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domingo, 18 de agosto de 2024

NUESTRA SEÑORA APURADA Nueva advocación mariana propuesta por el PAPA FRANCISCO






NUESTRA SEÑORA APURADA
Nueva advocación mariana propuesta por el PAPA FRANCISCO

En menos de una semana, el Papa Francisco se ha referido en dos ocasiones a Nuestra Señora Apurada, una nueva “advocación mariana” que se desprende de la visita que hizo la Virgen María a su prima Isabel. Al final encontrarás la oración a Nuestra Señora Apurada, pero antes debes saber por qué el Santo Padre le ha dado ese nombre.

¿Una nueva advocación?
El nombre de Nuestra Señora Apurada se desprende de una bella reflexión que hizo el Papa Francisco mientras se encontraba en Fátima, Portugal, el pasado 5 de agosto, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2023.

Y es que, en su visita al Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en las Capilla de las Apariciones, el Santo Padre se refirió a la Virgen María como “Nuestra Señora Apurada” ya que -explicó- Ella no desestima esfuerzos para ir encuentro del otro o llevar las oraciones de los fieles a su Hijo. 

Y detalló:

Hay tantas advocaciones de María, pero una que podemos decir también pensando, es ésta: la Virgen que sale corriendo, cada vez que hay un problema, cada vez que la invocamos, no tarda, viene, se apura, ‘Nuestra Señora Apurada.”
Recordó también la misión de la Madre de Dios:

María, en su vida, no hace otra cosa que señalar a Jesús. ‘Hagan lo que Él les diga’, sigan a Jesús, estos son los dos gestos de María, pensémoslo bien, nos acoge a todos, y señala a Jesús, y esto lo hace un poco apurada”.
“Y hoy está aquí entre nosotros, está siempre entre nosotros, pero hoy la sentí mucho más cerca. María apurada”, reiteró el Papa Francisco.

La Virgen María parte sin demora
Y este miércoles 9 de agosto, ahora en el marco de su audiencia general en el Vaticano, el Pontífice volvió a hacer referencia a Nuestra Señora Apurada, al meditar sobre el lema de la JMJ, inspirado en el relato evangélico de la visitación de María a Santa Isabel: “María se levantó y partió sin demora”.

Admitió que le gusta mucho invocar a la Virgen María con esta realidad, la Virgen “apresurada”, como lo comentó en su visita al Santuario de Fátima.

“Siempre hace las cosas con prisa, nunca nos hace esperar, es la Madre de todos”.


Oración María, Nuestra Señora Apurada
Santísima Virgen María Apurada, que saliste presurosa, con prisas, de tu casa al encuentro de tu prima Isabel para ayudarla y auxiliarla en sus necesidades, te pedimos que tomes las nuestras en tus amorosas manos.
Ven presurosa a ayudarnos, a acompañarnos y a mostrarnos a tu Hijo bendito, que ilumina nuestro caminar hacia la Patria Eterna.
Pero también te pedimos que nos inspires a acudir diligentemente, como tú lo haces, en ayuda del necesitado para llevarle a Jesús, a través del servicio concreto y dar tiempo a los demás.
Asimismo, acudimos a ti para que podamos, con tu intercesión y auxilio, cuidar y atender a las madres que están por dar a luz un hijo, y valorar a las mujeres que asumen la alegría de la maternidad. Amén.


 

¿PARA QUE SIRVE LA MISA? MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 18 DE AGOSTO DE 2024

 



¿PARA QUÉ SIRVE LA MISA?

 ⛪ EVANGELIO DEL DOMINGO | ¿Para qué sirve la misa?

Fuente: EWTN



La Eucaristía no es una oración privada o una bonita experiencia espiritual, no es una simple conmemoración de lo que Jesús hizo en la Última Cena. Nosotros decimos, para entender bien, que la Eucaristía es «memorial», o sea, un gesto que actualiza y hace presente el evento de la muerte y resurrección de Jesús: el pan es realmente su Cuerpo donado por nosotros, el vino es realmente su Sangre derramada por nosotros. La Eucaristía es Jesús mismo que se dona por entero a nosotros. Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante la Comunión eucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, la transforma en un don a Dios y a los hermanos. Nutrirnos de ese «Pan de vida» significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo, asimilar sus elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos. Significa entrar en un dinamismo de amor y convertirse en personas de paz, personas de perdón, de reconciliación, de compartir solidario. Lo mismo que hizo Jesús. Papa Francisco, Ángelus, 16 de agosto del 2015

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 18 DE AGOSTO DE 2024



 Domingo 20 (B) del tiempo ordinario

Domingo 18 de agosto de 2024



1ª Lectura (Prov 9,1-6): La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: ‘Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia’».



Salmo responsorial: 33

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.


Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.


Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?


Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.

2ª Lectura (Ef 5,15-20): Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Versículo antes del Evangelio (Jn 5,56): Aleluya. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él —dice el Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 6,51-58): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».




«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy continuamos con la lectura del Discurso del pan de vida que nos ocupa en estos domingos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo» (Jn 6,51). Tiene una estructura, incluso literaria, muy bien pensada y llena de ricas enseñanzas. ¡Qué bonito sería que los cristianos conociésemos mejor la Sagrada Escritura! Nos encontraríamos con el mismo Misterio de Dios que se nos da como verdadero alimento de nuestras almas, con frecuencia amodorradas y hambrientas de eternidad. Es fantástica esta Palabra Viva, la única Escritura capaz de cambiar los corazones.

Jesucristo, que es Camino, Verdad y Vida, habla de sí mismo diciéndonos que es Pan. Y el pan, como bien sabemos, se hace para comerlo. Y para comer —debemos recordarlo— hay que tener hambre. ¿Cómo podremos entender qué significa, en el fondo, ser cristiano, si hemos perdido el hambre de Dios? Hambre de conocerle, hambre de tratarlo como a un buen Amigo, hambre de darlo a conocer, hambre de compartirlo, como se comparte el pan de la mesa. ¡Qué bella estampa ver al cabeza de familia cortando un buen pan, que antes se ha ganado con el esfuerzo de su trabajo, y lo da a manos llenas a sus hijos! Ahora, pues, es Jesús quien se da como Pan de Vida, y es Él mismo quien da la medida, y quien se da con una generosidad que hace temblar de emoción.

Pan de Vida..., ¿de qué Vida? Está claro que no nos alargará ni un día más nuestra permanencia en esta tierra; en todo caso, nos cambiará la calidad y la hondura de cada instante de nuestros días. Preguntémonos con honestidad: —Y yo, ¿qué vida quiero para mí? Y comparémosla con la orientación real con que vivimos. ¿Es esto lo que querías? ¿No crees que el horizonte puede ser todavía mucho más amplio? Pues mira: mucho más aun que todo lo que podamos imaginar tú y yo juntos... mucho más llena... mucho más hermosa... mucho más... es la Vida de Cristo palpitando en la Eucaristía. Y allí está, esperándonos para ser comido, esperando en la puerta de tu corazón, paciente, ardiente como quien sabe amar. Y después de esto, la Vida eterna: «El que coma este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). —¿Qué más quieres?