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domingo, 14 de enero de 2024

PAPA FRANCISCO: JESÚS NO QUIERE FOLLOWERS SUPERFICIALES SINO DISCÍPULOS CON CORAZÓN ABIERTO

 



Papa Francisco: Jesús no quiere “followers” superficiales sino discípulos con “corazón abierto”

Papa Francisco en el Ángelus, 14 de enero 2024

Por David Ramos



En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco aseguró que Jesús “no quiere ‘followers’ superficiales”, sino que desea discípulos con “un corazón abierto, en búsqueda, no un corazón saciado o satisfecho”.

Ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro en el Vaticano este 14 de enero, el Santo Padre señaló que “el Evangelio hoy presenta el encuentro de Jesús con los primeros discípulos. Esta escena nos invita a hacer memoria de nuestro primer encuentro con Jesús”.

“¿Cuándo me encontré a Jesús por primera vez?”, preguntó el Papa, animando a los fieles a “hacer un poco de memoria”.

Luego dijo: “¿Qué cosa significa ser discípulos del Señor? Según el Evangelio de hoy podemos tomar tres palabras: buscar a Jesús, habitar con Jesús, anunciar a Jesús”.

El Papa Francisco subrayó más adelante que “el Señor no quiere prosélitos, no quiere ‘followers’ superficiales, el Señor quiere personas que se interroguen y se dejen interpelar por su Palabra”.

“Por lo tanto, para ser discípulos de Jesús es necesario ante todo buscarlo, tener un corazón abierto, en búsqueda, no un corazón saciado o satisfecho”, aseguró.

Los primeros discípulos, subrayó, “no buscaban noticias o informaciones sobre Dios, o señales o milagros, sino que deseaban encontrar al Mesías, hablar con Él, estar con Él, escucharlo”.

“La fe, en suma, no es una teoría, no, es un encuentro, es ir a ver dónde vive el Señor y habita con Él. Encontrar al Señor y habitar con Él”, resaltó.

El Papa señaló que “los discípulos buscaban a Jesús, luego fueron con Él y pasaron toda la tarde con Él. Y luego a anunciar. Regresan y anuncian. Buscar, habitar, anunciar”, reiteró.

Hacia el final de su reflexión, el Santo Padre reiteró su llamado a los fieles a hacer “memoria de nuestro primer encuentro con el Señor”.

Luego exhortó: "Y preguntémonos: ¿somos todavía discípulos enamorados del Señor, buscamos al Señor o nos hemos asentado en una fe hecha de hábitos? ¿Vivimos con Él en oración, sabemos estar en silencio con Él? ¿Sé habitar en oración con el Señor, permanecer en silencio con Él? ¿Y entonces sentimos el deseo de compartir, de anunciar esta belleza del encuentro con el Señor?”. 

SANTORAL DE HOY DOMINGO 14 DE ENERO DE 2024

 

Alfonsa Clerici, BeataAlfonsa Clerici, Beata
Religiosa, 14 de enero
Devasahayam (Lázaro) Pillai, BeatoDevasahayam (Lázaro) Pillai, Beato
Mártir Laico, 14 de enero
Odorico de Pordenone, BeatoOdorico de Pordenone, Beato
Misionero Franciscano, Enero 14
Fulgencio de Écija, SantoFulgencio de Écija, Santo
Obispo, 14 de enero
Potito, SantoPotito, Santo
Mártir Adolescente, Enero 14
Pedro Donders, BeatoPedro Donders, Beato
Presbítero Redentorista, Enero 14
Odón de Novara, BeatoOdón de Novara, Beato
Monje Cartujo, Enero 14
Macrina La Mayor, SantaMacrina La Mayor, Santa
Confesora de la fe, 14 de enero
Dacio de Milán, SantoDacio de Milán, Santo
Obispo, Enero 14
Félix de Nola, SantoFélix de Nola, Santo
Confesor de la fe, Enero 14

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 14 DE ENERO DE 2024

 



 Domingo 2 (B) del tiempo ordinario

Domingo 14 de enero de 2024



1ª Lectura (1Sam 3,3b-10.19): En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy». Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte». Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte».

Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor, que tu siervo te escucha’».

Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!». Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.



Salmo responsorial: 39

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.


Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio.


Entonces yo digo: «Aquí estoy —como está escrito en mi libro— para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.


He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes.


2ª Lectura (1Cor 6,13c-15a.17-20): Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo.

¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

Versículo antes del Evangelio (Jn 1,41.17b): Aleluya. Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por él. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 1,35-42): En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”—.





«Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?»

Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés

(Tarragona, España)



Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives? (...) ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).

También yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me lo pregunta: «De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «venid y lo veréis».

Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).

¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.

Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).