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sábado, 29 de junio de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY, SAN PEDRO Y SAN PABLO, 29 DE JUNIO DE 2019


Lecturas de hoy San Pedro y san Pablo, apóstoles
Hoy, sábado, 29 de junio de 2019


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. 
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda. 
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.» 
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.» 
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. 
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento, 
su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloría en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre. 
Yo consulté al Señor, y me respondió, 
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, 
vuestro rostro no se avergonzará. 
Si el afligido invoca al Señor, 
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa 
en torno a sus fieles y los protege. 
Gustad y ved qué bueno es el Señor, 
dichoso el que se acoge a él. R/.


Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 
(4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 29 de junio de 2019
Eguione Nogueira, cmf.


¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

Celebrar San Pedro y San Pablo es celebrar la vida de la Iglesia en su totalidad, es decir, en su dimensión estructural, jerárquica, administrativa y sacramental (Pedro) y en su dimensión misionera (Pablo). Para esto, es fundamental comprender la pregunta que Jesús hace a sus discípulos: “¿quién decís que soy yo?” Responder a esta pregunta es imprescindible para ser discípulo de Jesús al estilo de los apóstoles.

Pedro la respondió en nombre de todos: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Pero su respuesta no vino de lo que había oído, sino porque Dios le había revelado. Y esto no se dio porque Pedro era mejor o más entendido que los demás, sino por su compromiso y fidelidad a Jesús y su misión. Así, la fe profesada por Pedro constituye el fundamento de la Iglesia.

A la respuesta de Pedro, Jesús le revela la misión que desea confiarle: “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. En este diálogo aparece, de manera anticipada, el drama de la historia del Papado, caracterizado por la presencia de dos elementos: la fuerza que viene de lo Alto, que constituye el fundamento de la Iglesia, y la debilidad humana, que necesita abrirse a la acción de Dios.

De igual modo, lo vemos en Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe”. Seguramente, no se trata del combate del combatiente, sino de la fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Igualmente, vemos en Pablo el tema de la acción divina y la apertura de la fragilidad humana a la gracia: “Así que muy a gusto me gloriaré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo. Por eso estoy contento con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (1Cor 12,9-10).

Lo que contemplamos en la experiencia de Pedro y Pablo desde el encuentro con Jesús es un cambio profundo en la existencia de estos dos hombres. Ellos fueron transformados por el amor y la bondad de Dios. Pidamos al Señor que nos ayude a seguir el camino de los apóstoles, siendo fieles a su Iglesia, que, en la diversidad de dones, expresa la belleza de la misión que Cristo le confió.

Vuestro hermano en la fe.
Eguione Nogueira, cmf.
eguionecmf@gmail.com

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