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miércoles, 13 de enero de 2021

INDULGENCIA PLENARIA POR SAN JOSÉ - AÑO DE SAN JOSÉ 2020 - 2021

 




 

Indulgencia Plenaria por San José


El Papa Francisco nos ha hecho un gran regalo al proclamar el “Año de San José”, para poner de relieve el papel fundamental que el santo de la humildad, la mansedumbre y el silencio, ha tenido en el plan salvífico de Dios.

Y además de este tiempo para exaltar la figura del padre adoptivo de Jesús y esposo de la Santísima Virgen, el Santo Padre, a través de las instituciones eclesiásticas correspondientes (Penitenciaría Apostólica) ha concedido la Indulgencia Plenaria durante todo el año (8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre del 2021) que los fieles podrán aplicar cada día para algún difunto o para sí mismos.

 

¿Cuáles son las condiciones para acceder a esta Indulgencia Plenaria?

Por un lado están las condiciones habituales para estos casos y que son:

 

- Ir a Misa, realizar la confesión sacramental con un sacerdote y comulgar.

- Rezar el Padre Nuestro y el Credo.

- Rezar por las intenciones del Sumo Pontífice.

 

Pero como en este tiempo de pandemia y emergencia sanitaria, no todas las personas están en condiciones de asistir a los templos, confesarse y comulgar, el Papa Francisco ha establecido otras condiciones a través de las cuales se puede acceder a la Indulgencia Plenaria por el Año de San José. Puede obtenerse por alguna de estas acciones piadosas:

1. Meditar treinta minutos la oración del Padre Nuestro o participar de un retiro espiritual o una jornada con meditaciones sobre San José.

2. Sobre el ejemplo de San José, realizar una obra de misericordia corporal o espiritual para otra persona.

3. Rezar el Rosario en la familia o entre los novios.

4. Confiar cotidianamente tus actividades a la protección de San José e invocarlo para que quienes están en la búsqueda de empleo consigan uno digno.

5. Recitar las letanías de San José u otras oraciones al santo, por la Iglesia perseguida y alivio de todos los cristianos que padezcan alguna forma de persecución.

6. Rezar cualquier oración a San José legítimamente aprobada por la Iglesia o realizar un acto de piedad en honor a San José.

En el actual contexto de la emergencia sanitaria por la pandemia, el don de la indulgencia plenaria se extiende de forma particular a los ancianos, a los enfermos, a los agonizantes y a todos los que por motivos legítimos están imposibilitados de salir de su casa, con el alma libre de pecado mortal y el propósito de cumplir, cuando les sea posible las condiciones generales o habituales para la obtención de indulgencias plenarias. 

El tiempo durante el cual se puede obtener esta gracia es todo el Año de San José, y muy especialmente en determinadas fechas especiales: del 19 de marzo al 1 de mayo; el día de la fiesta de San José (19 de marzo); más todos los días 19 y todos los días miércoles, que son dedicados al santo.


A continuación se transcriben dos oraciones para rezar a san José.




Oración del papa León XIII

A ti, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación y después de invocar el auxilio de tu santísima Esposa, solicitamos también, confiados, tu patrocinio. Por aquella caridad, que con la Inmaculada Virgen María Madre de Dios te hizo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos vuelvas benignos los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo y con tu poder y auxilio socorras nuestra necesidades. Protege, providentísimo custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo. Aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción, asístenos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas, y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora defiende a la Iglesia santa de Dios de las acechanzas de sus enemigos y de toda adversidad; y a cada uno de nosotros protégenos con el perpetuo patrocinio, para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad. Amén.




Oración por los refugiados

Padre, Tú encomendaste a san José lo más valioso que tenías: el Niño Jesús y su Madre, para protegerlos de los peligros y de las amenazas de los malvados. Concédenos también a nosotros experimentar su protección y su ayuda. Él, que padeció el sufrimiento de quien huye a causa del odio de los poderosos, haz que pueda consolar y proteger a todos los hermanos y hermanas que empujados por las guerras, la pobreza y las necesidades, abandonan su hogar y su tierra, para ponerse en camino como refugiados hacia lugares más seguros. Ayúdalos, por su intercesión, a tener la fuerza para seguir adelante, el consuelo en la tristeza, el valor en la prueba. Da a quienes los acogen un poco de la ternura de este padre justo y sabio, que amó a Jesús como un verdadero hijo y sostuvo a María a lo largo del camino. Él, que se ganaba el pan con el trabajo de sus manos, pueda proveer de lo necesario a quienes la vida les ha quitado todo y darles la dignidad de un trabajo y la serenidad de un hogar. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, que san José salvó al huir a Egipto, y por la intercesión de la Virgen María a quien amó como esposo fiel según tu voluntad. Amén.

LA GRANDEZA DE LO SENCILLO



 La grandeza de lo sencillo

El conocimiento debe ser puesto al servicio del prójimo

Por: Marce Miranda Loayza | Fuente: Catholic.net



La grandeza del intelecto humano encuentra su culmen no en la expresión glamorosa del pensamiento, sino en la claridad y sencillez de la exposición del mismo, las palabras logran su real sentido cuando encuentran el receptor no sólo comprensión sino también aceptación.

Para muchos intelectuales y líderes de opinión demostrar un uso casi inentendible del lenguaje es signo de conocimiento y prestigio, enterrando ideas bajo un sinfín de palabras cuya única utilidad es la de enaltecer el orgullo y la soberbia del autor.

Existe cierta responsabilidad para aquél que posee lucidez y claridad sobre hechos y situaciones que por su complejidad necesitan ser explicadas, éstos dones no deben ser utilizados para una vanagloria inútil y egoísta, por el contrario, deben ser puestos al servicio del prójimo y de la sociedad, el conocimiento no es poder, el conocimiento es SERVICIO.

El reconocer y comprender los signos de los tiempos es un don de DIOS, poner claridad donde la oscuridad ha hecho trinchera requiere sencillez y humildad, la palabra entreverada de soberbia termina oscureciendo aún más lo que supuestamente se quiere iluminar, al ser el conocimiento un don divino sólo puede alcanzar su culmen cuando la humildad destierre la soberbia.

Iluminar el pensamiento humano también debe ir en concordancia con la defensa de los más vulnerables, de aquellos que no tienen voz y por ende son excluidos, estar en una posición de privilegio frente a la opinión pública no debe ser confundida con una fama efímera y pasajera, la palestra debe convertirse en voz profética donde los sin voz encuentran representados sus anhelos. 

El tratar de llenar de metáforas incomprensibles el conocimiento alejan la verdad y el entendimiento del destinatario, por ello es responsabilidad del poseedor de la palabra tender puentes en medio de la sociedad, compartiendo saberes y denunciando injusticias.

Una idea clara, enriquecida en sencillez e iluminada a la luz del EVANGELIO tiende a trascender en el tiempo, cumpliendo su misión de iluminar el conocimiento y guiar el entendimiento humano.

El conocimiento no es poder, el conocimiento es SERVICIO y en base a éste logra alcanzar su objetivo primario, ser luz en medio de la oscuridad y ser voz de los excluidos.

¿QUÉ ES EL TIEMPO ORDINARIO?

 



 TIEMPO ORDINARIO



El tiempo del Año litúrgico que no tiene un carácter propio (Adviento Navidad, Cuaresma y Pascua) recibe el nombre de Tiempo ordinario, que abarca 33 ó 34 semanas.

El Tiempo ordinario comienza el lunes siguiente al domingo posterior al 6 de enero (Epifanía) y dura hasta el martes anterior al Miércoles de Ceniza, que da inicio a la Cuaresma.

Ahí se interrumpe para reiniciarse desde el lunes siguiente a Pentecostés hasta las vísperas del primer domingo de Adviento,  con el cual se inicia el Nuevo Año litúrgico.

Al inicio del tiempo ordinario: conocer a Jesús, adorar a Jesús y seguir a Jesús.

La vida cristiana es sencilla, no se necesitan cosas extrañas o difíciles; basta poner a Jesús en el centro de nuestras elecciones cotidianas. Así lo expresaba el Papa Francisco hace un año en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta al inicio del Tiempo Ordinario.

Después de la Navidad, con el comienzo del nuevo tiempo litúrgico, en el centro de la vida cristiana – observó el Papa – está siempre Jesús, que es la primera y la última Palabra del Padre, “el Señor del universo”, el “Salvador del mundo. No hay otro, es el único”: “Este es el centro de nuestra vida: Jesucristo. Jesucristo que se manifiesta, se hace ver y nosotros estamos invitados a conocerlo, a reconocerlo, en la vida, en todas las circunstancias de la vida; reconocer a Jesús, conocer a Jesús… ¿El centro de mi vida es Jesucristo? ¿Cuál es mi relación con Jesucristo?”.


Tres tareas para hacer que Jesús esté en el centro de la vida:


1. CONOCERLO PARA RECONOCERLO

El Papa Bergoglio indicó tres tareas “para asegurarnos que Jesús esté en el centro de nuestra vida”: ante todo conocerlo para reconocerlo. Y recordó que en su tiempo, muchos no lo reconocieron: “Los Doctores de la ley, los sumos sacerdotes, los escribas, los saduceos y algunos fariseos”. Es más – prosiguió diciendo Francisco – “lo persiguieron, lo mataron”. De ahí la necesidad de preguntarse: “¿A mí me interesa conocer a Jesús? ¿O quizás tengo más interés por las telenovelas o las charlas; o las ambiciones, o por conocer la vida de los demás?”… “Para conocer a Jesús está la oración, el Espíritu Santo”, pero también está el Evangelio, que hay que llevar siempre consigo para leer un pasaje todos los días: “Es el único modo de conocer a Jesús”. Y “el Espíritu Santo hace después el trabajo. Ésta es la semilla que hace germinar y crecer, es el Espíritu Santo”.



2. Segunda tarea: ADORAR

La segunda tarea es adorar a Jesús. No sólo pedirle cosas y agradecerle. El Pontífice se refirió a dos modos de adorar a Jesús: “La oración de adoración en silencio” y “después quitar de nuestro corazón las otras cosas que adoramos, que nos interesan más. No, sólo Dios”. “Las otras cosas sirven, sirven si yo soy capaz de adorar sólo a Dios”: “Hay una pequeña oración que nosotros rezamos; el Gloria: ‘Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo’, pero tantas veces la decimos como loros. Pero esta oración ¡es adoración! ‘Gloria’: yo adoro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Adorar, con pequeñas oraciones, con el silencio ante la grandeza de Dios, adorar a Jesús y decir: ‘Tú eres el único, tú eres el principio y el fin, y contigo quiero permanecer toda la vida, toda la eternidad. Tú eres el único’. Y expulsar las cosas que me impiden adorar a Jesús”.


3. Tercera tarea: PONER A JESÚS EN EL CENTRO DE NUESTRA VIDA: SEGUIRLO

La tercera tarea – subrayó el Pontífice – es la que propone el Evangelio del día en que Jesús llama a los primeros discípulos a seguirlo. Significa poner a Jesús en el centro de nuestra vida:

“La vida cristiana es sencilla, es muy simple, pero tenemos necesidad de la gracia del Espíritu Santo para que despierte en nosotros este deseo de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús. Por esto hemos pedido al Señor, al inicio, en la oración Colecta, conocer lo que debemos hacer y tener la fuerza para hacerlo. Que en la sencillez de cada día – porque para cada día para ser cristianos no son necesarias cosas extrañas, cosas difíciles, cosas superfluas, no, es sencillo – el Señor nos dé la gracia de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús”.

Celebremos el Tiempo Ordinario, este tiempo se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios

El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario.

Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!

El espíritu del Tiempo Ordinario queda bien descrito en el prefacio VI dominical de la misa: “En ti vivimos, nos movemos y existimos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos”.

Este Tiempo Ordinario se divide como en dos “tandas”. Una primera, desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. Y la segunda, desde después de Pentecostés hasta el Adviento.


Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 13 DE ENERO DEL 2021 - TIEMPO ORDINARIO



 Lecturas de hoy Miércoles de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, miércoles, 13 de enero de 2021



Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (2,14-18):

LO mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.

Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 104,1-2.3-4.6-7.8-9


R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.


V/. Dad gracias al Señor, invocad su nombre,

dad a conocer sus hazañas a los pueblos.

Cantadle al son de instrumentos,

hablad de sus maravillas. R/.


V/. Gloriaos de su nombre santo,

que se alegren los que buscan al Señor.

Recurrid al Señor y a su poder,

buscad continuamente su rostro. R/.


V/. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;

hijos de Jacob, su elegido!

El Señor es nuestro Dios,

él gobierna toda la tierra. R/.


V/. Se acuerda de su alianza eternamente,

de la palabra dada, por mil generaciones;

de la alianza sellada con Abrahán,

del juramento hecho a Isaac. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):


EN aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

«Todo el mundo te busca».

Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.


Palabra del Señor





«De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración»

Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM

(Barcelona, España)



Hoy vemos claramente cómo Jesús dividía la jornada. Por un lado, se dedicaba a la oración, y, por otro, a su misión de predicar con palabras y con obras. Contemplación y acción. Oración y trabajo. Estar con Dios y estar con los hombres.

En efecto, vemos a Jesús entregado en cuerpo y alma a su tarea de Mesías y Salvador: cura a los enfermos, como a la suegra de san Pedro y muchos otros, consuela a los tristes, expulsa demonios, predica. Todos le llevan sus enfermos y endemoniados. Todos quieren escucharlo: «Todos te buscan» (Mc 1,37), le dicen los discípulos. Seguro que debía tener una actividad frecuentemente muy agotadora, que casi no le dejaba ni respirar.

Pero Jesús se procuraba también tiempo de soledad para dedicarse a la oración: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35). En otros lugares de los Evangelios vemos a Jesús dedicado a la oración en otras horas e, incluso, muy entrada la noche. Sabía distribuirse el tiempo sabiamente, a fin de que su jornada tuviera un equilibrio razonable de trabajo y oración.

Nosotros decimos frecuentemente: —¡No tengo tiempo! Estamos ocupados con el trabajo del hogar, con el trabajo profesional, y con las innumerables tareas que llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de la oración diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: la oración. Hemos de crear un equilibrio para poder hacer las unas sin desatender las otras.

San Francisco nos lo plantea así: «Hay que trabajar fiel y devotamente, sin apagar el espíritu de la santa oración y devoción, al cual han de servir las otras cosas temporales».

Quizá nos debiéramos organizar un poco más. Disciplinarnos, “domesticando” el tiempo. Lo que es importante ha de caber. Pero más todavía lo que es necesario.


MIÉRCOLES DE CENIZA 2021: VATICANO INDICA CÓMO DISTRIBUIR CENIZAS SIN CONTAGIAR COVID-19

 



 Miércoles de Ceniza 2021: Vaticano indica cómo distribuir cenizas sin contagiar COVID-19

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



La Santa Sede difundió una nota con indicaciones sobre cómo se impondrá la ceniza el próximo Miércoles de Ceniza, el 17 de febrero, para garantizar la seguridad de fieles y sacerdotes ante la pandemia de coronavirus.

La nota, elaborada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y firmada este martes 12 de enero por el Cardenal Robert Sarah, prefecto del dicasterio, establece que “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirige a los presentes, diciendo una sola vez para todos la fórmula del Misal Romano: ‘Convertíos y creed en el Evangelio’, o bien: ‘Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás’”.

A continuación, “el sacerdote se limpia las manos y se pone la mascarilla para proteger la nariz y la boca, después impone la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acerca a cuantos están de pie en su lugar. El sacerdote toma la ceniza y la deja caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.