LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 31
Las palabras de Dios pasan muchas veces sobre nosotros sin tocarnos.
Las palabras de Dios llaman con frecuencia a nuestro oído, siéndonos a menudo molestas.
Las palabras de Dios llegan al corazón para que meditemos sobre ellas.
Las palabras de Dios nos tocan como un rayo y nos hacen temblar.
Las palabras de Dios se graban en nuestra memoria como saetas en la carne y quedamos iluminados.
Las palabras de Dios nos cautivan y ya no hay resistencia.
Las palabras de Dios se adueñan de nosotros y somos transformados.
Por eso se ha podido afirmar que el bien mayor de la mente es el conocimiento de Dios; y a ese conocimiento podremos llegar únicamente escuchando, meditando y viviendo la palabra de Dios.
“Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios” (Jn 1,1). “El Reino de los cielos brilla ante los hombres en la palabra, en las obras y en la presencia de Cristo. La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: quienes la oyen con fidelidad y se agregan a la pequeña grey de Cristo, esos reciben el Reino” (LG 5).
* P. Alfonso Milagro
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