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martes, 18 de mayo de 2021
lunes, 17 de mayo de 2021
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 17 DE MAYO DE 2021
Lecturas de hoy Lunes de la 7ª semana de Pascua
Hoy, lunes, 17 de mayo de 2021
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (19,1-8):
MIENTRAS Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó:
«¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?».
Contestaron:
«Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo».
Él les dijo:
«Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?».
Respondieron:
«El bautismo de Juan».
Pablo les dijo:
«Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús».
Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 67,2-3.4-5ac.6-7ab
R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios
Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios. R/.
En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor. R/.
Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,29-33):
EN aquel tiempo, aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».
Palabra del Señor
«¡Ánimo!: yo he vencido al mundo»
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala
(Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)
Hoy podemos tener la sensación de que el mundo de la fe en Cristo se debilita. Hay muchas noticias que van en contra de la fortaleza que querríamos recibir de la vida fundamentada íntegramente en el Evangelio. Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en contra de todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. No obstante, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen más malestar e inquietud interior. ¿No será por esto que, hoy, las personas van por la calle enfurruñadas, cerradas y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir?
Las palabras de Jesús nos invitan a la confianza: «¡Ánimo!: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), es decir, por su Pasión, Muerte y Resurrección ha alcanzado la vida eterna, aquella que no tiene obstáculos, aquella que no tiene límite porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades.
Los de Cristo vencemos las dificultades tal y como Él las ha vencido, a pesar de que en nuestra vida también hayamos de pasar por sucesivas muertes y resurrecciones, nunca deseadas pero sí asumidas por el mismo Misterio Pascual de Cristo. ¿Acaso no son “muertes” la pérdida de un amigo, la separación de la persona amada, el fracaso de un proyecto o las limitaciones que experimentamos a causa de nuestra fragilidad humana?
Pero «sobre todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó» (Rom 8,37). Seamos testigos del amor de Dios, porque Él en nosotros «ha hecho (...) cosas grandes» (Lc 1,49) y nos ha dado su ayuda para superar toda dificultad, incluso la muerte, porque Cristo nos comunica su Espíritu Santo.
domingo, 16 de mayo de 2021
OSCURIDAD Y LUZ
Oscuridad y luz
Puedo acercarme a Jesús para que realice el milagro de la luz.
Por: P. Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net
Hay una oscuridad interior que impide ver claramente dónde están el bien, la verdad, la justicia. Hay una oscuridad exterior que hace muy difícil comprender lo que ocurre a nuestro alrededor.
En el mundo hay amplias zonas de oscuridad. Los corazones sienten la inquietud de la duda. Las sociedades quedan atrapadas entre tinieblas y confusiones dañinas. Hace falta aire nuevo y luces amigas.
La oscuridad cede terreno cuando avanza la luz. Entonces las personas y los hechos empiezan a aparecer en su verdadero contorno. La mente y el corazón respiran más serenos.
Desde que Cristo vino al mundo, la luz lucha contra las tinieblas. Es cierto que muchos no logran creer, que otros siguen en la duda, que otros rechazan o desprecian abiertamente al Maestro.
Pero también es cierto que millones de corazones reciben una iluminación interior y escuchan palabras que producen una paz indestructible. “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo” (Ef 5,14).
Cuando sienta que la oscuridad asedia mi mente, cuando palpe las tinieblas dentro de mi corazón, cuando escuche fuera de mí voces que aturden y engañan, puedo acercarme a Jesús para que realice el milagro de la luz.
Como ocurrió con el ciego de nacimiento (cf. Jn 9), también hoy unos rechazan la luz y otros empiezan a ver con ojos nuevos. El mundo sigue dividido, mientras el tiempo corre sin frenos hacia el momento final, hacia la hora decisiva del juicio sobre el Amor.
Hoy puedo abrir los ojos y dejarme iluminar con una “luz amiga”, humilde, serena, bondadosa. Entonces la oscuridad dejará de oprimir mi alma. Recibiré una paz y una alegría que nada ni nadie podrán arrebatarme (cf. Jn 16,22).
UNA REFLEXIÓN PARA CADA DÍA DEL MES DE MARÍA: 16 DE MAYO
ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
"NO TIENEN VINO": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
"HACED LO QUE ÉL OS DIGA": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
"HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
¡OH SEÑORA MÍA, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti; y en prueba de mi amor de hijo te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Madre buena, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén
(Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote))
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO16 DE MAYO DE 2021 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
«El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios»
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Hoy en esta solemnidad, se nos ofrece una palabra de salvación como nunca la hayamos podido imaginar. El Señor Jesús no solamente ha resucitado, venciendo a la muerte y al pecado, sino que, además, ¡ha sido llevado a la gloria de Dios! Por esto, el camino de retorno al Padre, aquel camino que habíamos perdido y que se nos abría en el misterio de Navidad, ha quedado irrevocablemente ofrecido en el día de hoy, después que Cristo se haya dado totalmente al Padre en la Cruz.
¿Ofrecido? Ofrecido, sí. Porque el Señor Jesucristo, antes de ser llevado al cielo, ha enviado a sus discípulos amados, los Apóstoles, a invitar a todos los hombres a creer en Él, para poder llegar allá donde Él está. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc 16,15-16).
Esta salvación que se nos da consiste, finalmente, en vivir la vida misma de Dios, como nos dice el Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
Pero aquello que se da por amor ha de ser aceptado en el amor para poder ser recibido como don. Jesucristo, pues, a quien no hemos visto, quiere que le ofrezcamos nuestro amor a través de nuestra fe, que recibimos escuchando la palabra de sus ministros, a quienes sí podemos ver y sentir. «Nosotros creemos en aquel que no hemos visto. Lo han anunciado aquellos que le han visto. (...) Quien ha prometido es fiel y no engaña: no faltes en tu confianza, sino espera en su promesa. (...) ¡Conserva la fe!» (San Agustín). Si la fe es una oferta de amor a Jesucristo, conservarla y hacerla crecer hace que aumente en nosotros la caridad.
¡Ofrezcamos, pues, al Señor nuestra fe!
ASCENSIÓN DEL SEÑOR: PAPA FRANCISCO PIDE CUIDAR LA FE, LA UNIDAD Y LA VERDAD
Ascensión del Señor: Papa Francisco pide cuidar la fe, la unidad y la verdad
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
Al celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro este 16 de mayo, séptimo Domingo de Pascua y solemnidad de la Ascensión del Señor, el Papa Francisco alentó a cuidar la fe, la unidad y la verdad y a no caer en la división, que viene del diablo, sino a ser testigos del Evangelio incluso cuando se tenga que ir contracorriente.
El Santo Padre presidió la Eucaristía junto a algunos fieles de Myanmar residentes en Italia para rezar por la difícil situación social que vive el país después del golpe de estado del pasado 1 de febrero. Más de la mitad de los participantes a esta Misa fueron religiosas, algunas de ellas, llevaban puestos pañuelos y trajes tradicionales.
En su homilía, el Santo Padre reflexionó en la oración de Jesús en las últimas horas de su vida antes de su ascensión a los cielos y exhortó a cuidar la fe, cuidar la unidad y cuidar la verdad.
“En las últimas horas de su vida, Jesús reza. En el momento doloroso de la despedida de sus discípulos y de este mundo, Jesús reza por sus amigos. Mientras en su corazón y en su carne está cargando con todo el pecado del mundo, Jesús continúa amándonos y reza por nosotros. Teniendo como modelo la oración de Jesús, aprendamos también nosotros a atravesar los momentos dramáticos y dolorosos de la vida”, invitó el Papa.
En primer lugar, el Santo Padre recordó que “custodiar la fe es mantener la mirada en alto, hacia el cielo, mientras sobre la tierra se combate y se derrama sangre inocente. Es no ceder a la lógica del odio y de la venganza, sino permanecer con la mirada puesta en ese Dios de amor que nos llama a ser hermanos entre nosotros”.
“La oración nos abre a la confianza en Dios incluso en los momentos difíciles, nos ayuda a esperar contra todas las evidencias, nos sostiene en la batalla cotidiana. No es una fuga, un modo de escapar de los problemas. Al contrario, es la única arma que tenemos para cuidar el amor y la esperanza en medio de tantas armas que siembran muerte”, afirmó.
Sin embargo, el Papa reconoció que “no es fácil alzar la mirada cuando estamos en medio del dolor, pero la fe nos ayuda a vencer la tentación de replegarnos en nosotros mismos. Tal vez quisiéramos protestar, expresar a gritos, incluso a Dios, nuestro sufrimiento. No debemos tener miedo, porque también esto es oración. Decía una anciana a sus nietos, incluso enojarse con Dios puede ser una oración”.
Luego, el Santo Padre destacó que Jesús pidió cuidar la unidad porque la división “es una enfermedad mortal” y lamentó que experimentamos la división “en nuestro corazón, porque frecuentemente estamos divididos dentro de nosotros mismos. Experimentamos la división en las familias, en las comunidades, entre los pueblos, incluso en la Iglesia”.
En este sentido, el Papa enumeró algunos de los “pecados contra la unidad” que son “las envidias, los celos, la búsqueda de intereses personales en vez del bien de todos, los juicios contra los otros”.
“La última recomendación que Jesús hace antes de su Pascua es la unidad. Porque la división viene del diablo que es el que divide, el gran mentiroso que siempre divide. Estamos llamados a cuidar la unidad, a tomar en serio esta apremiante súplica de Jesús al Padre: que sean uno, que formen una familia, que tengan el valor de vivir vínculos de amistad, de amor, de fraternidad”, dijo el Papa.
Ante esto, el Pontífice pidió que también en la Iglesia se promueva “el diálogo, el respeto por el otro, la custodia del hermano, la comunión y no dejemos entrar en la Iglesia la lógica de los partidos, la lógica que divide, la lógica que nos coloca a cada uno al centro descartando a los otros, esto destruye: destruye la familia, destruye la Iglesia, destruye la sociedad, destruye a nosotros mismos”.
Por último, el Santo Padre pidió cuidar la verdad que significa “ser profetas en todas las situaciones de la vida, es decir, estar consagrados al Evangelio y ser testigos aun cuando haya que pagar el precio de ir contracorriente” y advirtió que custodiar la verdad “no significa defender ideas, convertirnos en guardianes de un sistema de doctrinas y de dogmas, sino permanecer unidos a Cristo y estar consagrados a su Evangelio”.
“El Evangelio nos pide estar en la verdad y para la verdad, dando la vida por los demás. Y donde hay guerra, violencia y odio, ser fieles al Evangelio y constructores de paz significa comprometerse, también a través de las decisiones sociales y políticas, arriesgando la vida. Sólo así las cosas pueden cambiar”, explicó el Papa.
De este modo, el Santo Padre recordó que “el Señor no necesita gente tibia, nos quiere consagrados a la verdad y a la belleza del Evangelio, para que podamos testimoniar la alegría del Reino de Dios también en la noche oscura del dolor y cuando el mal parece más fuerte”.
Por ello, el Papa rezó para que “la oración de Jesús nos ayude a cuidar la fe también en los momentos difíciles, a ser constructores de unidad, a arriesgar la vida por la verdad del Evangelio”.
“Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero llevar al altar del Señor el sufrimiento de su pueblo y rezar con ustedes para que Dios convierta los corazones de todos a la paz... Por favor, no pierdan la esperanza. Jesús todavía hoy reza al Padre, hace ver en su oración las llagas con las cuales ha pagado nuestra salvación, con esta oración. Jesús reza e intercede por todos nosotros, para que nos cuide del maligno y nos libere del poder del mal”, concluyó el Papa en su homilía.
Antes de finalizar la Misa, un sacerdote de Myanmar agradeció al Papa por su cercanía, por las diversas ocasiones que ha rezado públicamente por Myanmar y por la celebración de esta Misa; unas religiosas le regalaron un cuadro y un fiel le obsequió un libro con fotografías.
Después de la bendición, los fieles entonaron una canción tradicional en su lengua nativa.