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miércoles, 12 de febrero de 2014
martes, 11 de febrero de 2014
LOS SIGNOS DE LOURDES - 11 DE FEBRERO
LOS SIGNOS DE LOURDES
Lourdes propone también varios signos de Fe, como la luz, el agua, las peregrinaciones, la oración y la reconciliación ....
La oración.-
Todos los encuentros de la Virgen María con Bernardita se dan en un clima de oración: la señal de la cruz; el rezo del rosario que la Señora sólo desgrana sin pronunciar palabra; la insistencia de la Virgen de rezar por los pecadores .... La oración nos es un refugio que nos aleja de nuestros deberes, sino justamente un compromiso y una fuerza para cambiar el mundo.
Peregrinos de la fe.-
Multitudes de peregrinos acuden diariamente a los santuarios marianos dispersos por todo el mundo. Desde la Gruta de Lourdes, María nos invita a la peregrinación: “Vengan aquí en procesión ...”. Toda nuestra vida es un caminar con Cristo hacia el Padre. El cristiano no puede quedarse cómodo y egoísta; no puede encerrarse en sí mismo, tiene que caminar con sus hermanos. Como el pueblo de Dios en la Biblia, como María, como Jesús, como la Iglesia de todos los tiempos, estamos invitados a ser peregrinos, pueblo de hermanos en camino ...
Reconciliación.-
Como en Lourdes de Francia, también el Santuario de la Gruta es un lugar de reconciliación y de paz. A la invitación de la Virgen María que muchas veces pide “Penitencia”, una verdadera conversión de vida y de corazón. El sacramento de la Reconciliación, donde confesamos nuestras faltas, nos da el perdón y la paz con Dios y con los hermanos.
El agua de la vida.-
El agua es un signo sencillo y claro, de vida y de fecundidad. El agua común y corriente es de por sí un prodigio de vida, un símbolo de salud y pureza ... pero para los cristianos es también símbolo de Bautismo y de la vida nueva en Cristo. La invitación de la Virgen de Lourdes a beber y lavarse en el agua de la fuente, nos hace renovar nuestro deseo de vida nueva, nuestras promesas bautismales: aceptar que Jesús, la Vida verdadera, viva en nosotros.
La Luz de la Fe.-
Cuando un peregrino deja una vela encendida en un santuario es para simbolizar que deja su corazón delante del Señor y de la Virgen, y es un gesto muy delicado y respetable. Pero en la liturgia de la Iglesia el verdadero significado de las velas encendidas converge en el Cirio pascual, signo de Cristo Resucitado, que es la Luz del mundo. En el Bautismo se nos dio esta luz con las palabras “Recibe la luz de Cristo”, y a María le podemos pedir que nos ayude a acrecentar nuestra fe y a ser luz para los demás.
Los Pobres.-
La Virgen María se apareció en un lugar pobre, una gruta humilde que recordaba la del nacimiento del Niño Dios en la pobreza; se apareció a una niña pobre, recordando que el mensaje del Evangelio es buena noticia para los pobres. Toda la historia de las apariciones, es una historia de niños pobres, enfermos y necesitados ... y es por eso que los santuarios se transforman en lugares de solidaridad y esperanza. En este sentido también las promesas y ofrendas de los peregrinos tienen que poseer un carácter de entrega y agradecimiento a Dios y a la Virgen, pero también de comunión y solidaridad con los hermanos más pobres.
Los Enfermos.-
Bernardita fue una niña pobre y enferma. Por estas características todos los niños, los pobres y los enfermos pueden considerar al santuario de Lourdes como su casa.
Es por eso que el Papa, Juan Pablo II, ha querido proclamar el Día Mundial del Enfermo justamente en la fiesta de las apariciones de Lourdes el 11 de Febrero. También en el Santuario de la Gruta en Montevideo, se explicita este amor preferencial por los enfermos. Se reza y se intercede por los que no pueden venir y se reciben y bendicen a los que pueden acercarse.
La Cruz de Cristo.-
La Virgen María en sus apariciones a Bernardita hace la señal de la cruz. Ella participó y sigue participando de la obra de redención de su Hijo Jesús.
La imagen de Cristo, con sus brazos clavados, la cabeza inclinada, el Corazón abierto por la lanza, todo nos confirma que: “No hay AMOR más grande que dar la vida”.
Los peregrinos pasan unos instantes frente a la Cruz del Calvario para recobrar fuerza en su camino de fe y de amor. Al pie de la cruz, como María expresa su compromiso de querer participar con Cristo en la redención del mundo.
Una Promesa de Felicidad.-
Lourdes nos habla de felicidad. No la felicidad pasajera de quien vive en un mundo de fantasía, no la felicidad de las propagandas comerciales o de los poderosos de este mundo, sino la felicidad verdadera del Evangelio de Jesús. María participó de esta felicidad “por haber creído”, participó de las bienaventuranzas de su Hijo por ser pobre y humilde, recta y solidaria, hambrienta de justicia y de paz. María cantó esta felicidad en su canto hermoso, el Magníficat.
Cuando hacemos una promesa para pedir una gracia estamos deseando la felicidad y el bien.
Lejos de ser una pretensión sin méritos, las promesas deben manifestar la humilde postura del cristiano, que pone su vida y confianza en las manos del Padre Providente.
LA APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES, 11 DE FEBRERO
Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net La aparición de Nuestra Señora en Lourdes | |||
Aparición de la Virgen, 11 de febrero | |||
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VIRGEN DE LOURDES, INTERCEDE POR LOS ENFERMOS
AUNQUE NO PUEDAS LLEGAR A LOURDES...
Aunque no puedas llegar a Lourdes, tu fe es el verdadero instrumento que te acerca a Dios. La siguiente oración a la Virgen de Lourdes puede ayudarte a pedir la intercesión de la Virgen por la sanación de otra persona o por tu propia sanación.
¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes,
Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos,
acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón,
para pedirte que derrames a manos llenas
el tesoro de tu misericordia sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuches:
pero acuérdate de que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ti
haya sido abandonado.
¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima!
Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes,
sanando tantas víctimas del dolor,
guarda también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo…(dígase el nombre del enfermo/a).
Alcánzale de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud,
si ha de ser para mayor gloria de Dios.
Pero mucho más, alcánzanos a todos el perdón de nuestros pecados,
paciencia y resignación en los sufrimientos
y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios,
prisionero por nosotros en los Sagrarios.
Amén.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
ORACIÓN A NTRA. DE LOURDES
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.
Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.
¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!
Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.
Oración compuesta por Pío XII
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES
Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio, invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la Iglesia.
Para mejor responder a vuestra llamada, yo me consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…
Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la paz del mundo.
Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.
Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.
Santa Bernardita, rogad por nosotros.
AVE MARÍA DE LOURDES
AVE MARÍA
DE LOURDES
La Reina del cielo,
la Madre de Dios,
en Lourdes, benigna,
su trono fijó.
Ave, Ave, Ave María...
Del cielo ha bajado
la Madre de Dios,
cantemos el «Ave»
a su Concepción.
Ave, Ave, Ave María...
Un largo rosario
que el cielo labró
sostiene en sus manos
más puras que el sol.
Ave, Ave, Ave María...
«Haced penitencia
y ardiente oración
por los pecadores
que ofenden a Dios».
Ave, Ave, Ave María...
Aquí los enfermos
encuentran vigor;
aquí luz y vida
halla el pecador.
Ave, Ave, Ave María...
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES
Oh María, que te apareciste a Bernardita
en la cavidad de la roca;
al frío y a las sombras del invierno
tú les trajiste el calor de tu presencia
y el resplandor de tu belleza.
Infunde la esperanza, renueva la confianza
en el vacío de nuestras vidas,
tantas veces sumidas en la sombra,
y en el vacío de nuestro mundo,
en el que el Mal hace valer su fuerza.
Tú, que eres la Inmaculada Concepción,
socórrenos, pues somos pecadores.
Danos humildad para la conversión
y valor para la penitencia.
Enséñanos a rezar por todos los hombres.
Guíanos a la fuente de la verdadera vida.
Ayúdanos a caminar como peregrinos
en el seno de la Iglesia.
Estimula en nosotros el hambre de la Eucaristía,
pan del caminante, el Pan de Vida.
Oh María, el Espíritu Santo hizo en ti maravillas:
Él, con su poder, te ha colocado junto al Padre,
en la gloria de tu Hijo, el Viviente.
Vuelve tu maternal mirada
a nuestras miserias del cuerpo y del espíritu.
Que tu presencia, como luz reconfortante,
brille a nuestro lado en el trance de la muerte.
Queremos rezarte, oh María,
con sencillez de niños, como Bernardita.
Que entremos, como ella, en el espíritu
de las Bienaventuranzas;
así podremos, ya aquí abajo,
empezar a conocer las alegrías del Reino
y cantar contigo tu Magníficat.
¡Gloria a Ti, Virgen María,
dichosa servidora del Señor,
Madre de Dios,
morada del Espíritu Santo!
¡Amén!
NUESTRA SEÑORA DE LOURDES, ADVOCACIÓN MARIANA, 11 DE FEBRERO
Autor: P. Felipe Santos Nuestra Señora de Lourdes | |
Advocación Mariana, 11 de febrero | |
Advocación MarianaBernardita de Soubirous fue la elegida por Dios para ser testigo y mensajera de tan extraordinaria iniciativa del Creador. La Madre de Jesús, nuestra Madre también, supo como siempre enamorar a las multitudes y convocar a los pueblos de las naciones alrededor de la majestuosa imagen que de Ella se difundió. Lourdes ha sido fuente de sanación física para mucha gente, y quizás ha sido este el milagro más visible que Dios ha realizado para confirmar y sostener la fe en la obra. Pero sin dudas que la sanación espiritual, la conversión de las almas, ha sido el fruto más extraordinario que las generaciones han manifestado como evidencia de la potencia de los actos de Dios en esta tierra. Bernardita fue también instrumento de confirmación del Dogma de la Inmaculada Concepción, para alegría de los que amamos la pureza de María, reconocida de este modo en las propias palabras de la Reina del Cielo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Hoy, después de 150 años, las palabras de María resuenan en nuestros oídos con la misma fuerza, como un cristal puro que resuena y sacude con su timbre los tímpanos del mundo. Gloria a Dios por Su Amor manifestado en regalo tan extraordinario. Nuestra Señora de Lourdes renueve nuestros corazones y nuestras mentes, para que emerja sonriente y esplendorosa nuestra propia conversión.
www.reinadelcielo.org
*************** Las dos veces que he visitado Lourdes, mi alma se ha sentido feliz. Con una felicidad que sobrepasa todos los límites de lo espiritual y trascendente. He visitado todo lo ha habido y por haber en la gruta de las apariciones. Incluso un antiguo alumno, que pasa allá sus vacaciones haciendo el bien a la gente como camillero, me ha contado que ha visto con sus propios ojos los milagros maravillosos que hace cada día la Madre de Dios. Fue el 11 de febrero cuando la Virgen se le apareció a Bernardita, una joven de 14 años en la gruta de Massabielle. Vio una nube dorada y a la Virgen vestida de blanco con un rosario en la mano. Esta aparición se repitió 18 veces. El 25 de febrero fue cuando la chica escarbó en el suelo y salió un manantial de agua. Le dijo la Virgen que levantaran un templo y que rezara el rosario por los pecadores. Comenzó a acudir mucha gente. Las autoridades eclesiásticas, comenzando por el párroco, no le daban crédito a la joven. Era impensable que a su edad y dada su falta de cultura, supiera algo acerca del misterio del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado así por el Papa Pío IX en 1854. El mismo Papa le dio el nombre de Basílica al templo levantado en honor de las apariciones. Estas, por fin, fueron declaradas auténticas y no pura fantasía de una adolescente ignorante. ¿Cuál es la síntesis del mensaje de Lourdes? En primer lugar, se trata de un acto de gratitud por la definición del dogma, que se había declarado oficialmente cuatro años antes. En segundo lugar, exaltar la pobreza y la humildad, virtudes eminentemente cristianas. En tercer lugar, la importancia de la Cruz como camino para ser feliz aquí y en el más allá. Y en cuarto lugar, la clave para llevar una vida cristiana auténtica, es la oración, sintetizada en el rezo del santo rosario. Pero lo importante, además de las curaciones físicas, es que todo el mundo sale curado en lo espiritual, siempre y cuando se vaya de buena fe. ¡Felicidades a las Lourdes! |
lunes, 10 de febrero de 2014
NO AVERGONZARSE DE LA VIRGEN MARÍA
No avergonzarse de María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
-Estamos en una época de contrastes, se "cacarean" los derechos humanos y éstos mismos son pisoteados en muchísimos paises; se habla mucho de libertad e independencia y el hombre se encuentra esclavizado a sus pasiones y pecados; se propagan a todas luces el crimen, la maldad, la pornografía y se calla el bien, se oculta lo bueno y se esconde lo que debería ser motivo de gloria.
Vivimos en un mundo materialista, hedonista, en donde no se le quiere dar cabida al espíritu y al sacrificio.
Personas convencidas de unas ideas determinadas y que procuran llevarlas a la práctica, no se avergüenzan en decir que son partidarias de ellas, por el contrario, ¿cuántos se llaman católicos, tal vez tienen un falso recato en confesar libremente sus creencias religiosas?
La situación de María para muchos católicos está tal vez al margen de su vida por despreocupación, por un falso puritanismo, por egoísmo, etc... Tal vez en lugar de amar a María, porque es nuestra Madre, se le quiere utilizar para nuestro bienestar, y así sólo acudimos a Ella en ciertos momentos de apuro, dejándola después en el olvido.
Hay signos externos que deben reflejar realidades internas, por ejemplo, la medalla al cuello o la estampa en la cartera, el cuadro que ocupa un lugar importante en nuestra casa, etc... Sabemos que sólo eso no es suficiente para decir que amamos de verdad a María, pero tampoco tenemos que ocultar el amor a María que con estos signos externos tenemos una oportunidad de manifestar. Hay personas que no se avergüenzan de llevar una insignia en la solapa, que muestra su filiación política; otros llevan en sus carteras fotografías, que no quisieran fueran de su madre o hermanas. ¿Por qué no hemos de llevar nosotros algún signo acomodado a nuestra manera de ser, que exteriorice nuestro amor a la Madre, sin que cifremos todo nuestro amor en el signo, pero tampoco avergonzamos de mostrar ante los demás el amor que tenemos a María?
LA NIÑA DE LOS OJOS DE DIOS
Niña de los ojos de Dios
Padre Antonio Orozco
Parece que la creación entera contiene un cierto sello, un dulce y vigoroso toque mariano. Cabe una lectura mariana del mundo. Tienen fundamento los versos de Lope:
Vos sois aquella Niña
con que el Señor del cielo y tierra mira.
También Calderón de la Barca llama a la Virgen niña, Niña de los ojos de Dios. Y nuestro pequeño amigo remacha gozoso: ¡cabe una lectura mariana del mundo!
Yo quiero, Madre mía, que tú seas la Niña de mis ojos; ver las cosas todas a tu luz. Y así, ¡cuánto más hermoso se ve el Niño! Y José, qué espléndido, qué bien plantado, qué bien trabaja, qué bien habla y qué bien calla; qué santazo es José: no hay otro como él.
¿Y el establo? ¡si no huele sino a clavel! ¡si es un palacio lleno de Ángeles, los Príncipes del Cielo!
¿Y el sudor de la frente cuando se trabaja recio? Son perlas que se engarzan en la corona del Rey de reyes. La fatiga ya no enoja, es medio y fuente de santificación. Incluso las mayores contrariedades, incomprensiones, calumnias, persecuciones, son piedras preciosas que fulgen y adornan la Cruz victoriosa de Nuestro Señor Jesucristo.
Y el infierno ya no son "los otros", como acontece en el angustiado mundo ateo de un Jean Paul Sartre. El infierno es lo que vio Paul Claudel, tras su fulgurante conversión: "pocas horas me bastaron para enseñarme que el Infierno está allí donde no está Jesucristo". ¡Qué mal se pasa si Él no está! Y si se pasa "bien" en apariencia, qué vacío, luego.
El encuentro con los demás es siempre un encuentro con Cristo. Cristo, que sufre en los enfermos del cuerpo. Cristo, que sufre más en los enfermos del alma. Cristo, que triunfa en las almas que están en gracia de Dios y caminan hacia la santidad.
Cristo, en la lectura mariana del Evangelio, aparece en toda su belleza, sencilla y magnífica, humana y divina. Cada detalle de cada gesto, de cada palabra y de cada silencio de Jesús, adquiere un relieve de intensidad conmovente. Se desvanecen los temores infundados: la época azul resulta la más cristocéntrica que pueda pensarse. Nunca se está más cerca de Jesús que cuando se está con su Madre: ¡El Señor es contigo!
Leer los grafismos del mundo, siendo María la Niña de nuestros ojos, es descubrir siempre nuevas bellezas en lo creado y redimido por Cristo; abrirse a la posibilidad apasionante de hacer de la prosa de cada día, endecasílabos, verso heroico (Esto lo aprendió el pequeño, como tantas otras cosas, del Beato Josemaría Escrivá).
Una mañana de octubre, de 1967, que esplendía bajo el manto azul de Navarra, en el campus de la Universidad, con millares de personas embebidas, nuestro hombre escuchó con emoción contenida estas palabras antológicas: Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios. Por eso os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de cada día. En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria.
Y qué gozoso resulta andar, con la Niña de Nuestros Ojos, descubriendo ese algo divino que en los detalles se encierra . ¡Los detalles! Ahí está sobre todo la Madre de Dios: en los detalles.
Cualquier momento es óptimo para comenzar o recomenzar a vivir en el encanto de una nueva, definitiva e insuperable época azul. Ya no se ansía otra, porque ésta está siempre abierta a nuevas y mayores maravillas.
JESÚS ESTÁ CONMIGO, DIOS ESTÁ CONTIGO
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
Jesús está conmigo, Dios está conmigo
Cuarto domingo de Cuaresma. Reflexionar si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o en nuestros criterios humanos.
Cuando Jesús habla de los contrastes tan profundos que hay entre el modo de entender la fe por parte de sus contemporáneos, y la fe que Él les está proponiendo, no lo hace simplemente para que nosotros digamos: ¿Cómo es posible que esta gente teniendo tan claro no entendiesen nada? Jesús viene a fomentar en todos nosotros un dinamismo interior que nos permita cambiar de comportamiento y hacer que nuestro corazón se dirija hacia Dios nuestro Señor con plenitud, con vitalidad, sin juegos intermedios, sin andar mercadeando con Él.
La mentalidad de los fariseos, que también puede ser la nuestra, se expresa así: “Yo soy el pueblo elegido, por lo tanto yo tengo unos privilegios que recibir y que respetar”. Sin embargo, Jesús dice: “No; el único dinamismo que va a permitir encontrarse con la salvación no es el de un privilegio, sino el de nuestro corazón totalmente abierto a Dios”. Éste es el dinamismo interior de transformarme: orientándome hacia Dios nuestro Señor, según sus planes, según sus designios.
Esto tiene que hacer surgir en mi interior, no el dinamismo del privilegio, sino el dinamismo de humildad; no el dinamismo de engreimiento personal, sino el dinamismo de ser capaz de aceptar a Dios como Él quiere.
Una conversión que acepte el camino por el cual Dios nuestro Señor va llevando mi vida. No es un camino a través del cual yo manipule a Dios, sino un camino a través del cual Dios es el que me marca a mí el ritmo.
Lo que Jesús nos viene a decir es que revisemos a ver si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o está puesto en nuestros criterios humanos, a ver si nosotros hemos sido capaces de ir cambiando el corazón o todavía tenemos muchas estructuras en las cuales nosotros encajonamos el actuar de Dios nuestro Señor.
Más aún, podría ser que cuando Dios no actúa según lo que nuestra inteligencia piensa que debe ser el modo de actuar, igual que los contemporáneos de Jesús, que “se llenan de ira, y levantándose lo sacan de la ciudad”, o cuando nuestro corazón no convertido encuentra que el Señor le mueve la jugada, podríamos enojarnos, porque tenemos un nombramiento, porque nosotros tenemos ante el Señor una serie de puntos que el Él tiene que respetar. Si pretendemos que se hagan las cosas sólo como yo digo, como yo quiero, ¿acaso no estamos haciendo que el Señor se aleje de nosotros?
Cuando nosotros queremos manejar, encajonar o mover a Dios, cuando no convertimos nuestro corazón hacia Él, poniendo por nuestra parte una gran docilidad hacia sus enseñanzas para que sea Él el que nos va llevando como Maestro interior, ¿por qué nos extraña que el Señor se quiera marchar? Él no va a aceptar que lo encajonen. Puede ser que nos quede una especie de cáscara religiosa, unos ritos, unas formas de ser, pero por dentro quizá esto nos deje vacíos, por dentro quizá no tenemos la sustancia que realmente nos hace decir: “Jesús está conmigo, Dios está conmigo.”
¿Realmente estoy sediento de este Dios que es capaz de llenar mi corazón? O quizá, tristemente, yo ando jugando con Dios; quizá, tristemente, yo me he fabricado un dios superficial que, por lo tanto, es simplemente un dios de corteza, un dios vacío y no es un dios que llena. Es un dios que cuando lo quiero yo tener en mis manos, me doy cuenta de que no me deja nada.
Debemos convertir nuestro corazón a Dios, amoldando plenamente nuestro interior al modo en el cual Él nos quiere llevar en nuestra vida. Y también tenemos que darnos cuenta de que las circunstancias a través de las cuales Dios nuestro Señor va moviendo las fichas de nuestra vida, no son negociables. Nuestra tarea es entender cómo llega Dios a nuestra existencia, no cómo me hubiera gustado a mí que llegase.
Si nuestra vida no es capaz de leer, en todo lo que es el cotidiano existir, lo que Señor nos va enseñando; si nuestra vida se empeña en encajonar a Dios, y si no es capaz de romper en su interior con esa corteza de un dios hecho a mi imagen y semejanza, «un dios de juguete», Dios va a seguir escapándose, Dios va a continuar yéndose de mi existencia.
Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué no tengo progreso espiritual? Sin embargo, ¡qué progreso puede venir, qué alimento puede tener un alma que en su interior tiene un dios de corteza!
Insistamos en que nuestro corazón se convierta a Dios. Pero para esto es necesario tener que ser un corazón que se deja llevar plenamente por el Señor, un corazón que es capaz de abrirse al modo en el cual Dios le va enseñando, un corazón que es capaz de leer las circunstancias de su vida para poder ver por dónde le quiere llevar el Señor.
Dios no nos garantiza triunfos, no nos garantiza quitar las dificultades de la vida; los problemas de la existencia van a seguir uno detrás de otro. Lo que Dios me garantiza es que en los problemas yo tenga un sentido trascendente.
Que el Señor se convierta en mi guía, que Él sea quien me marque el camino. Es Dios quien manda, es Dios quien señala, es Dios quien ilumina. Recordemos que cuando nosotros nos empeñamos una y otra vez en nuestros criterios, Él se va a alejar de mí, porque habré perdido la dimensión de quién es Él, y de quién soy yo.
Que esta Cuaresma nos ayude a recuperar esta dimensión, por la cual es Dios el que marca, y yo el que leo su luz; es Dios quien guía en lo concreto de mi existencia, y soy yo quien crece espiritualmente dejándome llevar por Él.
OCHO PRINCIPIOS DE LA FELICIDAD
Ochos principios de la felicidad
SUFICIENTE FE para reconocer la realidad de la presencia de Dios.
SUFICIENTE ESPERANZA para apartar la preocupación del porvenir.
SUFICIENTE CARIDAD para reconocer el bien en casa del vecino.
SUFICIENTE PACIENCIA para trabajar hasta el término de tus tareas.
SUFICIENTE VALOR para confesar tus faltas y corregirlas.
SUFICIENTE SALUD para que el trabajo sea un placer.
SUFICIENTES FUERZAS para afrontar las dificultades y vencerlas.
SUFICIENTES INGRESOS para asegurar la satisfacción de tus necesidades.
¿QUIÉN ES CRISTO PARA MI?
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
¿Quién es Cristo para mi?
Miércoles cuarta semana de Cuaresma. La conversión cristiana pasa primero por la experiencia de Cristo.
La dimensión interior del hombre debe ser buscada insistentemente en nuestra vida. En esta reflexión veremos algunos de los efectos que debe tener esta dimensión interior en nosotros. No olvidemos que todo viene de un esfuerzo de conversión; todo nace de nuestro esfuerzo personal por convertir el alma a Dios, por dirigir la mente y el corazón a nuestro Señor.
¿Qué consecuencias tiene esta conversión en nosotros? En una catequesis el Papa hablaba de tres dimensiones que tiene que tener la conversión: la conversión a la verdad, la conversión a la santidad y la conversión a la reconciliación.
¿Qué significa convertirme a la verdad? Evidentemente que a la primera verdad a la que tengo que convertirme es a la verdad de mí mismo; es decir, ¿quién soy yo?, ¿para qué estoy en este mundo? Pero, al mismo tiempo, la conversión a la verdad es también una apertura a esa verdad que es Dios nuestro Señor, a la verdad de Cristo.
Convertirme a Cristo no es solamente convertirme a una ideología o a una doctrina; la conversión cristiana tiene que pasar primero por la experiencia de Cristo. A veces podemos hacer del cristianismo una teoría más o menos convincente de forma de vida, y entonces se escuchan expresiones como: “el concepto cristiano”, “la doctrina cristiana”, “el programa cristiano”, “la ideología cristiana”, como si eso fuese realmente lo más importante, y como si todo eso no estuviese al servicio de algo mucho más profundo, que es la experiencia que cada hombre y cada mujer tienen que hacer de Cristo.
Lo fundamental del cristianismo es la experiencia que el hombre y la mujer hacen de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Qué experiencia tengo yo de Jesucristo? A lo mejor podría decir que ninguna, y qué tremendo sería que me supiese todo el catecismo pero que no tuviese experiencia de Jesucristo. Estrictamente hablando no existe una ideología cristiana, es como si dijésemos que existe una ideología de cada uno de nosotros. Existe la persona con sus ideas, pero no existe una ideología de una persona. Lo más que se puede hacer de cada uno de nosotros es una experiencia que, evidentemente como personas humanas, conlleva unas exigencias de tipo moral y humano que nacen de la experiencia. Si yo no parto de la reflexión sobre mi experiencia de una persona, es muy difícil que yo sea capaz de aplicar teorías sobre esa persona.
¿Es Cristo para mí una doctrina o es alguien vivo? ¿Es alguien vivo que me exige, o es simplemente una serie de preguntas de catecismo? La importancia que tiene para el hombre y la mujer la persona de Cristo no tiene límites. Cuando uno tuvo una experiencia con una persona, se da cuenta, de que constantemente se abren nuevos campos, nuevos terrenos que antes nadie había pisado, y cuando llega la muerte y dejamos de tener la experiencia cotidiana con esa persona, nos damos cuenta de que su presencia era lo que más llenaba mi vida.
Convertirme a Cristo significa hacer a Cristo alguien presente en mi existencia. Esa experiencia es algo muy importante, y tenemos que preguntarnos: ¿Está Cristo realmente presente en toda mi vida? ¿O Cristo está simplemente en algunas partes de mi vida? Cuando esto sucede, qué importante es que nos demos cuenta de que quizá yo no estoy siendo todo lo cristiano que debería ser. Convertirme a la verdad, convertirme a Cristo significa llevarle y hacerle presente en cada minuto.
Hay una segunda dimensión de esta conversión: la conversión a la santidad. Dice el Papa, “Toda la vida debe estar dedicada al perfeccionamiento espiritual. En Cuaresma, sin embargo, es más notable la exigencia de pasar de una situación de indiferencia y lejanía a una práctica religiosa más convencida; de una situación de mediocridad y tibieza a un fervor más sentido y profundo; de una manifestación tímida de la fe al testimonio abierto y valiente del propio credo.” ¡Qué interesante descripción del Santo Padre! En la primera frase habla a todos los cristianos, no a monjes ni a sacerdotes. ¿Soy realmente una persona que tiende hacia la perfección espiritual? ¿Cuál es mi intención hacia la visión cristiana de la virtud de la humildad, de la caridad, de la sencillez de corazón, o en la lucha contra la pereza y vanidad?
El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente.
Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.
Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son.
¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?
Hay una tercera dimensión de esta conversión: la dimensión de la reconciliación. De aquí brota y se empapa la tercera conversión a la que nos invita la Cuaresma. El Papa dice que todos somos conscientes de la urgencia de esta invitación a considerar los acontecimientos dolorosos que está sufriendo la humanidad: “Reconciliarse con Dios es un compromiso que se impone a todos, porque constituye la condición necesaria para recuperar la serenidad personal, el gozo interior, el entendimiento fraterno con los demás y por consiguiente, la paz en la familia, en la sociedad y en el mundo. Queremos la paz, reconciliémonos con Dios”.
La primera injusticia que se comete no es la injusticia del hombre para con el hombre, sino la injusticia del hombre para con Dios. ¿Cuál es la primera injusticia que aparece en la Biblia? El pecado original. ¿Y del pecado de Adán y Eva qué pecado nace? El segundo pecado, el pecado de Caín contra Abel. Del pecado del hombre contra Dios nace el pecado del hombre contra el hombre. No existe ningún pecado del hombre contra el hombre que no provenga del pecado primero del hombre contra Dios. No hay ningún pecado de un hombre contra otro que no nazca de un corazón del cual Dios ya se ha ido hace tiempo. Si queremos transformar la sociedad, lo primero que tenemos que hacer es reconciliar nuestro corazón con Dios. Si queremos recristianizar al mundo, cambiar a la humanidad, lo primero que tenemos que hacer es transformar y recristianizar nuestro corazón. ¿Mis criterios son del Evangelio? ¿Mis comportamientos son del Evangelio? ¿Mi vida familiar, conyugal, social y apostólica se apega al Evangelio?
Ésta es la verdadera santidad, que sólo la consiguen las personas que realmente han hecho en su existencia la experiencia de Cristo. Personas que buscan y anhelan la experiencia de Cristo, y que no ponen excusas para no hacerla. No es excusa para no hacer la experiencia de Cristo el propio carácter, ni las propias obligaciones, ni la propia salud, porque si en estos aspectos de mi vida no sé hacer la experiencia de Cristo, no estoy siendo cristiano.
Cuaresma es convertirse a la verdad, a la santidad y a la reconciliación. En definitiva, Cuaresma es comprometerse. Convertirse es comprometerse con Cristo con mi santidad, con mi dimensión social de evangelización. ¿Tengo esto? ¿Lo quiero tener? ¿Pongo los medios para tenerlo? Si es así, estoy bien; si no es así, estoy mal. Porque una persona que se llame a sí misma cristiana y que no esté auténticamente comprometida con Cristo en su santidad para evangelizar, no es cristiana.
Reflexionen sobre esto, saquen compromisos y busquen ardientemente esa experiencia, esa santidad y ese compromiso apostólico; nunca digan no a Cristo en su vida, nunca se pongan a sí mismos por encima de lo que Cristo les pide, porque el día en que lo hagan, estarán siendo personas lejanas, indiferentes, tibias, mediocres, tímidas. En definitiva no estarán siendo seres humanos auténticos, porque no estarán siendo cristianos.
sábado, 8 de febrero de 2014
LAS TRES REJAS
Las tres rejas
El joven discípulo de un sabio filósofo llega a casa de éste y le dice:
-Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.
(Autor desconocido)
COMUNIÓN ESPIRITUAL PARA RECIBIR A JESÚS EUCARISTÍA
Comunión Espiritual para recibir a Jesús Eucaristía
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,
venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos.
No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA CANDELARIA
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA CANDELARIA
Virgen de Candelaria, madre de Dios y madre nuestra,
Con toda la devoción y confianza, que un hijo pone en su madre, quiero ofrecerte,
hoy, mi persona, mis cosas y mi vida entera.
Acéptalas, madre mía.
Te pido protección para aquellos hijos tuyos,
que por circunstancias de la vida, se encuentran fuera de sus
hogares, y desde lejos te invocan con sincero corazón.
Dulce Virgen de Candelaria, consuelo de los afligidos y
Reina de los hogares cristianos: derrama tu gracia sobre nosotros
y sobre nuestras familias: y haz, que sin olvidarnos de Ti, tengamos
siempre, salud y paz. AMEN.
ORACIÓN DEL ENFERMO
ORACIÓN DEL ENFERMO
¡Oh Dios!, de mi debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y de mi alegría,
de mi soledad y compañía,
de mi incertidumbre y esperanza.
En la noche de mi enfermedad
me pongo en tus manos de Padre:
Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz,
abre una rendija a mi esperanza,
llena con tu Presencia mi soledad.
Señor, que el sufrimiento no me aplaste,
para que también ahora
sienta el alivio de tu Amor
y sea agradecido a la generosidad
de cuantos sufren conmigo. Amén
UN CIEGO CON LUZ
Un ciego con luz
Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano?
¡Si tú no ves!
Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria.
Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi... No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
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