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jueves, 2 de febrero de 2023

8 CONSEJOS PARA CELEBRAR CORRECTAMENTE EL DÍA DE LA CANDELARIA - 2 DE FEBRERO

 



Mis 8 consejos para celebrar correctamente el Día de la Candelaria

El Día de la Candelaria ha sufrido algunos cambios, pero la esencia se mantiene. Estos son mis consejos para vivirla correctamente.

POR P. JOSÉ DE JESÚS AGUILAR



A lo largo de los siglos, el día de la Candelaria o la fiesta de la Candelaria, que celebramos el 2 de febrero, ha ido presentando algunos cambios. En la actualidad muchos padres de familia llevaban a sus hijos pequeños a la iglesia para que incluso ellos reciban la bendición.

No obstante el tiempo, el día de la Candelaria es una oportunidad para ofrecer a Dios Padre a los más pequeños de la casa, para que los bendiga y los lleve por buen camino.


¿Por qué celebramos la fiesta o el día de la Candelaria?

La liturgia celebra, desde tiempos inmemoriales, la presentación de María en el templo el día 2 de febrero, es decir, 40 días después del nacimiento. Esta fiesta tuvo inicialmente un carácter penitencial y purificatorio, las personas se acercaban al sacramento de la Penitencia o hacían procesiones.

Tomando en cuenta las palabras del anciano Simeón, que en el Evangelio llama a Jesucristo “Luz para alumbrar a las naciones” (Ver Lc 2, 28-32), en las procesiones se utilizaban velas encendidas, lo que dio origen a que se le llamara también “día de las velas”, “día de las candelas” (candela = vela), o “Día de  la Candelaria”.


¿Cómo celebrar correctamente el Día de la Candelaria?

En este tiempo es común que muchas personas se dediquen a ‘vestir’ Niños Dios; y es que en nuestras familias estamos acostumbrados a compartir lo que tenemos con las personas que amamos.

Por esta razón, así como cuando festejamos a alguien nos preocupamos de que ese día estrene ropa, también queremos que el Niño Jesús estrene ropa el día de su fiesta, porque lo consideramos parte de la familia; no obstante, es necesario tener muy claras algunas ideas para que no nos desviemos de nuestra fe.


1.- La imagen del Niño Jesús que tenemos en nuestra casa es solo eso, una imagen que nos recuerda que el Hijo de Dios se hizo hombre por nosotros. Aunque no tengamos una imagen en nuestra casa, Dios está con nosotros. Las imágenes nos ayudan a sentir más su presencia y a pensar siempre en Él.

2.- Las imágenes por ello deben de ser bellas, dignas y tratadas con decoro. Por eso las cuidamos, las limpiamos y hasta las vestimos como una forma de rendir homenaje a Dios y a sus santos.

3.- No es necesario cambiarles de vestimenta cada año. Más aún, si queremos ponerles un vestido digno y verdaderamente bello, hasta valdría la pena hacerles uno solo.

4.- Cristo fue el modelo de vida para los santos. Son los santos quienes se quieren parecer a Cristo, por eso no vistamos al niño Jesús de santos. Es cierto que algunas personas hacen “mandas” y para cumplirle a algún santo visten al Niño Dios de ese santo, pero no es lo más correcto.

5.- Si la familia lo desea, pueden vestir la imagen con un traje de una advocación, por ejemplo: de Niño de las Palomitas (recordando el significado del sacrificio), de Nazareno, de Sagrado Corazón, de Cristo Rey, de Cristo Sacerdote, de Buen Pastor, etc.

6.- En muchas ocasiones, las personas que se dedican a vestir imágenes, sólo tienen intereses de venta, por lo que incluso ofrecen novedades o rarezas. No nos dejemos llevar por ocurrencias o modas que llevan a algunas personas a vestir la imagen de Charro, o de otras cosas, porque correríamos el riesgo de confundir una imagen sagrada con un juguete.

7.- No es necesario seguir ciertas normas que algunas personas ponen como indispensables. A veces se oye en las charlas: “Mi niño Dios ya cumple tres años con los mismos padrinos así que ya lo podemos sentar”, o “No comadre, no se puede cambiar de padrino hasta el tercer año”, o “los padrinos son los que escogen y pagan el trajecito”, etc.

8.- Sigamos con nuestro amor a Dios, a Cristo y a los santos. Aprovechemos que las imágenes nos hacen sentir más su presencia. Sintamos que Cristo es parte de nuestra familia. 

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