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domingo, 10 de abril de 2022

PAPA FRANCISCO EN DOMINGO DE RAMOS: EN LA LOCURA DE LA GUERRA SE VUELVE A CRUCIFICAR A CRISTO

 











Papa en Domingo de Ramos: “En la locura de la guerra se vuelve a crucificar a Cristo”

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

 Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa




Este 10 de abril, Domingo de Ramos, el Papa Francisco presidió la celebración de la Misa de la Pasión del Señor en la Plaza de San Pedro, donde señaló que “Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos, es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos”.

“Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos. Cristo es crucificado hoy allí”, dijo el Papa respecto a la guerra que sufre Ucrania desde el pasado 24 de febrero.

Como es tradición, el Santo Padre bendijo los ramos de olivo de los presentes, más tarde un diácono cantó el pasaje del Evangelio de San Lucas que relata la entrada de Jesús a Jerusalén y después se llevó a cabo la procesión formada por algunos cardenales. 

Durante la Misa se leyeron las lecturas y el Evangelio de la Pasión del Señor fue cantado por tres solistas y un coro. 

Al comienzo de su homilía, el Papa Francisco recordó las palabras de quienes crucificaron a Jesús: “¡Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!”. 

Ante estas palabras, el Papa señaló que la frase “sálvate a ti mismo” es “el estribillo de la humanidad que ha crucificado al Señor”, y aquello que lleva a las personas a “salvarse a sí mismo, cuidarse a sí mismo, pensar en sí mismo y no en los demás, sino solamente en la propia salud, en el propio éxito, en los  propios intereses, en el tener, en el poder y en la apariencia”. 

El Santo Padre animó a reflexionar sobre esto y aseguró que “la mentalidad del yo se opone a la de Dios”, ya que Jesús “marca la diferencia respecto al sálvate a ti mismo” y lo hace con la frase “Padre, perdónalos”. 

El Papa destacó a continuación que Jesús “no reprocha a sus verdugos ni amenaza con castigos en nombre de Dios, sino que reza por los malvados. Clavado en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en perdón”. 

“Contemplemos a Jesús en la cruz y veamos  que nunca hemos recibido una mirada más tierna y compasiva. Contemplemos a Jesús en la cruz y  comprendamos que nunca hemos recibido un abrazo más amoroso. Contemplemos al Crucificado y digamos: “Gracias, Jesús, me amas y me perdonas siempre, aun cuando a mí me cuesta amarme y  perdonarme”, dijo el Papa Francisco. 

Además, el Papa señaló que Cristo rompe así “el círculo vicioso del mal y de las quejas” algo que nos enseña “a responder a los clavos de la vida con el amor y a los golpes del odio con la caricia del perdón”. 

“El Señor nos pide que no respondamos según nuestros  impulsos o como lo hacen los demás, sino como Él lo hace con nosotros”, dijo el Papa al mismo tiempo que aseguró que “Dios ve en cada uno a un hijo. No nos separa en  buenos y malos, en amigos y enemigos. Somos nosotros los que lo hacemos, haciéndolo sufrir. Para  Él todos somos hijos amados, que desea abrazar y perdonar”. 

“El Señor invita a todos: blancos, negros, buenos, malos, a todos. Sanos, enfermos, todos. El amor de Jesús es para todos. No hay privilegios en esto, es para todos. El privilegio de cada uno de nosotros es ser amado y perdonado”, subrayó. 


En la guerra se vuelve a crucificar a Cristo 

A continuación, el Papa explicó que Jesús “se hace nuestro abogado” y “no se pone en contra de nosotros, sino de nuestra parte contra nuestro pecado”. 

También lamentó que “se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas” y aseguró que esto “lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a  crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos. Cristo es crucificado hoy allí”. 

Por último, el Santo Padre recordó al buen ladrón y la manera en la que Jesús le perdonó y aseguró que “este es el prodigio del perdón de Dios, que transforma la última petición de un condenado a muerte en la primera  canonización de la historia”. 

“Con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde. Con Dios siempre se puede volver a vivir”, subrayó Francisco.  

“Cristo intercede continuamente ante el Padre por nosotros (cf. Hb 7,25) y, mirando nuestro mundo violento y herido, no se cansa nunca de repetir, y nosotros lo hacemos ahora con nuestro corazón en silencio. Repetir con Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que  hacen”, concluyó el Santo Padre.  


"Al querido pueblo del Perú"

Tras finalizar la Misa, durante el rezo del Ángelus, el Santo Padre mostró su cercanía “al querido pueblo del Perú, que está atravesando un momento difícil de tensión social”. 

“Les acompaño con la oración y ánimo a todas las partes a encontrar lo más pronto posible una solución pacífica para el bien del país, especialmente por los más pobres, en el respeto y derechos de todos y de las instituciones”, dijo el Papa Francisco.  


Nada es imposible para Dios 

El Papa también dirigió su mirada a la Virgen María, y recordó que el Ángel le dijo a la Virgen “que nada es imposible para Dios”. 

“Nada es imposible para Dios, aunque haya una guerra de la que no se ve el fin, una guerra que cada día pone delante de nuestros ojos masacres y heridas con demasiada crueldad, realizadas contra civiles desarmados. Recemos por esto”, pidió el Papa. 

“Hoy hay guerra porque se quiere vencer así, según la manera del mundo. ¿Por qué?”, se preguntó Francisco, quien aseguró que con la guerra “solamente se pierde”. 

“¿Por qué no dejar que venza Él? Cristo estuvo en la cruz para liberarnos del dominio del mal, murió para que reinase la vida, el amor y la paz”. 

A continuación, el Papa volvió a pedir “que se bajen las armas, que se inicie una tregua pascual, y no para recargar las armas y volver a combatir, sino una tregua para llegar a la paz, a través de una verdadera negociación, dispuesta también a algún sacrificio por el bien de la gente. De hecho, ¿qué victoria será aquella que levantará la bandera sobre un cúmulo de escombros?”, preguntó. 

“Nada es imposible para Dios, a Él nos confiamos por la intercesión de la Virgen María”, concluyó.  

Por último, el Papa se subió al papamóvil para saludar a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, algo que no ocurría desde hace dos años debido a la pandemia del coronavirus.

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