viernes, 16 de septiembre de 2016

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, DEL 15 AL 23 DE SEPTIEMBRE


 Novena a Nuestra Señora de la Merced, patrona de los presos
15 al 23 de septiembre



 (ACI).- “Merced” significa ante todo “Misericordia” y es un título en honor a la Virgen María que ha sido propagado de manera especial por los religiosos mercedarios.

Se dice que por el 1218 Nuestra Señora de la Merced se le apareció a San Pedro Nolasco y le reveló su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cristianos que estaban presos en manos de los musulmanes. Así se inició una gran obra que dio libertad a muchos cautivos.

“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel es decir, entre los cristianos, y serán signo de contradicción para muchos”, afirmó la Virgen a San Pedro Nolasco.

Cercanos a la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, que se celebra cada 24 de septiembre, aquí una novena a la Santísima Virgen María, Madre de misericordia.






Primer día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el primer día
Señor, Dios Omnipotente y Misericordioso, que así para librar a tu pueblo escogido de la esclavitud de Egipto hablaste a Moisés en el monte Horeb, desde una zarza que ardía sin consumirse, así mismo hablaste en Barcelona al Patriarca San Pedro Nolasco para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera tu Santísima Madre, la Virgen María, que bajó del cielo y desde el primer instante de su vida fue como zarza milagrosa, pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió la hermosura de la gracia, ni su original pureza; te ruego que por la intercesión de la misma Santísima Madre tuya, no se abrase mi cuerpo en las llamas de la impureza, ni se manche mi alma con el pecado de la sensualidad, para que, a imitación de esta celestial Señora, exhale mi corazón fragancias de pureza.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Segundo día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el segundo día
Rey soberano, Padre de Misericordia y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara de Moisés diste a conocer al Faraón la eficacia de tu Divino Poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso corazón y consiguió la libertad tu pueblo escogido; humildemente te rogamos, por la intercesión de la virgen Santísima de la Merced, refrenes mis pasiones y ablandes la dureza de mi pobre corazón, para que, logrando con tu gracia quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre de la esclavitud del pecado; y concediéndome la merced de tu caridad y justicia, me des también el don de la perseverancia final, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)


Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el tercer día
Poderosísimo Señor y Padre compasivo que después de librarlos del cautiverio, diste a los israelitas una columna de esperanza y consuelo, pues durante el día, en forma de nube los defendía de los rayos y ardores del sol, y por la noche, en figura de fuego, les iluminaba para librarlos de todo riesgo y peligro; humildemente te suplico por mediación de María Santísima de la Merced, que consigamos vernos libres de los rigores de tu justicia y merezcamos, por tu piedad, el fuego del divino amor que abrase siempre nuestros corazones y sirva de luz que disipe las sombras de nuestra ignorancia para que no perdamos nunca el camino del cielo. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cuarto día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el cuarto día
¡Dulcísimo Jesús, Dios infinito, hijo Unigénito de María!; pues manifestaste a los hombres que te es agradable el título de la Merced con que veneramos a tu Santísima Madre: haz, Señor, que experimentemos el Poder de este celestial nombre y singular devoción, y que la Reina del cielo y tierra nos defienda del enemigo infernal y de todas sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a servirte en esta vida y después podamos cantarte himnos de alabanza por toda la eternidad. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Quinto día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el quinto día
Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo creador nuestro, somos pecadores y por ellos merecedores de castigo en este mundo y en el otro, más por tu infinita misericordia, nos concedes un refugio seguro en la protección de tu Santísima Madre; continúa derramando sobre cuantos la veneramos como a Madre de Merced y Misericordia tus divinas bendiciones, para que, libres de los peligros de este mundo, lleguemos con su protección, al Puerto seguro de la Gloria. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Sexto día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el sexto día
Señor, Dios de la Misericordia, que por medio de la reina Esther libraste a los israelitas de la sentencia de muerte dictada por Asuero; te rogamos, piadoso dueño de nuestras almas, que por la intercesión de la Santísima Virgen María de la Merced, nos libres de la muerte del pecado, concediéndonos la libertad de los Hijos de Dios y vivir en gracia hasta que podamos gozar eternamente en la gloria. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el séptimo día
Eterno y Omnipotente Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que coronaste a la Santísima Virgen María de estrellas y la vestiste de Gloria y Majestad, dándole poder contra todos nuestro enemigos; te suplicamos con la mayor confianza, nos otorgues el favor de considerarnos como devotos y esclavos de tan esclarecida Señora, pues la invocamos como Madre de la Merced y Misericordia, para que así nos veamos libres de las asechanzas del enemigo infernal ahora y en la hora de nuestra muerte y podamos conseguir la Gloria eterna. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo día de la novena a Nuestra Señora de la Merced

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el octavo día
Amantísimo Dios y piadoso Señor, que para librar del castigo de la muerte a tu siervo Nabal, dispusiste que bajara del monte la prudente Abigail, para postrarse ante el Rey David; te suplicamos rendidamente que por los ruegos de la hermosísima y prudente Virgen María de la Merced, tu Madre, que bajó del monte de la gloria a la ciudad de Barcelona para dar consuelo a todos los afligidos y libertad a los cautivos cristianos, nos libres de todo peligro de cuerpo y alma y nos concedas entrada segura en la gloria celestial. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



.Noveno día de la novena a Nuestra Señora de la Merced



Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el noveno día
Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir pro la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

BUENOS DÍAS!!!


jueves, 15 de septiembre de 2016

LAS SIETE GRACIAS QUE LA VIRGEN MARÍA LE DIÓ A SANTA BRÍGIDA


Las siete gracias que la Virgen María le dió a Santa Brígida


La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:

Pondré paz en sus familias.

Serán iluminados en los Divinos Misterios.

Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.

Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.

Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.

He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

POEMA A LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA


Poema a los siete Dolores de la Virgen María
Recopilado por José Gálvez Krüger para ACI Prensa




Suplico Reina Gloriosa
Hija del eterno Padre
del Divino Verbo Madre
y del Espíritu esposa,
que me concedáis piadosa
amparo de pecadores
devoción, llanto y fervores
compasión y gran ternura
de vuestros siete dolores.

 

Primer dolor
Duéleme cuando supisteis
lo de aquella profecía
de Simeón cuando decía
que una espada os traspasaba
de dolor. ¡Oh! Madre mía
y qué riguroso día
para nos, aquél sería.

 

Segundo dolor
Duélome que Jesús tierno
dijo en repetido aviso
que huir era preciso
a Egipto en el invierno
¡Oh!, qué sentimiento eterno
ansia, temor y agonía
vuestro pecho, sentiría.

 

Tercer dolor
Duelome qué traspasado
tuvisteis el corazón
en aquella perdición
del Niño, hasta ser hallado.
¡Oh!, con qué pena y cuidado
a tal Hijo perdería
tal Madre le buscaría.

 

Cuarto dolor
Duelome que al ver en tierra
con la cruz a vuestro Hijo
fuiste a ayudarle con mimo
y aquella cuadrilla fiera
os impidió que así fuera,
tan sangrienta a vos sería
tal crueldad y grosería.

 

Quinto dolor
Duélome que vuestro llanto
al pie de la cruz sentisteis
la crueldades que allí visteis
ejecutar en quebranto
cantara :"Santo, Santo, Santo"
¡Oh!, cuánta angustia sería
lo que allí os afligiría.

 

Sexto dolor
Duélome que en vuestros brazos
al buen Jesús nos le disteis
herido y hecho pedazos.
¡Oh!, qué tremenda agonía
vida triste Madre mía
vuestro pecho sentiría

 

Séptimo dolor
Duélome que con ternura
al costado lo ha criado
lo dejasteis enterrado
en helada sepultura.
¡Oh!, qué tremenda amargura
vuestro pecho sentiría
cuando sin Él se veía.

---------

Espero como os lo digo
por estos siete dolores
lograr los grandes favores
de  devoto condolido:
qué delito ha cometido
el Soberano Maestro
a Jesús, el Hijos vuestro,
diciendo fiel cada día
a Vos, Madre, un Avemaría.

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOS DOLORES


Oración a la Virgen de los Dolores

Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Historia de la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores



La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.

Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.

La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.

En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.

El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como “Viernes de los Dolores”.

Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la Santa cruz.

HOY 15 DE SEPTIEMBRE LA IGLESIA CELEBRA A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Hoy 15 de septiembre la Iglesia
 celebra a Nuestra Señora de los Dolores



 (ACI).- Un día después de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. Esta devoción viene desde muy antiguo y fue en 1814 que el Papa Pío VII estableció esta celebración para el 15 de septiembre.

En una ocasión la Virgen María le comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) lo siguiente: “miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos”.


“Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.

La Madre de Dios prometió que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.

Asimismo, según San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: 15 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 15


La perfección no se tiene, pero se adquiere.
Nadie puede llamarse perfecto, pero todos estamos llamados a conseguir la perfección.

A nadie se le puede exigir que alcance la perfección en un solo día, pero todos podemos trabajar de continuo, esforzarnos día a día por alcanzar la perfección.

Nadie llega a ser eminente matemático en un solo día; necesita muchos esfuerzos. Nadie se convierte en músico famoso en una semana; se precisan muchos años.

Nadie podrá corregir sus defectos con un solo esfuerzo; pero si ese esfuerzo no lo hace y no lo repite a diario, nunca llegará a ser perfecto.

Es triste tener defectos, pero es mucho más triste hacer las pases con los defectos, resignarse a tenerlos.

“No tomen como modelo a este mundo; por el contrario transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm 12,2). Conocer la voluntad de Dios sobre ti, y una vez conocida, vivirla fielmente: ésa debe ser tu norma de vida en todo y por todo. No olvides que lo que nos santifica es la voluntad de Dios.


* P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS!!!


JESÚS ES MI FUERZA!!!


Jesús es mi fuerza



En una leprosería del Extremo Oriente, había un joven enfermero que era la admiración de todos por su alegría contagiante y por su espíritu de servicio y de caridad para todos sin excepción. Se llamaba Marcos Vang. Él había sido leproso y, una vez curado, había querido quedarse para ayudar a tantos leprosos que necesitaban ayuda.

Un día, un cierto personaje chino visitó la leprosería, acompañado de la Madre Superiora, y se fijó en la sonrisa brillante de Marcos, que estaba curando las llagas purulentas de un enfermo. La religiosa le dice al visitante: Eso lo hace todos los días y con una cara de alegría que contagia a todos. Entonces, el personaje chino le pregunta con curiosidad:

— Muchacho, ¿por qué estás siempre alegre en medio de tanto sufrimiento y de tantos leprosos, que tienen la carne medio podrida?
— Jesús es mi fuerza. Yo comulgo todos los días.

Y, mientras se retiraba del jardín, la religiosa le iba explicando al visitante qué era eso de comulgar y quién era Jesús, el amigo que nunca falla y nos da la fuerza necesaria para seguir viviendo, aun en medio de las mayores dificultades de la vida.



* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 14 de septiembre de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 14 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 14


El apóstol San Pablo dice en una de sus cartas: "¿Quién de ustedes está triste, que yo no me aflija? ¿Quién está necesitado que yo no me preocupe? ¿Quién está alegre que yo no me goce de su alegría?"
Indudablemente el apóstol Pablo sabía muy bien que todos los hombres eran sus hermanos y que nada podía suceder a ninguno de ellos, sin que le tocara a él muy directamente.

Todo hombre es mi semejante; es un primer paso, pero no es decisivo.

Todo hombre es mi compañero; es un segundo paso, pero no el último.

Todo hombre es mi hermano; es finalmente el encuentro de la fraternidad cristiana, que une a todos los hombres en el corazón de Dios.

"Los hermanos sean unidos", dice nuestro poema gaucho.
"Los hermanos ámense y ayúdense unos a otros", agrega el Evangelio.

“¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Sal 133). Unirse con los hermanos es unirse con Dios nuestro Padre; desunirse con ellos es aflojar los lazos que unen con el Padre. No olvides que el bautismo no se vive, se convive.


* P. Alfonso Milagro

10 COSAS QUE QUIZÁS NO SABÍAS SOBRE EL PURGATORIO


10 cosas que quizás no sabías sobre el Purgatorio
Lejos de aquella imagen maligna de un infierno light, el Purgatorio refleja fielmente la belleza de las enseñanzas de la Iglesia


Por: Stephen Beale | Fuente: Catholic Exchange 




El purgatorio es una de las enseñanzas más incomprendidas de la Iglesia. Lejos de aquella imagen maligna de un Infierno con segunda oportunidad o un infierno light, que los críticos han procurado crear, el Purgatorio refleja fielmente la belleza de las enseñanzas de la Iglesia.

Aquí hay 10 cosas del Purgatorio que seguramente te sorprenderán:

1.- Los padres de la Iglesia nos lo enseñaron.
Usualmente el Purgatorio se asocia con el Catolicismo de la edad media, pero en la Iglesia se ha creído en él desde los primeros tiempos. Aunque no utilizaban específicamente el termino Purgatorio, está claro que muchos de los padres de la Iglesia creían, sin embargo, en su existencia. En su libro "Ciudad de Dios", San Agustín declara:

"Pero hay penas temporales que unos las padecen solamente en esta vida, otros después de la muerte y otros ahora y después. […] Mas no todos los que han de sufrir tras la muerte penas temporales caerán en las eternas, que tendrán lugar después de juicio. Hará algunos, en efecto, a quienes se perdonará en el siglo futuro lo que no se les había perdonado en el presente; o sea, que no serán castigados con el suplicio eterno del siglo futuro, como hemos hablado más arriba".

También han hablado sobre el purgatorio Orígenes, San Ambrosio, San Jerónimo, San Basilio, Gregorio de Nisa, Gregorio El Grande y San Beda.


2.- Las almas en el Purgatorio conocen su destino
Uno se pregunta, si un cristiano fiel muere y se encuentra sufriendo en el mas allá, ¿será capaz de entender la diferencia entre el infierno y el Purgatorio? ¿Sabrá que está por llegar al Cielo? Al respecto, la respuesta es un sí rotundo. La Enciclopedia Católica lo define así:

"¿Saben las almas detenidas en el Purgatorio que su felicidad solo ha sido diferida por un tiempo, o tendrán dudas al respecto de su salvación definitiva? La antigua liturgia y las inscripciones en las catacumbas hablan del "sueño de la paz", lo que sería imposible si hubiese alguna duda con respecto a la salvación definitiva".


3.- Las almas del Purgatorio pueden interceder por nosotros
A menudo nos dicen, muy atinadamente, que debemos orar por las almas del Purgatorio. Pero algunos creen que ellas también pueden orar por nosotros. Tiene sentido si lo pensamos: ellas están, después de todo, más cerca de Dios que nosotros, de tal manera que sus peticiones tienen un gran poder de intercesión. Este era de hecho, el argumento básico de teólogos como San Roberto Belarmino.

4.- Los antiguos paganos también lo creían
Así como otras culturas tienen creencias muy enraizadas sobre la vida después de la muerte, parecidas a nuestras a nuestro Cielo e Infierno, así tenían una creencia extendida de que existía algo como el Purgatorio, según nos indica la Enciclopedia Católica. Por ejemplo, el gran poema Romano épico La Eneida, describe almas que habían tenido "sus manchas de maldad… consumidas por el fuego" antes de llegar a los "gozosos campos de Elíseo". Claro que la doctrina cristiana del Purgatorio no es una idea pagana, como tampoco lo son el Cielo o el infierno.

(De hecho, 2 Pedro 2,4 utiliza para referirse al infierno la palabra, Tartarus, que se encuentra en algunas traducciones más literales de La Eneida).

5.- Las almas del Purgatorio estarán con otros creyentes
Tendemos a olvidarnos que las almas que están en el Purgatorio no están sufriendo solas – de otra forma el termino Iglesia Sufriente o Purgante, no tendría significado. Solo podemos especular, pero parece razonable suponer que las almas en el Purgatorio pueden consolarse unas a otras como lo hacemos nosotros aquí en la tierra

6.- Las almas están unión con Cristo.
Nuevamente, el Purgatorio es una especie de paso intermedio o “tiempo de espera” en nuestras vidas de fe, entre este mundo y la visión beatífica que añoramos tener en el Cielo. Si las almas en el Purgatorio efectivamente son parte de la Iglesia Sufriente, entonces de alguna forma también son parte del Cuerpo Místico de Cristo y por lo tanto permanecen unidas a Él.

¡Que más cerca podrían estar de Cristo Crucificado que en el sufrimiento del Purgatorio! Escuchamos mucho acerca de la unión de Cristo con aquellos que llevan una vida santa, pero el obvio potencial de una profunda unión en el Purgatorio parece ser subestimado.

7.- El sufrimiento es voluntario.
Santa Catalina de Génova, autora de un tratado sobre el Purgatorio, dice que una vez que el alma ha visto lo que significa el Cielo, inmediatamente acepta gustosa el Purgatorio. Por supuesto, el mismo no es voluntario en el sentido de que alguien pueda escoger no ir a él. Pero es voluntario en el sentido que el alma se somete voluntariamente al mismo, que es lo mismo que propone Santo Tomas de Aquino.

8.- Cristo consuela a quienes están en el Purgatorio
¿Recuerdas la parte del Credo acerca de que Cristo descendió a los infiernos? Tradicionalmente los teólogos consideraban al Purgatorio parte del infierno, entendiendo al infierno como cualquier lugar que no fuese el Cielo. Al descender, todos los que estaban en “alguna parte del infierno” fueron de “alguna forma visitados por Cristo”, como indica Santo Tomas de Aquino en Suma Teológica. También señala que los Santos Padres en el limbo fueron liberados, mientras que las ánimas del Purgatorio fueron consoladas.

9.- Habrá también gozo así como hay sufrimiento
Las historias tradicionales del Purgatorio se centran en el dolor y el castigo. Hay más que eso en el Purgatorio. Santa Catalina de Génova lo describe como un lugar de tremendo gozo:

"Yo creo que no se puede encontrar mayor felicidad comparada con aquella de un alma en el Purgatorio, salvo la de los Santos en el Cielo; y cada día esa felicidad crece a medida que Dios fluye en estas almas y los obstáculos a su presencia se consumen. El pecado enmohece la resistencia a Dios y el fuego quema ese moho para que el alma se pueda abrir a ese influjo divino".

10.- El Purgatorio hace santos.
Esta conclusión, aunque suene tan radical, es inevitable. La doctrina católica básica sobre quien llega al Cielo y quien va al Purgatorio puede ser definida de esta forma: aquellos que han alcanzado tal estado de santidad que no necesiten pasar por los fuegos purificadores del Purgatorio van directo al Cielo. Los llamamos, muy apropiadamente, Santos.

Dicho de otra forma, solo los santos van al Cielo. Eso es lo que el Purgatorio hace: nos transforma a todos los que terminamos ahí en Santos. Esa es la belleza de la enseñanza de la Iglesia sobre el Purgatorio.
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