domingo, 16 de julio de 2023

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 16 DE JULIIO DE 2023



Domingo 15 (A) del tiempo ordinario

Domingo 16 de julio




1ª Lectura (Is 55,10-11): Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo».


Salmo responsorial: 64

R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales.

Riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes.

Coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría.

Las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan.



2ª Lectura (Rom 8,18-23): Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya. La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 13,1-23): Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente se quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas.

Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».

Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’. ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

»Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».



«Salió un sembrador a sembrar»

P. Jorge LORING SJ

(Cádiz, España)



Hoy consideramos la parábola del sembrador. Tiene una fuerza y un encanto especiales porque es palabra del propio Señor Jesús.

El mensaje es claro: Dios es generoso sembrando, pero la concreción de los frutos de su siembra dependen también —y a la vez— de nuestra libre correspondencia. Que el fruto depende de la tierra donde cae es algo que la experiencia de todos los días nos lo confirma. Por ejemplo, entre alumnos de un mismo colegio y de una misma clase, unos terminan con vocación religiosa y otros ateos. Han oído lo mismo, pero la semilla cayó en distinta tierra.

La buena tierra es nuestro corazón. En parte es cosa de la naturaleza; pero sobre todo depende de nuestra voluntad. Hay personas que prefieren disfrutar antes que ser mejores. En ellas se cumple lo de la parábola: las malas hierbas (es decir, las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas) «ahogan la Palabra, y queda sin fruto» (Mt 13,22).

Pero quienes, en cambio, valoran el ser, acogen con amor la semilla de Dios y la hacen fructificar. Aunque para ello tengan que mortificarse. Ya lo dijo Cristo: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). También nos advirtió el Señor que el camino de la salvación es estrecho y angosto (cf. Mt 7,14): lo que mucho vale, mucho cuesta. Nada de valor se consigue sin esfuerzo.

El que se deja llevar de sus apetitos tendrá el corazón como una selva salvaje. Por el contrario, los árboles frutales que se podan dan mejor fruto. Así, las personas santas no han tenido una vida fácil, pero han sido unos modelos para la humanidad. «No todos estamos llamados al martirio, ciertamente, pero sí a alcanzar la perfección cristiana. Pero la virtud exige una fuerza que (…) pide una obra larga y muy diligente, y que no hemos de interrumpir nunca, hasta morir. De manera que esto puede ser denominado como un martirio lento y continuado» (Pío XII).  

jueves, 29 de junio de 2023

NARDO 30 AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - FIN DEL MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 2023

  


Nardo del 30 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Camino, Verdad y Vida!

Meditación: Sabes, Señor, me parece verte en una colina de la hermosa Galilea. Vestido de blanco estás, el manto no llevas, Tus discípulos están descansando y el cielo se está pintando de un rojo tornasolado. Se levanta un rico olor a tierra mojada, y sobre la colina en que pones Tu mirada un trigal se alza, parece como que el campo se ha vestido de dorado para alabar al Dios de lo alto. En la otra colina, sencillas flores multicolores esparcidas la tapizan, y sonríen al nuevo día. Más allá hay un campo ralo en el que no crece ningún sembrado. Señor, me parece que me quieres decir que el mundo así está. A pesar de que toda la tierra fue regada con la Santísima Sangre de Mi Señor, en muchos lugares la semilla no germinó pues no se trabajó con fe y amor. Fue entonces que la planta murió y la tierra en desierto se convirtió. La otra colina en la que germinan flores sencillas son las que han luchado en un campo no tan trabajado, pero donde los talentos a Dios se han presentado y El los ha premiado. El trigal del cual se saca el Pan son todos aquellos a quienes el Señor eligió para ser Sus testigos, y que se vistieron de dorado, abrazándose con nardos pues junto a El su vida han entregado.
Señor, que en la Santa Llaga de Tu Corazón nos abrazas a todos con el Fuego del Amor, escóndenos allí hoy, para evitar que caigamos en el mal. Purifícanos cual metal, para que alcancemos la Verdadera Vida en la Tierra Prometida.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Llenemos el altar que hemos preparado de flores físicas y espirituales, y cantemos en alabanza al Corazón del Amor, que es Jesús, Nuestro Redentor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO, MÁS AUMENTA MI FE

ORACIONES PARA EL PRIMER VIERNES DEL MES DE JULIO - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS




PRIMER VIERNES DEL MES DE JULIO

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Breve Consideración: Jesús a Santa Margarita María de Alacoque: " Sabes, hija mía, que soy un Maestro santo, y que enseño la santidad; soy puro y no podría soportar la más leve mancha. De ahí que aborrezca las almas tibias y cobardes. Aquí tienes, en mi Sagrado Corazón, un divino  purgatorio de amor, en el que te puedes purificar de toda las miserias del camino; entra en ese edén delicioso y coge, como te agrade, que ha de ser tu tabernáculo de santidad."




ORACIÓN

Plegaria de Reparación.

!Oh Sagrado Corazón! Bien debido tienes el tributo de amor de todos los corazones, a quienes has querido y obligado hasta lo infinito. !Ay!, y no recibes de ellos más que ingratitudes y desvíos, sobre todo del mío, que tan merecido tiene tus enojos. Pero como eres un Corazón todo bondad, de esa misma bondad quiero valerme para mi perdón... !Oh dulcísimo Corazón! Si el dolor y la confusión de un alma que reconoce su error es capaz de satisfacerte, perdona a este mi corazón, confundido por sus propias infidelidades y sinceramente arrepentido de ellas.

Corazón de mi Dios, a quien sólo agrada el perdonar, perdona a este pobre y miserable corazón...Todas mis potencias se juntan en una para ofrecerte humildemente este homenaje de reparación.

!Oh Corazón de Jesús! Yo te entrego y consagro, en este instante, todo mi amor, en su propio manantial, que es mi corazón y te lo entrego con irrevocable voluntad, aunque con viva confusión, pues menosprecié por tanto tiempo la riqueza de tus bienes.

Suplico a los más ardientes serafines que ofrezcan al Señor las llamas en que se abrasan, y reparen con ellas la poquedad del amor de todas las criaturas, y en especial del mío. Amén.

(De Santa Margarita María de Alacoque)



SÉPTIMA PROMESA: 

Las almas tibias se enfervorizarán por esta devoción.


(Recitemos las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús en gratitud a la promesa y para que se cumpla en nosotros...)


LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


V: Señor, ten piedad de nosotros.

R: Señor, ten piedad de nosotros.

V: Cristo, ten piedad de nosotros.

R: Cristo, ten piedad de nosotros.

V: Señor, ten piedad de nosotros.

R: Señor, ten piedad de nosotros.

V: Cristo, óyenos.

R: Cristo, óyenos.

V: Cristo, escúchanos.

R: Cristo, escúchanos.


V: Dios, Padre celestial,

R: ten piedad de nosotros.

V: Dios Hijo, Redentor del mundo,

R: ten piedad de nosotros.

V: Dios Espíritu Santo,

R: ten piedad de nosotros.

V: Trinidad Santa, un solo Dios,


R: ten piedad de nosotros.


V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.

R: Ten piedad de nosotros.

V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el

seno de la Virgen María, R/.

Corazón de Jesús, unido substancialmente al

Verbo de Dios, R/.

Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.

Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.

Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.

Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.

Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.

Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.

Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.

Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.

Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.

Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.

Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.

Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros

de la sabiduría y la ciencia, R/.

Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud

de la divinidad, R/.

Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus

complacencias, R/.

Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido, R/.

Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.

Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.

Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.

Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.

Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.

Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.

Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.

Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.

Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.

Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.

Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.

Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.

Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren

y esperan, R/.

Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.


V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R: perdónanos, Señor.


V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R: óyenos, Señor.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R: ten piedad y misericordia de nosotros.

V: Jesús, manso y humilde de corazón,

R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.

V: Sagrado Corazón de Jesús,

R: en Vos confío.


V: Sagrado Corazón de María,

R: salvad el alma mía.


V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,

R: salvad almas y salvad el alma mía.



Una palabra de Margarita María de Alacoque a sus hermanos asociados:

 "Gocen todos los que no tienen vuestra vocación con subir al Tabor; en cuanto a nosotros, considerémonos predestinados de no conocer otro camino que el del Calvario, avalorado con los azotes y las espinas del Maestro, y sin más iruición que la de haber perdido la vida en su Corazón, que es la fuente de vida"

Un Padre Nuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.



ACTO DE CONSAGRACIÓN

SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (tres veces)

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

San José, ruega por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros. 

ORACIÓN DE UNA MADRE POR SUS HIJOS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 



Oración de una madre por sus hijos a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro


¡Oh, Virgen del Perpetuo Socorro!, el dulce nombre, que lleváis y la fama de vuestras misericordias me traen hoy a vuestras plantas. Aunque son muchas mis necesidades y miserias. Imitándoos a vos, quiero olvidarme de mí para pensar en mis hijos. Son parte de mi corazón, son bendiciones de infinito valor, que Dios me ha dado, pupila de mis ojos y no quiero que se pierdan.


A Vos vengo, poderosa Reina de cielos y tierra; Socorred a mis hijos, es la súplica que quiero haceros. Los llevo en mi corazón, en ellos pienso al despertar por la mañana, los tengo presentes en mis trabajos y ellos son mi último pensamiento al entregarme al sueño por la noche. ¡Mis hijos!; los quiero buenos, los quiero santos, quiero que Vos los améis, que Vos los bendigáis. Recibidlos bajo vuestro manto; que vuestra maternal bendición los acompañe y que vuestro Perpetuo Socorro los guarde y conserve en el buen camino, los defienda contra los enemigos del alma, los anime en sus luchas contra el mal y los sostenga en la práctica del bien. En Vos deposito toda mi responsabilidad.


Cuando en sus actos de piedad los veáis que imploran las misericordias del Señor, ¡Socorredlos!

Cuando se dirijan al trabajo, ¡Socorredlos!

Cuando el infierno trate de perderlos, ¡Socorredlos!

Cuando el cáliz del dolor venga a probar su fe y su virtud, ¡Socorredlos!

Cuando, en ansias de superación se acerque a recibir los sacramentos, ¡Socorredlos!

Cuando, tras el trabajo del día se entreguen al descanso, ¡Socorredlos!


Que vuestra maternal bendición descienda sobre ellos en el día y en la noche, en sus alegrías y tristezas, en el trabajo y en el descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte, para que con Vos y por Vos, ellos y yo podamos ver, alabar y amar a Vuestro Hijo y a Vos eternamente en el cielo.

Así sea. 

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