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domingo, 6 de diciembre de 2020

PAPA FRANCISCO EXPLICA 2 CLAVES DE LA CONVERSIÓN EN ADVIENTO QUE NOS PREPARAN A LA NAVIDAD

 



 Papa Francisco explica 2 claves de la conversión en Adviento que nos preparan a la Navidad

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco explicó que el Adviento “es un camino de conversión” que nos prepara “para recibir al Señor en Navidad” por lo que describió los dos aspectos principales de este itinerario de conversión.

Así lo indicó el Santo Padre este Domingo 6 de diciembre antes del rezo del Ángelus ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

En primer lugar, el Pontífice señaló que “la conversión implica el dolor de los pecados cometidos, el deseo de liberarse de ellos, el propósito de excluirlos para siempre de la propia vida” y añadió que “para excluir el pecado, hay que rechazar también todo lo que está relacionado con él: la mentalidad mundana, el apego excesivo a las comodidades, al placer, al bienestar, a las riquezas”.

En segundo lugar, el Papa Francisco dijo que “el otro aspecto de la conversión es la búsqueda de Dios y de su reino. El abandono de las comodidades y la mentalidad mundana no es un fin en sí mismo, sino que tiene como objetivo lograr algo más grande, es decir, el reino de Dios, la comunión con Dios, la amistad con Dios”.

Sin embargo, el Santo Padre reconoció que “esto no es fácil, porque son muchas las ataduras que nos mantienen cerca del pecado: inconstancia, desánimo, malicia, mal ambiente y malos ejemplos”.

Por ello, el Papa destacó el ejemplo de San Juan el Bautista que fue “un hombre austero, que renuncia a lo superfluo y busca lo esencial”.

En esta línea, el Pontífice comentó el pasaje del Evangelio de San Marcos de la Liturgia de este segundo Domingo de Adviento (Mc, 1,1-18) que presenta la figura de San Juan el Bautista quien “señaló a sus contemporáneos un itinerario de fe similar al que el Adviento nos propone a nosotros, que nos preparamos para recibir al Señor en Navidad” pues se trata de “un camino de conversión”.

De este modo, el Santo Padre recordó que en la Biblia la palabra conversión “quiere decir, ante todo, cambiar de dirección y orientación; y, por tanto, cambiar nuestra manera de pensar” y agregó que “en la vida moral y espiritual, convertirse significa pasar del mal al bien, del pecado al amor de Dios”.

“Es lo que enseñaba el Bautista, que en el desierto de Judea proclamaba ‘un bautismo de conversión para perdón de los pecados’. Recibir el bautismo era un signo externo y visible de la conversión de quienes escuchaban su predicación y decidían hacer penitencia. Ese bautismo tenía lugar con la inmersión en el agua, pero era inútil sin la voluntad de arrepentirse y cambiar de vida”, subrayó.

En este sentido, el Papa advirtió sobre la tentación de pensar que “es imposible convertirse de verdad, y en lugar de convertirnos del mundo a Dios, corremos el riesgo de quedarnos en las ‘arenas movedizas’ de una existencia mediocre”.

“¿Qué podemos hacer en estos casos? En primer lugar, recordar que la conversión es una gracia que hay que pedir a Dios con fuerza. Ninguno puede convertirse por sí mismo. Nos convertimos verdaderamente en la medida en que nos abrimos a la belleza, la bondad, la ternura de Dios. Dios no es un mal padre, es tierno, nos ama mucho, como el buen pastor…”, afirmó.

Y para esto, el Santo Padre recomendó acudir a María Santísima, a quien el 8 de diciembre celebraremos como la Inmaculada Concepción, para que “nos ayude a desprendernos cada vez más del pecado y de la mundanidad, para abrirnos a Dios, a su palabra, a su amor que regenera y salva”.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

San Marcos 1,1-8

1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.

3 Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas, 4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.

5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.

6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.

7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

EL EVANGELIO DE HOY SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO - 6 DE DICIEMBRE DEL 2020



 Lecturas de hoy Domingo 2º de Adviento - Ciclo B

Hoy, domingo, 6 de diciembre de 2020



Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (40,1-5.9-11):

«Consolad, consolad a mi pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.»

Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.»

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»


Palabra de Dios



Salmo

Sal 84,9ab-10.11-12.13-14


R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación


Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»

La salvación está ya cerca de sus fieles,

y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.


La misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. R/.


El Señor nos dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,

la salvación seguirá sus pasos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (3,8-14):

No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.


Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,1-8):

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»

Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»


Palabra del Señor




«Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión»


Hoy, cuando se alza el telón del drama divino, podemos escuchar ya la voz de alguien que proclama: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Mc 1,3). Hoy, nos encontramos ante Juan el Bautista cuando prepara el escenario para la llegada de Jesús.

Algunos creían que Juan era el verdadero Mesías. Pues hablaba como los antiguos profetas, diciendo que el hombre ha de salir del pecado para huir del castigo y retornar hacia Dios a fin de encontrar su misericordia. Pero éste es un mensaje para todos los tiempos y todos los lugares, y Juan lo proclamaba con urgencia. Así, sucedió que una riada de gente, de Jerusalén y de toda Judea, inundó el desierto de Juan para escuchar su predicación.

¿Cómo es que Juan atraía a tantos hombres y mujeres? Ciertamente, denunciaba a Herodes y a los líderes religiosos, un acto de valor que fascinaba a la gente del pueblo. Pero, al mismo tiempo, no se ahorraba palabras fuertes para todos ellos: porque ellos también eran pecadores y debían arrepentirse. Y, al confesar sus pecados, los bautizaba en el río Jordán. Por eso, Juan Bautista los fascinaba, porque entendían el mensaje del auténtico arrepentimiento que les quería transmitir. Un arrepentimiento que era algo más que una confesión del pecado —en si misma, ¡un gran paso hacia delante y, de hecho, muy bonito! Pero, también, un arrepentimiento basado en la creencia de que sólo Dios puede, a la vez, perdonar y borrar, cancelar la deuda y barrer los restos de mi espíritu, enderezar mis rutas morales, tan deshonestas.

«No desaprovechéis este tiempo de misericordia ofrecido por Dios», dice San Gregorio Magno. —No estropeemos este momento apto para impregnarnos de este amor purificador que se nos ofrece, podemos decirnos, ahora que el tiempo de Adviento comienza a abrirse paso ante nosotros.

¿Estamos preparados, durante este Adviento, para enderezar los caminos para nuestro Señor? ¿Puedo convertir este tiempo en un tiempo para una confesión más auténtica, más penetrante en mi vida? Juan pedía sinceridad —sinceridad con uno mismo— a la vez que abandono en la misericordia Divina. Al hacerlo, ayudaba al pueblo a vivir para Dios, a entender que vivir es cuestión de luchar por abrir los caminos de la virtud y dejar que la gracia de Dios vivificara su espíritu con su alegría.


Fr. Faust BAILO

(Toronto, Canadá) 

ORACIÓN FAMILIAR PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO 2020

 


 

Oración familiar para el Segundo Domingo de Adviento 2020

Redacción ACI Prensa



Este domingo se enciende la segunda vela de la Corona de Adviento como signo de la preparación interior que cada uno realiza para recibir a Jesús con un corazón reconciliado. Aquí la Oración Familiar para encender la segunda vela y pedir al Señor que venga al hogar.

Se recomienda poner en un lugar especial la corona de Adviento con alguna imagen de la Virgen, crear un ambiente de recogimiento con poca luz, nombrar a un lector especial, así como a un monitor principal, que puede ser el papá o la mamá, y seguir la oración que se presenta  a continuación.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Vamos a encender la segunda vela de nuestra corona. El Señor está cada vez más cerca de nosotros y debemos prepararnos dignamente para recibirlo en nuestros corazones. Hagamos un momento de silencio para elevar nuestra oración al Señor.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso será recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios".

MONITOR: Debemos preparar el camino del Señor y esto nos exige estar preparados interiormente para la venida de Jesús, para que lo recibamos con un corazón reconciliado, cada vez más convertido y transformado, capaz de amar y entregarse a los demás. Hagamos un compromiso concreto para esta semana que nos ayude a disponernos cada vez mejor para su venida.

 (Se deja un momento de silencio)

MONITOR: Mientras encendemos la segunda vela de nuestra corona cantemos:

HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado)

(Una persona enciende la segunda vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la segunda estrofa)


Hoy se enciende una llama

en la corona de Adviento

que arda nuestra esperanza

en el corazón despierto

y al calor de la Madre

caminemos este tiempo.

Un primer lucero se enciende

anunciando al Rey que viene

preparad corazones

allánense los senderos.

Hoy se enciende una llama

en la corona de Adviento

que arda nuestra esperanza

en el corazón despierto

y al calor de la Madre

caminemos este tiempo.

Crecen nuestros anhelos al ver

la segunda llama nacer

como dulce rocío vendrá

el Mesías hecho Niño.

Hoy se enciende una llama

en la corona de Adviento

que arda nuestra esperanza

en el corazón despierto

y al calor de la Madre

caminemos este tiempo.

MONITOR: Elevemos ahora nuestras peticiones a Dios Padre y respondamos a cada una de ella: VEN SEÑOR JESÚS.

LECTOR: Te pedimos, Padre, por nuestra Santa Iglesia Católica que se prepara para la venida de tu Hijo, para que siempre tengamos fijos los ojos en Aquél que nos trae la reconciliación.


VEN SEÑOR JESÚS

Te rogamos por la paz en el mundo, para que en este tiempo de Adviento se viva con mayor intensidad el amor y la solidaridad.


VEN SEÑOR JESÚS

Te pedimos, Padre, por cada uno de nosotros, para que hagamos esfuerzos por caminar al encuentro del Señor Jesús, que es la "Luz del Mundo".


VEN SEÑOR JESÚS

Te rogamos también por nuestra familia, para que a ejemplo de la familia de Nazaret vivamos el amor mutuo y nos preparemos para la venida de tu Hijo.


VEN SEÑOR JESÚS

Te pedimos que Santa María aliente nuestros pasos en este Adviento, y sea Ella quien nos enseñe a crecer en confianza y esperanza en la venida del Reconciliador.


VEN SEÑOR JESÚS (se pueden añadir otras peticiones)

MONITOR: Acudamos a nuestra Madre para que nos obtenga abundantes gracias que nos ayuden a prepararnos, de la misma manera como Ella lo hizo, para recibir al Señor Jesús. Recemos junto un Ave María. Terminemos este momento de oración cantando LOS CIELOS Y LA TIERRA.

LOS CIELOS Y LA TIERRA EN TI SE ENCONTRARÁN,

MARÍA, DULCE ABRAZO QUE EL HOMBRE Y DIOS SE DAN.

1. Las viejas profecías que hablaban del Señor nutrían la esperanza de Israel: la flor que nacería de tierra virginal, un Hijo que sería el Emmanuel.

2. Quien hizo las estrellas al Ángel te envió, que fueras Madre suya te pidió. Dios Todopoderoso no quiso renunciar al gozo de acunarse en tu querer.

3. Los magos y pastores que fueron al portal hallaron en tus brazos a Jesús. Sabemos que a tu lado lo vamos a encontrar lo mismo en la alegría que en la Cruz.

MONITOR: Madre de la Esperanza…

TODOS: Ruega por nosotros.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN DE BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD EN FAMILIA

 



Oración de bendición del árbol de Navidad en familia

Redacción ACI Prensa



Oración de bendición del árbol de Navidad en familia

En muchas familias se acostumbra colocar el árbol navideño en un lugar visible de la casa y adornarlo con luces, estrellas y regalos, pero ¿qué significado cristiano tiene hacer esto? Entérate aquí del mensaje que encierra y cómo bendecirlo en familia.


EL ÁRBOL mismo nos trae a la memoria el árbol del Paraíso (cf. Gn 2, 9 - 17) de cuyo fruto comieron Adán y Eva desobedeciendo a Dios. El árbol entonces nos recuerda el origen de nuestra desgracia: el pecado. Y nos recuerda que el niño que va a nacer de Santa María es el Mesías prometido que viene a traernos el don de la reconciliación.


LAS LUCES nos recuerdan que el Señor Jesús es la luz del mundo que ilumina nuestras vidas, sacándonos de las tinieblas del pecado y guiándonos en nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.


LA ESTRELLA. Así como en Belén hace dos mil un años una estrella se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño Jesús, sirviendo de guía a los Reyes Magos (ver Mt 2, 9 - 10); hoy una estrella corona el árbol recordando que el acontecimiento del nacimiento de Jesús ha traído la verdadera alegría a nuestras vidas.


LOS REGALOS colocados a los pies del árbol simbolizan aquellos dones con los que los reyes magos adoraron al Niño Dios. Además, nos recuerdan que tanto amó Dios Padre al mundo que le entregó (le regaló) a su único Hijo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.




RITO DE BENDICIÓN DEL ÁRBOL NAVIDEÑO

Todos los presentes, santiguándose, dicen: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


El padre de familia dice:


Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

Que nos ha llenado con toda clase de bendiciones espirituales.

En los cielos, en Cristo.

Todos responden: Bendito sea el Señor por los siglos.


LECTURA

Uno de los presentes lee el siguiente texto de la Sagrada Escritura:

Escuchemos con atención la lectura del profeta Isaías:

"Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estado".


ORACIÓN DE BENDICIÓN

Luego el padre de familia, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.

Bendito seas, Señor y Padre nuestro,

que nos concedes recordar con fe

en estos días de Navidad

los misterios del nacimiento del Señor Jesús.

Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol

y lo hemos embellecido con luces

con la ilusión de celebrar

la Navidad del nuevo milenio,

que podamos vivir también a la luz de los ejemplos

de la vida plena de tu Hijo

y ser enriquecidos con las virtudes

que resplandecen en su santa infancia.

Gloria a Él por los siglos de los siglos.

Todos responden: Amén.

Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.