, y si muere en ese miserable estado se condenará para siempre en el Infierno.

Cuando estamos en gracia de Dios, Dios habita en nosotros, somos templos del Espíritu Santo y objetos del amor de Dios. Cuando estamos en pecado mortal somos dignos de la ira divina y el demonio mora en nuestra alma y tiene poder para influir en nuestra vida y en nuestros asuntos.

¡Qué importante es que vivamos cumpliendo los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Jesús en el Evangelio y jamás cometer un pecado grave! Y si tenemos la desgracia de cometerlo, entonces no dejemos la confesión para más adelante, sino hagamos un acto de contrición perfecta, es decir pedirle a Dios perdón por el pecado, por amor a Él, por haberlo ofendido y no por miedo al Infierno; con el firme propósito de confesarnos cuanto antes con un sacerdote.

Si viéramos lo que es un alma en pecado mortal, quedaríamos aterrorizados.

En estos tiempos se ha perdido conciencia del pecado, se comete como si nada fuera y ya no se confiesa. Ojalá sintamos todavía remordimientos cuando cometemos un pecado, porque es señal de que el Espíritu Santo nos guía, ya que el remordimiento es un don del Espíritu Santo para llevarnos al arrepentimiento y a la salvación.

Así que no juzguemos a alguien como rico o pobre según el mundo, es decir, según lo material; sino que debemos juzgar la riqueza o la pobreza según ese hombre esté o no esté en gracia de Dios. Si está en gracia de Dios es la persona más rica del universo. Si está en pecado mortal es el ser más pobre del mundo.

Recemos mucho por los pecadores, para que vean el lamentable estado en que se encuentran sus almas y se conviertan y se salven, porque Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

(Tomado de: Sitio Santísima Virgen)

ESCULTURA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE, EMERGE DE UN RÍO 10 AÑOS DESPUÉS









Escultura de María, bendecida por Juan Pablo II, emerge de un río 10 años después




La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe se la llevó el huracán Alex y la ha devuelto el huracán Hanna


Durante los últimos días del mes de julio, Monterrey, ciudad del noreste de México, ha sido azotada por los remanentes del huracán Hanna, que llegó a la región en forma de depresión tropical. Entre lluvias torrenciales, inundaciones, daños en infraestructuras y varios fallecimientos, surgió una señal de esperanza: una escultura de 12 metros de Nuestra Señora de Guadalupe, que fue bendecida por san Juan Pablo II, emergió del lecho del río Santa Catarina después de 10 años enterrada bajo lodo y piedras.

La estatua fue creada en 1990 y erigida acompañada de una cruz aún más alta junto al altar donde Juan Pablo II celebró una misa al aire libre para una multitud que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, el 10 de mayo, el Día de la Madre. El Pontífice bendijo la estatua, que permaneció en ese lugar durante 20 años para conmemorar la visita papal.

Entonces, el 30 de junio de 2010, el huracán Alex golpeó Monterrey. La tormenta vino acompañada de un aguacero constante que dejó más de medio metro de agua en la ciudad en menos de dos días. Las consecuencias fueron devastadoras. El río Santa Catarina, que fluye a través del centro del área metropolitana, se desbordó, destruyó puentes fundamentales y cambió permanentemente aspectos del paisaje y la infraestructura. Murieron al menos 15 personas y, junto con los puentes y carreteras, el agua se llevó también la querida escultura de Nuestra Señora de Guadalupe.

Cuando fue posible, representantes de la iglesia local buscaron la imagen, pero encontraron que estaba enterrada bajo unos dos metros de rocas y lodo. Eso, sumado al tamaño y el peso (10 toneladas) de la escultura, hacía de su recuperación algo irrealizable. De modo que se elaboró una réplica y se colocó aproximadamente en el mismo lugar.

Casi exactamente 10 años después, a finales de julio de este año, los restos del huracán Hanna azotaron la ciudad en forma de depresión tropical, trayendo una vez más lluvias torrenciales e inundaciones. Aunque menos destructiva que Alex, Hanna causó también al menos 3 muertes y daños localizados en infraestructuras, según informes de los medios locales. Sin embargo, la elevación del agua y las fuertes corrientes del río Santa Catarina también destaparon el rostro de la escultura de Nuestra Señora de Guadalupe, que fue descubierta después de la tormenta, el 27 de julio, por un trabajador de la construcción que buscaba chatarra en el lecho del río, según informa El Universal.

El arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera, describió el acontecimiento como “un signo muy especial para los católicos, el cual nos llena de esperanza en un futuro mejor”, según publica la revista de la archidiócesis, Pastoral Siglo XXI. De inmediato se iniciaron las obras para destapar el resto de la imagen.

Los fieles, incluyendo los obispos auxiliares de la archidiócesis de Monterrey, empezaron a visitar la imagen. Durante un breve periodo de tiempo, la imagen se conoció popularmente como “la Virgen del Río”.

Una vuelta de las lluvias causaron un ligero revés que volvió a cubrir la imagen parcialmente con rocas transportadas por el río pero, a primera hora de la mañana del 6 de agosto, la imagen fue extraída y llevada para su restauración.

El destino de la escultura recobrada fue objeto de cierto debate público y privado, pero se decidió que, después de ser restaurada, la imagen debería regresar a su ubicación original junto al río, en el lugar donde Juan Pablo II celebró la misa para la multitud. La réplica que había estado en su lugar durante 10 años será ubicada en el terreno de una parroquia dedicada a María, Reina de México.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 26 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Miércoles de la 21ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 26 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,6-10.16-18):

En nombre de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de nosotros. Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros, os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros. La despedida va de mi mano, Pablo; ésta es la contraseña en toda carta; ésta es mi letra. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 127,1-2.4-5

R/. Dichosos los que temen al Señor

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 26 de agosto de 2020
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Queridos hermanos:

Confundidos por algunos discursos alarmistas que anunciaban el final de la Historia y la venida del Señor, algunos discípulos de Tesalónica se habían dejado llevar por el derrotismo de la inminencia y pretendían evadirse de sus responsabilidades cotidianas dejando de trabajar.

También, a veces, nosotros confundimos la esperanza cristiana. Nos contagiamos de pasividad, nos creemos que no merece la pena el esfuerzo, nos convencemos de que todo está muy mal y de que no podemos hacer nada, no somos salvadores de nadie. Nos olvidamos que la esperanza, rasgo distintivo de nuestro seguimiento, construye en la historia y la historia necesita de nuestro trabajo y voluntad, de nuestro dinamismo y vitalidad, de nuestra confianza y creatividad, de nuestra pasión por Cristo y por la humanidad.

Nuestro mundo tiene muchas bondades y junto a ellas conviven también otras tantas situaciones límite. Soledad, tristeza, corrupción, abandonos, violencia de género, guerras, familias rotas, pobrezas, incendios, marginación, terrorismo, inmigración, fundamentalismos... ¿qué podemos hacer?. Esperar... anticipando la vuelta del Señor, haciendo realidad el proyecto del evangelio. Invitación a asumir nuestra responsabilidad, llamada al compromiso solidario, a la implicación compasiva de por vida. Creernos que tal vez “un grano no haga granero pero ayuda al compañero”.

Llamada a no ser carga para nadie sino parte de un todo, realidad de la comunión de vida, gozo de la fraternidad universal. Y la invitación aún puede ser más osada: no sólo no ser carga sino aliviar cargas, empeñar la vida en aligerar el peso de otros, erigir su dignidad, dignificar su humanidad. Sencillear y simplificar procesos. Sostener vidas. Consolar tristezas. Alimentar esperanzas. Acompañar soledades. Acariciar heridas. Ahuyentar miedos. Cubrir necesidades. Acoger lo extraño y vulnerable. Amar inclusivamente, desde la entraña, creyendo y creando.