Los cinco minutos de María
Noviembre 16
Hermosa costumbre la de ofrecer a Dios las oraciones matinales, para saludar a nuestro Padre celestial. Y si en las oraciones de la mañana saludamos al Padre que está en los cielos, ¿cómo no vamos a presentar también nuestro saludo a la Madre celestial?
¿Cómo no ofrecerle todas las obras del día, nuestros trabajos, el cumplimiento de nuestros deberes, los sufrimientos y las alegrías, nuestros deseos y nuestras ansias?
¿Cómo no encomendarnos a la buena Madre, pidiéndole que en el día no se olvide de nosotros, sobre todo en los momentos de mayor apuro o de más grave peligro? Como el niño que está en peligro llama a su madre, llamemos nosotros a la Madre del cielo y ella acudirá a socorrernos.
Virgen María, acrecienta nuestra fe en el amor del Padre, en la gracia de Jesús y en la presencia del Espíritu. Danos confianza en tu protección de Madre y guárdanos en tu corazón.
* P. Alfonso Milagro
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