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miércoles, 11 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES 11 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 2ª semana de Cuaresma
Hoy, jueves, 12 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (17,5-10):

Esto dice el Señor:

ESTO dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre,
y busca el apoyo de las criaturas,
apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa,
que nunca recibe la lluvia;
habitará en un árido desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua,
que alarga a la corriente sus raíces;
no teme la llegada del estío,
su follaje siempre está verde;
en año de sequía no se inquieta,
ni dejará por eso de dar fruto.
Nada hay más falso y enfermo
que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón,
sondeo el corazón de los hombres
para pagar a cada cual su conducta
según el fruto de sus acciones».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 1,1-2.3.4.6

R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor

V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.




Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 12 de marzo de 2020
CR


Decimos que no hay infierno, porque la infinita misericordia de Dios no lo permite. Pero esta parábola del hombre rico y Lázaro nos recuerda que el apego a la riqueza y la insolidaridad con el pobre es tan grande y brutal, que el infierno ya está presente en el corazón de las personas que actúan como este hombre rico. En la primera lectura hemos escuchado al profeta Jeremías: “Yo, el Señor, penetro el corazón, examino las entrañas, para pagar al hombre su conducta, lo que merecen sus obras.”

Hay en esta parábola un claro juicio sobre lo que está bien y lo que está mal en nuestra sociedad. Es un juicio muy serio ante la insensibilidad humana. Sería lamentable que el texto no tiene nada que ver con nosotros, que los malos y abusadores son los demás, porque “yo no soy como ese hombre rico, que vestía de púrpura y de lino y todos los días hacía espléndidos banquetes”. Si no soy capaz de criticarme y exigirme a mi mismo, cómo puedo criticar a otros. ¿Cómo reacciono ante las necesidades de los demás?

El reproche que se hace al rico es no saber compartir lo que tiene con los más necesitados. Y ha perdido incluso una oportunidad de conversión por no haber escuchado a Moisés y los profetas, que nos hacen continuos pedidos de solidaridad con los pobres. Su gravísimo pecado consistió en haber hecho de las riquezas su dios.

El egoísmo humano es tan cruel que pasa por encima y olvida las más mínimas relaciones de justicia.

Hoy se ha generalizado el escándalo del derroche y del despilfarro de los bienes hasta tal punto que “más de la mitad de alimentos se pierden o tiran”, como informaba “canal solidario” el pasado 23 de febrero de 2009 en esta página de ciudadredonda. ¿Cómo podemos pensar que el infierno no existe ante tan inmensa y permanente injusticia?

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