lunes, 16 de marzo de 2020

PAPA FRANCISCO: DIOS SIEMPRE ACTÚA EN LAS COSAS SENCILLAS


Papa Francisco: “Dios siempre actúa en las cosas sencillas”
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



El Papa Francisco señaló que Dios actúa siempre en las cosas sencillas, no sólo en lo extraordinario, actúa “en la sencillez de la casa de Nazaret, en la sencillez del trabajo de cada día, en la sencillez de la oración”.

Así lo afirmó en la homilía de la Misa celebrada este lunes 16 de marzo en la Casa Santa Marta. El Santo Padre comentó la del Segundo Libro de los Reyes, donde se narra cómo el profeta Eliseo cura de la lepra a Naaman, jefe del ejército del rey de Aram, y el Evangelio del día, de San Lucas, donde se cuenta la enseñanza de Jesús en la sinagoga de Nazaret.

“En los dos textos que hoy la liturgia nos hace meditar hay una actitud que llama la atención, una actitud humana, pero no de buen espíritu: la indignación”, explicó el Papa.

Señaló cómo “la gente de Nazaret comenzó a escuchar a Jesús. Le gustaba cómo hablaba. Pero luego, alguno decía: ‘Pero este, ¿en qué universidad ha estudiado? Este es hijo de María y José, este era carpintero. ¿Qué es lo que viene a decir?’”.

Entonces, “el pueblo se indignó. Entran en esa indignación, y esa indignación los lleva a la violencia, y ese Jesús al que admiraban al inicio de la predicación es expulsado fuera para lanzarlo desde lo alto del monte”.

Algo parecido se narra en el Segundo Libro de los Reyes, donde “Naaman, que era un hombre bueno, abierto a la fe, pero cuando el profeta le pide que vaya a bañarse siete veces al Jordán, se indigna. ‘Pero, ¿cómo puede ser? Yo que había dicho: ¡Seguramente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de Yahveh su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra!’”.

La Escritura continúa: “’¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos para quedar limpio?’. Y, dando la vuelta, partió encolerizado’”.

Ante estas dos actitudes, el Papa se pregunta: “¿Que hay dentro de esta gente buena que le lleva a esta actitud de indignación? Y en Nazaret peor: la violencia”.

En ambos casos, “la gente de la sinagoga de Nazaret y Naaman, pensaban que Dios únicamente se manifestaba en lo extraordinario, en las cosas fuera de lo común. Que Dios no podía actuar en las cosas comunes de la vida, en la sencillez”.

“Desdeñaban lo simple. Despreciaban las cosas simples. Y nuestro Dios nos hace comprender que Él actúa siempre en lo sencillo: en la sencillez de la casa de Nazaret, en la sencillez del trabajo de cada día, en la sencillez de la oración… En las cosas sencillas”.

En cambio, “el espíritu mundano te lleva hacia la vanidad, hacia las apariencias. Y ambos casos acaban en violencia. Naaman, aunque era muy educado, golpea la puerta en la cara al profeta y se va. La violencia. Un gesto de violencia. La gente de la sinagoga, comienza a calentarse y toma la decisión de matar a Jesús, y lo expulsan para despeñarlo”.

El Papa subrayó que “la indignación es una mala tentación que lleva a la violencia”. “La indignación es la actitud de los soberbios, pero de los soberbios pobres. De los soberbios con una mala pobreza de espíritu. De soberbios que viven sólo con las ilusiones de ser más de lo que son. La gente que se indigna”.

De hecho, “muchas veces estas personas tienen necesidad de indignarse para sentirse persona. También a nosotros puede sucedernos esto. El escándalo fariseo, como lo llaman los teólogos. Escandalizarme de cosas que son la sencillez de Dios, la sencillez de los pobres, la sencillez de los cristianos. Como diciendo: ‘Pero este no es Dios. No. Nuestro Dios es más culto, es más sabio, es más importante. Dios no puede actuar en esta sencillez’”.

“Y siempre la indignación te lleva a la violencia: ya sea la violencia física o la violencia de las habladurías, que mata como la física”.

El Papa finalizó la homilía invitando a pensar en estos dos fragmentos bíblicos donde se muestra “la indignación de la gente de Nazaret, y la indignación de Naaman. Porque no comprendían la sencillez de nuestro Dios”.

Lecturas comentadas por el Papa Francisco:

II Reyes 5:1-15
1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado Yahveh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía lepra.
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la tierra de Israel una muchachita que se quedó al servicio de la mujer de Naamán.
3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al profeta que hay en Samaría, pues le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manisfestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la muchacha israelita.»
5 Dijo el rey de Aram: «Anda y vete; yo enviaré una carta al rey de Israel.» Fue y tomó en su mano diez talentos de plata, 6.000 siclos de oro y diez vestidos nuevos.
6 Llevó al rey de Israel la carta que decía: «Con la presente, te envío a mi siervo Naamán, para que le cures de su lepra.»
7 Al leer la carta el rey de Israel, desgarró sus vestidos diciendo: «¿Acaso soy yo Dios para dar muerte y vida, pues éste me manda a que cure a un hombre de su lepra? Reconoced y ved que me busca querella.»
8 Cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: « ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.»
9 Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo.
10 Eliseo envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia.»
11 Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había dicho: ¡Seguramente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de Yahveh su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra!
12 ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos para quedar limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado.
13 Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre mío; si el profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que no la hubieras hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y quedarás limpio!»
14 Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la palabra del hombre de Dios, y su carne se tornó como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio.
15 Se volvió al hombre de Dios, él y todo su acompañamiento, llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Así pues, recibe un presente de tu siervo.»

Lucas 4:24-30
24 Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.»
25 «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país;
26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón.
27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.»
28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira;
29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle.
30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES 16 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Lunes de la 3ª semana de Cuaresma
Hoy, lunes, 16 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (5,1-15a):

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EN aquellos días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre notable y muy estimado por su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria.
Pero, siendo un gran militar, era leproso.
Unas bandas de arameos habían hecho una incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a su señora:
«Ah, si mi señor pudiera presentarse ante el profeta que hay en Samaría. Él lo curaría de su lepra».
Fue (Naamán) y se lo comunicó a su señor diciendo:
«Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel».
Y el rey de Siria contestó:
«Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».
Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez vestidos nuevos y una carta al rey de Israel que decía:
«Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».
Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, diciendo:
«¿Soy yo Dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos cuenta y veréis que está buscando querella contra mí».
Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:
«Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel».
Llegó Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Envió este un mensajero a decirle:
«Ve y lávate siete veces en el Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio».
Naamán se puso furioso y se marchó diciendo:
«Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá, invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra”. El Abaná y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio».
Dándose la vuelta, se marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle:
«Padre mío, si el profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio”!».
Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio.
Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:
«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 41,2.3;42,3.4

R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo:
¿cuándo veré el rostro de Dios?

V/. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.

V/. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.

V/. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.

V/. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,24-30):

HABIENDO llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naámán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy lunes, 16 de marzo de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Todos conocemos a esos enfermos que solo quedan satisfechas si el médico les receta un medicamento muy caro. Pero a Eliseo, que no era médico ni apenas curandero, no le gustaba la aparatosidad; así que sus pacientes se iban decepcionados. Y eso que le tocó realizar la curación más difícil de la época: la de un leproso. En el AT el leproso es un maldito de Dios, y la lepra es considerada como equivalente de la muerte, “hijo predilecto de la muerte” (Job 18,13). Los rabinos decían que Eliseo había resucitado a dos muertos, pues, además de devolver a la vida al muchacho hijo de la viuda (2Re 4,32ss), había curado la lepra de Naamán (2Re 5). Y dar la vida a un muerto es algo reservado a Dios, como deja claro el rey de Israel ante la propuesta que le traen de Siria.

Pero el mensaje litúrgico de hoy pone el acento en otro lugar. Se trata de que el curado es un forastero, no un israelita, lo cual dará a Jesús materia de muchos comentarios. Algunos judíos se arrogaban la exclusiva de la santidad y de la experiencia de la misericordia de Dios, cosa que Jesús criticará duramente, haciéndolos despertar de sus rutinas y de su orgullo. Una vez se encontrará con un centurión romano tan abierto a su mensaje, con tan buenas disposiciones religiosas, que le hará exclamar: “en ningún israelita he encontrado tanta fe” (Lc 7,9). Y la expresión la generalizará en aquella otra de “vendrán muchos de oriente y de occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob, mientras que los hijos del reino serán echados fuera” (Mt 8,11s). Jesús anuncia la salvación universal.

La raíz de la controversia con que nos encontramos hoy está en el rechazo del mensaje generoso de Jesús, en la cerrazón de su pueblo a acoger su invitación a renovarse, a cambiar, a sustituir las ansias de venganza por la compasión, por el anuncio del año de amnistía, de gracia del Señor. Los “de siempre”, los “cumplidores”, protestan; muy satisfechos de sí mismos, preferirían un Mesías justiciero a uno compasivo. No quieren la novedad anunciada por Jesús: el perdón de Dios gratuito, la compasión para con los pecadores desesperados (“vendar los corazones desgarrados”).

El final de la escena es sorprendente. Quienes han podido conducir a Jesús hasta el precipicio no son capaces de echarle mano cuando huye por en medio de todos ellos. Difícil de valorar históricamente, la escena tiene una fuerte carga simbólica: es una anticipación de la resurrección; ni Pilatos ni Caifás podrán detener al Resucitado. Jesús ha triunfado, y, con él, la misericordia del Padre que él anunciaba y visualizaba.

Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf

BUENOS DÍAS!!!




domingo, 15 de marzo de 2020

EL PAPA FRANCISCO AGRADECE A SACERDOTES SU LABOR DURANTE CUARENTENA EN ITALIA


El Papa agradece a sacerdotes su labor durante cuarentena en Italia
Redacción ACI Prensa





El Papa Francisco agradeció a los sacerdotes italianos su esfuerzo pastoral y evangélico durante la cuarentena a la que está sometida toda Italia por la epidemia de coronavirus COVID-19, que ha llevado a cancelar las Misas y otros eventos religiosos.

Antes de rezar el Ángelus este domingo 15 de marzo en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, el Pontífice pronunció unas palabras de agradecimiento a los médicos, los enfermeros y los voluntarios que hacen frente a la epidemia de coronavirus.

Tuvo palabras también de consuelo para los enfermos y de apoyo a los sacerdotes. El Santo Padre mostró su cercanía, en concreto, a la región de Lombardía, la más golpeada por la epidemia en Italia.

Desde el comienzo de la crisis sanitaria, han dado positivo por COVID-19 en Italia 17.750 personas, y han fallecido 1441. De ellos, 11.685 casos se han registrado en la región de Lombardía, de los que han fallecido 966.

En concreto, se refirió a la Misa celebrada por el Arzobispo, Mons. Mario Enrico Delpini, en el Policlínico de Milán.

“El señor Arzobispo cercano a su pueblo, y también cercano a Dios en la oración me viene a la mente la fotografía de la semana pasada, solo sobre el techo de la Catedral rezando a la Virgen”, dijo el Papa.

En ese contexto, agradeció también “a todos los sacerdotes”, y destacó “la creatividad de los sacerdotes. Me llegan muchas noticias desde Lombardía de esta creatividad. Es cierto. La Lombardía ha sido muy golpeada. Sacerdotes que piensan en mil modos de estar cercano al pueblo, para que el pueblo no se sienta abandonado”.

“Sacerdotes con celo apostólico, que han entendido bien que en tiempos de pandemia no se debe hacer el ‘Don Abbondio’”, en referencia al personaje de la literatura clásica italiana, un sacerdote débil sin capacidad apostólica.

TIPS PARA VIVIR LA MISA PRECEPTUAL EN CASA POR TELEVISIÓN











LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 3° DE CUARESMA, 15 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 3º de Cuaresma - Ciclo A
Hoy, domingo, 15 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (17,3-7):

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?»
Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.»
Respondió el Señor a Moisés. «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.»
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,1-2.5-8):

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 15 de marzo de 2020
Fernando Torres cmf


En espíritu y en verdad

      ¿Quién no ha recibido una carta de esas que dicen que haciendo esto o lo otro se consigue automáticamente que te suceda algo bueno, un milagro para ser exactos, que te dará la felicidad? O quizá se trata de esos predicadores que nos anuncian que haciendo esto o lo otro es como lograremos la salvación de una forma absolutamente segura. Hay quien entiende así las devociones. Hay que hacer los nueve primeros viernes de mes al Corazón de Jesús o la novena a tal santo para salvarse o para alcanzar eso que deseamos. O rezar el rosario todos los días. O peregrinar a tal santuario o a tal otro. O... Siempre parece que es una condición, más o menos difícil de cumplir, que se nos pone por delante como una especie de prueba necesaria para conseguir la salvación, para ir al cielo. 

      La samaritana también andaba con esos problemas. Entre samaritanos y judíos había un contencioso. Unos decían que el culto a Yahvé sólo se podía celebrar en el monte Garizím y los otros que en Jerusalén. Unos que había que cumplir unas normas y otros que otras. Conclusión: que no se hablaban. De repente, aparece Jesús, un judío, y pide agua a la mujer, una samaritana. Tiene sed y pide agua. Es un ser humano que expone su necesidad. Sin más. A Jesús no le preocupa que aquella mujer sea samaritana. Es una hermana más. Es hija de Dios. 

      Ahí comienza un diálogo en el que Jesús va a invitar a la samaritana a ir más allá de las normas y los cultos. Como dice Jesús, se acerca la hora en que los que adoran a Dios lo harán en “espíritu y en verdad” y no en este monte o en el otro, o cumpliendo unas leyes u otras. Entonces se abre la mente de la samaritana y no puede menos que anunciar lo que ha “visto y oído” a los otros samaritanos. 

      Pero, ¿qué significa ese “en espíritu y en verdad”? Quizá tendríamos que poner en contacto este relato de la samaritana con la parábola del buen samaritano. Quizá ahí encontramos la clave de lo que significa adorar a Dios para Jesús. No es algo que se hace en el templo –recordemos que en la parábola se reprueba precisamente la actitud del sacerdote y del levita– porque a Dios se le adora allá donde se le encuentra. Y se le encuentra en el prójimo. Más específicamente, en el prójimo necesitado y sufriente. A este punto se nos viene a la memoria la cita de San Ireneo: “La gloria de Dios es la vida del hombre”. La propuesta de Jesús para judíos y samaritanos es la misma: el culto no pasa de ser un folklore si no se fundamenta en un real amor a Dios que se manifieste primeramente en el amor a nuestros prójimos, sobre todo a los que sufren. Es de esperar que esta Cuaresma nos convirtamos a adorar a Dios en espíritu y en verdad, en nuestros hermanos y hermanas que sufren.



Para la reflexión

      ¿Me hago alguna vez preguntas al estilo de la Samaritana? ¿Vivo preocupado por el cumplimiento de las normas y me olvido de amar y servir a mi prójimo? ¿Qué hago para adorar a Dios en mis hermanos y hermanas que sufren?

FELIZ DOMINGO!!!












sábado, 14 de marzo de 2020

MEDITACIÓN DE CUARESMA: LAS LÁGRIMAS DE CRISTO


Las lágrimas de Cristo
Bertrand de Margerie S.J.





Paradoja: Es precisamente el día de su entrada a Jerusalén, cuando es finalmente reconocido como Mesías y Salvador por la multitud judía, en ese de alegría para Jesús judío y Rey de los judíos, que en medio de los aplausos, ¡llora lágrimas amargas!

Llora, no tanto teniendo a la vista su muerte inminente, cinco días más tarde, ve anticipadamente a Su Ciudad santa, Su Templo destruidos 40 años más tarde por los romanos. Jesús, cuya divinidad domina todos los tiempos, llora de compasión, viendo, previendo los sufrimiento de sus hermanos según la carne en el curso de los siglos, llora de indignación delante de los odios antisemitas, llora de consuelo delante de la oposición de tantos cristianos al racismo: frente a las ruinas futuras de Templo grandioso, en el que tantas veces había adorado en Espíritu a su Padre (cf Jn 4, 23): Tus enemigos no dejarán piedra sobre piedra”. El divino Profeta vio a esos padres que, durante el sitio de la ciudad, ¡comieron a sus propios hijos para no morir de hambre!

Pero la tristeza del Mesías crece, aún más, cuando considera el gran número de judíos, sus hermanos y contemporáneos, “desconocieron el tiempo de su visita” salvífica. ¡Solamente un grupo, sus discípulos, reconoció en la fe los signos de poder, de santidad y de bondad que prodigó a todos, acreditando así su misión divina!

Llora, no tanto su muerte inminente como la ruina futura de sus enemigos. La gran causa de su tristeza, en ese día único de su triunfo terrestre, y su infinita misericordia de Salvador: ¡Vierte lágrimas pensando que deberá castigar en el tiempo como Juez a los que venía a salvar eternamente! La salvación ofrecida por Él sería no la causa, sino la ocasión de su propia muerte y del castigo temporal de una parte de sus hermanos.

¡Oh lágrimas de Jesús triunfante, son un supremo llamado de su amor misericordioso!¡Oh Lágrimas filosemitas… Pero la mayor causa de tristeza de Triunfador es otra: Jesús no llorique, sino llora a mares viendo el odio antisemita de numerosos bautizados en el curso de la historia, de esos apóstatas llamados Hitler y Goebbles y tantos otros.

Ya que el signo específico del cristiano debía ser el amor desinteresado no sóplo de sus amigos, sino también de los enemigos de su fe, Jesús no llora solo el millón de sus ciudadanos muertos en 70 a manos de un ejército pagano. Llora sobre todo por esos hombres bautizados en su sangre que traicionarán la ley de amor ejecutando de manera bárbara, veinte siglos más tarde, seis millones de sus hermanos judíos. Llora por el silencio culpable de algunos cristianos delante de ese genocidio, expresión moderna del deicidio ¡incluso en cada pecado mortal!

¿Piensan en esas lágrimas, los profanadores de tumbas judías? Esa lágrimas de lamentación triunfal de Jesús prefiguran las lágrimas y y la sangre de su agonía, pocos días después, en el huerto de Getsemaní.

Lágrimas reparadoras y meritorias, su súplica muda será atendida por el Padre de las Misericordia el Viernes Santo: “La turba (judía) reunida para ese espectáculo, regresaba golpeándose el pecho” (Lc 23, 48); Lágrimas fecundas, bautizarán, el día de Pentecostés, a los tres mil oyentes  (Hch 2, 41) de Pedro que lloraba sus negaciones. Jesús vino por el agua de su bautismo u de sus lágrimas, por la sangre de su muerte en cruz ( I Jn 5,6). ¡Oh lágrimas poderosas, sigan volviendo a Jesús los corazones de muchos judíos y de algunos antisemitas que se dicen cristianos!

Lágrimas de Jesús triunfante, nos claman siempre: “No lloren por mí, lloren por ustedes mismos” (Lc 23, 28). Lloren, sí, la incredulidad de tantos hombres, los desamores de los cristianos respecto de sus hermanos según la carne del Mesías, todos esos obstáculos a la fraternidad según el Espíritu hacia el Hijo de David que es también el hijo de Dios.

(Este artículo apareció en portugués, en Jornal do Brasil en marzo o abril de 1962, después de mi regreso de Jerusalén. B. de M.)

Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 14 DE MARZO DE 2020




Lecturas de hoy Sábado de la 2ª semana de Cuaresma
Hoy, sábado, 14 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Miqueas (7,14-15.18-20):

PASTOREA a tu pueblo, Señor, con tu cayado,
al rebaño de tu heredad,
que anda solo en la espesura,
en medio del bosque;
que se apaciente como antes
en Basán y Galaad.
Como cuando saliste de Egipto,
les haré ver prodigios.
¿Qué Dios hay como tú,
capaz de perdonar el pecado,
de pasar por alto la falta
del resto de tu heredad?
No conserva para siempre su cólera,
pues le gusta la misericordia.
Volverá a compadecerse de nosotros,
destrozará nuestras culpas,
arrojará nuestros pecados
a lo hondo del mar.
Concederás a Jacob tu fidelidad
y a Abrahán tu bondad,
como antaño prometiste a nuestros padres.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/. El Señor es compasivo y misericordioso

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-3.11-32):

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado e! ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 14 de marzo de 2020
CR



Henri J.M. Nouwen ha desgranado con una maestría admirable el contenido de este texto bíblico inmortalizado por Rembrandt en el cuadro “El Regreso del Hijo Pródigo”. Y llega a decir: “En él está todo el evangelio. En él está toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una misteriosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios”.

Esta parábola nos hace entrar en el mundo de las relaciones familiares, de las que cualquier lector puede hablar por experiencia. Habla de herencia, tema siempre delicado en la armonía de las familias. Habla de un hijo, el menor, que quiere disfrutar cuanto antes del patrimonio, y habla de un padre que, en un alarde de enorme generosidad, le entrega su parte; lo malgasta todo y cuando se ve en la ruina física y moral, se acuerda de su padre y le pide perdón.

El mayor, por su parte, cree que ha hecho méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre, pues no ha faltado ni a uno solo de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado. De su hermano no quiere ni saber.

Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor.

Lo escandaloso de la parábola es cómo Jesús muestra al hijo menor acaparando el amor del padre a pesar de todo lo que ha hecho.

Es el legalismo el que no permite al hijo mayor descubrir la gratuidad del amor divino, un amor que no se exige como pago a una buena conducta, sino que se recibe como gracia.

Hace años en un encuentro de los cursillos de cristiandad oí el testimonio de un hombre, camionero de profesión, que dijo: “Yo he vivido en mi familia esta parábola, pero al revés: yo eché a mi hijo de casa. Escuchando hoy la lectura de este evangelio me he dado cuenta de mi gran error”. Las lágrimas no le dejaron continuar. Pero todos entendimos que este hombre, curtido en la dura vida de la carretera, había llegado a entender el corazón de Dios.

PAPA FRANCISCO ENVÍA CONSUELO A FAMILIAS AFECTADAS POR EL CORONAVIRUS


Las familias afectadas por el coronavirus reciben el consuelo del Papa
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media


El Papa Francisco pidió, durante la Misa celebrada este sábado 14 de marzo en Casa Santa Marta, por las familias afectadas por la pandemia de coronavirus COVID-19.

Antes de iniciar la celebración, el Santo Padre señaló que “continuamos rezando por las personas enfermas en esta pandemia. Hoy quisiera pedir una oración especial por las familias, familias que están en casa con sus niños porque las escuelas están cerradas por seguridad y deben gestionar una situación difícil para gestionarla bien, con paz y también con alegría”.

“De modo especial pienso en las familias con alguna persona con discapacidad. Los centros de acogida diurnos para las personas con discapacidad están cerrados y las personas permanecen en familia. Recemos por las familias, para que no pierdan la paz en este momento y que consigan llevar adelante a toda la familia con fortaleza y alegría”.

Ante el avance de la pandemia, muchos países han decretado el estado de alarma y el confinamiento de sus territorios.

Ello supone medidas drásticas como el cierre de comercios, y restaurantes, o la obligatoriedad para los ciudadanos de permanecer en cuarentena en sus casas.
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