lunes, 19 de octubre de 2020

HOY INICIAMOS LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS, DEL 19 AL 27 DE OCTUBRE

   


Historia del Señor de los Milagros
El Señor de los Milagros, imagen venerada por peruanos y extranjeros en el Perú y alrededor del mundo, es una de las manifestaciones religiosas más numerosas del mundo católico.





 Historia del Señor de los Milagros

En el siglo XVII, Lima contaba con una población de 35 mil habitantes, cantidad que se iba incrementando con la llegada de miles de personajes atraídos por la prosperidad y riqueza. Además, era común el tráfico de esclavos quienes llegaban procedentes de Africa Occidental, clasificados por castas: Congos, Mandingas, Caravelíes, Mondongos, Mozambiques, Terranovos, Minas y Angolas.

Precisamente, los angolas fueron llevados a la zona de Pachacamilla en 1651 y al estar instalados, se organizaron para construir sus cabañas o callejones divididos en habitaciones, en donde rendían culto a distintas imágenes o santos. Estos actos les recordaban su libertad y cantaban siempre en su lengua nativa. Ellos también se preocupaban por los enfermos, y que tuvieran un entierro decente.

Los negros angola eran el grupo más numerosos entre los esclavos negros, pero no eran muy valorados (eran los más baratos) porque eran considerados como pusilánimes, enfermizos y pocos propensos a la cristianización.

Un grupo de negros construyeron una cofradía en el barrio de Pachacamilla, llamado así porque habitaron allí unos indígenas de la zona prehispánica de Pachacamac. En una de sus paredes de adobes, un negro angoleño, bajo inspiración divina, plasmó en 1651 la imagen de Cristo crucificado. La imagen fue pintada al templo en una pared tosca, cerca de una acequia de regadío y con un acabado imperfecto. El esclavo angoleño no tuvo estudios de pintura y ejecutó la obra por su propia fe y devoción a Cristo.

El 13 de noviembre de 1655, a las 14:45 horas, un fuerte terremoto estremeció Lima y Callao, derrumbando templos, mansiones y las viviendas más frágiles, generando miles de víctimas mortales y damnificados. El temblor, afectó también la zona de Pachacamilla, donde todas las paredes del local de la cofradía se derrumbaron menos una: el débil muro de adobe donde estaba la imagen de Cristo, quedó intacto y sin ningún daño. Fue el primer milagro.

Tras ese milagro, se efectuaron reuniones para venerar la imagen los viernes por la noche. Los pobladores llevaban flores, perfumaban el ambiente, entonaban plegarias y con el correr del tiempo fue aumentando la peregrinación. Viendo con malos ojos todos estos hechos el Párroco de San Sebastián, José Laureano de Mena, hace de conocimiento al entonces Virrey Conde de Lemos, Don Pedro Antonio Fernández de Castro que intervenga como autoridad, para que prohibiese las reuniones y que diera la orden irrevocable de borrar al Cristo, ya que, según su criterio, estaba fuera de los cultos religiosos

El virrey mandó al promotor Fiscal del Arzobispado José Lara y Galván, quien verificó la existencia de la imagen de Cristo Crucificado. Dictaminó que se borre la imagen entre los días 6 y 13 de setiembre de 1671. El primer en intentarlo fue un pintor indio, quien al momento de subir por la escalera, sintió temblores y escalofríos, teniendo que ser atendido para proseguir luego con su tarea. Pero fue tal su impresión que bajó raudamente y se alejó asustado del lugar.

El segundo hombre se acercó a la imagen, pero algo vio en ella que le hizo desistir de raspar la imagen. El tercero, fue un soldado real de ánimo más templado, éste subió, pero bajó rápidamente explicando luego que cuando estuvo frente a la imagen, vio que ésta se ponía más bella y que la corona de espinas se tornaba verde.

Ante la insistencia de las autoridades por borrar la imagen, la población manifestó su disgusto y comenzó a protestar. Por ello, el Virrey y el Vicario del Arzobispado, decidieron revocar la orden y el Vicario autorizó su culto. Tras una visita del Virrey, se dispuso el levantamiento de una ermita provisional y el 14 de setiembre se celebró la primera misa oficial en la ermita.

El 20 de octubre de 1687, otro violento terremoto arrasó con Lima y el Callao, derribando la ermita edificada en honor al Cristo. Pero como sucedió anteriormente, la imagen del Señor quedó en pie, por lo que se ordenó la confección de una copia al óleo y que saliera por primera vez en andas por las calles de Pachacamilla. 






Primer Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Primer Día

Considera Alma mía, cómo la devoción al Señor de los Milagros, ha sido siempre entre nosotros, y sigue siendo todavía, un medio de que se vale este Divino Señor para conceder especiales favores y gracias a los individuos, a las familias, y aún a todo el pueblo. De las almas que acuden con fe y devoción a este Señor de los Milagros, podemos decir espiritualmente y en verdad, que los ciegos ven, los sordos oyen, los enfermos sanan, los muertos resucitan, y quienes se iban a perder, se salvan.

¿Y quién podrá decir los secretos milagros que hace este mismo Señor en favor de las familias que tienen la suerte de contar en su seno con alguna persona devota que a El acude con fe y confianza? La ciudad misma, tan expuesta a temblores de tierra, tal vez se hubiera arruinado mil veces y hubiéramos sido sepultados todos entre ruinas y escombros, si no fuera por la gran devoción a este Señor de los Milagros. ¿Y no es un verdadero milagro el que después de haber pecado no hayamos perecido para siempre y sin remedio? Sí, Dios mío, grande milagro de vuestra misericordia es el mantenernos vivos, capaces de salvación y penitencia cuando hoy más que nunca, merecemos vuestra justa indignación. Haced Redentor amabilísimo, que me aproveche de esta vuestra misericordia y me salve para siempre. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.




Segundo Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Segundo Día

Considera, alma mía, cuán grande necesidad hay de que se acuda con fe y confianza a implorar misericordia y perdón por los pecados a fin de que el Señor a quien tanto y tan gravemente ofende, no nos castigue, movido por su justa indignación, antes bien nos perdone y libre de los castigos que nuestros pecados merecen. o haberse hallado en Sodoma y Gomorra diez justos siquiera que rogaran al Señor, como refiere la Sagrada Escritura castigó Dios con terrible destrucción aquellas poblaciones pecadoras. En otra ocasión, debiendo el mismo Señor castigar a Jerusalén por ciertos pecados, sólo exigía del profeta Jeremías las oraciones y méritos de algún justo para usar misericordia. ¡Cuánto valen y de cuánto sirven las almas buenas que ruegan al Señor! Por ellas tiene Dios paciencia con todos nosotros y como dice en el Santo Evangelio: "no arranca la cizaña o arrancar con ella el trigo." Así por algunas personas piadosas que vengan a orar con mérito ante este Señor de los Milagros podrá ser que haya misericordia para todos y seamos libres de muchas y tremendas desgracias que nuestros pecados reclaman. Acude, pues, alma mía a este Divino Señor, llora tus pecados y los pecados de todos, a fin de que libre de todo mal seamos salvos en el tiempo y en la eternidad. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.




Tercer Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Tercer Día

Considera, alma mía, como en Jesucristo Crucificado, verdadero Señor de los Milagros, tenemos todos los bienes que podemos desear y hemos de necesitar, y el mayor de todos los bienes, que es tener como cosa nuestra a este Divino Señor, Hijo de Dios vivo, e igual al Padre, en quién están encerrados todos los tesoros de grandeza, de riqueza y de gloria. El Padre celestial nos lo ha dado y El se ha entregado nosotros y se nos ha dado también haciéndose todo para todos. El es para nosotros cuanto hay de bueno y amable. Es nuestro Padre, nuestro Maestro, nuestro Amigo, nuestro Redentor, nuestro Bienhechor, nuestro Glorificador, nuestro Dios. Se nos dio por hermano y compañero en esta vida en su admirable nacimiento, se nos dio por manjar delicioso en la Sagrada Eucaristía, se nos dio por precio de nuestro rescate y medio de salvación en la muerte de cruz, y se da por premio y eterna gloria en la inmortalidad. ¡Oh si conocieses y comprendieras alma mía la grandeza de este don y los infinitos bienes que en él se encierran! Todo lo tenemos en El: no hay milagro que no nos pueda hacer, ni bien alguno, para nosotros, que no esté dispuesto a concederlo, si se lo pedimos con fe. ¡Oh Dios de mi alma! Haced que yo sea todo vuestro para que Vos, sumo bien, que encerráis todos los bienes, seáis todo mío en el tiempo y en la eternidad. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.





Cuarto Día de la Novena al Señor de los Milagros


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Cuarto Día

Considera, alma mía, cuánta dulzura y consolidación se encuentra siempre en Jesucristo Crucificado. En El encontró la pobre Magdalena consuelo a su pena y satisfacción a su amor. En El halló, el arrepentido ladrón, el perdón de sus crímenes, el remedio de sus tristezas en su agonía y un paraíso de goces eternos por galardón. En El, como fuente inagotable de caridad y de amor, bebió en abundancia su discípulo amado, la vida y la consolidación. ¿Y no hace siempre este amantísimo Redentor, semejantes prodigios de misericordia y de amor hacia los que le invocan con fervor? A los pies de este Dios de consolidación, vienen los desgraciados pecadores a derramar su dolor con lágrimas y encuentran misericordia y compasión. De las manos benditísimas de este Señor Crucificado reciben los justos, con abundancia de gracias y bendiciones, el más poderoso y constante apoyo de su virtud. En el Sacratísimo Corazón de este Divino y amante Redentor podemos hallar todos nosotros raudales infinitos de ternura, compasión, misericordia, luz, gracia y amor. Alma mía, levántate de la postración en que te encuentras, corre a los pies de tu amantísimo Salvador, entre el espíritu por la abertura de su sagrado Corazón, bebe de la fuente de su divino amor en seta vida para que la goces con inefable hartura en la gloria eterna. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Quinto Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Quinto Día

Considera, alma mía, cómo Jesucristo Crucificado, con sus manos llagadas, su pecho herido y su corazón abierto nos declara de la manera más elocuente que no nos abandona, que nos ama siempre, que se sacrifica y muere uestra salvación. El nos repite las palabras llenas de ternura que decía a la multitud que le rodeaba: "Venid a mí todos los que estáis afligidos y padecéis trabajos y yo os consolaré." "Tengo sed de vuestro amor y deseo vuestra salvación", "Quiero recibiros en mis brazos y estrecharos sobre mi corazón. Quién desconfiará teniendo un Redentor tan misericordioso? Además es nuestro Abogado delante del Padre Celestial y por eso nos dice el Apóstol San Juan: "Hijos míos, no pequéis, pero si alguno pecare, no desconfíe, porque tenemos por abogado ante el Padre a Jesucristo su Hijo." Y como nos aconseja el Apóstol San Pablo: "Teniendo un Pontífice y Medianero tan grande como Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que penetró en los cielos y está sentado a la diestra del Padre y es igual a El, acudamos con eterna confianza al trono de su misericordia, seguros de alcanzar las gracias que necesitamos". Este trono de misericordia se ofrece a nosotros en la sagrada Imagen del Señor de los Milagros. Entonces pues, alma mía, acude a este divino señor, segurísima de que todo cuanto pidas al Padre Celestial en su nombre se te concederá y El mismo te lo concederá. Si Dios mío, así lo creo porque Vos lo dijísteis, y así lo hago abriendo mi corazón y descubriendo humildemente mis necesidades para que Vos, Salvador del mío las remediéis y me salvéis eternamente. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Sexto Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Sexto Día

Considera, alma mía, cómo Jesucristo Señor Nuestro, nos da ejemplo de todas las virtudes que debemos practicar para conseguir nuestra salvación. El fue humilde con la más profunda e incomprensible humildad en su Encarnación. El fue humilde con la más profunda e incomprensible humildad en su Encarnación, fue pobre con asombrosa pobreza en su Nacimiento, obedecía a María y a José, a la vez que cumplía fielmente toda la Ley. Cuán tierno fue este Divino Señor con los niños, cuán indulgente con los pobres pescadores, cuán Clemente con Magdalena, cuán bueno con Juan y cuán benigno y dulce con el mismo Judas! El permanecía tranquilo ante ultrajes, sufría con paciencia inalterable las contrariedades, amaba, tiernamente a la humanidad, amaba, principalmente en sus últimos instantes, bendecía con su bondadosas miradas, perdonaba a sus enemigos y moría por la salvación de todos los hombres. Cómo quieres alma mía que El te atienda y proteja siendo tu conducta tan opuesta la suya? Aprende, pues, alma mía a ser buena como El, humilde como El, pobre y desprendida como El, obediente y mansa como El, paciente y misericordiosa como El, y si alguna vez fuese necesario sufrir y padecer, acuérdate que El, primero derramó su sangre y dio su vida por ti. Oh Jesús de mi vida! Haced el gran milagro de reproducir en mi vuestras virtudes, de suerte que llegue a ser semejante a Vos en este mundo para que también lo sea eternamente en el Cielo. Amen.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Séptimo Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Séptimo Día

Considera, alma mía, lo mucho que padeció el Señor en su sacratísima Pasión. Míralo llegar al Huerto de Getsemaní con sus queridos discípulos y apartándose un poco de ellos, comenzar su oración, angustiarse profundamente, sudar sangre divina por todo su cuerpo y entrar en mortal agonía cayendo en el suelo oprimido por la consideración de nuestros pecados. Obsérvalo luego recibiendo el beso de Judas a la vez que entregado al poder de sus enemigos llevado preso por las calles de Jerusalén a los tribunales de Anás, Caifás, Herodes y Pilatos, despojando de sus vestiduras sagradas y atado a la columna de la flagelación, vertiendo a torrentes su sangre divina por horrible azotamiento. Sentado después en el banco de ajusticiado, fue escupido, abofeteado, burlado y coronado de espinas. Por fin sentenciado a muerte, obligado a llevar sobre sus hombros la Cruz en que ha de ser inmolado, cayendo bajo su peso enorme consolando a las piadosas mujeres que le siguen llorando, y en la cima del Calvario extendiendo sus brazos sobre la Cruz para ser crucificado, sufriendo en su cuerpo y alma lo que ya no se puede concebir y muriendo enclavado en la Cruz con un amor y una bondad jamás vista entre los hombres. Oh Jesús mío Crucificado! No permitáis que sean inútiles para mí los grandes sufrimientos de vuestra Pasión Santísima. Por lo mucho que mi alma os ha costado, salvadla. Redentor amorosísimo, de todo pecado en esta vida y de la muerte eterna en la otra. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Octavo Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Octavo Día

Considera, alma mía, cómo el milagro de los milagros de Jesucristo fue su muerte preciosísima. Nadie ni nada podía haberle quitado la vida, porque tenía potestad de dejarla y tomarla, era El mismo, la vida y manantial de toda clase de vida, pero se ofreció a la muerte para que nosotros, sin menoscabo de la justicia eterna, pudiéramos vivir eternamente. Murió en efecto por la fuerza de los dolores que padeció en la Cruz, y así sufrió desfallecimiento por la abundancia de sangre, que de sus heridas derramaba y, como sus venas se vaciaban de sangre, comenzó a desnudarse su divino rostro y languideció su sagrado cuerpo, hasta que, faltándole las fuerzas expiró… Las tinieblas se extendieron entonces sobre la tierra, se rompieron las piedras, abriéndose los sepulcros de algunos muertos y el velo del templo se rasgó en dos partes. El Centurión y los soldados, viendo los portentos de tan sangriento como sagrado espectáculo exclamaron: Verdaderamente este era el Hijo de dios…! Y hasta la turba del pueblo, que había asistido a tan tremenda tragedia, se volvió a la ciudad hiriéndose los pechos en señal de dolor y sentimiento por la muerte del Señor Crucificado. Oh Salvador del mundo! No permitáis que sea yo más insensible que la tierra, más duro que los peñascos y más cruel que los verdugos que os sacrificaron! Haced en mi semejantes milagros cubriendo mi alma de tristeza santa por mis pecados, conmoviendo mi corazón con sentimientos de dolor y de amor y haciendo que yo no viva sino para Vos, que habéis muerto por mí, a fin de que llegue a gozaros en la gloria eterna. Amen.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Noveno Día de la Novena al Señor de los Milagros

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Oración preparatoria

Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.

Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.

Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Noveno Día

Considera, alma mía como ese Señor y Dios nuestro, que murió en la Cruz, resucitó saliendo gloriosísimo del sepulcro, se apareció a la Virgen Santísima su divina Madre, a sus apóstoles y discípulos, conversó y trató familiarmente con ellos por espacio de cuarenta días, al fin de los cuales, viéndolo todos, subió a los cielos en admirable y gloriosa ascensión. De allí, del cielo ha de volver otra vez al mundo a juzgar a los vivos y a los muertos. Entonces saldrán de sus sepulcros los hombres de todos los tiempos y de todas las naciones para presentarse ante este Divino Señor que hará ostensible, con gran gloria y majestad, su justicia eterna y universal en la condenación de unos y en la salvación de otros.

Ante este Soberano Jesús comparecerán los Judíos deicidas que le blasfemaron y crucificaron, los impíos y sacrílegos de todas las edades que le insultaron, todos los desgraciados pecadores que le despreciaron… También comparecerán los buenos, los Apóstoles, los Mártires, Confesores, Vírgenes y con ellos Ilustres penitentes, cuantos supieron arrepentirse a tiempo de sus pecados, cuantos le sirvieron y amaron. Y volviéndose hacia los buenos dirá: "Venid benditos de mi Padre, venid a poseer el reino de gloria que os está preparado desde el principio del mundo, entrad en la gloria de vuestro Dios y Señor"… A los malos les dirá "Id, malditos de mi Padre, id al fuego eterno del infierno..!" E irán éstos al suplicio eterno y los justos a la eterna gloria. Así terminarán las cosas de este mundo en aquel grande día del juicio universal, en eso pararán todos los asuntos de la vida, tal será también nuestro destino, o gozar eternamente de Dios en el cielo, o padecer eternamente con los demonios en el infierno… Oh Dios mío! Cómo he podido olvidarme de semejante asunto… Haced con vuestra gracia Salvador mío adorabilísimo que siempre os ame y sirva en este mundo, para que llegue a gozar con Vos y con los bienaventurados la eterna gloria del Cielo. Amen.

Oración a la Santísima Virgen María

Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.

Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.

Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres veces la siguiente súplica:

Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Fuente: ACIPRENSA

FELIZ SEMANA!!!!

 





 

domingo, 18 de octubre de 2020

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA




 

LAS CAJAS DE DIOS

 


LAS CAJAS DE DIOS

Tengo en mis manos dos cajas que Dios me dio a guardar.
Me dijo: Pon tus tristezas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada.
Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y alegrías guardé respectivamente.

A pesar de que la dorada se hacía más pesada día con día, la negra era tan ligera como antes...

Lleno de curiosidad, abrí la caja negra para ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.

Se la mostré a Dios y le dije:
Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?
Y con una tierna sonrisa me respondió:
"Hijo mío, todas ellas están aquí conmigo".

Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas?
¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?

Y él me respondió: "Hijo mío, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar".

EL ROSARIO MISIONERO


 Rosario Misionero


El Rosario Misionero es una forma de oración que toma como base al Rosario tradicional, en la cual, por intercesión de María, se pide al Padre por las intenciones y necesidades de todo el mundo. Es una oración mariana universal y misionera.

Está estructurado, al igual que el Rosario tradicional en cinco misterios, en cada uno de los cuales se pone como intención a uno de los cinco continentes. Las cinco decenas tienen sendos colores, que representan a cada uno de los cinco continentes desde el punto de vista misional, y recuerdan al que reza, la intención misional de cada decena.

1° Misterio, de color verde, se reza por África. El color verde, nos recuerda las verdes selvas habitadas por nuestros hermanos africanos.

2° Misterio, de color rojo, se reza por América. El color rojo, simboliza la sangre derramada por los mártires que dieron su vida durante la evangelización de este continente.

3° Misterio, de color blanco, se reza por Europa. El color blanco, nos recuerda a la raza blanca, originaria de este continente y al color de las vestiduras del Papa, que también tiene en él su sede.

4° Misterio, de color azul, se reza por Oceanía. El color azul nos habla de Oceanía, con sus miles de islas esparcidas en las azules aguas del Océano Pacífico.

5° Misterio, de color amarillo, se reza por Asia. El color amarillo nos trae a la memoria el Asia, poblado en gran parte por razas de este color. 

Su Santidad el Papa Juan XXIII rezaba el Rosario Misionero todos los días por el mundo entero, dedicando una decena a cada continente: "Como Papa debo orar por la humanidad entera y lo hago al rezar el Santo Rosario Misionero: la primera decena por África, la segunda por América, la tercera por Europa, la cuarta por Oceanía y la quinta por Asia".


Forma de rezar el Rosario Misionero

La forma de rezarlo es la siguiente:


Se comienza con la Señal de la Cruz.

Se anuncia el Primer Misterio: En este primer misterio, vamos a recordar al continente Africano con sus más de 500 millones de habitantes, a fin de que su profundo sentimiento religioso le facilite asumir la plenitud de la revelación de Cristo.


Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Se anuncia el Segundo Misterio: Recordamos especialmente en este segundo misterio a nuestro continente Americano, el "continente de la esperanza", donde se registra el más alto porcentaje de católicos, pero que sufre por la escasez de sacerdotes.


Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Se anuncia el Tercer Misterio: Ofrecemos este tercer misterio por Europa, para que retorne a las fuentes de su fe que se ha enfriado con el correr de los siglos, y al dinamismo misionero.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Se anuncia el Cuarto Misterio: Ofrecemos este cuarto misterio por el lejano y pequeño universo de islas que se llama Oceanía, a fin de que sus numerosas razas puedan ser iluminadas y guiadas a la luz del evangelio.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Se anuncia el Quinto Misterio: Recemos este quinto misterio por Asia, para que la virgen María vuelva sus ojos al continente más poblado del mundo, donde los católicos constituyen tan solo el 2% de la población y la Iglesia es perseguida y combatida.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Las tres Ave Marías finales se rezan para que en nuestra patria aumente el espíritu misionero y, ante todo, para suscitar muchas vocaciones sacerdotales y religiosas y de laicos misioneros. Al terminar el Rosario Misionero, se ha rodeado el mundo entero, abrazando a todos los continentes y a todos los hombres en una gran oración universal.



1º Misterio: Africa

Información acerca del continente:

África es un continente que vive castigado por la violencia. Las numerosas tribus que pueblan el continente se enfrentan en sangrientas guerras haciendo la vida muy difícil para todos. Otro problema que azota al continente africano es el enfrentamiento entre negros y blancos. En muchas partes de África, todavía existe la esclavitud.

Muchos países africanos han alcanzado su independencia recientemente, pues fueron parte del colonialismo europeo durante siglos, lo que tuvo como consecuencia poco desarrollo económico, y un desarraigo cultural.

La pobreza es bastante marcada en este continente. De los 47 países menos desarrollados del mundo, 31 son africanos.

La Iglesia católica es minoritaria en África. De los 700 millones de habitantes del continente, tan sólo 95 millones son católicos (un 13,8%). Es el continente que menor porcentaje de sacerdote tiene: hay un sacerdote por cada 4.406 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio, un sacerdote por cada 2.342 católicos.


2º Misterio: América

Información acerca del continente:

En los pueblos de América existe mucha pobreza. El 11% de la población lo forman las minorías indígenas que tratan de mantener sus costumbres.

En cuanto a la Iglesia Católica de América, ésta es la más numerosa de todo el mundo. La mitad de los católicos del mundo viven hoy en América (más precisamente en América latina). De un total de 743 millones de habitantes, 475 millones son católicos (¡un 64%!). Es por eso que el Papa ha dicho a América que es "la gran esperanza de la Iglesia, que debe hacerse misionera para el resto del mundo". A pesar de esta situación, después de África, es el continente con menor proporción de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 3.978 católicos.

Sin embargo, una seria amenaza para la Iglesia americana es el rápido crecimiento de las sectas y grupos evangélicos a las cuales se vuelcan día a día, muchos católicos.


3º Misterio: Europa

Información acerca del continente:

La mayoría de los países desarrollados están en Europa, si bien también hay pobreza en este continente, pero podríamos decir que es uno de los continentes en el que menos pobreza hay.

Históricamente, Europa fue el continente católico por excelencia. Influyó decisivamente en esto el hecho de que la Iglesia tuviera su sede central en Roma desde sus comienzos (ahora en Ciudad del Vaticano), y que en la mayoría de los reinos que conformaron a Europa tuvieron al catolicismo como religión oficial. Sin embargo, en los últimos siglos la situación ha cambiado bastante. Dos cosas influyeron notablemente en esto. Primero, la aparición de las Iglesias protestantes a partir del siglo XVI, que se llevaron gran parte de los católicos: países completos se volcaron al protestantismo. Y en segundo lugar, al ir naciendo las repúblicas que hoy conforman Europa, la fe se fue apagando poco a poco en todo el continente, y la gente comenzó a dejar a Dios de lado (esto es lo que se conoce como "secularismo": un mundo sin Dios).

Hoy en día, los católicos ya no son mayoría en Europa. De los 716 millones de habitantes, sólo 288 millones son católicos (un 40%), ubicándose en segundo lugar, después de América que tiene un 63,8% de católicos. Es el continente con mayor porcentaje de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 1.295 católicos


4º Misterio: Oceanía

Información acerca del continente:

El continente Oceánico es el continente más pequeño del mundo. Se caracteriza porque en él conviven muchísimas culturas. Desde hace siglos, estuvo poblado por una gran cantidad de tribus de nativos (unas 5.000) con culturas, dialectos y religiones autóctonas diferentes.

La evangelización sistemática en Oceanía comenzó hace doscientos años (muy poco tiempo), y de un total de 27 millones de habitantes, tan sólo 6 millones son católicos (un 26%). El 58% pertenecen a las iglesias protestantes, y el resto se divide en muchas religiones autóctonas pequeñas. Aunque es el continente con menor población del mundo, es uno de los que tienen un mayor porcentaje de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 1385 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio.

Oceanía perteneció al imperio Británico durante muchos años, no permitiéndose la entrada de misioneros católicos hasta 1845 cuando recién pudieron comenzar la tarea evangelizadora.

La Iglesia está en sus comienzos en este continente y aún queda muchísimo por hacer.


5º Misterio: Asia

Información acerca del continente:

En el año 2000, un 60% de la población mundial será asiática, la mayor parte entre niños y jóvenes. Asia es el continente más poblado del mundo (tiene 3.000 millones de habitantes, mientras que el resto de los continentes tienen menos de 700 millones).

El 80% de su población vive bajo el límite de la pobreza. Muchísimas personas mueren día a día de hambre. Un problema que caracteriza a este continente es la discriminación de la mujer, hecho que se hace insostenible, extendiéndose a todos los niveles sociales.

La Iglesia Católica de Asia es la más pequeña del mundo, si bien la población de este continente es la más numerosa. De un total de 3.000 millones de personas, tan solo 02 millones son católicos (¡nada más que el 2,8% de la población!). En la mayor parte de Asia, los católicos son perseguidos por las Iglesias Oficiales, viéndose obligados en muchos casos a vivir su fe en la clandestinidad. Hay en Asia un sacerdote por cada 2.582 católicos.

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