Acercarnos a Jesús, es su más grande propósito.
Nuestra madre del cielo y madre de Dios, se manifiesta a sus hijos, los más sencillos y humildes, para darnos un mensaje, reza, reza, reza bastante y haz penitencia. “Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán”. Esto dijo nuestra Madre, María Santísima, a Lucía, Jacinta y Francisco, los pastorcillos de Fátima en Portugal, después de haberles hecho ver por unos segundos, en su tercera aparición, los tormentos del infierno, imágenes espeluznantes de un sufrimiento eterno.
Un tiempo antes de la manifestación de Nuestra Señora de Fátima, los niños videntes, tuvieron tres apariciones de un Ángel. La primera tuvo lugar en la primavera de 1916 en la cueva "Loca de Cabeco".
El Ángel les dijo: " No teman. Soy el Ángel de la Paz. Recen conmigo." Luego se arrodillo en la tierra, se inclinó y dijo: "Mi Dios, Yo creo en ti, Yo te adoro y Yo te amo. Te pido perdón por todos aquellos que no creen, que no te adoran y no te aman." Lo repitió tres veces, se levantó y les dijo a los pequeños "Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y María están atentos a sus súplicas", luego desapareció.
El Papa Pío XII exclamaba: "Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores”.
La oración honesta, humilde y constante, nos pone en camino hacia Jesús. El hablar pausado y sereno del papa León XIV, es solo una muestra de la maduración que hace la oración en el alma. Da paz.
Perseveremos en oración por nuestra conversión y la de otros pecadores, …somos muchos.
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