lunes, 25 de julio de 2016

LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO PARA EL ENCUENTRO CON JESÚS, SEGÚN LA MADRE TERESA DE CALCUTA


La importancia del silencio para el encuentro con Jesús, según la Madre Teresa de Calcuta
No podemos entrar inmediatamente en la presencia de Dios sin una experiencia de un silencio interior y exterior 


Por: Madre Teresa de Calcuta. Extracto de su libro | Fuente: pildorasdefe.net 




Resulta muy difícil predicar cuando no se sabe cómo hacerlo, pero debemos animarnos a predicar. Para ello, el primer medio que debemos emplear es el silencio. Las almas consagradas a la predicación son almas que se sumergen en un gran silencio. No podemos entrar inmediatamente en la presencia de Dios, sino a condición de que hagamos la experiencia de un silencio interior y exterior. Por eso, hemos de adoptar como propósito especial el silencio de la mente, de los ojos y de la boca

El silencio de la boca nos enseñará muchísimas cosas: a hablar con Cristo; a estar alegres en los momentos de desolación; a descubrir muchas cosas prácticas para decir. En los momentos de desolación, Cristo habla por medio de los demás y en la meditación nos habla directamente. Además, el silencio nos asemeja mucho más a Cristo, puesto que Él siente amor especial por esa virtud.

El silencio de los ojos: Guardemos, entonces, el silencio de los ojos, el cual nos ayudará siempre a ver a Dios. Los ojos son como dos ventanas a través de las cuales Cristo y el mundo penetran en nuestro corazón. Muchísimas veces necesitamos un gran valor para tenerlos cerrados. Cuántas veces decimos: "Qué lástima no haber podido mirar aquello", quedamos entonces preocupados por no poder vencer el deseo de mirarlo todo.

El silencio de la mente y del corazón: la Virgen María "conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón". Este silencio la aproximó tanto al Señor, que nunca tuvo que arrepentirse de nada. Mira cual fue su comportamiento al ver la confusión de San José. Una palabra suya hubiera bastado para poner claridad en su mente; con todo, ella prefirió no decir nada y el propio Señor obró el milagro de rescatar su inocencia. ¡No podríamos encontrar un argumento mejor para convencernos de la necesidad de silencio! Creo que así el camino hacia una más profunda unión con Dios se hace clarísimo.

El silencio nos proporciona una visión nueva de todas las cosas. Necesitamos el silencio para poder acercarnos a las almas. Lo más importante no es aquello que decimos, sino aquello que Dios nos dice y lo que dice a través de nosotros. Jesús está siempre pronto a presentársenos en el silencio. En el silencio, nosotros lo escuchamos, Él habla a nuestro espíritu, y nosotros podemos escuchar su voz.


El silencio interior es sumamente difícil, pero tenemos que esforzarnos por pedirlo. En el silencio hallaremos una nueva energía y una genuina unión con Dios. Su fuerza será nuestra fuerza para poder cumplir bien nuestras tareas, y eso ocurrirá por la unión de nuestro pensamiento con el suyo, por la unión de nuestras acciones con sus acciones, por la unión de nuestra vida con su vida. Todas nuestras palabras serán por completo inútiles a menos que procedan de lo más íntimo de nosotros mismos. Las palabras que no procuran la luz de Cristo no hacen más que aumentar en nosotros la confusión.

Todo esto exigirá mucho sacrificio, pero si efectivamente intentamos orar y queremos sinceramente orar, hemos de estar prontos a hacerlo ahora mismo. Estos son sólo los primeros pasos hacia la plegaria, pero si nos decidimos a darlos con resolución, podremos llegar hasta el último grado: la presencia de Dios.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 25 DE JULIO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Julio 25


Ser perfeccionista, ¿es una virtud o un defecto? Querer que todo salga a la última perfección, ¿está bien o está mal?

Es innato en el ser humano el deseo de evolucionar, de ser cada vez mejor, personal y colectivamente, familiar y socialmente; cuando tu hijito te presenta el cuaderno de deberes, tú le alabas por lo bien realizado, pero lo estimulas a perfeccionarse, a hacerlo cada vez mejor.

Cuando te afeitas o peinas tu cabellera, deseas que quede una perfecta afeitada o un peinado impecable; y así en todas las cosas y en todos los niveles. ¿Por qué solamente en nuestra espiritualidad quedaremos sin el debido desarrollo?

La meta de todo ser viviente es lograr la perfección completa de su vida en todos sus órdenes. Si somos humanos, no nos contentemos con serlo; aspiremos a ser hijos de Dios por la gracia santificante. Eso será llegar a la meta que nos hemos propuesto y, sobre todo, que nos ha señalado el mismo Dios, nuestro padre.

“Ser perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5, 48). “El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera fuese su condición, la santidad de  vida, de la que Él es iniciador y consumador” (LG 40)


* P. Alfonso Milagro

LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA - EXPLICACIÓN


La oración en la vida Cristiana
La oración consiste en elevar el corazón a Dios. Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios. 


Por: Catholic.net | Fuente: www.buenanueva.net 




1.      ¿Qué es la oración?
La oración consiste en elevar el corazón a Dios.  Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios. 

La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. (CIC-C #534)

El esfuerzo de orar diariamente es parte muy importante de la vida cristiana.

2.      ¿Por qué vamos a hablar de oración en un curso de Teología, basado en el Catecismo de la Iglesia Católica?

Porque el Catecismo de la Iglesia Católica dedica una quinta parte (20%) de sus páginas al tema de la oración, en forma muy extensa y explícita.

Son tan detallados los capítulos que el Catecismo dedica a la oración, que hasta trae consejos prácticos para orar y también habla de los errores en que pueden caer los orantes.

Trata todas las formas de oración, inclusive la de la contemplación, que erróneamente se ha creído que está reservada para vocaciones especiales.

Así que, el tratamiento que da el Catecismo de la Iglesia Católica a la oración denota la importancia que le asigna el Magisterio de la Iglesia a este tema.

3.     ¿Cómo se aprende a orar?
Como orar es parte sumamente importancia de la vida cristiana,  es lógico preguntarse ¿cómo orar?

Orar no se aprende de la misma manera de materias que estudiamos, o técnicas que podamos aprender. 

A pesar de que parezca extraño, orar  se aprende orando.  La oración es un don de Dios, pero extrañamente se obtiene orando. 

En la forma de aprender la oración, ésta se parece más bien a la natación o a conducir un carro:  hay que nadar para aprender a nadar, y para aprender a manejar un vehículo  hay que manejarlo.


4.      ¿Qué impulsa a las personas a orar?
Lo que de veras impulsa a las personas a orar es el deseo de Dios.  Dios nos ha creado para El.  Dios ha impreso en nosotros la necesidad de comunicarnos con El.  Eso es la oración. 

Aquéllos que no les gusta mucho la espiritualidad o el contacto con Dios, si les llega un momento de impotencia o angustia o soledad, es en esa situación cuando de manera casi natural y sin pensarlo mucho, claman a Dios.

No hay más que oír los testimonios de personas secuestradas, enfermos terminales, presos de manera injusta, etc. para darnos cuenta de cómo instintivamente buscaron a Dios.

Pero no hay que esperar estar en situaciones extremas para comunicarnos con Dios, porque Dios siempre está allí para quien quiera comunicarse con El.

A veces nos olvidamos de Dios.  Vivimos como si Dios no existiera o no estuviera siempre con nosotros.  Recordemos lo que aprendimos en la Primera Comunión:  Dios está en todas partes.  Y en todas partes significa también al lado nuestro. 

Aunque neguemos a Dios o tratemos de evadirlo, El siempre está allí para nosotros.  El nos busca antes de nosotros buscarlo a El.  En eso consiste el don de la oración, en que Dios está siempre buscándonos.

Te sientes solo, no tienes con quien hablar.  Y allí está Dios.   El siempre está.  El no se muda.

Estás en peligro y surge esa exclamación de impotencia, de ayuda.  Y Dios está allí.

La oración es algo tan humano y tan necesario como comer, como respirar, como amar. 

Todas las religiones y, de modo particular, toda la historia de la salvación, dan testimonio de este deseo de Dios por parte del hombre; pero es Dios quien primero e incesantemente atrae a todos al encuentro misterioso de la oración. (CIC-C #535)


5.      ¿Por qué podemos decir que la oración es un privilegio?
Orar es un privilegio.  La oración es un privilegio.  Orar es hablar con Dios:  decirle y escucharle.  ¿Nos damos cuenta, entonces, el privilegio que significa que nosotros -simples creaturas- podamos dirigirnos a nuestro Creador para pedirle, para rogarle, para decirle cosas … y que El nos escuche? 

La oración es uno de esos regalos inmensos y utilísimos que Dios nos ha dado y que no terminamos de apreciar ni de aprovechar suficientemente.

Consideremos algo:  ¿Podemos hablar con el Papa?  ¿Puede alguien lograr hablar con cualquier persona que se le ocurra, y de manera instantánea?  ¡Y nosotros podemos dirigirnos a Dios cada vez que queramos y de manera instantánea!  Ese privilegio lo tenemos los seres humanos con Dios. 

La oración es un privilegio.


6.      ¿Para qué sirve la oración?
La oración purifica.  La oración nos ayuda a resistir las tentaciones.  La oración nos da fortaleza en nuestras debilidades.  La oración remueve el temor, aumenta nuestra fuerza, nos capacita para aguantar.  La oración nos hace felices. 

“El hombre no puede vivir sin orar, lo mismo que no puede vivir sin respirar”  (Juan Pablo II).

 "Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días.  La oración es la respiración del alma y de la vida".  (Benedicto XVI, 25-4-2012)

El Papa Benedicto XVI hablaba de "la prioridad que debemos dar a Dios, a la relación con Él en la oración, tanto personal como comunitaria.  Sin la capacidad de pararnos a escuchar al Señor, a dialogar con Él, se corre el riesgo de agitarse y preocuparse inútilmente por los problemas y las dificultades, incluidas las eclesiales y pastorales". (Benedicto XVI, 25-4-2012)

Benedicto XVI recordaba que los santos "han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción, entre amor total a Dios y amor a los hermanos".  (Benedicto XVI, 25-4-2012)

Por esta misma razón la Madre Teresa de Calcuta nos dice: “es necesario que encontremos el tiempo de permanecer en silencio y de contemplar, sobre todo si vivimos en la ciudad donde todo se mueve velozmente.  Es en el silencio del corazón donde Dios habla” (Beata Teresa de Calcuta). 

“La oración es la fundamentación de la vida espiritual” (Cardenal Nguyen Van Thuan).

“Muchas vocaciones están en crisis, no se realizarán.  Muchas familias sufren dificultades, se separarán y se pelearán.  Mucha gente pierde el gusto por la vida y el trabajo, están descontentos y vacíos. Y todo esto porque se ha abandonado la oración”  (Beata Teresa de Calcuta).

La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros.  Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a su Voluntad. (cfr. Catecismo de la iglesia católica #2825-1827)

¿Cómo conocer y seguir la Voluntad de Dios? Orando de manera regular y frecuente. Así estamos en sintonía con Dios y conoceremos sus deseos.


7.      ¿Por qué a veces se habla del camino de la oración?
La oración es un camino, un camino de relación personal con Dios.  Santa Teresa de Jesús hablaba de un “camino de amistad con Aquél que sabemos nos ama”.

Y es un camino, porque esa relación con ese Amigo que sabemos nos ama nos llevará a una amistad muy íntima con El aquí en la tierra, la cual continuará para toda la eternidad.


8.      ¿Por qué podemos decir que orar es una aventura?
Porque siendo la oración un camino, puede tener sus tropiezos, va a tener momentos de emociones, tendrá sus altibajos.   Y tiene una meta, que es la unión con Dios. 

El camino de la oración es toda una aventura:  no conocemos todo lo que nos espera.  Podemos atisbar algunas cosas, pero también habrá sorpresas. 

Por eso la oración requiere un verdadero deseo de estar con el Amigo.  Y ese deseo no basta que sea un deseo fugaz, sino una verdadera decisión, clara y firme, de relacionarse con el Amigo.

Y pueda que ese camino se dificulte a veces, pueden haber obstáculos y como es un camino hacia arriba, se hará estrecho y empinado. 

Será una verdadera aventura hasta llegar a la meta de vivir con Dios y en Dios.


9.   ¿Cuáles son las formas esenciales de oración cristiana?  (CIC-C #550)
Las formas esenciales de oración cristiana son la bendición y la adoración, la oración de petición y de intercesión, la acción de gracias y la alabanza.


10.  ¿Qué es la oración de bendición?
Una oración de bendición es aquélla que pide a Dios su bendición sobre nosotros.  La forma más breve de esta oración es “Dios te bendiga”.

Sin embargo, las bendiciones de Dios están continuamente fluyendo hacia nosotros sus creaturas:  su Misericordia, su Bondad, su cercanía, su atención… todo esto son bendiciones.


11   ¿Por qué debemos adorar a Dios?
 Adoración es lo que hace la persona cuando se reconoce creatura de Dios y dependiente de El, su Creador.

Toda persona que comprenda esto y lo recuerde, está adorando a Dios.

Por eso quien adora a Dios se pone de rodillas ante El y hasta se postra en el suelo.

Esta actitud interior (en el corazón y en la mente) y exterior (con la postura) muestra la verdad de la relación entre Dios y el hombre:  Dios es grande y nosotros somos pequeños.

Sin embargo, nunca es el hombre mayor que cuando se arrodilla o se postra ante Dios libremente.


Oración de Adoración

¿Qué es adorar a Dios?
Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño

Es reconocerme en verdad lo que soy:
hechura de Dios, posesión de Dios.  
Dios es mi Dueño.  Yo le pertenezco.  

Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia
de nuestra dependencia de El
y de la consecuencia lógica de esa dependencia:
entregarnos a El y a su Voluntad.

= = = = = = = = = = = = = = = =

Tú eres mi Creador, yo tu creatura,
Tú mi Hacedor, yo tu hechura,
Tú mi Dueño, yo tu propiedad.
Aquí estoy para hacer tu Voluntad.


12. ¿En qué consiste la oración de petición?
La oración de petición tiene dos partes: 

1º)  la seguridad de que mi oración es escuchada por Dios y

2º)  la total renuncia de una respuesta de Dios de acuerdo a mi plan.

Por eso se habla de la oración de entrega:  me someto de antemano al plan de Dios para mí.  No busco mi voluntad sino la Voluntad de Dios.

Y la respuesta de Dios puede ser:  Sí, No o aún No.


13.   ¿Quiénes –especialmente- nos enseñan a orar así?

Jesús y la Virgen. 

Cuando Jesús estaba a punto de morir, experimentó a los niveles más profundos el temor humano.  Sin embargo oró así:  «Abbá, o sea, Padre, si para Ti todo es posible, aparta de Mí esta copa. Pero no se haga lo que Yo quiero, sino lo que quieres Tú.» (Mc 14, 36).  Nuestra oración debe ser así siempre, aun en los momentos de tribulación.

La respuesta de la Santísima Virgen María a Dios a través del Arcángel San Gabriel fue esta:  «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» (Lc 1, 38)  


14.  ¿Cuáles son las diversas formas de la oración de petición?  (CIC-C #553)
  La oración de petición puede adoptar diversas formas: petición de perdón o también súplica humilde y confiada por todas nuestras necesidades espirituales y materiales.

15.    ¿En qué consiste la intercesión?   (CIC #554)
La intercesión consiste en pedir en favor de otro.

La intercesión debe extenderse también a los enemigos.  “Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.” (Mt 5, 44-45)

El cristiano, entonces, debe orar por todos, por los que ama y son cercanos, por los que no son tan cercanos y aún por los enemigos.

16.        ¿Por qué debemos dar gracias a Dios?
Todo lo que somos y tenemos nos viene de Dios.  Pensemos bien:  ¿qué tenemos que no nos viene de Dios?

La Iglesia da gracias especialmente en la Eucaristía, que significa acción de gracias.

17.   ¿Qué significa alabar a Dios?
Dios no necesita nuestros aplausos.  Pero nosotros sí necesitamos expresar espontáneamente nuestro gozo genuino por todo lo que Dios es y nos da. 

Alabar a Dios es como piropear a Dios.  El existe y es Bueno con nosotros.  Y sus cualidades son maravillosas! 

Y al alabar a Dios nos unimos a la alabanza eterna que sucede en el Cielo y que cantan los Ángeles y los Santos. 

Esto es lo que hacemos en la Misa cuando rezamos o cantamos “Santo, Santo, Santo”, porque antes ha dicho el Sacerdote:  “unidos a los Ángeles y Santos del Cielo, cantamos sin cesar el himno de tu gloria”.


18.       En resumen:  ¿cuáles son las diversas formas de oración?

8.  Adoración 
7. Alabanza
6. Entrega
5. Agradecimiento
4. Reparación
3. Arrepentimiento
2. Intercesión
1. Petición


19.     ¿Por qué los  cristianos adoptamos diferentes posturas al orar?
Los cristianos, especialmente los católicos, tenemos un lenguaje corporal en la oración, sobre todo esto se nota en las celebraciones litúrgicas:  nos arrodillamos, juntamos las manos, hacemos genuflexiones, a veces estamos de pie. 

Postura de pie ante Dios expresa reverencia (uno se pone de pie cuando entra alguien de más autoridad a un sitio ¿no?).   También indica atención y disponibilidad.  Por eso nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio. 

Manos extendidas:  posición orante que indica alabanza.

Postura sentada ante la presencia de Dios indica que el cristiano escucha en su interior.  Medita la Palabra de Dios en su corazón. 

Postura de rodillas indica que la persona se hace pequeña ante la presencia de Dios infinito.  Reconoce su total dependencia de Dios.

Postración:  la persona adora a Dios.

Manos juntas:  la persona se recoge dentro de sí y se une a Dios, evitando las distracciones exteriores.  También indica el gesto inicial de petición.



Modos de orar de Santo Domingo

20.    ¿Basta orar sólo cuando se tiene ganas de hacerlo?

No basta.  Quien ora sólo cuando tiene ganas pareciera que no toma a Dios en serio.  La oración requiere perseverancia y fidelidad, como cualquier relación de amor y amistad.

21.    ¿Cómo se puede orar con la Biblia?
La Biblia es como un manantial de oración.  Orar con la Palabra de Dios significa usar las palabras y los eventos de la Biblia para orar. 

Con los Salmos oramos con las palabras de Espíritu Santo, pues los Salmos son inspirados por el Espíritu Santo.

Con diferentes pasajes de la Biblia podemos orar también.  Se lee un pasaje o se toma un pasaje que hayamos oído en la Misa.  Luego se medita sobre esto, es decir, se reflexiona sobre lo que Dios quiere decirnos con ese evento de la Sagrada Escritura.


 22.    ¿Cómo puede convertirse en oración mi itinerario del día?  
Todo lo que sucede, cualquier encuentro que se dé, puede ser una ocasión de oración.  Y, mientras más profundamente vivimos en atención a Dios y en su presencia, mejor podemos entender el mundo que nos rodea.

El que está unido a Dios desde las primeras horas de la mañana es capaz de bendecir a todas las personas, inclusive a sus enemigos.

A lo largo del día vas poniendo todos tus problemas en manos de Dios.  Así tienes más paz en tu corazón e irradias esa paz.  Tienes la paz del Cielo y la trasmites a los demás. 

Cuando hay que tomar una decisión, te preguntas qué haría Jesús en tal situación. 

Todo miedo cede con la presencia de Dios.   Si estás cerca de Dios, estás fuerte en los momentos difíciles.

Das gracias y te alegras de todo lo bueno.  Pero también soporta las dificultades con que tropiezas.

La idea es vivir en atención a Dios, dándote cuenta de que Dios está allí a tu lado.  En eso consiste vivir en la presencia de Dios.


 23.    ¿Por qué necesitamos al Espíritu Santo cuando oramos?
Somos débiles pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos.  (Rom 8, 26)

El Espíritu Santo es nuestro maestro de oración.  El Espíritu Santo vive en nosotros y con nosotros, y habla dentro de nosotros cuando oramos de veras.  El Espíritu Santo ora en nosotros, realmente.  Por eso debemos repetir mucho:  Ven Espíritu Santo.  Enséñame a orar.  Ayúdame a orar.


24.    ¿Dónde se puede rezar?
Se puede rezar en cualquier lugar.  Sin embargo, un católico siempre buscará los sitios donde Dios “habita” de manera especial.  Estos son sobre todo las Iglesias católicas, donde nuestro Señor está presente vivo, con todo su ser de Hombre y todo su ser de Dios.

Es importante, entonces, ir a estos lugares sagrados, donde Dios nos espera con su presencia viva.

Pero además es importante orar en cualquier parte:  en el colegio, en la casa, en la oficina, en el metro, aún en una fiesta o en medio de amigos, bendiciéndolos a todos con nuestra oración. 


25.  ¿Cuándo se debe rezar?
Desde los primeros tiempos los cristianos oran al menos por la mañana y por la tarde.  También en las comidas.

Quien no reza con regularidad seguro que no orará nunca.

Quien ama a una persona y ni siquiera toma contacto con esa persona durante el día, pronto dejará de amarla o no la ama de veras.  Si la ama, constantemente le estará enviando mensajes y llamadas de atención y cercanía. 

Así con Dios.  En la mañana es necesario dedicar el día a Dios, ofrecerle las acciones y oraciones de ese día, pedir su bendición y su compañía durante el día. 

Al final del día, pensar en qué cosas he hecho que no hubiera hecho Jesús y pedirle perdón por haberlo ofendido con esas acciones.  Ponerse en sus manos y pedir su bendición nuevamente para la noche.

26.    ¿Por qué decimos siempre en las oraciones litúrgicas “por Cristo nuestro Señor”?

Porque nuestra oración se dirige a nuestro Padre, a Papá Dios, pero llega a Él sólo si, al menos implícitamente, oramos en nombre de Jesús. 

Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo.  Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. (Jn 14, 13-14)



ORACIÓN

Gracias, Señor, porque podemos comunicarnos contigo 
a través de la oración.

Gracias porque en cualquier momento y en cualquier sitio
podemos hablarte y Tú nos escuchas.
Gracias por el privilegio
que es la oración. 

Gracias, Espíritu Santo, porque eres nuestro Maestro de Oración.
Gracias porque cuando
no sabemos cómo orar,
Tú nos indicas y nos guías.

Queremos imitarte, Jesús,
en tu oración de entrega a
la Voluntad del Padre.

BUENOS DÍAS!!!

sábado, 23 de julio de 2016

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA:

Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme; 
en lo rudo del trabajo, ayúdame; 
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme; 
en las tentaciones y peligros, defiéndeme; 
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame.
Amén.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA













LAS SIETE GRACIAS QUE LA VIRGEN MARÍA LE DIÓ A SANTA BRÍGIDA


Las siete gracias que la Virgen María le dió a Santa Brígida


La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:

Pondré paz en sus familias.

Serán iluminados en los Divinos Misterios.

Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.

Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.

Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.

He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 23 DE JULIO


Los cinco minutos de Dios
Julio 23


Cuando nos hallamos ante un espectáculo grandioso, majestuoso, el silencio es la mejor expresión de nuestra admiración, el mejor homenaje que podemos rendirle, por confesar implícitamente que no hallamos palabras para expresar todo lo que sentimos y vivimos en ese momento.

En nuestra oración reposada e íntima, con frecuencia debemos recurrir al silencio; no un silencio inexpresivo y estéril, sino un silencio operante, de plenitud de Dios y de todas las cosas.
El silencio es la palabra más plena, la más redonda, la que dice más, la que todos entienden, la que no necesita explicación, la que no se halla limitada por conceptos, la que Dios escucha mejor, con la que más se entienden los hombres.

El silencio de la palabra, cuando habla muy profundo el corazón; el silencio de la mente, cuando vive con intensidad el espíritu; la inactividad del cuerpo, cuando el alma brota por todos los poros y se derrama en todos los momentos.

“Silencio, que todos callen delante del Señor, porque Él surge de su santa morada” (Zac 2,17). El silencio es el reconocimiento de la presencia del Señor, del respeto que se le debe y que nosotros le expresamos de esa forma. De ahí que debas ser más respetuoso del silencio que la presencia sacramental del Señor en el templo exige.


* P. Alfonso Milagro

EL TRABAJO DE CADA DÍA


El trabajo de cada día


La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.

El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

Por otra parte, al “dulce huésped del alma” puedes dirigirle, en medio del mismo trabajo, breves expresiones de amor, de confianza, de súplicas que te mantendrán comunicado con quien siempre está contigo. Por ejemplo: “Señor, confío en ti”, “Dios mío, ven en mi auxilio”, “Gracias, Señor, por tu amor”, “Alabado seas, mi Señor”, etc. Que progreses en este camino.


* Enviado por el P. Natalio

NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA GRACIA - HISTORIA

Nuestra Señora de la Divina Gracia
Goza de profunda devoción popular en toda Austria y en el Carmelo teresiano.


Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com 



HISTORIA:

La imagen original de Nuestra Señora de la Divina Gracia o “Virgen de la cabeza inclinada” ("Maria mit dem Geneigten Haupt"), fue encontrada por el padre carmelita descalzo Domingo de Jesús María (1559-1630) entre un montón de escombros de una casa abandonada, en la ciudad de Roma en el año 1610. Casa y terreno que Iba a comprar para su Orden.
Eran años de enfrentamientos entre católicos y protestantes y alguien había profanado el cuadro de la Virgen, dañándolo y tirándolo después a la basura.
Después de encontrar la imagen, el religioso la llevó a su celda, la limpió y empezó a venerarla. Una vez limpia, se arrodilló ante la imagen para pedirle un favor a la Virgen, pero se dio cuenta de que aún había polvo. La limpió con un paño, diciéndose a sí mismo: "¡Oh Virgen pura! No hay nada en el mundo nada digno de tocar la cara para limpiarla. Pero como no tengo nada mejor que esta tela, acepta mi buena voluntad. "
Entonces vio que la cabeza de la imagen antes erecta , se inclinaba en señal de gratitud por este acto de caridad, permaneciendo en esa posición. Al mismo tiempo, oyó las palabras de María: "No temas, hijo mío, porque tu intención fue bien recibida, y como recompensa por el amor que tengo a mi hijo conmigo pide un favor."
Inmediatamente el padre Domingo pidió que un benefactor fallecido fuera liberado del purgatorio. María se comprometió a cumplir con su solicitud, siempre que  se celebraran unas cuantas misas por el alma. Después de unos días, la Madre de Dios se le apareció con el alma redimida.


El sacerdote también pidió a la Santísima Virgen que todos los que venerasen con devoción la imagen fueron tratados con benevolencia. La Santísima Virgen le dijo. "Todos los que me veneran con devoción ante esta imagen y busquen su refugio en mí, voy a escuchar sus peticiones y daré muchas gracias, pero especialmente a los que oigo pedir consuelo y salvación de las almas del purgatorio."
Esta promesa fue hecha en Roma en 1610. Luego se sentaron las bases para la veneración pública en la iglesia de su monasterio carmelita descalzo de Roma: el Maria della Scala.
La imagen restaurada se convirtió en símbolo de la identidad católica que renace fortalecida después de cada persecución.
TRASLADOS:

Como se sucedieron varios milagros ante esta imagen, la advocación a Nuestra Señora de la Divina Gracia se hizo muy popular, hasta el punto de que el duque de Baviera se la pidió al general de la Orden del Carmelo descalzo para llevarla a un nuevo convento de carmelitas descalzos que había fundado en Munich (Alemania).
Habiendo llegado a ser director espiritual de Fernando II (1629-1630), emperador del Sacro Imperio, Fray Domingo se instaló en Viena, donde murió el 16 de febrero de 1630. Fray Domingo contó la historia de la imagen al emperador y los milagros obrados por intercesión de la Virgen con la cabeza inclinada - cómo la dedicación que ahora se conoce. El rey pidió a la Orden de los Carmelitas - ser su  gran benefactor - el cuadro fue enviado a Viena, lo que realmente sucedió un año después de la muerte del  religioso. Entonces comenzó a ser venerada en la capilla del Hofburg, el palacio imperial, por  Fernando y su esposa Eleonora piadosos y devotos profundos que eran.
En una nueva manifestación milagrosa, la Virgen prometió al emperador: "Yo siempre protegeré a la Casa de Austria con mi intercesión con Dios y exaltar en su poder para alojarse mientras que sea piadoso y devoto mío." Algunos historiadores dicen que esta revelación fue hecha por la Madre de Dios al emperador cuando se consagro la Casa de Austria y su imperio a la Inmaculada Concepción, en cuyo honor se había erigido un gran monumento que aún se puede ver en Am Hof plaza de la capital de Austria.
Al enviudar, la esposa del emperador, llevó consigo la imagen cuando se hizo carmelita descalza al monasterio que ella fundó Leopolstadt. A su muerte en 1655, la venerable imagen, que había presidido varias fundaciones carmelitanas en Centro-Europa, regresó al convento de los padres carmelitas descalzos de Viena  y permaneció allí hasta 1901. Fue trasladado al nuevo convento de la Orden en Döbling, a una nueva iglesia en las afueras de la ciudad, dedicada a la Sagrada Familia, donde se conserva hasta el presente.
Esta devoción acompañó y consoló a la Emperatriz Zita (1892-1989) en todos sus viajes y etapas de la vida.
Durante las dos guerras mundiales, esta devoción fue de enorme estímulo a los austriacos. Las personas acudieron en gran número y constante al Santuario de Döbling. En tres ocasiones durante la primera guerra, la imagen fue llevada en procesión con alrededor de 50 mil fieles a la catedral de San Esteban.

FELIZ FIN DE SEMANA


jueves, 21 de julio de 2016

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA







POR QUÉ NOS CUESTA ABRIR EL CORAZÓN A DIOS?


¿Por qué nos cuesta abrir el corazón a Dios?
¿Por qué existo? ¿Por qué yo soy quien soy, y no otro? 


Por: Pablo Augusto Perazzo | Fuente: CEC 




13 julio, 2016 

Más allá de querer o no, tener presente a Dios en nuestras vidas; que abramos o no, las puertas de nuestro corazón; que nos esforcemos o no, para que Dios sea más o menos importante para nosotros, la verdad –aceptemos o no– es que su huella está profundamente inscrita en nuestro interior. Negar esa realidad es negarnos a nosotros mismos. Es negar el origen y fundamento de lo que somos. De cómo aceptemos o vivamos esta realidad dependerá nuestra realización personal.

Preguntémonos: ¿Por qué existo? ¿Por qué yo soy quien soy, y no otro? No somos dueños de nuestras vidas. No somos nosotros quien elegimos existir, y mucho menos ser quienes somos. Decir que existimos y somos quién somos gracias a nuestros padres y ancestros no es equivocado, pero quedarnos solamente con esa dimensión de la realidad sería empobrecer nuestras existencias. Nuestros padres nos conceden la existencia genética y biológica, nos educan, nos forman, etc… además de las características, riquezas y deficiencias que podemos tener de por sí, mucho de lo que somos depende también de lo que aprendemos a lo largo de nuestra vida, en los distintos lugares dónde nos desenvolvemos. Pero aun así, hay algo en nuestro interior que define quienes somos. Eso es nuestro espíritu. Nuestro interior. Nuestra consciencia. Nuestro “corazón”. Es decir, nuestro “mundo interior”. Es algo muy distinto en cada persona. Esa diferencia interior, del corazón, espiritual, no lo recibimos de los padres, ni tampoco es algo que la sociedad poco a poco va determinando. Tampoco somos nosotros quien lo elegimos. Así nacemos. Así lo ha querido Dios. Querámoslo o no.

¿Qué tan profundo es nuestro mundo interior? ¿Nos sentimos satisfechos con lo que el mundo puede ofrecernos? No hablo sólo en términos negativos. Efectivamente, hay muchas cosas valiosas como nuestro trabajo, estudios, la familia, nuestros hijos, etc… realidades de nuestra vida que son fundamentales y realmente llenan de felicidad nuestro mundo interior. Pero todas ellas son finitas, en algún momento terminan. Entonces brota la pregunta: ¿Todo eso llena y satisface plenamente nuestro interior? O acaso ¿no buscamos alguien que nos ofrezca una felicidad sin límites? Todos buscamos siempre lo infinito.

Por lo tanto, si sabemos que sólo Dios es esa persona infinita que puede saciar nuestra “hambre” interior ¿por qué nos cuesta abrir el corazón a Dios? Dejar que el amor de Dios llene de sentido nuestra vida. La respuesta no es fácil. Implica muchas variables. Cada uno tiene sus propias razones para abrir o no el corazón a Dios. Qué tipo de educación y formación recibimos en la familia, cuánto influenciaron nuestras amistades o el mundo con sus falsas propuestas, la educación que recibimos en las escuelas y universidad, las corrientes de pensamiento vigentes de la determinada circunstancia cultural en la que vivimos. Experiencias problemáticas o traumáticas que llevaron a que cerrásemos nuestros corazones, no sólo a Dios, sino a los demás.


Esas experiencias difíciles o traumáticas pueden generar problemas de índole psicológica que distorsionan la manera como nos acercamos a la realidad. También las experiencias de sufrimiento y dolor que podemos atravesar en la vida, pueden, en muchos casos, llevar a renegar de Dios. Cómo si Dios fuera el culpable de todo lo malo que sucede en la vida. Por otro lado, están los que creen que Dios nunca los escucha, los que no saben cómo hablar o relacionarse con Él. Los que están tan encerrados en sí mismos, que no son capaces de percibir la acción de Dios en sus vidas. También están aquellos que sencillamente no conocen a Dios. Por distintas razones nadie les habló de Dios, ni tampoco les ayudaron a acercarse a Él. Finalmente, están nuestros propios pecados personales, que objetivamente nos alejan de Dios, que nos hacen creer que ya no somos dignos de acercarnos a Él. Nos desesperanzamos. Creemos que no hay salida para nuestra postración. Estas son algunas razones por las que se hace difícil que Dios entre en nuestros corazones. Cada persona tiene sus propias dificultades. Sino superamos esas dificultades terminaremos alejándonos cada vez más de Él.

Sin embargo, Dios nunca se cansa de salir a nuestro encuentro. Conoce nuestros corazones. Nos conoce mucho mejor que nosotros mismos. Apuesta por nosotros. Desde el comienzo, luego del pecado original, promete un Mesías, un Salvador, que vendría a liberarnos del pecado, que vendría a iluminar la oscuridad en la que vivimos. A lo largo de toda la historia del pueblo de Israel, Dios se fue manifestando progresivamente a través de los Patriarcas, profetas, reyes… y, finalmente, envío su propio hijo, que siendo Dios, nació de la Virgen María y se hizo hombre. El todopoderoso se hizo pequeño como un bebe. El Eterno se hizo finito y mortal. Se alegró, se entristeció y lloró. Asumió el peso de nuestros pecados. Apostó tanto por nosotros, se involucró tanto, nos ama tanto, que llegó al punto de entregar su Hijo único a que muriera en la cruz, por nuestros pecados.

¿Qué debemos hacer? Si percibo algo de eso en mi vida, ¿qué tengo que cambiar? El camino, más que preguntarnos ¿qué hacer? ¿Qué cambiar? es descubrir en Dios una persona real con quien puedo relacionarme. Puedo tener muchos y distintos problemas, pero se trata de crecer y fomentar una relación personal. El hecho humano de la relación personal es algo que vivimos cotidianamente. Nos relacionamos con nuestros familiares, amigos, colegas de trabajo, etc… A partir de la relación personal con Dios, aprenderemos a abrir nuestro corazón. Además ¿qué vamos a perder? ¿Por qué tenerle miedo? No hay ninguna razón para temerle. Él es Dios. Nos creó por amor. Entregó su Hijo único para morir en la Cruz por amor. ¿Qué más podemos pedirle a Él que nos muestre cuánto nos ama? Él nos da la verdadera felicidad. A fin de cuentas, el punto es: ¿dónde quiero poner mi corazón? ¿Dónde está mi tesoro? Pues ahí donde descubro el tesoro para mi vida es dónde pondré mi corazón. ¿Qué quiere y necesita mi corazón? Abrir el corazón no es fácil, pero está en juego nuestra felicidad.
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