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domingo, 17 de mayo de 2015
OCHO REGALOS QUE NO CUESTAN UN CENTAVO
Ocho regalos que no cuestan un centavo
1.- El regalo de Escuchar.
Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar, o criticar. Sólo
escuchar.
2.- El regalo del Cariño.
Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de
manos, estas pequeñas acciones demuestra el cariño por tu familia y
amigos.
3.- El regalo de la sonrisa.
Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos, caricaturas y tu
regalo dirá: "me gusta reír contigo"
4.- El regalo de las notas escritas.
Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme", un detalle como estos
puede ser recordado de por vida Y TAL VEZ CAMBIARLA.
5.- El regalo de un cumplido.
Un simple y sincero "te ves genial de rojo", "has hecho un gran
trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial un día.
6.- El regalo del favor.
Todos los días procura hacer un favor.
7.- El regalo de la soledad.
Hay días que no hay nada mejor que estar solo. Sé sensible a aquellos
días y da este regalo o solicítalo a los demás.
8.- El regalo de la disposición a la gratitud.
La forma más fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas
que no son difíciles de decir como "Hola" y "Muchas Gracias".
Los amigos son raras joyas, que pueden hacerte enojar y sonreír, que
poco a poco aprenden a escuchar, a alentarte y ellos siempre abrirán su
corazón a nosotros. Demuéstrale a tus amigos lo mucho que los estimas
regalándoles este mensaje.
MEDITACIONES DIARIAS DE LA VIRGEN MARÍA: FLORECILLAS A MARÍA DÍA 17 DE MAYO 2015
Meditación: “He aquí la Esclava del Señor” (Lucas 1,38). “Después de esto salió y vio un publicano…y le dijo: sígueme, él, dejándolo todo se levantó y lo siguió” (Lucas 5,27). Todos somos sus discípulos, ¿pero realmente lo somos?. ¿Dejamos todo y lo seguimos?. ¿O hipócritamente queremos llamarnos cristianos de acuerdo a nuestras comodidades y conveniencias, siguiendo con las pompas y obras de este mundo, y no con un corazón verdadero y único?. No se puede servir a dos señores, somos legítimos apóstoles y no falsos profetas que repetimos con la boca la Santa Palabra y hacemos con las obras lo que a nosotros nos apetece y no el Querer de Dios.
Oración: ¡Oh María la elegida, la prometida de Dios!. Pon en nuestro corazón el ser servidores de Dios como lo fuiste Vos, con humildad y dejando todo acá para caminar hacia la Verdad. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ayuno de algo que sea muy personal y apetecible, ofreciendo a Dios esta pequeña mortificación.
sábado, 16 de mayo de 2015
MEDITACIONES DIARIAS DE LA VIRGEN MARÍA: DÍA 16 DE MAYO DEL 2015
Flor del 16 de mayo: María peregrina
Meditación: María inició su camino desde Nazaret a Jerusalén, visitó Ein Karem, viajó a Belén y huyó a Egipto siguiendo con sus pasos un camino escarpado, un camino difícil pero siempre cumpliendo la misión que el Padre le había encomendado. Hoy María sigue caminando: Lourdes, Fátima, San Nicolás, Medjugorje, Corea y tantos otros sitios Santos. Va de casa en casa llamando a las almas. Caminemos con Ella y tengámosla como maestra; Ella no se fatiga, camina de prisa y mendiga una caricia de amor a cada corazón que se aferra al mundo, habiendo olvidado lo dicho por Su Hijo Santo…”estad en el mundo sin ser del mundo”. Vivamos librados de esta tierra que no es la verdadera, pongamos nuestros ojos en el Cielo para que un día sea nuestro.
Oración: ¡Oh María peregrina, oh María Purísima!. Haz que te imitemos llevando la luz de Dios a cada corazón, y siendo como vos, testimonio de evangelización. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
EL ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN
El escapulario del Carmen
Indulgencias
¿Qué es? Origen y significado del Escapulario. Valor de la promesa del Escapulario
Por: aciprensa | Fuente: www.aciprensa.com
1. ¿Qué es?
El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal.
El distintivo externo de esta inscripción o consagración es el pequeño escapulario marrón.
El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la intercesión de la Iglesia". (S.C.60).
2.- Origen y propagación
A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas. Pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Flos Carmeli
Vitis Florigera
Splendor coeli
Virgo puerpera
Singularis y singular
Mater mitis
Sed viri nescia
Carmelitis
Sto. Propitia
Stella maris
Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
(da privilegios)
Estrella del mar.
En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: "Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno"; es decir, quien muera con él, se salvará.
Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En el mismo siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. menciona en su "Crónica", la aparición de la Virgen a San Simón Stock prometiéndole la ayuda del Papa.
La promesa del escapulario es de tal trascendencia, que precisamente por ello suscitó fuerte oposición.
3. Significado del Escapulario
Al vestir el escapulario, y durante toda la vida, es muy importante que sepamos apreciar su profundo y rico significado, como pertenencia a una Orden, a la del Carmen, con obligación de vivir según su rica espiritualidad y su propio carisma. Quien viste el escapulario debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
El escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las virtudes de María. Así lo recordaba a todos: religiosos, terciarios, cofrades. "Que forman, por un especial vínculo de amor, una misma familia de la Santísima Madre", el Papa Pío XII, el 11.2.1950.
Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad.
•Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de modestia y candor.
•Vean, sobre todo, en esta librea que visten ida y noche, significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el auxilio divino.
•Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratismo Corazón de la Virgen Inmaculada, s recientemente recomendada".
Cada escapulario tiene sus privilegios o gracias particulares, pero todos pueden sustituirse por la medalla-escapulario (cfr. Decreto de 16-XII-1910). Sería falta de fe en la autoridad suprema del Vicario de Cristo que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale menos, para ganar las promesas, llevar la medalla que los trozos de paño (aunque en determinados casos, por otras razones externas de mayor visibilidad, etc., puede ser preferible el escapulario de paño).
La medalla-escapulario debe tener por una parte la imagen de Jesús con el Corazón, y por la otra una imagen de la Virgen bajo cualquier advocación. Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un sacerdote.
4. Valor de la promesa del Escapulario
Es doctrina católica, repetida por el Concilio Vaticano II: "El conjunto de los fieles, porque tiene la unción del Espíritu Santo (cfr. 1 Jn. 2, 20-27) no puede equivocarse cuando cree, y esta peculiar propiedad suya la manifiesta por el sentido sobrenatural de fe de todo el pueblo cuando, desde los Obispos hasta los últimos fieles, presta su consentimiento universal en lo referente a la fe y costumbres. Con este sentido de fe... y bajo la guía del sagrado Magisterio... se adhiere infaliblemente a ella, con certero juicio la penetra más profundamente y la aplica más plenamente a la vida" (L.G. 12).
Esta precisa y espléndida formulación conciliar no puede ser más explícita. Y es que la misma prerrogativa de infalibilidad concedida por Jesús a su Vicario mediante la asistencia del Espíritu Santo, tiene precisamente como finalidad que el conjunto del Pueblo de Dios, su Iglesia y Cuerpo místico, no se equivoque, por ejemplo, con una devoción aceptada por todos.
En consecuencia: Si la promesa del Escapulario aplicada a todos los fieles (proceda de la visión de San Simón Stock o de donde sea) no fuese verdadera, el Espíritu Santo no hubiera permitido que la Iglesia, el conjunto del Pueblo de Dios, la tuviese por cierta. Para muchos la prueba es irrefutable, ni para ello es necesaria una definición del Magisterio Supremo. Aunque sí hubo controversias y fueron dirimidas por la Santa Sede
5.- Privilegio sabatino
El Escapulario del Carmen además de la promesa de salvación para quienes mueran con él, lleva también consigo el llamado privilegio sabatino.
Según la tradición, a la muerte de Clemente V (1314), en el cónclave que duró dos años y tres meses, la Santísima Virgen se apareció al Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y le anunció que sería Papa con el nombre de Juan XXII, y añadió: "Quiero que anuncies a los Carmelitas y a sus Cofrades: los que lleven puesto el Escapulario, guarden castidad conforme con su estado, y recen el oficio divino, - o los que no sepan leer se abstengan de comer carne los miércoles y sábados -, si van al purgatorio Yo haré que cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte sean trasladadas sus almas al cielo".
Se ha escrito mucho sobre la "Bula sabatina", que en ese sentido publicó Juan XXII, pero no hay suficientes pruebas documentales de ella. Sin embargo en el siglo XV es muy citada, por ejemplo por el seudopapa Alejandro V (elegido por el Concilio de Pisa, después de haber éste destituido a Gregorio XII y Benedicto XIII, para acabar con el cisma; pero es claro que uno de ellos debía ser legítimo, y un concilio no puede destituirle, sin embargo algunos, como San Roberto Belarmino, consideran a Alejandro V Papa verdadero, y el próximo Alejandro se tituló VI); aunque su bula de 7-07-1409 confirmando el Escapulario no tenga valor magisterial, es interesante su testimonio de que conocía la de Juan XXII. Esta también fue citada por Sixto IV (1-04-1477), Clemente VII (1530) y San Pío V (1566) - quienes además citan y confirman la de Alejandro V -; etc.
En las citas de la "Bula sabatina" por los diversos autores, se encuentran diversas lecturas de ella (lo que prueba que no dependen de un solo documento inmediato). Por ejemplo, algunos en vez de ser "sábado" cuando la Virgen socorre a los cofrades del purgatorio leen "súbito" (cuanto antes), lo que parece una errata de transcripción, aunque así ha pasado a la liturgia y a las encíclicas de Pío XII.
El privilegio sabatino fue muy impugnado, no histórica, sino teológicamente, llegando el Inquisidor General de Portugal, en 1609, a prohibir a los Carmelitas el predicarlo. Estos apelaron al Romano Pontífice, quien confió la causa al Santo Oficio, y por fin, en 1613 dio un decreto renovado literalmente por Inocencio XI (1678), San Pío X (1908) y Pío XI (1922). En él se estableció: se permite a los PP. Carmelitas predicar que el pueblo cristiano puede creer... (sigue lo dicho antes).
Pío XII en su citada Carta Magna del Escapulario del Carmen de 1950, enseña: "A la verdad, no dejará la piadosísima Madre que sus hijos que expían sus culpas en el purgatorio, no consigan cuanto antes la vida eterna por su intervención delante de Dios, en conformidad con el privilegio sabatino".
En resumen: el privilegio sabatino consiste en que la Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes, especialmente el sábado después de su muerte, a quienes hayan muerto con el Escapulario y durante su vida hayan guardado castidad según su estado y rezado todos los días el oficio parvo. (Este se puede sustituir por la Liturgia de las Horas o por la abstinencia de carne los miércoles y sábados, o un sacerdote con facultad para ello, lo puede conmutar por otra obra piadosa, v.gr. el rezo diario del Rosario). Si uno peca contra la castidad o deja un día de hacer la obra prescrita, podrá recuperar el privilegio al confesarse y cumplir la penitencia (de manera semejante a como se recuperan los méritos perdidos por el pecado mortal, lo cual parece casi excesiva generosidad de Dios, pero es doctrina católica).
La certeza de este privilegio más que histórica, como decíamos del Escapulario, está fundada en la potestad de la Iglesia que así lo propone y recomienda. Sería temerario y ofensivo para la Iglesia, cuya Cabeza es Cristo y su alma vivificante el Espíritu Santo, creer que comete una equivocación secular y universal en algo que pertenece a la doctrina y vida cristiana.
En 1950 recordaba Pío XII: "Ciertamente, la piadosa Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas, alcancen lo antes posible la patria celestial por su intersección, según el llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha trasmitido" con estas palabras:
"Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su muerte y a cuantos - religiosos, terciarios y cofrades - hallaré en el Purgatorio los liberaré y los llevaré al monte santo de vida eterna".
6.- Protección maternal
Por su profundo simbolismo mariano, por los grandes privilegios y por el gran amor y privilegiada asistencia, que ha manifestado a través de los siglos la Santísima Virgen del Carmen a quienes visten devotamente su escapulario, es lo que tan prodigiosamente se ha extendido por doquier esta piadosa devoción de vestir su escapulario.
Sobre todo por su rico simbolismo: ser hijo de María, ver en él todas las virtudes de María, ser símbolo de nuestra consagración filial a la Madre Amable. Por Morir en gracia de Dios, quien lo vista piadosamente.
•Por que saldrá del Purgatorio cuanto antes quien muera devotamente con él.
•Por llegar su protección a todos los momentos de la vida, a la muerte y aún más alla". En la vida protejo; en la muerte ayudo, después de la muerte salvo, con sus credenciales.
•Por los innumerables prodigios que ha obrado.
•Por las relaciones con sus apariciones mas recientes en Lourdes y Fátima.
Por las muchas indulgencias que disfrutan quienes visten este escapulario.
7.- Indulgencias
He aquí las indulgencias plenarias y parciales para los que visten el escapulario.
A)Indulgencias plenarias
1. El día que se viste el escapulario y el que es inscrito en la Tercera Orden o Cofradía.
2. En estas fiestas:
a) Virgen del Carmen (16 de Julio o cuando se celebre);
b) San Simón Stock (16 de mayo);
c) San Elías Profeta (20 de Julio);
d) Santa Teresa de Jesús (15 de Octubre),
e) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre);
f) San Juan de la Cruz (14 de Diciembre);
g) Todos los Santos Carmelitas (14 de Noviembre).
B) Indulgencias Plenaria el día del Carmen
El día del Carmen, 16 de Julio, o en la fecha que exactamente se celebre, tiene concebida una indulgencia plenaria.
C) Indulgencia parcial
Se gana indulgencia parcial por usar piadosamente el santo escapulario. Se puede ganar no sólo por besarlo, sino por cualquier otro acto de afecto y devoción. Y sólo al escapulario, sino también a la medalla-escapulario.
8.- Recomendación pontificia
Desde el siglo XVI -que es cuando se extiende por toda la cristiandad el uso del escapulario del Carmen- casi todos los Papas lo han vestido y propagado. El Papa Juan Pablo II, que era terciario carmelita, ha recordado en diversas ocasiones que vistía con devoción, desde niño, el escapulario del Carmen.
La Iglesia, como reconocimiento y estímulo de las más importantes verdades y prácticas cristianas, instituye las fiestas litúrgicas (misa y oficio propio, etc.). Ese es el valor que tiene la fiesta de la Virgen del Carmen, el 16 de julio, extendida por Benedicto XIII a toda la Iglesia universal. Además a la Virgen del Carmen la veneran como Patrona de pescadores, marineros y toda la gente del mar; también la república de Chile bajo su advocación de Nuestra Señora del Carmen de Maipú.
9.- Bendición e imposición
La Sagrada Penitenciaria Apostólica -de quien depende esta legislación- ha dicho que se recomienda el uso tradicional del escapulario en cuanto a tamaño, materia, color, etc., que pueden usarse también otros.
Cualquier sacerdote puede bendecir e imponer el escapulario del Carmen a los fieles en general.
Para quedar inscrito en la cofradía organizada o Tercera Orden del Carmen, este sacerdote debe estar facultado por el superior General de los Carmelitas. Los simples fieles no pueden bendecirlos ni imponerlos.
Esta es la fórmula para bendecirlo e imponerlo: V: Muéstranos Señor, tu misericordia.-
R: Y danos tu salvación.
V: Escucha, Señor, mi oración.
R: Y llegue a ti mi clamor.
V: El Señor esté con vosotros.
R: Y con tu espíritu.
OREMOS. Señor nuestro Jesucristo, Salvador del género humano, bendice con tu diestra a est hábito que, por tu amor y el de tu Madre la Virgen María del Monte Carmelo, va a llevar con devoción tu siervo (o sierva), a fin de que por la intercesión de tu misma Madre y defendido(a) del maligno espíritu, persevere en tu gracia hasta la muerte: Que vives y reinas por los siglos de los siglos.- R: Así sea.
A continuación rocía el escapulario con agua bendita y después lo impone a la persona o personas (a cada una por separado). Diciendo a cada una.
Recibe este hábito bendito, suplicando a la Santísima Virgen que, por sus méritos, lo lleves sin mancha, le defienda contra todas las adversidades y te conduzca a la vida eterna. R: Así sea.
Y añade: Yo, usando de la potestad que se me ha concedido, te recibo a la participación de todos los bienes espirituales que, por la misericordia de Jesucristo, practican los religiosos Carmelitas. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.- R: Así sea.
Que te bendiga el Creador del cielo y de la tierra, el Dios todopoderoso, que se ha dignado incorporarle a la Cofradía de la Santísima Virgen del monte Carmelo, a quien imploramos que en la hora de tu muerte abata la cabeza de la serpiente infernal y finalmente, consigas las palmas y la corona de la herencia sempiterna. Por Jesucristo nuestro Señor.- R: Así sea. Y rocía el nuevo cofrade con agua bendita. Cuando son más de una de las personas que han de recibir el santo escapulario, se dice en plural. No deje de exhortarles a que vistan dignamente el escapulario, tratando de imitar las virtudes de María.
En caso de necesidad, basta para bendecir el escapulario la señal de la cruz del sacerdote y las palabras. "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén".
10. Tipos de escapularios
•Escapulario café (Carmelita)
La Virgen María, se aparece al General San Simon Stock, en el convento de la ciudad de Cambridge (Inglaterra) el 16 de julio de 1251. San Simón, ya cansado por su avanzada edad, y debilitado por la penitencia, pedía a Dios por las angustias y tribulaciones que su orden padecía constantemente. Suplicaba a la Virgen, que lo socorriera con una Gracia especial. Ella, ante el llamado suplicante de su hijo, apareció rodeada de ángeles, con el Escapulario en sus manos. Le dijo : " Recibe, hijo mío, amadísimo, esta prenda de mi amor para con vosotros, este será un privilegio, para ti y para todos cuantos lo usen ; Quien muera con él, no irá al fuego del infierno".
•Escapulario verde
Cuando en la familia hay algún familiar o amigo que se encuentra lejos de la fe y uno desea hacer algo al respecto, María Madre Santísima nos dió una forma de convertirles cuando ella se le apareció a la Hermana Justina Bisqueyburu en 1840, llevando "la vestidura de la conversión - El escapulario verde." Ella dijo:
" Esta insignia santa de mi Inmaculado Corazón ha de ser un gran medio para la conversión de almas..."
Por un periodo de más de seis años, La Virgen se le apareció a la Hermana Justina y le respondió muchas preguntas con relación al escapulario y a su uso. La Virgen María dijo que el Escapulario Verde no necesita ninguna bendición especial, y no necesita inscripción como el Escapulario Café. Puede ser bendecido por cualquier Sacerdote. Si la persona que nosotros queremos que se beneficie de este escapulario no conviene en llevarlo consigo, este se puede colocar en cualquier sitio de su habitación. Cada día se debe decir la siguiente oración: "Inmaculado corazon de maria, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte" Si la persona por quien se tiene intención en el escapulario no va a decir la oración, entonces aquel que lo regala debe de decirla en su lugar, todos los días. La Virgen María dijo:
"Las gracias mas grandes se obtienen por el uso del escapulario, pero estas gracias vienen en proporción directa con el grado de confianza que el usuario tenga en mi." Santa Brigida tenía tal confianza en la Virgen María. Por esto la Virgen le reveló:" no hay pecador en el mundo, que aunque se encuentre en enemistad con Dios, no pueda regresar a Dios y recuperar su Gracia si el o ella tiene recurso a mi y pide mi asistencia."
El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal.
El distintivo externo de esta inscripción o consagración es el pequeño escapulario marrón.
El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la intercesión de la Iglesia". (S.C.60).
2.- Origen y propagación
A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas. Pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Flos Carmeli
Vitis Florigera
Splendor coeli
Virgo puerpera
Singularis y singular
Mater mitis
Sed viri nescia
Carmelitis
Sto. Propitia
Stella maris
Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
(da privilegios)
Estrella del mar.
En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: "Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno"; es decir, quien muera con él, se salvará.
Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En el mismo siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. menciona en su "Crónica", la aparición de la Virgen a San Simón Stock prometiéndole la ayuda del Papa.
La promesa del escapulario es de tal trascendencia, que precisamente por ello suscitó fuerte oposición.
3. Significado del Escapulario
Al vestir el escapulario, y durante toda la vida, es muy importante que sepamos apreciar su profundo y rico significado, como pertenencia a una Orden, a la del Carmen, con obligación de vivir según su rica espiritualidad y su propio carisma. Quien viste el escapulario debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
El escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las virtudes de María. Así lo recordaba a todos: religiosos, terciarios, cofrades. "Que forman, por un especial vínculo de amor, una misma familia de la Santísima Madre", el Papa Pío XII, el 11.2.1950.
Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad.
•Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de modestia y candor.
•Vean, sobre todo, en esta librea que visten ida y noche, significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el auxilio divino.
•Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratismo Corazón de la Virgen Inmaculada, s recientemente recomendada".
Cada escapulario tiene sus privilegios o gracias particulares, pero todos pueden sustituirse por la medalla-escapulario (cfr. Decreto de 16-XII-1910). Sería falta de fe en la autoridad suprema del Vicario de Cristo que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale menos, para ganar las promesas, llevar la medalla que los trozos de paño (aunque en determinados casos, por otras razones externas de mayor visibilidad, etc., puede ser preferible el escapulario de paño).
La medalla-escapulario debe tener por una parte la imagen de Jesús con el Corazón, y por la otra una imagen de la Virgen bajo cualquier advocación. Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un sacerdote.
4. Valor de la promesa del Escapulario
Es doctrina católica, repetida por el Concilio Vaticano II: "El conjunto de los fieles, porque tiene la unción del Espíritu Santo (cfr. 1 Jn. 2, 20-27) no puede equivocarse cuando cree, y esta peculiar propiedad suya la manifiesta por el sentido sobrenatural de fe de todo el pueblo cuando, desde los Obispos hasta los últimos fieles, presta su consentimiento universal en lo referente a la fe y costumbres. Con este sentido de fe... y bajo la guía del sagrado Magisterio... se adhiere infaliblemente a ella, con certero juicio la penetra más profundamente y la aplica más plenamente a la vida" (L.G. 12).
Esta precisa y espléndida formulación conciliar no puede ser más explícita. Y es que la misma prerrogativa de infalibilidad concedida por Jesús a su Vicario mediante la asistencia del Espíritu Santo, tiene precisamente como finalidad que el conjunto del Pueblo de Dios, su Iglesia y Cuerpo místico, no se equivoque, por ejemplo, con una devoción aceptada por todos.
En consecuencia: Si la promesa del Escapulario aplicada a todos los fieles (proceda de la visión de San Simón Stock o de donde sea) no fuese verdadera, el Espíritu Santo no hubiera permitido que la Iglesia, el conjunto del Pueblo de Dios, la tuviese por cierta. Para muchos la prueba es irrefutable, ni para ello es necesaria una definición del Magisterio Supremo. Aunque sí hubo controversias y fueron dirimidas por la Santa Sede
5.- Privilegio sabatino
El Escapulario del Carmen además de la promesa de salvación para quienes mueran con él, lleva también consigo el llamado privilegio sabatino.
Según la tradición, a la muerte de Clemente V (1314), en el cónclave que duró dos años y tres meses, la Santísima Virgen se apareció al Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y le anunció que sería Papa con el nombre de Juan XXII, y añadió: "Quiero que anuncies a los Carmelitas y a sus Cofrades: los que lleven puesto el Escapulario, guarden castidad conforme con su estado, y recen el oficio divino, - o los que no sepan leer se abstengan de comer carne los miércoles y sábados -, si van al purgatorio Yo haré que cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte sean trasladadas sus almas al cielo".
Se ha escrito mucho sobre la "Bula sabatina", que en ese sentido publicó Juan XXII, pero no hay suficientes pruebas documentales de ella. Sin embargo en el siglo XV es muy citada, por ejemplo por el seudopapa Alejandro V (elegido por el Concilio de Pisa, después de haber éste destituido a Gregorio XII y Benedicto XIII, para acabar con el cisma; pero es claro que uno de ellos debía ser legítimo, y un concilio no puede destituirle, sin embargo algunos, como San Roberto Belarmino, consideran a Alejandro V Papa verdadero, y el próximo Alejandro se tituló VI); aunque su bula de 7-07-1409 confirmando el Escapulario no tenga valor magisterial, es interesante su testimonio de que conocía la de Juan XXII. Esta también fue citada por Sixto IV (1-04-1477), Clemente VII (1530) y San Pío V (1566) - quienes además citan y confirman la de Alejandro V -; etc.
En las citas de la "Bula sabatina" por los diversos autores, se encuentran diversas lecturas de ella (lo que prueba que no dependen de un solo documento inmediato). Por ejemplo, algunos en vez de ser "sábado" cuando la Virgen socorre a los cofrades del purgatorio leen "súbito" (cuanto antes), lo que parece una errata de transcripción, aunque así ha pasado a la liturgia y a las encíclicas de Pío XII.
El privilegio sabatino fue muy impugnado, no histórica, sino teológicamente, llegando el Inquisidor General de Portugal, en 1609, a prohibir a los Carmelitas el predicarlo. Estos apelaron al Romano Pontífice, quien confió la causa al Santo Oficio, y por fin, en 1613 dio un decreto renovado literalmente por Inocencio XI (1678), San Pío X (1908) y Pío XI (1922). En él se estableció: se permite a los PP. Carmelitas predicar que el pueblo cristiano puede creer... (sigue lo dicho antes).
Pío XII en su citada Carta Magna del Escapulario del Carmen de 1950, enseña: "A la verdad, no dejará la piadosísima Madre que sus hijos que expían sus culpas en el purgatorio, no consigan cuanto antes la vida eterna por su intervención delante de Dios, en conformidad con el privilegio sabatino".
En resumen: el privilegio sabatino consiste en que la Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes, especialmente el sábado después de su muerte, a quienes hayan muerto con el Escapulario y durante su vida hayan guardado castidad según su estado y rezado todos los días el oficio parvo. (Este se puede sustituir por la Liturgia de las Horas o por la abstinencia de carne los miércoles y sábados, o un sacerdote con facultad para ello, lo puede conmutar por otra obra piadosa, v.gr. el rezo diario del Rosario). Si uno peca contra la castidad o deja un día de hacer la obra prescrita, podrá recuperar el privilegio al confesarse y cumplir la penitencia (de manera semejante a como se recuperan los méritos perdidos por el pecado mortal, lo cual parece casi excesiva generosidad de Dios, pero es doctrina católica).
La certeza de este privilegio más que histórica, como decíamos del Escapulario, está fundada en la potestad de la Iglesia que así lo propone y recomienda. Sería temerario y ofensivo para la Iglesia, cuya Cabeza es Cristo y su alma vivificante el Espíritu Santo, creer que comete una equivocación secular y universal en algo que pertenece a la doctrina y vida cristiana.
En 1950 recordaba Pío XII: "Ciertamente, la piadosa Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas, alcancen lo antes posible la patria celestial por su intersección, según el llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha trasmitido" con estas palabras:
"Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su muerte y a cuantos - religiosos, terciarios y cofrades - hallaré en el Purgatorio los liberaré y los llevaré al monte santo de vida eterna".
6.- Protección maternal
Por su profundo simbolismo mariano, por los grandes privilegios y por el gran amor y privilegiada asistencia, que ha manifestado a través de los siglos la Santísima Virgen del Carmen a quienes visten devotamente su escapulario, es lo que tan prodigiosamente se ha extendido por doquier esta piadosa devoción de vestir su escapulario.
Sobre todo por su rico simbolismo: ser hijo de María, ver en él todas las virtudes de María, ser símbolo de nuestra consagración filial a la Madre Amable. Por Morir en gracia de Dios, quien lo vista piadosamente.
•Por que saldrá del Purgatorio cuanto antes quien muera devotamente con él.
•Por llegar su protección a todos los momentos de la vida, a la muerte y aún más alla". En la vida protejo; en la muerte ayudo, después de la muerte salvo, con sus credenciales.
•Por los innumerables prodigios que ha obrado.
•Por las relaciones con sus apariciones mas recientes en Lourdes y Fátima.
Por las muchas indulgencias que disfrutan quienes visten este escapulario.
7.- Indulgencias
He aquí las indulgencias plenarias y parciales para los que visten el escapulario.
A)Indulgencias plenarias
1. El día que se viste el escapulario y el que es inscrito en la Tercera Orden o Cofradía.
2. En estas fiestas:
a) Virgen del Carmen (16 de Julio o cuando se celebre);
b) San Simón Stock (16 de mayo);
c) San Elías Profeta (20 de Julio);
d) Santa Teresa de Jesús (15 de Octubre),
e) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre);
f) San Juan de la Cruz (14 de Diciembre);
g) Todos los Santos Carmelitas (14 de Noviembre).
B) Indulgencias Plenaria el día del Carmen
El día del Carmen, 16 de Julio, o en la fecha que exactamente se celebre, tiene concebida una indulgencia plenaria.
C) Indulgencia parcial
Se gana indulgencia parcial por usar piadosamente el santo escapulario. Se puede ganar no sólo por besarlo, sino por cualquier otro acto de afecto y devoción. Y sólo al escapulario, sino también a la medalla-escapulario.
8.- Recomendación pontificia
Desde el siglo XVI -que es cuando se extiende por toda la cristiandad el uso del escapulario del Carmen- casi todos los Papas lo han vestido y propagado. El Papa Juan Pablo II, que era terciario carmelita, ha recordado en diversas ocasiones que vistía con devoción, desde niño, el escapulario del Carmen.
La Iglesia, como reconocimiento y estímulo de las más importantes verdades y prácticas cristianas, instituye las fiestas litúrgicas (misa y oficio propio, etc.). Ese es el valor que tiene la fiesta de la Virgen del Carmen, el 16 de julio, extendida por Benedicto XIII a toda la Iglesia universal. Además a la Virgen del Carmen la veneran como Patrona de pescadores, marineros y toda la gente del mar; también la república de Chile bajo su advocación de Nuestra Señora del Carmen de Maipú.
9.- Bendición e imposición
La Sagrada Penitenciaria Apostólica -de quien depende esta legislación- ha dicho que se recomienda el uso tradicional del escapulario en cuanto a tamaño, materia, color, etc., que pueden usarse también otros.
Cualquier sacerdote puede bendecir e imponer el escapulario del Carmen a los fieles en general.
Para quedar inscrito en la cofradía organizada o Tercera Orden del Carmen, este sacerdote debe estar facultado por el superior General de los Carmelitas. Los simples fieles no pueden bendecirlos ni imponerlos.
Esta es la fórmula para bendecirlo e imponerlo: V: Muéstranos Señor, tu misericordia.-
R: Y danos tu salvación.
V: Escucha, Señor, mi oración.
R: Y llegue a ti mi clamor.
V: El Señor esté con vosotros.
R: Y con tu espíritu.
OREMOS. Señor nuestro Jesucristo, Salvador del género humano, bendice con tu diestra a est hábito que, por tu amor y el de tu Madre la Virgen María del Monte Carmelo, va a llevar con devoción tu siervo (o sierva), a fin de que por la intercesión de tu misma Madre y defendido(a) del maligno espíritu, persevere en tu gracia hasta la muerte: Que vives y reinas por los siglos de los siglos.- R: Así sea.
A continuación rocía el escapulario con agua bendita y después lo impone a la persona o personas (a cada una por separado). Diciendo a cada una.
Recibe este hábito bendito, suplicando a la Santísima Virgen que, por sus méritos, lo lleves sin mancha, le defienda contra todas las adversidades y te conduzca a la vida eterna. R: Así sea.
Y añade: Yo, usando de la potestad que se me ha concedido, te recibo a la participación de todos los bienes espirituales que, por la misericordia de Jesucristo, practican los religiosos Carmelitas. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.- R: Así sea.
Que te bendiga el Creador del cielo y de la tierra, el Dios todopoderoso, que se ha dignado incorporarle a la Cofradía de la Santísima Virgen del monte Carmelo, a quien imploramos que en la hora de tu muerte abata la cabeza de la serpiente infernal y finalmente, consigas las palmas y la corona de la herencia sempiterna. Por Jesucristo nuestro Señor.- R: Así sea. Y rocía el nuevo cofrade con agua bendita. Cuando son más de una de las personas que han de recibir el santo escapulario, se dice en plural. No deje de exhortarles a que vistan dignamente el escapulario, tratando de imitar las virtudes de María.
En caso de necesidad, basta para bendecir el escapulario la señal de la cruz del sacerdote y las palabras. "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén".
10. Tipos de escapularios
•Escapulario café (Carmelita)
La Virgen María, se aparece al General San Simon Stock, en el convento de la ciudad de Cambridge (Inglaterra) el 16 de julio de 1251. San Simón, ya cansado por su avanzada edad, y debilitado por la penitencia, pedía a Dios por las angustias y tribulaciones que su orden padecía constantemente. Suplicaba a la Virgen, que lo socorriera con una Gracia especial. Ella, ante el llamado suplicante de su hijo, apareció rodeada de ángeles, con el Escapulario en sus manos. Le dijo : " Recibe, hijo mío, amadísimo, esta prenda de mi amor para con vosotros, este será un privilegio, para ti y para todos cuantos lo usen ; Quien muera con él, no irá al fuego del infierno".
•Escapulario verde
Cuando en la familia hay algún familiar o amigo que se encuentra lejos de la fe y uno desea hacer algo al respecto, María Madre Santísima nos dió una forma de convertirles cuando ella se le apareció a la Hermana Justina Bisqueyburu en 1840, llevando "la vestidura de la conversión - El escapulario verde." Ella dijo:
" Esta insignia santa de mi Inmaculado Corazón ha de ser un gran medio para la conversión de almas..."
Por un periodo de más de seis años, La Virgen se le apareció a la Hermana Justina y le respondió muchas preguntas con relación al escapulario y a su uso. La Virgen María dijo que el Escapulario Verde no necesita ninguna bendición especial, y no necesita inscripción como el Escapulario Café. Puede ser bendecido por cualquier Sacerdote. Si la persona que nosotros queremos que se beneficie de este escapulario no conviene en llevarlo consigo, este se puede colocar en cualquier sitio de su habitación. Cada día se debe decir la siguiente oración: "Inmaculado corazon de maria, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte" Si la persona por quien se tiene intención en el escapulario no va a decir la oración, entonces aquel que lo regala debe de decirla en su lugar, todos los días. La Virgen María dijo:
"Las gracias mas grandes se obtienen por el uso del escapulario, pero estas gracias vienen en proporción directa con el grado de confianza que el usuario tenga en mi." Santa Brigida tenía tal confianza en la Virgen María. Por esto la Virgen le reveló:" no hay pecador en el mundo, que aunque se encuentre en enemistad con Dios, no pueda regresar a Dios y recuperar su Gracia si el o ella tiene recurso a mi y pide mi asistencia."
ORACIÓN DE SAN SIMÓN STOCK A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Oración de San Simón Stock a
Nuestra Señora del Carmen
La Flor del Carmelo
¡ Oh Bellísima Flor del Carmelo, Fructífera Viña, Resplandor del Cielo, Madre Singular del Hijo de Dios, Virgen Siempre Pura !
Madre Santísima, después de habernos traído el Hijo de Dios, permanecísteis intacta y sin mancha ninguna.
¡ Oh Bienavernturada Siempre Virgen, asistídme en esta necesidad !
¡ Oh Estrella del Mar, auxiliad y protegédme !
¡ Oh María, sin pecado concebida,
rogad por nosotros que recurrimos a vos !
¡ Madre y Ornamento del Carmelo,
rogad por nosotros !
¡Virgen, Flor del Carmelo,
rogad por nosotros!
¡ Patrona de los que visten el Santo Escapulario,
rogad por nosotros !
¡ San José, fiel Amigo del Sagrado Corazón, rogad por nosotros !
¡ San José, Castísimo Esposo de María Santísima, rogad por nosotros !
¡ San José, nuestro Gran Protector,
rogad por nosotros !
¡ Dulce Corazón de María
sed nuestra Salvación !
Amén.
SAN SIMÓN STOCK, PRESBÍTERO, 16 DE MAYO
Simón Stock, Santo
Presbítero, 16 de mayo
Por: . | Fuente: Carmelnet.org
Recibió de la Santísima Virgen el Escapulario Carmelita
Martirologio Romano: En Burdeos, en el territorio de Gascuña, Francia, san Simón Stock, presbítero, que, primero ermitaño en Inglaterra, ingresó después en la Orden de los Carmelitas, que guió admirablemente, siendo célebre por su devoción singular a la Virgen María. ( 1265)
San Simón Stock es uno de los personajes centrales de la historia de la Orden del Carmen, por dos títulos, sobre todo: a él se debe el cambio estructural de la Orden abandonando el eremitismo originario y entrando a formar parte de las ordenes mendicantes o de apostolado.
La tradición nos ha legado que él recibió de manos de María el Santo Escapulario del Carmen, tan difundido desde el siglo XVI entre el pueblo cristiano.
La primera noticia de San Simón Stosck es del dominico Gerardo de Frascheto, contemporáneo del Santo (+1271). No es claro si el "hermano Simón, Prior de la misma Orden (Carmelitana), varón religioso y veraz" sea San Simón Stock.
La segunda referencia en orden cronológico es un antiguo Catálogo de Santos de la Orden, del cual se conservan tres redacciones del siglo XIV. La más breve y, por lo mismo, más antigua, dice de él:
"El noveno fue San Simón de Inglaterra, sexto General de la Orden, el cual suplicaba todos los días a la gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden de los Carmelitas, que gozaban del singular título de la Virgen, diciendo con todo el fervor de su alma es tas palabras:
Flor del Carmelo
Viña floridal esplendor del cielo;
Virgen fecunda y singular;
oh Madre dulce
de varón no conocida;
a los carmelitas,
proteja tu nombre,
estrella del mar.
Según la tradición, se le apareció la Virgen rodeada de ángeles, el 16 de julio de 1251, y le mostró el santo Escapulario de la Orden diciéndole: "Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará".
Otra redacción más extensa de este Santoral añade nuevos e interesantes datos sobre él; Su apellido STOCK, que parece se deba a que vivía en el tronco de un árbol. Su ingreso entre los carmelitas recién llegados a Inglaterra procedentes del Monte Carmelo. Su elección como Prior General y la aprobación de la Orden por el Papa Inocencio IV. Su don celestial de obrar ruidosos milagros. Fue autor de varias composiciones, entre ellas el Flos Carmelí y el Ave Stella Matutina.
Parece que mientras visitaba la Provincia de Vasconia, murió en Burdeos, el 16 de mayo de 1265, casi centenario de edad.
Se le tributa culto desde 1435.
Nunca ha sido canonizado formalmente, pero el Vaticano aprobó la celebración de la festividad carmelita.
Su fiesta se celebra el 16 de mayo.
viernes, 15 de mayo de 2015
NOVENA EN HONOR A MARÍA AUXILIADORA, DEL 15 AL 23 DE MAYO DEL 2015
Novena a María Auxiliadora y Novena de la Confianza
La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora.
Del 15 al 24 de mayo
Por: Redacción | Fuente: eljardindemariaauxiliadora.com / hizomasfuertemife.blogspot.com.es
El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".
San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".
En el año 1572, el Papa San Pío V ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.
En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".
En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.
Novena a María Auxiliadora
Recomendada por San Juan Bosco
1.- Rezar, durante nueve días seguidos, tres Padres Nuestro, Avemarías y Glorias con la siguiente jaculatoria: “Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento del Altar” y luego tres Salves con la jaculatoria: “María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros”.
2.- Acercarse los Santos Sacramentos de Confesión y Comunión.
3.- Hacer o prometer una limosna en favor de las obras de apostolado de la Iglesia o de las obras salesianas.
Oh, Dios omnipotente y misericordioso, que has establecido de una manera prodigiosa en la Santísima Virgen María un constante auxilio para la defensa del pueblo cristiano; dígnate concedernos que, combatiendo durante la vida presente revestidos con este escudo, podamos en la hora de la muerte alcanzar la victoria contra el maligno enemigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén!
San Juan Bosco decía:
“Tengan mucha fe en Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estén persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente sus deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de sus almas. De lo contrario, les concederá otras gracia iguales o mayores”.
Novena de la Confianza
1.- Madre mía de mi vida, auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus benditas manos. (Ave María).
2.- Tú qué sabes mis secretos, pues todos te los confío, da la paz a los turbados y alivio al corazón mío. (Ave María).
3.- Y aunque tu amor no merezco, nadie recurre a Ti en vano, pues eres Madre de Dios y Auxilio de los cristianos. (Ave María).
Oración de San Bernardo:
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tú protección, implorado vuestra asistencia y reclamado tú socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a Ti también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclina a ellas tus oídos y dígnate atenderlas favorablemente.
MEDITACIONES DIARIAS DE LA VIRGEN MARÍA: FLORECILLAS A MARÍA DÍA 15 DE MAYO DEL 2015
Meditación: “Los justos se alegran, se regocijan y saltan de júbilo pensando en la Providencia y Bondad de Dios” (Salmos 32,33). Cómo no estar felices si agradamos al Señor cumpliendo Su Voluntad y viendo todo lo que El nos da. Seamos hijos dignos pues el Señor es nuestro amigo. Todo nos da, y si caminamos junto a El, todo compartiremos: Su Amor, Su Dolor y Su Crucifixión, pero felices sabiéndonos herederos del Reino de Dios.
Oración: Madre de la alegría, sé nuestra guía y haznos llevar una vida realmente digna. Haz que ésta vasija rebose de amor, fe y esperanza, pues el Señor nos acompaña. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Valorar todo lo que Dios nos da, porque nada es mérito nuestro, todo lo bueno viene del Señor.
PENSAMIENTO MARIANO 85
PENSAMIENTO MARIANO
La Santísima Virgen enseña que el Santo Rosario es una oración particularmente querida a su corazón tan humilde en apariencia, pero tan llena de su fruto sobrenatural.
PENSAMIENTO MARIANO 84
PENSAMIENTO MARIANO
More en todos nosotros el espíritu de María, para que de él recibamos la vida; y permaneciendo en nosotros su espíritu lleve a efecto obras buenas pudiendo vivir de su mismo espíritu.
Miguel de San Agustín de Hipona
EL SILENCIO DE MARÍA
El silencio de María
Padre Ignacio Larrañaga
"Juan fue, seguramente el primero en experimentar aquello que nosotros llamamos la devoción a María: amor filial, admiración, disponibilidad, fe ...
Dios no puede ser objeto de intelección sino de fe. Esto quiere decir que a Dios no se le entiende, se le acoge. Y si se le acoge de rodillas, se le "entiende" mejor.
La fe es eso precisamente: peregrinar, subir, llorar, dudar, esperar, caer y levantarse, siempre caminar como los seres errantes que no saben dónde dormirán hoy y qué comerán mañana.
Como Abraham, como Israel, como Elías, como María.
Pero la peregrinación, normalmente, es desierto.
Eso mismo ocurre entre nosotros. Muchas almas tuvieron en otras épocas visitaciones gratuitas de Dios, experimentaron vivamente su presencia, recibieron gracias infusas y gratuidades extraordinarias, y aquellos momentos quedaron marcados como heridas rojas en sus almas. Fueron momentos embriagadores. Pasan los años. Dios calla. Estas almas son asaltadas por la dispersión y la tentación. La monotonía las invade. Se prolonga obstinadamente el silencio de Dios. Tienen que agarrarse, casi desesperadamente, al recuerdo de aquellas experiencias vivas para no sucumbir ahora.
La grandeza de María no está en imaginarse que ella nunca fue asaltada por la confusión. Está en que cuando no entiende algo, ella no reacciona angustiada, impaciente, irritada, ansiosa o asustada.
En lugar de eso, toma la actitud típica de los Pobres de Dios: llena de paz, paciencia y dulzura, toma las palabras, se encierra en sí misma, y queda interiorizada, pensando: ¿Qué querrán decir estás palabras? ¿Cuál será la voluntad de Dios en todo esto?
La Madre es como una de esa flores que cuando desaparece la claridad del sol se cierran sobre sí mismas: así ella se repliega en su interior y, llena de paz, va identificándose con la voluntad desconcertante de Dios, aceptando el misterio de la vida.
¿Qué se consigue con resistir los imposibles?
En esos momentos nos corresponde actuar como María: cerrar la boca y quedar en paz.
Creer es confiar. Creer es permitir. Creer, sobre todo, es adherirse, entregarse. En una palabra creer es amar. Creer es "caminar en la presencia de Dios" (Gén 17,1). La fe es, al mismo tiempo, un acto y una actitud que agarra, envuelve y penetra todo cuanto es la persona humana: su confianza, su fidelidad, su asentimiento intelectual y su adhesión emocional. Compromete la historia entera de una persona: con sus criterios, actitudes, conducta general e inspiración vital.
A mi entender, las palabras más preciosas de la Escritura son estás: " He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según su palabra " (Lc 1,38)
Lo que sabemos, con absoluta certeza, es que la vida normal de esta muchacha de campo fue interrumpida, de forma sorprendente, por una visitación extraordinaria de su Señor Dios.
Frente a la aparición y a estas inauditas proposiciones uno queda pensando cómo esta jovencita no quedó trastornada, cómo no fue asaltada por el espanto y salió corriendo. Siguió llena de dulzura y serenidad.
El hecho de ser inmaculada debió influir decisivamente, porque los desequilibrios son generalmente resultado perturbador del pecado, es decir, el egoísmo.
Todos nosotros llevamos en nuestra constitución personal una franja de soledad en la que y por la que unos somos diferentes de otros. Nadie -excepto Dios- puede compartir ese peso.
Y la pobre muchacha, solitariamente como adulta en la fe, salta por encima de todas las perplejidades y preguntas y, llena de paz, humildad y dulzura, confía y se entrega. "¡Hágase!" Está bien Padre mío.
Sólo un profundo espíritu de abandono y una fe adulta nos librará del desconcierto y nos evitará ser quebrantados por el silencio.
Antés de ser Señora nuestra, fue Señora de sí misma."
ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA SOBRE LA VIRGEN MARÍA
Enseñanzas de la Iglesia sobre la Virgen María
María, Madre de Dios
Profesión de fe mariana y desagravio en la voz de sus Padres y Doctores, y del Magisterio.
Por: Jorge Sernani Panópulos e Ignacio García Llorente | Fuente: Orden de María Reina
MARÍA FUE, ES, Y SERÁ
El honor de la Santa Madre de Dios fue muchas veces ultrajado a través de los siglos cristianos. Esas ofensas tuvieron indefectiblemente el rechazo de la Iglesia, y, en mayor o menor medida, el condigno desagravio.
También en nuestros tiempos es afrentada María Santísima, con afrentas más feroces, seguramente en razón de ser éstos “sus tiempos” según lo afirmaron los Sumos Pontífices, cuando Ella está mostrando su Realeza y Señorío al mundo. Por otra parte, los ataques actuales revisten sin duda más gravedad porque simultáneamente se ignoran –se minimizan o silencian- sus grandezas, y se pretende olvidar el lugar que Dios le diera en los tiempos y en la eternidad.
Por esos desgraciados motivos, cumpliendo con el sagrado deber de defender su honor, por voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, y según la consigna dada solemnemente por el Papa Pablo VI en estos tiempos aciagos, de “mantener bien alto el nombre y el honor de María” (21 de nov. de 1964, clausura de la IIIª sesión del Concilio Vaticano II); y consecuentes con la afirmación del Cardenal Luigi Ciappi OP, teólogo papal de los Sumos Pontífices Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, cuando decía que “la obra maestra del supremo Artífice, cual es la Madre de Dios, es un Misterio de belleza espiritual, de prerrogativas y glorias tan sublime que únicamente la luz de la Divina Revelación es capaz de manifestárnoslo dignamente."
Por tanto debemos buscar esos rayos de luz superior en el Magisterio de la Iglesia y en la Tradición, para concentrarnos en la imagen de la “úmile et alta piú che creatura” -la más humilde y más alta criatura- (Dante).
Impulsados por el deseo de que sean recordadas, meditadas y difundidas las enseñanzas de la Iglesia sobre la Virgen María, en la voz de sus Padres y Doctores, y del Magisterio, para desagravio de su Corazón Inmaculado,presentamos las siguientes confesiones:
María Santísima fue predestinada por el Altísimo desde toda la eternidad
El inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, habiendo previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la transgresión de Adán, y habiendo decretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, llevar a cabo la primitiva obra de su misericordia, con plan todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el Segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de Ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola Ella se complació con señaladísima benevolencia. (Beato Pío IX, Const. Ap. Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854).
El Altísimo la predestinó desde la eternidad para Madre del Verbo encarnado. Por eso entre las maravillas de los tres órdenes, de naturaleza, de gracia y de gloria, la distinguió de forma tal que con razón entiende la Iglesia que se refiere a María el oráculo divino: “Yo salí de la boca de Dios como la primogénita y más privilegiada criatura”.(León XIII).
Y dice San Bernardo: “El Ángel fue enviado a María...” María no fue hallada por casualidad, sino elegida desde el principio de los tiempos, preconizada y preparada para Sí por el Altísimo, custodiada por los Ángeles, preseñalada a los Patriarcas, prometida por los profetas.
María Santísima fue concebida sin pecado
La Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano. (ibídem, definición dogmática).
María, toda hermosa e inmaculada, trituró la venenosa cabeza de la cruelísima serpiente, y trajo la salud al mundo (ibidem)
Los Padres y escritores de la Iglesia, adoctrinados por las divinas enseñanzas, jamás (habían dejado) de llamar a la Madre de Dios o lirio entre espinas, o tierra absolutamente intacta, virginal, sin mancha , inmaculada, siempre bendita, y libre de toda mancha de pecado, de la cual se formó el nuevo Adán; o paraíso intachable, vistosísimo, amenísimo de inocencia, de inmortalidad y de delicias, por Dios mismo plantado y defendido de toda intriga de la venenosa serpiente; o árbol inmarchitable, que jamás carcomió el gusano del pecado; o fuente siempre limpia y sellada por la virtud del Espíritu Santo; o divinísimo templo o tesoro de inmortalidad, o la única y sola Hija no de la muerte, sino de la vida, germen no de la ira, sino de la gracia, que, por singular providencia de Dios, floreció siempre vigoroso de una raíz corrompida y dañada, fuera de las leyes comúnmente establecidas.
Ella es la Inmaculada Concepción. De este modo se llamó a SÍ misma en Lourdes, con el nombre que le había dado Dios desde la eternidad: sí, desde toda la eternidad la escogió con este nombre, para ser la Madre de su Hijo, el Verbo Eterno (Juan Pablo II, 10 de febrero de 1979.)
María Santísima es la Toda Santa, de santidad perfecta
Proclamamos que la inmunidad de María “de toda mancha de pecado original” no fue más que la aureola radiante, no velada por niebla alguna de culpa ni inclinación a ella en su larga jornada sobre la tierra. (Card. Luigi Ciappi OP, teólogo de la Casa Pontificia durante los últimos cinco pontificados).
Dios colmó a María tan maravillosamente de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de los Ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado, y toda hermosa y perfecta, manifestó la plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor, después de Dios, y nadie puede imaginar fuera de Dios.
Y por cierto era convenientísimo que brillase siempre adornada de los resplandores de la perfectísima santidad y que reportase un total triunfo de la antigua serpiente, enteramente inmune aún de la misma mancha de la culpa original. (Beato Pío IX Ineffabilis Deus)
Esta sobreabundancia de la gracia –el más eminente de todos sus privilegios innumerables- es lo que eleva a la Virgen muy por encima de todos los hombres y de todos los Ángeles, y la aproxima más a Cristo que cualquier otra criatura- (León XIII, Encíclica Magna Dei Matris, 8 de sept. de 1892).
Por eso con San Efrén nos dirigimos a Cristo y exclamamos: Sólo Tú y tu Madre tenéis la gracia de la perfecta belleza, porque no hay mancha en Ti ni mancha hay en tu Madre, y a Ella cantamos con el fervor de los maronitas: ¡Oh azucena espléndida y rosa de delicada fragancia, el aroma de tu santidad perfumó toda la tierra, ruega para seamos el agradable aroma de Cristo y lo extendamos por toda la tierra! (Misa Maronita).
María Santísima es verdadera Madre de Dios
La gloriosa Virgen María es Madre de Dios, pues dio a luz según la carne al Verbo de Dios encarnado (Concilio de Éfeso, definición dogmática).
María fue predestinada en la mente de Dios antes que toda criatura, para que, Virgen castísima entre todas las mujeres, engendrase de su propia carne al mismo Dios, y Reina del Cielo después de su Hijo, reinase gloriosa sobre todo lo creado (San Bernardino de Siena).
María es Aquélla a quien el Eterno confirió la plenitud de su gracia y elevó a tan excelsa dignidad. Y sabemos que de esta divina maternidad procede su gracia singularísima y su dignidad suprema después de Dios, y, en cuanto a que es su Madre, posee una cierta dignidad infinita, por ser Dios un bien infinito (Sto Tomás de Aquino).
Sabemos que Ella, por ser Madre de Dios, posee una excelencia superior a la de todos los Ángeles, aún a la de los serafines y querubines. Sabemos que por ser Madre de Dios es purísima y santísima, tanto que después de Dios no puede imaginarse mayor pureza y santidad. Sabemos que por ser Madre de Dios cualquier privilegio concedido a cualquier santo en el orden de la gracia santificante, lo posee María mejor que nadie (Cornelio a Lápide, Pío XII). porque Dios enriqueció con dones correspondientes a tal oficio a Ella, la Toda Santa, que fue como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura (Vaticano II).
Y al consagrar y fecundar su virginidad, el Espíritu Santo la transformó en el Aula del Rey, Templo y Tabernáculo del Señor, Arca de la Alianza, Arca de la Santificación (Pablo VI, Marialis Cultus).
María Santísima es Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad
María es la excelente obra maestra del Altísimo, de la cual Él se ha reservado el conocimiento y la posesión (San Bernardino). Ella es la Madre Admirable del Hijo, Jesucristo, que la ama en su Corazón Sacratísimo más que a todos los Ángeles y los hombres, Ella es la fuente sellada y la Esposa fiel del Espíritu Santo, en la que no hay quien entre sino Él.
Ella es el Santuario y reposo de la Santísima Trinidad, donde Dios está más magnífica y divinamente que en ningún otro lugar del Universo, sin exceptuar su morada sobre los querubines y serafines (San Luis María Grignion de Montfort).
Confesamos que María es la Hija del divino Padre, la Madre del Verbo divino, y la Esposa del Espíritu Santo, la llena de gracia, de virtud y de dones celestiales, templo purísimo de la Santísima Trinidad. (Beato Pío IX, Oración a Nuestra Señora de la Piedad)
Por eso decimos con los santos: María es el grande y divino mundo de Dios, donde hay bellezas y tesoros inefables. Ella es la magnificencia del Altísimo, donde Él ha escondido, como en su seno, a su Hijo único, y en Él todo lo que hay de más excelente y precioso. (San Luis María G. de M).
Que María Santísima es Madre nuestra
Confesamos también la dulce y suave verdad de que habiendo dado a luz al Redentor del género humano, María es también Madre benignísima de todos nosotros, hermanos de su Hijo, que peregrinamos y nos debatimos entre angustias y luchamos contra el pecado hasta que seamos llevados a la patria feliz (Pío XI, Enc.Lux Veritatis, 25 de dic. De 1931).
En la hora última de su vida pública, cuando otorgaba el Testamento de la Nueva Alianza y lo sellaba con su Sangre divina, Jesús confió su Madre al discípulo amado, con estas dulcísimas palabras: He ahí a tu Madre (León XIII, Augustíssimae), Nadie estará en grado de alcanzar el sentido (pleno) de estas palabras del Evangelio de San Juan, sino el que como él, repose en el pecho de Jesús, y reciba de Jesús a María para que sea su Madre, puesto que todo el que es perfecto, ya no vive él mismo, sino que en él vive Cristo (Orígenes, siglo III).
En la persona de Juan, según el constante sentir de la Iglesia, Cristo ha designado a todo el género humano, pero más especialmente a los que están unidos en la fe (León XIII, Adjutricem populi).
Y porque es nuestra Madre nos confiamos completamente a su bondad y misericordia, animados del vivo deseo de imitar sus bellísimas virtudes y le hacemos donación entera e irrevocable de todo nuestro ser. Le pedimos nos conceda su maternal protección por todo el curso de nuestra vida, y particularmente en la hora de la muerte. (San Juan Bosco).
María Santísima es Madre y Reina de la Iglesia
María Santísima es Madre de la Iglesia, es decir de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa. (proclamación de Paulo VI, 21 de nov. de 1964, clausura de la 3ª sesión del Vaticano II).
María, constituida por Jesucristo en Madre de todos los hombres cuando la designó en la persona de Juan a todo el género humano, recibió con espíritu generoso ese singular y trabajoso legado, comenzando a cumplir su elevada misión en el Cenáculo. Ella fue ayuda y sostén de la Iglesia naciente por la santidad de su ejemplo, la autoridad de sus consejos, la dulzura de su consuelo, y la eficacia de sus plegarias ferventísimas. Desde entonces se mostró verdaderamente Madre de la Iglesia, y fue verdadera Maestra y Reina de los Apóstoles, a los cuales hizo partícipes de los divinos oráculos que conservaba en su Corazón (León XIII).
La importancia del principio mariano de la Iglesia ha sido evidenciada, después del Concilio, por el Papa Juan Pablo II, coherentemente con su lema: Totus tuus. En su enfoque espiritual y en su incansable ministerio se puso de manifiesto a los ojos de todos la presencia de María como Madre y Reina de la Iglesia (Benedicto XVI, 25 de marzo de 2006). El Santo Padre agrega al título de Madre, el de Reina, conforme al sentir de la Tradición, expresado por San Antonio de Padua, llamado el Doctor Evangélico, y repetido por el llamado Doctor Mariano San Alfonso María de Ligorio: Dios ha puesto su toda la Iglesia no sólo bajo el patrocinio, sino bajo el dominio de Nuestra Señora (San Alfonso María de Ligorio, Las Glorias de María)
Con Pablo VI la invocamos: Tú Socorro de los obispos, protege y asístelos en su misión apostólica. Asiste a todos los que colaboran con ellos: sacerdotes, religiosos y seglares. Acuérdate del pueblo cristiano que se confía a Ti. Mira con ojos benignos a nuestros hermanos separados y dígnate unirlos, Tú que has engendrado a Cristo, puente de unión entre Dios y los hombres.
Haz que toda la Iglesia pueda elevar al Dios de las misericordias el majestuoso himno de alabanza y agradecimiento, de gozo y de alegría, puesto que grandes cosas ha obrado el Señor por medio de Ti, ¡oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! (Pablo VI, oración luego de la proclamación).
María Santísima es la Virgen perfecta y perpetua
En la plenitud de los tiempos, la Bienaventurada Virgen María concibió virginalmente, del Espíritu Santo, al Verbo de Dios, engendrado desde antes de todos los siglos por Dios Padre, y que sin pérdida de su integridad le dio a luz, conservando indisoluble su virginidad después del parto (Definición dogmática, Concilio de Letrán). Como lo había profetizado Ezequiel: María es la puerta oriental del templo, que no fue abierta ni se abrirá jamás, y el Señor, sin abrirla, la traspasó.(Ez 44, 1-4 ).
Fue Virgen no sólo de cuerpo, sino también de espíritu (San Ambrosio). Por ello nos complacemos en aclamarla como Virgen perpetua y perfecta, antes del parto, en el parto y después del parto (Paulo IV, 1555). Como lo expresan –con delicadeza y belleza- los sagrados íconos del Oriente, en los que la Virgen Santísima aparece con tres estrellas en su Manto, una sobre el hombro derecho, otra sobre la frente, y la tercera sobre el hombro izquierdo: La Aciparthénos, La siempre Virgen: antes, durante y después del parto.
El Nacimiento de Jesucristo fue milagroso. Por lo tanto, no quebrantó su virginidad, antes la consagró (Vaticano II, Lumen Gentium) porque el Señor Niño salió de su Purísimo seno como un rayo de sol traspasa un cristal, sin romperlo ni mancharlo, afirmaron Padres y doctores, expresión que quedó para siempre al asumirla el Catecismo de San Pío X, y así lo proclama la Liturgia (lex orandi, lex credendi; la ley de la oración es la ley de la fe): “Sicut sidus radium, profert virgo filium, pari forma” (Como un rayo del cielo, de manera semejante, da a luz la virgen al Hijo).
¡Milagroso! Entre júbilo da María a luz a un Niño, que es más antiguo que la creación, y no yace agotada y pálida por los dolores del parto. María da a luz a su Niño no entre dolores, sino entre alegrías (Obispo Zenón de Verona, contemporáneo de San Ambrosio).
Y de esa enseñanza de fe de la Iglesia de veinte siglos, se desprende que el parto virginal de María se cumplió no sólo sin molestias ni dolores por ser la Inmaculada de Dios, sino en un éxtasis y entre fulgores celestiales. Como pinta el Nacimiento del Mesías el gran Fray Luis de León: En resplandores de santidad del vientre y de la aurora.
Y agrega Kattum: El parto virginal se asemeja al Nacimiento del Verbo de Dios del seno del Padre: luz de luz ( Y repite la expresión del Catecismo: el rayo de sol que atraviesa el cristal)
Así nos lo dicen también los relatos unánimes de los místicos de todos los tiempos. ¿Es que podía nacer de otra forma el Hijo de Dios?
San Antonio de Padua, el Doctor Evangélico, nos completa la enseñanza de la Iglesia sobre el misterio de la Madre Virgen: En María hubo un doble alumbramiento: en su cuerpo y en su espíritu. Dio a luz a Jesús con alegría y sin dolor. Y al pie de la cruz, traspasada su alma de compasión, engendró para el cielo, entre sufrimientos inexplicables, a todos los cristianos.
María Santísima, al término de su vida terrena, fue Asunta en cuerpo y alma a los Cielos
La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrestre fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. (Pío XII, 1º de nov. de 1950, Const. Ap. Munificientíssimus Deus, definición dogmática).
Y al creer, con todo el fervor de nuestra fe, en ésa su asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde es aclamada Reina por todos los coros de los Ángeles y por toda la legión de los santos, nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que la ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofrecerle el aliento de nuestra devoción y de nuestro amor. (Pío XII, oración después de la proclamación dogmática).
Dice el Señor: Yo llenaré de gloria el solio de mis pies. Los pies del Señor significan aquí su humanidad. Y el solio de la humanidad del Señor fue la Bienaventurada Virgen María, de quien asumió la Humanidad, solio que glorificó tal día como hoy, pues la exaltó sobre los coros de los Ángeles.
Claramente con esto se tiene que la Bienaventurada Virgen fue trasladada en cuerpo, porque fue el solio de los pies del Señor, por lo de aquello del salmo: “Oh Señor, levántate y ven al lugar de tu morada, tú y el arca de tu santificación” Se levantó el Señor, cuando se remontó a la diestra del Padre. Se levantó el arca de su santidad, cuando en este día, la Virgen Madre fue arrebatada al tálamo celeste (San Antonio de Padua, sermón de la Asunción citado por Pío XII en la Constitución Dogmática).
En María el alumbramiento ha guardado intacta su virginidad, y cuando abandona la vida, su cuerpo es conservado, y lejos de desaparecer se convierte en un tabernáculo más puro y más divino sobre el que la muerte no ejerce más poder, y que subsiste por los siglos de los siglos. Era justo que así como Dios había descendido hacia Ella, Ella fuera elevada a un tabernáculo más alto y más precioso, el mismo cielo. Era necesario que Ella que había dado asilo en su seno al Verbo de Dios, fuera colocada en los divinos tabernáculos de su Hijo. Era necesario que siendo la Esposa elegida por Dios viviese en la morada del cielo (San Juan Damasceno).
María Santísima fue constituida Corredentora junto al Redentor
Por la naturaleza de su obra, el Redentor debió asociar a su Madre a su obra. Por esta razón la invocamos con el titulo de Corredentora. Ella nos dio al Salvador, lo acompañó en la obra de la Redención hasta la Cruz misma, compartiendo con Él los dolores de la agonía y de la muerte en la que Jesús consumó la Redención de la humanidad. Y muy unida a Él, en los últimos momentos de su vida, Ella fue proclamada por el Redentor como nuestra Madre, como la Madre de todo el Universo. (Pío XI, Alocución a los peregrinos de Vicenza, 30 de nov. de 1933). Porque como dice San Buenaventura: Tal como Adán y Eva fueron los destructores de la raza humana, así Jesús y María fueron sus reparadores.
Cuando María se ofreció a Dios completamente, junto a su Hijo en el templo, ya participaba con Él de la dolorosa expiación a favor del género humano. Es, por tanto cierto, que Ella participó en las mismas profundidades de su alma con sus más amargos sufrimientos y con sus tormentos. Finalmente fue ante los ojos de María que se consumó el divino Sacrificio, para el cual había dado a luz y criado a la víctima (León XIII, Enc. Jucunda semper, 1894).
Ella estuvo en el Calvario por divina disposición. En comunión con su Hijo doliente y agonizante, soportó el dolor y casi la muerte, abdicó sus derechos de Madre sobre su Hijo para conseguir la salvación de los hombres y para apaciguar la ira divina, y en cuanto de Ella dependía, inmoló a su Hijo (Benedicto XV, Carta Apostólica Inter. Sodalicia, 22 de mayo de 1918)).
A consecuencia de esa unión en el sufrimiento e intención existente entre Cristo y María, ella mereció ser dignamente la reparadora del mundo perdido y, por ende, la dispensadora de todos los favores que Jesús nos adquirió con su muerte y con su sangre. Ella nos merece “de congruo”, como dicen, lo que Cristo nos mereció “de condigno” (San Pío X, Enc. Ad diem Illum, 1904).
Porque en ese sacrificio había dos altares, uno en su Corazón, otro en el Cuerpo de Cristo. Cristo inmolaba su Cuerpo, Ella inmolaba su alma (Juan Pablo II). Por ello la reconocemos como la Corredentora del linaje humano (León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan Pablo II).
María Santísima es la Medianera de todas las Gracias
María es justamente invocada como la Mediadora de las Gracias (Juan Pablo II, 17 de sept. de 1989 discurso en Orte, Italia)
¡María es la Dispensadora de las Gracias de Dios! (Oficio de los Griegos) Ella fue llamada por la augustísima Trinidad para intervenir en todos los misterios de la misericordia y del amor, y fue constituida Dispensadora de todas las gracias. (San Pío X).
María es la Tesorera y Dispensadora de las misericordias de Dios, Y su Purísimo Corazón está repleto de caridad, de dulzura y de ternura para con nosotros pecadores. (Beato Pío IX, oración a Nuestra Señora de la piedad).
Ella recibe totalmente la oculta gracia del Espíritu y ampliamente la distribuye. La Madre es la dispensadora y dispensadora de todos los maravillosos dones increados del divino Espíritu (Teófano de Nicea).
Mi Santísima Señora, Madre de Dios, llena de gracia, Vos sois la gloria de nuestra naturaleza, el canal de todos los bienes, la Reina de todas las cosas después de la Trinidad, la Mediadora del mundo después del Mediador; Vos sois el puente que une la tierra con el cielo, la llave que nos abre las puertas del paraíso, nuestra Abogada, nuestra Mediadora. Mirad mi fe, mirad mis piadosos anhelos y acordaos de vuestra misericordia y de vuestro poder (San Efrén).
María Santísima es la Abogada del pueblo de Dios
Esta Virgen excelsa, que es Madre de vuestro Juez y vuestro Dios, ésta es la Abogada del género humano, idónea, que puede cuanto quiere delante de Dios; sapientísima, que sabe todos los modos de aplacarle; universal, que a todos acoge y no rehusa defender a ninguno (Santo Tomás de Villanueva)
María es nuestra Abogada, que por ser la Madre de Jesús, jamás deja de ser oída (San Buenaventura) Acercándose Ella al trono de su Divino Hijo, como Abogada pide, como Esclava ora, y como Madre manda (Pío VII, Breve “Tanto studio”19 de febrero de 1805).
Con el Beato Juan XXIII nos emocionamos al invocarla: Oh María, Tú ruegas con nosotros. Lo sabemos. Lo sentimos. ¡Oh, qué realidad más deliciosa, qué gloria más soberana ! (Juan XXIII, Diario de un alma)
Y a Ella clamamos según el sentir más profundo de la Iglesia:
Señora, lo que pueden obtener las intercesiones de todos los santos unidos con Vos, bien puede obtenerlo vuestra intercesión sola, sin ayuda de ellos.
Y ¿por qué Vos sola sois tan poderosa? Porque Vos sola sois la Madre de nuestro salvador, Vos la Esposa de Dios, Vos la Reina Universal del cielo y de la tierra.
Si Vos no habláis por nosotros, ningún santo abogará a favor nuestro. Pero si Vos oráis, todos los santos tendrán empeño en orar por nosotros y socorrernos (San Anselmo).
Tú eres tan poderosa delante de Dios, que, como canta Dante Alighieri, quien deseando la gracia, no recurre a Ti, pretende volar sin alas (Pío XII).
¡Ea pues Señora, Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre! (Salve Regina).
María Santísima es la Omnipotencia Suplicante
El Papa de la paz, Benedicto XV, exclamaba: ¡Te hemos tomado por nuestra Patrona, porque Tú, la Virgen Madre, entre muchos títulos gloriosos, con razón has recibido el de Omnipotencia Suplicante!
Leemos en las Glorias de María, del Doctor Mariano San Alfonso María de Ligorio: Tanto os ha ensalzado el Señor, Virgen Santa, que, con su favor, podéis obtener a vuestros devotos todas las gracias posibles; porque vuestra protección es omnipotente, añade Cosme de Jerusalén.
Sí, omnipotente es María –añade Ricardo de San Lorenzo- porque según las leyes, de los mismos privilegios gozan las reinas que los reyes. Siendo pues, igual el poder del Hijo y de la Madre, por ser omnipotente el Hijo, ha hecho omnipotente a la Madre- Y explica San Alfonso: El Hijo es omnipotente por naturaleza, la Madre es omnipotente por gracia, y en tal modo es verdad de cuanto pide la Madre nada le niega el Hijo, como le fue revelado a Santa Brígida, la cual entendió que Jesús, hablando un día con su Madre, le dijo así: Madre mía, ya sabes cuánto te amo, pídeme cuanto quieras, pues sea lo que fuera, tus ruegos no pueden ser desoídos, y es delicada la razón que alega: Madre, cuando vivías en la tierra nada te negaste de hacer por amor mío, ahora que estamos en el cielo es razón que yo nada me niegue a hacer de lo que Tú quieres. Se llama pues omnipotente María en el modo que puede entenderse una criatura, la cual no es capaz de un atributo divino. Así Ella es omnipotente porque con sus ruegos puede cuanto quiere (San Alfonso María de Ligorio, Las Glorias de María)
María, situada a la derecha de su unigénito Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, alcanza con sus valiosísimos ruegos maternales, y encuentra lo que busca, y no puede quedar decepcionada (Beato Pío IX, Ineffabilis Deus).
María tiene, en su calidad de Madre del Altísimo un poder igual a su querer. Ella no puede dejar de ser atendida porque Dios condesciende en todo y por todo al querer de su buena Madre. Ella nos salvará por sus plegarias, la inteligencia es incapaz de concebir el poder de su intercesión. (San Germán de Constantinopla).
Por eso dice San Bernardo: ¿Tienes que acudir al Padre, busca al Mediador que es Jesús. ¿Pero es que también temes a Éste? Pues acude a María, que siempre es escuchada por la reverencia de Madre.
María Santísima es Auxiliadora y Socorro para todos sus hijos
María es refugio segurísimo de todos los que peligran, fidelísima auxiliadora y poderosísima mediadora y conciliadora de todo el orbe de la tierra ante su unigénito Hijo; Ella, gloriosísimo ornato de la Iglesia santa, firmísimo baluarte que destruyó siempre todas las herejías, y libró siempre de las mayores calamidades de todas clases a los fieles y a las naciones. (Beato Pío IX, Ineffabilis deus)
Ella siempre ha librado al pueblo cristiano de las calamidades, los enemigos y la muerte. Su auxilio ha sido continuo, oportunísimo según la variedad de los tiempos, y lleno de maravillosa suavidad (Beato Pío IX).
Oh María, ¡Tú eres verdaderamente espléndida Auxiliadora de los Cristianos! Acudimos a Ti, a fin de que seas propicia a muestras plegarias, y otórganos el implorado socorro, Tú que también mereciste ser llamada nuestro Socorro (León XIII).
María Santísima es la Señora del Santísimo Sacramento
María es Nuestra Señora del Santísimo Sacramento (San Pedro Julián Eymard, San Pío X). A Ella debemos rendir muchas acciones de gracias, pues el Cuerpo de Cristo que Ella engendró y llevó en su seno, que envolvió en pañales, que alimentó con solicitud materna, es el mismo Cuerpo que recibimos en el altar. No hay palabras humanas que sean capaces de alabarla dignamente porque de Ella tomó su carne el Mediador entre Dios y los hombres.
Cualquier honor que le pudiésemos dar, está por debajo de sus méritos, ya que Ella nos ha preparado en su castísimo seno la Carne inmaculada que alimenta nuestras almas. Eva comió un fruto que nos privó del eterno festín, y María nos presenta otro que nos abre la puerta del banquete celestial (San Pedro Damián).
Cuando, en la Visitación, llevó en su seno el Verbo hecho carne, se conviertió de algún modo en «tabernáculo» –el primer «tabernáculo» de la historia– donde el Hijo de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como «irradiando» su luz a través de los ojos y la voz de María. María y Eucaristía son inseparables. Por eso, el recuerdo de la Virgen en el celebración eucarística es unánime, ya en la antigüedad, en las Iglesias de Oriente y Occidente. (Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristía, Jueves Santo del 2004)
María Santísima es Reina y Señora de todo lo creado
Cristo es Señor de todo por haber creado todas las cosas, y Ella es Señora de todas esas cosas porque las ha elevado a su dignidad original por la Gracia que mereció (discípulo de San Anselmo, citado por Pío XII en su Enc. Ad Coeli Reginam). Pero Cristo, además de ser Señor y Rey por naturaleza, lo es por conquista y María fue asociada a Él en esta conquista que es la redención (Pío XII, ibídem).
Cristo quiso que María compartiera la pena de la Pasión para que así Ella pueda ser la Madre de todos mediante la recreación. Ella fue su ayudadora en la Redención por su compasión. Y así como todo el mundo está sujeto a Dios por su suprema pasión, así está sujeto a la Señora de todos por su compasión (San Alberto Magno).
Su mismo nombre, María, significa Señora, proclamada así por los Padres y los Santos en la tradición, desde antiguo (Pío XII, Ad Coeli Reginam)
Ella fue siempre aclamada por la Iglesia como Señora de todos los cristianos (Gregorio II, Séptimo Concilio Ecuménico). María es la Dueña, Dominadora y Señora de todo ( Padres y Santos, citados por Pío XII):
María es la Reina que está a la diestra del Rey, vestida con mantos dorados, muy engalanada, con esa frase bíblica comienza la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo.
María Santísima es Reina de los Ángeles, de los Patriarcas, de los Profetas, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes, y de todos los Santos (Letanías Lauretanas).
Ella, gloria de los profetas y los apóstoles, y honra de los mártires, alegría y corona de todos los santos; (Beato Pío IX, Ineffabilis Deus). Ella es Nuestra Gloriosa Señora (Benedicto XV, Gloriosa Domina).
María Santísima es la Reina del Sacratísimo Rosario, el arma invencible de todos los tiempos
Tan pronto se instituyó el Rosario, inmediatamente penetró en todas las clases de la sociedad y se divulgó en todas partes. Y el pueblo cristiano que tiene variadas maneras de honrar a la Virgen, siempre lo prefirió especialmente y se lo ofreció pública y privadamente, en casas y en familias formando comunidades, dedicándole altares y realizando procesiones puesto que en el Rosario se encierra y compendia el culto que se le debe. (León XIII)
El Rosario produce siempre nuevos y dulces frutos de piedad (León XIII). Creemos que Ella misma, como Celestial Reina ha concedido gran eficacia a tal modo de orar por el hecho de que haya sido introducido y propagado –inspirado por Ella- por el glorioso Santo Domingo en tiempos sumamente adversos al cristianismo, semejantes a los nuestros, como arma poderosísima para desbaratar a los enemigos de la fe (León XIII).
Numerosos signos muestran como María ejerce también hoy, a través de esta oración, su solicitud materna para con todos sus hijos. En los últimos dos siglos, María, la Madre de Cristo, ha hecho notar su presencia y su voz para exhortar al Pueblo de Dios a recurrir al Rosario (Juan Pablo II). Por eso el amado San Pío de Pietralcina nos dejó este testamento: “Rezad y haced rezar el Rosario, amad y haced amar a María”.
María Santísima es Reina del mundo, de la familia y de la Paz
María Santísima fue coronada por el Papa Pío XII como Reina del mundo y de la Paz, en la Capelinha de Fátima y en el icono Salud del pueblo romano. Reina de la Paz fue proclamada por Benedicto XV, y Reina de la Familia por Juan Pablo II. A Ella rogamos por el mundo, por la paz y por la familia.
La Virgen Nuestra Señora, Regina Mundi, Regina Pacis, está repitiendo por el mundo, el seguro camino de la paz y los medios para obtenerla del cielo, dado que tan poco se puede confiar en los medios humanos: El Rosario en familia y la imitación de la Sagrada Familia de Nazaret; el amor al prójimo con la oración y el sacrificio, por la concordia de las clases sociales; y el retorno a la vida cristiana, la paz con Dios y el respeto por la ley eterna, por la construcción de la paz mundial.
Ponemos nuestras esperanzas en la poderosísima intercesión de la Virgen, invocándola incesantemente para que se digne adelantar la hora en que de un extremo al otro de la tierra se cumpla el himno angélico: ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad! (Pío XII)
María Santísima es nuestra Madre y Reina en sus innumerables títulos, y que la veneramos en infinidad de iconos e imágenes
A María Santísima alabamos y rogamos en las santísimas imágenes de toda la redondez de la tierra en templos y Capillas como en las casas de familia, y sobre todo en los magníficos iconos del Oriente Cristiano, y en las imágenes prodigiosas y milagrosas que se veneran en Occidente, muchas de ellas coronadas por los Sumos Pontífices y los obispos.
María Santísima es Rosa Mística del paraíso (León XIII). Ella es Salud para los cuerpos afligidos y atormentados por las enfermedades, Salud también para las almas, Salud de cada uno de nosotros sus hijos, y de todo el pueblo cristiano, al que le ha manifestado su defensa y protección en las desgracias y calamidades (Pío XII).
Ella es Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Icono milagroso de la Pasión) la Madre de la Divina Providencia, la Sede de la Sabiduría y la Causa de nuestra Alegría, (Letanías Lauretanas).
A Ella suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas (Salve Regina): como Consuelo de los afligidos, Refugio de los pecadores, y Auxilio de los Cristianos (Letanías Lauretanas), porque por Ella lleva a todos los enfermos el remedio, luce para los que viven en tinieblas el sol de justicia y es áncora y puerto segurísimo para cuantos sufren los embates de la
Que Dios manifestó su voluntad de instaurar en el mundo la devoción a su Corazón Inmaculado
Así lo expresó en Fátima la Señora del Rosario, y así lo creyeron e impulsaron muchos cristianos encabezados por los Sumos Pontífices.
El Corazón de María, la Madre de Dios y Madre nuestra, es el Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la Adorable Trinidad y digno de toda la veneración y ternura de los Ángeles y los hombres, el corazón más semejante al de Jesús, cuya imagen más perfecta es María; Corazón lleno de bondad y en gran manera compasivo de nuestras miserias! (Pío VII, 18 de agosto 1807).
El Purísimo Corazón de María es tierno, sensibilísimo, solícito, generoso, compasivo, amantísimo, afligido, angustiado, zarandeado, fatigado, martirizado, atravesado, amargado (Pío VII, 14 de enero de 1815).
Nada se ha de temer, de nada hay que desesperar, si la Virgen Santa nos guía, patrocina, favorece y protege, pues tiene un Corazón maternal, y ocupada de nuestra salvación se preocupa de todo el linaje humano.(Beato Pío IX).
Por eso renovamos y ratificamos en nuestros corazones y hogares, la consagración al Inmaculado Corazón de María, que en respuesta a sus llamados de Fátima, realizaron los Papas Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II, y rogamos que se acelere la ahora de su triunfo, y del triunfo del Reino de Dios (Pío XII, 13 de mayo de 1946),
El honor de la Santa Madre de Dios fue muchas veces ultrajado a través de los siglos cristianos. Esas ofensas tuvieron indefectiblemente el rechazo de la Iglesia, y, en mayor o menor medida, el condigno desagravio.
También en nuestros tiempos es afrentada María Santísima, con afrentas más feroces, seguramente en razón de ser éstos “sus tiempos” según lo afirmaron los Sumos Pontífices, cuando Ella está mostrando su Realeza y Señorío al mundo. Por otra parte, los ataques actuales revisten sin duda más gravedad porque simultáneamente se ignoran –se minimizan o silencian- sus grandezas, y se pretende olvidar el lugar que Dios le diera en los tiempos y en la eternidad.
Por esos desgraciados motivos, cumpliendo con el sagrado deber de defender su honor, por voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, y según la consigna dada solemnemente por el Papa Pablo VI en estos tiempos aciagos, de “mantener bien alto el nombre y el honor de María” (21 de nov. de 1964, clausura de la IIIª sesión del Concilio Vaticano II); y consecuentes con la afirmación del Cardenal Luigi Ciappi OP, teólogo papal de los Sumos Pontífices Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, cuando decía que “la obra maestra del supremo Artífice, cual es la Madre de Dios, es un Misterio de belleza espiritual, de prerrogativas y glorias tan sublime que únicamente la luz de la Divina Revelación es capaz de manifestárnoslo dignamente."
Por tanto debemos buscar esos rayos de luz superior en el Magisterio de la Iglesia y en la Tradición, para concentrarnos en la imagen de la “úmile et alta piú che creatura” -la más humilde y más alta criatura- (Dante).
Impulsados por el deseo de que sean recordadas, meditadas y difundidas las enseñanzas de la Iglesia sobre la Virgen María, en la voz de sus Padres y Doctores, y del Magisterio, para desagravio de su Corazón Inmaculado,presentamos las siguientes confesiones:
María Santísima fue predestinada por el Altísimo desde toda la eternidad
El inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, habiendo previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la transgresión de Adán, y habiendo decretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, llevar a cabo la primitiva obra de su misericordia, con plan todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el Segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de Ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola Ella se complació con señaladísima benevolencia. (Beato Pío IX, Const. Ap. Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854).
El Altísimo la predestinó desde la eternidad para Madre del Verbo encarnado. Por eso entre las maravillas de los tres órdenes, de naturaleza, de gracia y de gloria, la distinguió de forma tal que con razón entiende la Iglesia que se refiere a María el oráculo divino: “Yo salí de la boca de Dios como la primogénita y más privilegiada criatura”.(León XIII).
Y dice San Bernardo: “El Ángel fue enviado a María...” María no fue hallada por casualidad, sino elegida desde el principio de los tiempos, preconizada y preparada para Sí por el Altísimo, custodiada por los Ángeles, preseñalada a los Patriarcas, prometida por los profetas.
María Santísima fue concebida sin pecado
La Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano. (ibídem, definición dogmática).
María, toda hermosa e inmaculada, trituró la venenosa cabeza de la cruelísima serpiente, y trajo la salud al mundo (ibidem)
Los Padres y escritores de la Iglesia, adoctrinados por las divinas enseñanzas, jamás (habían dejado) de llamar a la Madre de Dios o lirio entre espinas, o tierra absolutamente intacta, virginal, sin mancha , inmaculada, siempre bendita, y libre de toda mancha de pecado, de la cual se formó el nuevo Adán; o paraíso intachable, vistosísimo, amenísimo de inocencia, de inmortalidad y de delicias, por Dios mismo plantado y defendido de toda intriga de la venenosa serpiente; o árbol inmarchitable, que jamás carcomió el gusano del pecado; o fuente siempre limpia y sellada por la virtud del Espíritu Santo; o divinísimo templo o tesoro de inmortalidad, o la única y sola Hija no de la muerte, sino de la vida, germen no de la ira, sino de la gracia, que, por singular providencia de Dios, floreció siempre vigoroso de una raíz corrompida y dañada, fuera de las leyes comúnmente establecidas.
Ella es la Inmaculada Concepción. De este modo se llamó a SÍ misma en Lourdes, con el nombre que le había dado Dios desde la eternidad: sí, desde toda la eternidad la escogió con este nombre, para ser la Madre de su Hijo, el Verbo Eterno (Juan Pablo II, 10 de febrero de 1979.)
María Santísima es la Toda Santa, de santidad perfecta
Proclamamos que la inmunidad de María “de toda mancha de pecado original” no fue más que la aureola radiante, no velada por niebla alguna de culpa ni inclinación a ella en su larga jornada sobre la tierra. (Card. Luigi Ciappi OP, teólogo de la Casa Pontificia durante los últimos cinco pontificados).
Dios colmó a María tan maravillosamente de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de los Ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado, y toda hermosa y perfecta, manifestó la plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor, después de Dios, y nadie puede imaginar fuera de Dios.
Y por cierto era convenientísimo que brillase siempre adornada de los resplandores de la perfectísima santidad y que reportase un total triunfo de la antigua serpiente, enteramente inmune aún de la misma mancha de la culpa original. (Beato Pío IX Ineffabilis Deus)
Esta sobreabundancia de la gracia –el más eminente de todos sus privilegios innumerables- es lo que eleva a la Virgen muy por encima de todos los hombres y de todos los Ángeles, y la aproxima más a Cristo que cualquier otra criatura- (León XIII, Encíclica Magna Dei Matris, 8 de sept. de 1892).
Por eso con San Efrén nos dirigimos a Cristo y exclamamos: Sólo Tú y tu Madre tenéis la gracia de la perfecta belleza, porque no hay mancha en Ti ni mancha hay en tu Madre, y a Ella cantamos con el fervor de los maronitas: ¡Oh azucena espléndida y rosa de delicada fragancia, el aroma de tu santidad perfumó toda la tierra, ruega para seamos el agradable aroma de Cristo y lo extendamos por toda la tierra! (Misa Maronita).
María Santísima es verdadera Madre de Dios
La gloriosa Virgen María es Madre de Dios, pues dio a luz según la carne al Verbo de Dios encarnado (Concilio de Éfeso, definición dogmática).
María fue predestinada en la mente de Dios antes que toda criatura, para que, Virgen castísima entre todas las mujeres, engendrase de su propia carne al mismo Dios, y Reina del Cielo después de su Hijo, reinase gloriosa sobre todo lo creado (San Bernardino de Siena).
María es Aquélla a quien el Eterno confirió la plenitud de su gracia y elevó a tan excelsa dignidad. Y sabemos que de esta divina maternidad procede su gracia singularísima y su dignidad suprema después de Dios, y, en cuanto a que es su Madre, posee una cierta dignidad infinita, por ser Dios un bien infinito (Sto Tomás de Aquino).
Sabemos que Ella, por ser Madre de Dios, posee una excelencia superior a la de todos los Ángeles, aún a la de los serafines y querubines. Sabemos que por ser Madre de Dios es purísima y santísima, tanto que después de Dios no puede imaginarse mayor pureza y santidad. Sabemos que por ser Madre de Dios cualquier privilegio concedido a cualquier santo en el orden de la gracia santificante, lo posee María mejor que nadie (Cornelio a Lápide, Pío XII). porque Dios enriqueció con dones correspondientes a tal oficio a Ella, la Toda Santa, que fue como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura (Vaticano II).
Y al consagrar y fecundar su virginidad, el Espíritu Santo la transformó en el Aula del Rey, Templo y Tabernáculo del Señor, Arca de la Alianza, Arca de la Santificación (Pablo VI, Marialis Cultus).
María Santísima es Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad
María es la excelente obra maestra del Altísimo, de la cual Él se ha reservado el conocimiento y la posesión (San Bernardino). Ella es la Madre Admirable del Hijo, Jesucristo, que la ama en su Corazón Sacratísimo más que a todos los Ángeles y los hombres, Ella es la fuente sellada y la Esposa fiel del Espíritu Santo, en la que no hay quien entre sino Él.
Ella es el Santuario y reposo de la Santísima Trinidad, donde Dios está más magnífica y divinamente que en ningún otro lugar del Universo, sin exceptuar su morada sobre los querubines y serafines (San Luis María Grignion de Montfort).
Confesamos que María es la Hija del divino Padre, la Madre del Verbo divino, y la Esposa del Espíritu Santo, la llena de gracia, de virtud y de dones celestiales, templo purísimo de la Santísima Trinidad. (Beato Pío IX, Oración a Nuestra Señora de la Piedad)
Por eso decimos con los santos: María es el grande y divino mundo de Dios, donde hay bellezas y tesoros inefables. Ella es la magnificencia del Altísimo, donde Él ha escondido, como en su seno, a su Hijo único, y en Él todo lo que hay de más excelente y precioso. (San Luis María G. de M).
Que María Santísima es Madre nuestra
Confesamos también la dulce y suave verdad de que habiendo dado a luz al Redentor del género humano, María es también Madre benignísima de todos nosotros, hermanos de su Hijo, que peregrinamos y nos debatimos entre angustias y luchamos contra el pecado hasta que seamos llevados a la patria feliz (Pío XI, Enc.Lux Veritatis, 25 de dic. De 1931).
En la hora última de su vida pública, cuando otorgaba el Testamento de la Nueva Alianza y lo sellaba con su Sangre divina, Jesús confió su Madre al discípulo amado, con estas dulcísimas palabras: He ahí a tu Madre (León XIII, Augustíssimae), Nadie estará en grado de alcanzar el sentido (pleno) de estas palabras del Evangelio de San Juan, sino el que como él, repose en el pecho de Jesús, y reciba de Jesús a María para que sea su Madre, puesto que todo el que es perfecto, ya no vive él mismo, sino que en él vive Cristo (Orígenes, siglo III).
En la persona de Juan, según el constante sentir de la Iglesia, Cristo ha designado a todo el género humano, pero más especialmente a los que están unidos en la fe (León XIII, Adjutricem populi).
Y porque es nuestra Madre nos confiamos completamente a su bondad y misericordia, animados del vivo deseo de imitar sus bellísimas virtudes y le hacemos donación entera e irrevocable de todo nuestro ser. Le pedimos nos conceda su maternal protección por todo el curso de nuestra vida, y particularmente en la hora de la muerte. (San Juan Bosco).
María Santísima es Madre y Reina de la Iglesia
María Santísima es Madre de la Iglesia, es decir de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa. (proclamación de Paulo VI, 21 de nov. de 1964, clausura de la 3ª sesión del Vaticano II).
María, constituida por Jesucristo en Madre de todos los hombres cuando la designó en la persona de Juan a todo el género humano, recibió con espíritu generoso ese singular y trabajoso legado, comenzando a cumplir su elevada misión en el Cenáculo. Ella fue ayuda y sostén de la Iglesia naciente por la santidad de su ejemplo, la autoridad de sus consejos, la dulzura de su consuelo, y la eficacia de sus plegarias ferventísimas. Desde entonces se mostró verdaderamente Madre de la Iglesia, y fue verdadera Maestra y Reina de los Apóstoles, a los cuales hizo partícipes de los divinos oráculos que conservaba en su Corazón (León XIII).
La importancia del principio mariano de la Iglesia ha sido evidenciada, después del Concilio, por el Papa Juan Pablo II, coherentemente con su lema: Totus tuus. En su enfoque espiritual y en su incansable ministerio se puso de manifiesto a los ojos de todos la presencia de María como Madre y Reina de la Iglesia (Benedicto XVI, 25 de marzo de 2006). El Santo Padre agrega al título de Madre, el de Reina, conforme al sentir de la Tradición, expresado por San Antonio de Padua, llamado el Doctor Evangélico, y repetido por el llamado Doctor Mariano San Alfonso María de Ligorio: Dios ha puesto su toda la Iglesia no sólo bajo el patrocinio, sino bajo el dominio de Nuestra Señora (San Alfonso María de Ligorio, Las Glorias de María)
Con Pablo VI la invocamos: Tú Socorro de los obispos, protege y asístelos en su misión apostólica. Asiste a todos los que colaboran con ellos: sacerdotes, religiosos y seglares. Acuérdate del pueblo cristiano que se confía a Ti. Mira con ojos benignos a nuestros hermanos separados y dígnate unirlos, Tú que has engendrado a Cristo, puente de unión entre Dios y los hombres.
Haz que toda la Iglesia pueda elevar al Dios de las misericordias el majestuoso himno de alabanza y agradecimiento, de gozo y de alegría, puesto que grandes cosas ha obrado el Señor por medio de Ti, ¡oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! (Pablo VI, oración luego de la proclamación).
María Santísima es la Virgen perfecta y perpetua
En la plenitud de los tiempos, la Bienaventurada Virgen María concibió virginalmente, del Espíritu Santo, al Verbo de Dios, engendrado desde antes de todos los siglos por Dios Padre, y que sin pérdida de su integridad le dio a luz, conservando indisoluble su virginidad después del parto (Definición dogmática, Concilio de Letrán). Como lo había profetizado Ezequiel: María es la puerta oriental del templo, que no fue abierta ni se abrirá jamás, y el Señor, sin abrirla, la traspasó.(Ez 44, 1-4 ).
Fue Virgen no sólo de cuerpo, sino también de espíritu (San Ambrosio). Por ello nos complacemos en aclamarla como Virgen perpetua y perfecta, antes del parto, en el parto y después del parto (Paulo IV, 1555). Como lo expresan –con delicadeza y belleza- los sagrados íconos del Oriente, en los que la Virgen Santísima aparece con tres estrellas en su Manto, una sobre el hombro derecho, otra sobre la frente, y la tercera sobre el hombro izquierdo: La Aciparthénos, La siempre Virgen: antes, durante y después del parto.
El Nacimiento de Jesucristo fue milagroso. Por lo tanto, no quebrantó su virginidad, antes la consagró (Vaticano II, Lumen Gentium) porque el Señor Niño salió de su Purísimo seno como un rayo de sol traspasa un cristal, sin romperlo ni mancharlo, afirmaron Padres y doctores, expresión que quedó para siempre al asumirla el Catecismo de San Pío X, y así lo proclama la Liturgia (lex orandi, lex credendi; la ley de la oración es la ley de la fe): “Sicut sidus radium, profert virgo filium, pari forma” (Como un rayo del cielo, de manera semejante, da a luz la virgen al Hijo).
¡Milagroso! Entre júbilo da María a luz a un Niño, que es más antiguo que la creación, y no yace agotada y pálida por los dolores del parto. María da a luz a su Niño no entre dolores, sino entre alegrías (Obispo Zenón de Verona, contemporáneo de San Ambrosio).
Y de esa enseñanza de fe de la Iglesia de veinte siglos, se desprende que el parto virginal de María se cumplió no sólo sin molestias ni dolores por ser la Inmaculada de Dios, sino en un éxtasis y entre fulgores celestiales. Como pinta el Nacimiento del Mesías el gran Fray Luis de León: En resplandores de santidad del vientre y de la aurora.
Y agrega Kattum: El parto virginal se asemeja al Nacimiento del Verbo de Dios del seno del Padre: luz de luz ( Y repite la expresión del Catecismo: el rayo de sol que atraviesa el cristal)
Así nos lo dicen también los relatos unánimes de los místicos de todos los tiempos. ¿Es que podía nacer de otra forma el Hijo de Dios?
San Antonio de Padua, el Doctor Evangélico, nos completa la enseñanza de la Iglesia sobre el misterio de la Madre Virgen: En María hubo un doble alumbramiento: en su cuerpo y en su espíritu. Dio a luz a Jesús con alegría y sin dolor. Y al pie de la cruz, traspasada su alma de compasión, engendró para el cielo, entre sufrimientos inexplicables, a todos los cristianos.
María Santísima, al término de su vida terrena, fue Asunta en cuerpo y alma a los Cielos
La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrestre fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. (Pío XII, 1º de nov. de 1950, Const. Ap. Munificientíssimus Deus, definición dogmática).
Y al creer, con todo el fervor de nuestra fe, en ésa su asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde es aclamada Reina por todos los coros de los Ángeles y por toda la legión de los santos, nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que la ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofrecerle el aliento de nuestra devoción y de nuestro amor. (Pío XII, oración después de la proclamación dogmática).
Dice el Señor: Yo llenaré de gloria el solio de mis pies. Los pies del Señor significan aquí su humanidad. Y el solio de la humanidad del Señor fue la Bienaventurada Virgen María, de quien asumió la Humanidad, solio que glorificó tal día como hoy, pues la exaltó sobre los coros de los Ángeles.
Claramente con esto se tiene que la Bienaventurada Virgen fue trasladada en cuerpo, porque fue el solio de los pies del Señor, por lo de aquello del salmo: “Oh Señor, levántate y ven al lugar de tu morada, tú y el arca de tu santificación” Se levantó el Señor, cuando se remontó a la diestra del Padre. Se levantó el arca de su santidad, cuando en este día, la Virgen Madre fue arrebatada al tálamo celeste (San Antonio de Padua, sermón de la Asunción citado por Pío XII en la Constitución Dogmática).
En María el alumbramiento ha guardado intacta su virginidad, y cuando abandona la vida, su cuerpo es conservado, y lejos de desaparecer se convierte en un tabernáculo más puro y más divino sobre el que la muerte no ejerce más poder, y que subsiste por los siglos de los siglos. Era justo que así como Dios había descendido hacia Ella, Ella fuera elevada a un tabernáculo más alto y más precioso, el mismo cielo. Era necesario que Ella que había dado asilo en su seno al Verbo de Dios, fuera colocada en los divinos tabernáculos de su Hijo. Era necesario que siendo la Esposa elegida por Dios viviese en la morada del cielo (San Juan Damasceno).
María Santísima fue constituida Corredentora junto al Redentor
Por la naturaleza de su obra, el Redentor debió asociar a su Madre a su obra. Por esta razón la invocamos con el titulo de Corredentora. Ella nos dio al Salvador, lo acompañó en la obra de la Redención hasta la Cruz misma, compartiendo con Él los dolores de la agonía y de la muerte en la que Jesús consumó la Redención de la humanidad. Y muy unida a Él, en los últimos momentos de su vida, Ella fue proclamada por el Redentor como nuestra Madre, como la Madre de todo el Universo. (Pío XI, Alocución a los peregrinos de Vicenza, 30 de nov. de 1933). Porque como dice San Buenaventura: Tal como Adán y Eva fueron los destructores de la raza humana, así Jesús y María fueron sus reparadores.
Cuando María se ofreció a Dios completamente, junto a su Hijo en el templo, ya participaba con Él de la dolorosa expiación a favor del género humano. Es, por tanto cierto, que Ella participó en las mismas profundidades de su alma con sus más amargos sufrimientos y con sus tormentos. Finalmente fue ante los ojos de María que se consumó el divino Sacrificio, para el cual había dado a luz y criado a la víctima (León XIII, Enc. Jucunda semper, 1894).
Ella estuvo en el Calvario por divina disposición. En comunión con su Hijo doliente y agonizante, soportó el dolor y casi la muerte, abdicó sus derechos de Madre sobre su Hijo para conseguir la salvación de los hombres y para apaciguar la ira divina, y en cuanto de Ella dependía, inmoló a su Hijo (Benedicto XV, Carta Apostólica Inter. Sodalicia, 22 de mayo de 1918)).
A consecuencia de esa unión en el sufrimiento e intención existente entre Cristo y María, ella mereció ser dignamente la reparadora del mundo perdido y, por ende, la dispensadora de todos los favores que Jesús nos adquirió con su muerte y con su sangre. Ella nos merece “de congruo”, como dicen, lo que Cristo nos mereció “de condigno” (San Pío X, Enc. Ad diem Illum, 1904).
Porque en ese sacrificio había dos altares, uno en su Corazón, otro en el Cuerpo de Cristo. Cristo inmolaba su Cuerpo, Ella inmolaba su alma (Juan Pablo II). Por ello la reconocemos como la Corredentora del linaje humano (León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan Pablo II).
María Santísima es la Medianera de todas las Gracias
María es justamente invocada como la Mediadora de las Gracias (Juan Pablo II, 17 de sept. de 1989 discurso en Orte, Italia)
¡María es la Dispensadora de las Gracias de Dios! (Oficio de los Griegos) Ella fue llamada por la augustísima Trinidad para intervenir en todos los misterios de la misericordia y del amor, y fue constituida Dispensadora de todas las gracias. (San Pío X).
María es la Tesorera y Dispensadora de las misericordias de Dios, Y su Purísimo Corazón está repleto de caridad, de dulzura y de ternura para con nosotros pecadores. (Beato Pío IX, oración a Nuestra Señora de la piedad).
Ella recibe totalmente la oculta gracia del Espíritu y ampliamente la distribuye. La Madre es la dispensadora y dispensadora de todos los maravillosos dones increados del divino Espíritu (Teófano de Nicea).
Mi Santísima Señora, Madre de Dios, llena de gracia, Vos sois la gloria de nuestra naturaleza, el canal de todos los bienes, la Reina de todas las cosas después de la Trinidad, la Mediadora del mundo después del Mediador; Vos sois el puente que une la tierra con el cielo, la llave que nos abre las puertas del paraíso, nuestra Abogada, nuestra Mediadora. Mirad mi fe, mirad mis piadosos anhelos y acordaos de vuestra misericordia y de vuestro poder (San Efrén).
María Santísima es la Abogada del pueblo de Dios
Esta Virgen excelsa, que es Madre de vuestro Juez y vuestro Dios, ésta es la Abogada del género humano, idónea, que puede cuanto quiere delante de Dios; sapientísima, que sabe todos los modos de aplacarle; universal, que a todos acoge y no rehusa defender a ninguno (Santo Tomás de Villanueva)
María es nuestra Abogada, que por ser la Madre de Jesús, jamás deja de ser oída (San Buenaventura) Acercándose Ella al trono de su Divino Hijo, como Abogada pide, como Esclava ora, y como Madre manda (Pío VII, Breve “Tanto studio”19 de febrero de 1805).
Con el Beato Juan XXIII nos emocionamos al invocarla: Oh María, Tú ruegas con nosotros. Lo sabemos. Lo sentimos. ¡Oh, qué realidad más deliciosa, qué gloria más soberana ! (Juan XXIII, Diario de un alma)
Y a Ella clamamos según el sentir más profundo de la Iglesia:
Señora, lo que pueden obtener las intercesiones de todos los santos unidos con Vos, bien puede obtenerlo vuestra intercesión sola, sin ayuda de ellos.
Y ¿por qué Vos sola sois tan poderosa? Porque Vos sola sois la Madre de nuestro salvador, Vos la Esposa de Dios, Vos la Reina Universal del cielo y de la tierra.
Si Vos no habláis por nosotros, ningún santo abogará a favor nuestro. Pero si Vos oráis, todos los santos tendrán empeño en orar por nosotros y socorrernos (San Anselmo).
Tú eres tan poderosa delante de Dios, que, como canta Dante Alighieri, quien deseando la gracia, no recurre a Ti, pretende volar sin alas (Pío XII).
¡Ea pues Señora, Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre! (Salve Regina).
María Santísima es la Omnipotencia Suplicante
El Papa de la paz, Benedicto XV, exclamaba: ¡Te hemos tomado por nuestra Patrona, porque Tú, la Virgen Madre, entre muchos títulos gloriosos, con razón has recibido el de Omnipotencia Suplicante!
Leemos en las Glorias de María, del Doctor Mariano San Alfonso María de Ligorio: Tanto os ha ensalzado el Señor, Virgen Santa, que, con su favor, podéis obtener a vuestros devotos todas las gracias posibles; porque vuestra protección es omnipotente, añade Cosme de Jerusalén.
Sí, omnipotente es María –añade Ricardo de San Lorenzo- porque según las leyes, de los mismos privilegios gozan las reinas que los reyes. Siendo pues, igual el poder del Hijo y de la Madre, por ser omnipotente el Hijo, ha hecho omnipotente a la Madre- Y explica San Alfonso: El Hijo es omnipotente por naturaleza, la Madre es omnipotente por gracia, y en tal modo es verdad de cuanto pide la Madre nada le niega el Hijo, como le fue revelado a Santa Brígida, la cual entendió que Jesús, hablando un día con su Madre, le dijo así: Madre mía, ya sabes cuánto te amo, pídeme cuanto quieras, pues sea lo que fuera, tus ruegos no pueden ser desoídos, y es delicada la razón que alega: Madre, cuando vivías en la tierra nada te negaste de hacer por amor mío, ahora que estamos en el cielo es razón que yo nada me niegue a hacer de lo que Tú quieres. Se llama pues omnipotente María en el modo que puede entenderse una criatura, la cual no es capaz de un atributo divino. Así Ella es omnipotente porque con sus ruegos puede cuanto quiere (San Alfonso María de Ligorio, Las Glorias de María)
María, situada a la derecha de su unigénito Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, alcanza con sus valiosísimos ruegos maternales, y encuentra lo que busca, y no puede quedar decepcionada (Beato Pío IX, Ineffabilis Deus).
María tiene, en su calidad de Madre del Altísimo un poder igual a su querer. Ella no puede dejar de ser atendida porque Dios condesciende en todo y por todo al querer de su buena Madre. Ella nos salvará por sus plegarias, la inteligencia es incapaz de concebir el poder de su intercesión. (San Germán de Constantinopla).
Por eso dice San Bernardo: ¿Tienes que acudir al Padre, busca al Mediador que es Jesús. ¿Pero es que también temes a Éste? Pues acude a María, que siempre es escuchada por la reverencia de Madre.
María Santísima es Auxiliadora y Socorro para todos sus hijos
María es refugio segurísimo de todos los que peligran, fidelísima auxiliadora y poderosísima mediadora y conciliadora de todo el orbe de la tierra ante su unigénito Hijo; Ella, gloriosísimo ornato de la Iglesia santa, firmísimo baluarte que destruyó siempre todas las herejías, y libró siempre de las mayores calamidades de todas clases a los fieles y a las naciones. (Beato Pío IX, Ineffabilis deus)
Ella siempre ha librado al pueblo cristiano de las calamidades, los enemigos y la muerte. Su auxilio ha sido continuo, oportunísimo según la variedad de los tiempos, y lleno de maravillosa suavidad (Beato Pío IX).
Oh María, ¡Tú eres verdaderamente espléndida Auxiliadora de los Cristianos! Acudimos a Ti, a fin de que seas propicia a muestras plegarias, y otórganos el implorado socorro, Tú que también mereciste ser llamada nuestro Socorro (León XIII).
María Santísima es la Señora del Santísimo Sacramento
María es Nuestra Señora del Santísimo Sacramento (San Pedro Julián Eymard, San Pío X). A Ella debemos rendir muchas acciones de gracias, pues el Cuerpo de Cristo que Ella engendró y llevó en su seno, que envolvió en pañales, que alimentó con solicitud materna, es el mismo Cuerpo que recibimos en el altar. No hay palabras humanas que sean capaces de alabarla dignamente porque de Ella tomó su carne el Mediador entre Dios y los hombres.
Cualquier honor que le pudiésemos dar, está por debajo de sus méritos, ya que Ella nos ha preparado en su castísimo seno la Carne inmaculada que alimenta nuestras almas. Eva comió un fruto que nos privó del eterno festín, y María nos presenta otro que nos abre la puerta del banquete celestial (San Pedro Damián).
Cuando, en la Visitación, llevó en su seno el Verbo hecho carne, se conviertió de algún modo en «tabernáculo» –el primer «tabernáculo» de la historia– donde el Hijo de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como «irradiando» su luz a través de los ojos y la voz de María. María y Eucaristía son inseparables. Por eso, el recuerdo de la Virgen en el celebración eucarística es unánime, ya en la antigüedad, en las Iglesias de Oriente y Occidente. (Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristía, Jueves Santo del 2004)
María Santísima es Reina y Señora de todo lo creado
Cristo es Señor de todo por haber creado todas las cosas, y Ella es Señora de todas esas cosas porque las ha elevado a su dignidad original por la Gracia que mereció (discípulo de San Anselmo, citado por Pío XII en su Enc. Ad Coeli Reginam). Pero Cristo, además de ser Señor y Rey por naturaleza, lo es por conquista y María fue asociada a Él en esta conquista que es la redención (Pío XII, ibídem).
Cristo quiso que María compartiera la pena de la Pasión para que así Ella pueda ser la Madre de todos mediante la recreación. Ella fue su ayudadora en la Redención por su compasión. Y así como todo el mundo está sujeto a Dios por su suprema pasión, así está sujeto a la Señora de todos por su compasión (San Alberto Magno).
Su mismo nombre, María, significa Señora, proclamada así por los Padres y los Santos en la tradición, desde antiguo (Pío XII, Ad Coeli Reginam)
Ella fue siempre aclamada por la Iglesia como Señora de todos los cristianos (Gregorio II, Séptimo Concilio Ecuménico). María es la Dueña, Dominadora y Señora de todo ( Padres y Santos, citados por Pío XII):
María es la Reina que está a la diestra del Rey, vestida con mantos dorados, muy engalanada, con esa frase bíblica comienza la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo.
María Santísima es Reina de los Ángeles, de los Patriarcas, de los Profetas, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes, y de todos los Santos (Letanías Lauretanas).
Ella, gloria de los profetas y los apóstoles, y honra de los mártires, alegría y corona de todos los santos; (Beato Pío IX, Ineffabilis Deus). Ella es Nuestra Gloriosa Señora (Benedicto XV, Gloriosa Domina).
María Santísima es la Reina del Sacratísimo Rosario, el arma invencible de todos los tiempos
Tan pronto se instituyó el Rosario, inmediatamente penetró en todas las clases de la sociedad y se divulgó en todas partes. Y el pueblo cristiano que tiene variadas maneras de honrar a la Virgen, siempre lo prefirió especialmente y se lo ofreció pública y privadamente, en casas y en familias formando comunidades, dedicándole altares y realizando procesiones puesto que en el Rosario se encierra y compendia el culto que se le debe. (León XIII)
El Rosario produce siempre nuevos y dulces frutos de piedad (León XIII). Creemos que Ella misma, como Celestial Reina ha concedido gran eficacia a tal modo de orar por el hecho de que haya sido introducido y propagado –inspirado por Ella- por el glorioso Santo Domingo en tiempos sumamente adversos al cristianismo, semejantes a los nuestros, como arma poderosísima para desbaratar a los enemigos de la fe (León XIII).
Numerosos signos muestran como María ejerce también hoy, a través de esta oración, su solicitud materna para con todos sus hijos. En los últimos dos siglos, María, la Madre de Cristo, ha hecho notar su presencia y su voz para exhortar al Pueblo de Dios a recurrir al Rosario (Juan Pablo II). Por eso el amado San Pío de Pietralcina nos dejó este testamento: “Rezad y haced rezar el Rosario, amad y haced amar a María”.
María Santísima es Reina del mundo, de la familia y de la Paz
María Santísima fue coronada por el Papa Pío XII como Reina del mundo y de la Paz, en la Capelinha de Fátima y en el icono Salud del pueblo romano. Reina de la Paz fue proclamada por Benedicto XV, y Reina de la Familia por Juan Pablo II. A Ella rogamos por el mundo, por la paz y por la familia.
La Virgen Nuestra Señora, Regina Mundi, Regina Pacis, está repitiendo por el mundo, el seguro camino de la paz y los medios para obtenerla del cielo, dado que tan poco se puede confiar en los medios humanos: El Rosario en familia y la imitación de la Sagrada Familia de Nazaret; el amor al prójimo con la oración y el sacrificio, por la concordia de las clases sociales; y el retorno a la vida cristiana, la paz con Dios y el respeto por la ley eterna, por la construcción de la paz mundial.
Ponemos nuestras esperanzas en la poderosísima intercesión de la Virgen, invocándola incesantemente para que se digne adelantar la hora en que de un extremo al otro de la tierra se cumpla el himno angélico: ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad! (Pío XII)
María Santísima es nuestra Madre y Reina en sus innumerables títulos, y que la veneramos en infinidad de iconos e imágenes
A María Santísima alabamos y rogamos en las santísimas imágenes de toda la redondez de la tierra en templos y Capillas como en las casas de familia, y sobre todo en los magníficos iconos del Oriente Cristiano, y en las imágenes prodigiosas y milagrosas que se veneran en Occidente, muchas de ellas coronadas por los Sumos Pontífices y los obispos.
María Santísima es Rosa Mística del paraíso (León XIII). Ella es Salud para los cuerpos afligidos y atormentados por las enfermedades, Salud también para las almas, Salud de cada uno de nosotros sus hijos, y de todo el pueblo cristiano, al que le ha manifestado su defensa y protección en las desgracias y calamidades (Pío XII).
Ella es Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Icono milagroso de la Pasión) la Madre de la Divina Providencia, la Sede de la Sabiduría y la Causa de nuestra Alegría, (Letanías Lauretanas).
A Ella suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas (Salve Regina): como Consuelo de los afligidos, Refugio de los pecadores, y Auxilio de los Cristianos (Letanías Lauretanas), porque por Ella lleva a todos los enfermos el remedio, luce para los que viven en tinieblas el sol de justicia y es áncora y puerto segurísimo para cuantos sufren los embates de la
Que Dios manifestó su voluntad de instaurar en el mundo la devoción a su Corazón Inmaculado
Así lo expresó en Fátima la Señora del Rosario, y así lo creyeron e impulsaron muchos cristianos encabezados por los Sumos Pontífices.
El Corazón de María, la Madre de Dios y Madre nuestra, es el Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la Adorable Trinidad y digno de toda la veneración y ternura de los Ángeles y los hombres, el corazón más semejante al de Jesús, cuya imagen más perfecta es María; Corazón lleno de bondad y en gran manera compasivo de nuestras miserias! (Pío VII, 18 de agosto 1807).
El Purísimo Corazón de María es tierno, sensibilísimo, solícito, generoso, compasivo, amantísimo, afligido, angustiado, zarandeado, fatigado, martirizado, atravesado, amargado (Pío VII, 14 de enero de 1815).
Nada se ha de temer, de nada hay que desesperar, si la Virgen Santa nos guía, patrocina, favorece y protege, pues tiene un Corazón maternal, y ocupada de nuestra salvación se preocupa de todo el linaje humano.(Beato Pío IX).
Por eso renovamos y ratificamos en nuestros corazones y hogares, la consagración al Inmaculado Corazón de María, que en respuesta a sus llamados de Fátima, realizaron los Papas Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II, y rogamos que se acelere la ahora de su triunfo, y del triunfo del Reino de Dios (Pío XII, 13 de mayo de 1946),
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